Biblia online - Marcos 7 - Reina Valera 1960

Marcos 7

Lo que contamina al hombre

1Se juntaron a Jesús los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén;
2los cuales, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos inmundas, esto es, no lavadas, los condenaban.
3Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.
4Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos.
5Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?
6Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí.
7Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.
8Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes.
9Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
10Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.
11Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte,
12y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre,
13invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.
14Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended:
15Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre.
16Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
17Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola.
18El les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar,
19porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos.
20Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre.
21Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,
22los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez.
23Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.

La fe de la mujer sirofenicia

24Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse.
25Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies.
26La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.
27Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
28Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
29Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.
30Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama.

Jesús sana a un sordomudo

31Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis.
32Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima.
33Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua;
34y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto.
35Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien.
36Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.
37Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.

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