Estudio bíblico de Santiago 1:3-11

Santiago 1:3-11

Continuamos hoy, estimado oyente, nuestro recorrido por la epístola universal de Santiago, que comenzamos en nuestro programa anterior. Y encontramos que éste es un libro muy práctico. En los primeros tres capítulos, Santiago nos presenta la verificación de una fe genuina. Dios examina la fe primero con pruebas y dificultades, y allí es donde nos encontramos nosotros en los primeros doce versículos de este capítulo 1, de la epístola de Santiago. Después, en programas posteriores veremos que Dios no prueba la fe con el mal, que Dios prueba la fe por la Palabra, y no por la palabra del hombre. Dios prueba la fe por la actitud y la acción con respecto a las personas. Dios prueba la fe por las buenas obras, y Dios prueba la fe por medio de la lengua. Este será, pues, el contenido de los tres primeros capítulos de esta epístola.

Santiago continuó dejando claro que Dios no nos envía problemas por la importancia que puedan tener esos problemas; ellos no son un fin en sí mismos. Y el versículo 3 de este primer capítulo de Santiago dice:

"Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia."

Dios tiene un propósito en mente, estimado oyente. Usted puede contar con ello. El escritor estaba aquí hablando sobre la actitud de su corazón hacia sus problemas. El tiempo en el original Griego (tiempo aoristo) sugiere que la alegría debe ser el resultado de la prueba. Recordemos que cuando estudiábamos el capítulo 12, de la epístola a los Hebreos, dijimos que el método que Dios utiliza en la vida del creyente es corregir, aleccionar, por medio de la disciplina, que literalmente puede referirse a la educación de un niño. Las pruebas y el sufrimiento no tienen sentido, y el hecho mismo que Dios nos pruebe es irracional, a no ser que exista un buen propósito para ello. Dios dijo que existe una buena razón para probarnos, y que esa razón es buena. El apóstol Pablo dijo, en su epístola a los Romanos, capítulo 8, versículo 28: 28Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Cuando las presiones exteriores de la prueba se sienten sobre nosotros, y somos colocados en los fuegos de la adversidad, la tragedia y el sufrimiento, la actitud de la fe debería ser creer que Dios ha permitido esas pruebas con un propósito y que Él tiene a la vista un objetivo elevado y noble. Y podemos saber que Dios está actuando y produciendo algo en nuestras vidas.

Nos apresuramos a añadir que esto no quiere decir necesariamente que entenderemos el propósito que Dios tiene en esas pruebas. Esta es la prueba de la fe. Vivimos por fe, y no por la que vemos. Alguien dijo en la Edad Media que Dios no hace nada ni permite que algo suceda, sino aquello que nosotros permitiríamos, si pudiéramos ver a través de todos los hechos, tan bien como lo puede hacer Él.

Ahora, ¿cuáles son algunos de los propósitos que resultan de la prueba de la fe? Santiago dijo que los problemas constituyen una prueba positiva de la fe genuina. Podemos usar la siguiente ilustración; un buscador de oro lleva cierto mineral a una oficina para que un ensayador, que es un especialista en probar metales preciosos, determine si se trata de oro o plata. El ensayador lo coloca bajo el fuego, y echará un poco de ácido sobre él, y entonces opinará si el metal precioso es genuino o no. De la misma manera, Dios coloca la fe a prueba parar probar si es genuina. Alguien lo ha expresado de la siguiente manera: "el ácido del dolor prueba la moneda del creer". Y esto es muy cierto.

Dios prueba nuestra fe con un propósito. Bien dijo Santiago: la prueba de vuestra fe produce paciencia. Él nos prueba para que pueda producir paciencia en nuestra vida. Bueno, en el versículo 4 de este primer capítulo de Santiago, leemos:

"Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna."

Es la paciencia lo que hace de nosotros creyentes adultos, maduros. ¿Pero cómo produce Dios la paciencia en usted? Lo más interesante aquí es que la paciencia es el fruto del Espíritu Santo. Usted nunca llegará a ser paciente tratando de ser paciente, pero el Espíritu Santo tampoco la colocará en una bandeja de plata y se la ofrecerá a usted como un regalo. La paciencia, estimado oyente, le llega a uno a través del sufrimiento y de las pruebas.

Leamos nuevamente este versículo: Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Usted nunca llegará a ser un cristiano perfecto, es decir, completo, plenamente maduro, si no tiene esa paciencia. Por lo tanto, algunos creyentes nunca han crecido espiritualmente, sino que han permanecido en un estado de infancia espiritual. Los cristianos que no crecen y permanecen siendo niños desde un punto de vista espiritual, suelen dar lugar a los rumores, las críticas, al desorden y a la tensión en la comunidad de los cristianos.

David dijo en el Salmo 131, versículos 1 y 2: Señor, no se ha envanecido mi corazón ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas ni en cosas demasiado sublimes. En verdad me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre; ¡como un niño destetado está mi alma! En otras palabras, David dijo: "He descubierto que yo tenía que crecer. Tenía que dejar de beber la leche y comenzar a comer buena comida, sólida. Necesitaba comer del pan de vida". Así que Dios probó a David y esa prueba permitió que él creciera.

El apóstol Pablo escribió en su epístola a los Romanos, que la paciencia es uno de los resultados de haber sido justificado por la fe. En el capítulo 5 de esa carta, versículos 3 y 4 escribió: 3Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; Como usted puede ver, estimado oyente, hay un propósito divino detrás de todas las experiencias que vivimos.

Hoy hay muchos cristianos poco profundos, superficiales. Y muchos que como cristianos, son inseguros. Hay creyentes que tratan de ser intelectuales y cuestionan, ponen en duda la Palabra de Dios. Y luego, hay cristianos que mantienen actitudes dudosas frente a nuevas tendencias en área de la moral. El problema con tales cristianos es que nunca han crecido espiritualmente, son como niños pequeños. Dios nos da pruebas y sufrimientos, estimado oyente, para producir paciencia en nuestras vidas y para que lleguemos a ser hijos maduros de Dios. Esa es una gran necesidad espiritual que tenemos hoy.

Dios tiene que enviarnos problemas para que podamos aprender paciencia, que también producirá esperanza y amor en las vidas de hombres y mujeres. Durante muchos años de ministerio cristiano hemos visto al Espíritu Santo realizar esta obra en las vidas de muchas personas. En cierta ocasión, había un hombre en una iglesia que acostumbraba a criticar a los demás sin misericordia. Siempre encontraba en otros algún defecto. Luego, este hombre comenzó a asistir a los estudios Bíblicos en su congregación. Los demás creyentes, notaron que él traía su Biblia y que tomaba notas en las clases. Durante un período de 10 años Dios le envió a aquel hombre muchas dificultades. Pero él creció espiritualmente de una forma sorprendente y llegó a ser una de las personas más amables que hemos podido conocer. Estimado oyente, esta es la clase de prueba que Dios da a aquellos que son Suyos. Veamos ahora lo que dice el versículo 5, de este capítulo 1, de la epístola de Santiago:

"Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada."

Creemos que la sabiduría que se menciona aquí está relacionada con las pruebas de las que estaba hablando Santiago. Usted y yo tenemos dificultades, pruebas y problemas. ¿Cómo va a resolver sus problemas? ¿Cómo va a hacer frente usted a estas circunstancias? ¿Cómo va a tratar usted con esta o aquella persona? Si le falta sabiduría con respecto a un problema, necesita usted dirigirse a Dios en oración.

La sabiduría es el ejercicio y el uso práctico del conocimiento. Hay muchas personas que hoy tienen conocimiento pero no tienen ningún sentido práctico. Estimado oyente, la sabiduría consiste en saber cómo actuar bajo ciertas circunstancias de prueba, cuando surgen los problemas y las dudas. La vida está llena de estos factores, y por lo tanto usted y yo necesitamos recibir sabiduría de Dios.

Dice este versículo el cual da a todos abundantemente y sin reproche. Bueno, Dios está implicado en la tarea de proporcionar sabiduría con abundancia, es decir, Él simplemente le ayudará en esos tiempos de duda o conflicto. Y que dará esa sabiduría "Sin reproche" quiere decir que se trata de una forma sencilla y pura provisión de bien sin ingredientes de mal o amargura (según el especialista Vincent). Si nos falta sabiduría, vayamos a Dios, quien escuchará y responderá nuestra oración. Escuchemos ahora lo que nos dice el versículo 6:

"Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra."

Quizás éste no sea su problema, pero el profesor McGee declaró que había sido su problema durante una gran parte de su vida cristiana. Dijo el citado autor de estos estudios: "El problema ha consistido en que simplemente no he creído en Dios como debería haber creído. No me interpreten ustedes mal. He confiado en Cristo como mi Salvador, y creo con todo mi corazón que Él me salvó y que completará mi salvación en el cielo. Creo en esto con verdadera convicción, pero fue en el área de mi vida en la tierra, en el mundo de las necesidades y los conflictos diarios, donde he tenido problemas. Por ejemplo, pasé por mis estudios universitarios con una actitud de incredulidad, porque no creí que Dios me ayudaría a superar esa etapa porque me vi obligado a trabajar a tiempo completo y hasta a pedir dinero prestado. Finalizaba cada año pensando que no podría reanudar mis estudios en el año siguiente. Pero sucedió que Dios siempre me abrió una puerta y pude continuar estudiando. Creo que durante mi paso por la universidad fui un cristiano deprimido, y al mirar atrás hoy soy consciente de que podía haberlo pasado mucho mejor, y que podía haber disfrutado más de esa etapa si sólo hubiera obedecido a Dios". Hasta aquí la cita.

Dice el versículo 6, Pero que pida con fe, sin dudar, Estimado oyente, ¿por qué no confía usted en Dios? ¿Qué refleja habitualmente su rostro, como cristiano? ¿Se está preguntando cómo se van a resolver sus problemas? Sabemos exactamente cómo se siente usted, porque hemos vivido esas mismas experiencias. ¿Por qué no cree usted en Dios? ¿Por qué no confía plenamente en Él y coloca sus problemas en Sus manos? A veces somos conscientes que nuestra mente queda superada al enfrentarnos con los problemas de la vida. Nos sentimos incapaces de vivir en esta civilización tan compleja, pero tenemos un Padre celestial que puede proporcionarnos la sabiduría que necesitamos.

Y continúa diciendo el versículo 6, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. A veces decimos: "Yo creo que Dios va a solucionar esto", pero después nos precipitamos sobre el asunto en cuestión y tomamos nuestra propia decisión. Con frecuencia algunos cristianos han dejado un problema en manos del Señor, creyendo en Él, pero después, al día siguiente dudan y ya no creen. Deciden que no ha aparecido ningún indicio que parezca una solución, y entonces intentan resolver ese problema ellos mismos. Y en ese momento es cuando cometen un error. Tales cristianos son aquí descritos como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Continuemos leyendo el versículo 7 de este primer capítulo de Santiago:

"No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor"

Si usted va a tratar de resolver su problema por sus propios medios, entonces Dios no puede hacerlo por usted. En vez de acometer ese problema con sus impulsos humanos naturales, destrozando posibles soluciones y arriesgándose a producir una situación aún más difícil, ¿por qué no coloca todo ese asunto y se coloca usted mismo bajo el control del Señor?

Ahora Santiago se dispuso a dedicarnos un proverbio muy adecuado, hablando de la persona aludida en el versículo 7, es decir, a la persona que pide algo a Dios, pero continúa dudando. Escuchémoslo leyendo el versículo 8:

"Ya que es persona de doble ánimo e inconstante en todos sus caminos."

Este era el gran problema de Israel. Cuando estudiamos el libro de Oseas, vimos que aquel profeta registró que Dios la describió como una paloma incauta. Primero, la paloma voló a Egipto buscando ayuda, y después se dirigió a Asiria. Recurrió a uno y después al otro, pero no se dirigió a Dios. En muchas ocasiones, cuando surge un problema tratamos de resolverlo por nosotros mismos y entonces vamos de aquí para allá tratando de resolverlo, y de pronto se nos ocurre pensar en que no lo hemos llevado ante Dios. Cuando comenzó usted el día de hoy, ¿encomendó los asuntos de este día a Dios? Estimado oyente, creemos que es una buena costumbre, cualquiera sea su trabajo, el de presentar al principio del día todos nuestros asuntos ante Dios en oración. Por ejemplo, hemos de pedir sabiduría para tratar con las personas de siempre, y con las nuevas personas que conozcamos. Algunos con quienes hoy nos crucemos nos mostrarán su aprecio, mientras que otros podrían intentar perjudicarnos para favorecer sus propios intereses. Necesitamos que Dios nos de sabiduría para saber diferenciar la actitudes de las personas, entre las que se mostrarán amables con sinceridad, y quienes lo hagan solo por conveniencia. Necesitamos la percepción espiritual para ver más allá de las apariencias. Y necesitamos también la sabiduría divina para responder a las preguntas o consultas que se nos hagan, así como para tomar las decisiones acertadas en cada caso. Creemos que el comenzar el día con una oración de este tipo, nos ayudará a relajar la tensión, afrontando las emociones de una nueva jornada laboral con una fe que espera recibir la ayuda de Dios en el momento oportuno. Ahora, continuemos leyendo el versículo 9 de este primer capítulo de Santiago:

"El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación"

Otra versión traduce "El hermano de condición humilde, debe sentirse orgulloso de su alta dignidad". Alguien podría decir hoy; "Yo soy una persona de pocos recursos". Estimado oyente, si usted es un hijo de Dios, posee una gran riqueza. Tiene un tesoro en el cielo. ¿Se ha detenido usted a pensar lo que tiene aquí en la tierra, lo que usted tiene en Cristo? En Él lo tenemos todo. El apóstol Pablo escribió lo siguiente en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 3, versículos 21 al 23: 21Así que, ninguno se jacte en los hombres, porque todo es vuestro: 22sea Pablo, Apolos o Cefas, sea el mundo, la vida o la muerte, sea lo presente o lo por venir. Todo es vuestro, 23y vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios. La primera frase de este versículo, en otra traducción se ha traducido así: "Por lo tanto, que nadie base su orgullo en el hombre". Es decir, que yo pertenezco a Cristo, y todo lo que Él tiene me lo va a traspasar a mí. Yo tengo vida, tengo bendiciones. Incluso la muerte vendrá algún día para mí, si Cristo no viene antes. Todo ello proviene de Él, y en todas estas cosas nos podemos alegrar. Aun el creyente más humilde que nos esté escuchando, incluso la persona que menos recursos materiales tenga a su disposición, tiene que reconocer que es rica en Cristo, lo cual es un motivo para alegrarse, porque además de las posesiones espirituales, Él responde a la oración que le dirigimos cuando nos sentimos acosados por nuestras necesidades materiales, sabiendo por la fe que puede proveernos lo que necesitemos en el momento oportuno y dentro de Sus planes para nosotros. Luego en el versículo 10, de este capítulo 1, de la epístola de Santiago, leemos:

"Pero el que es rico, en su humillación, porque él pasará como la flor de la hierba."

A veces, en universidades u otras instituciones solemos ver los nombres de personas adineradas, de grandes recursos, a quienes tales instalaciones fueron dedicadas en su día. ¿Sabe usted dónde están esas personas que disfrutaron de tan alta posición social? Les ha sucedido lo mismo que a las efímeras flores del campo, que florecieron ayer, y hoy ya no existen. Uno puede pensar en lo poderosos que fueron esos grandes personajes, y en la riqueza e influencia que tuvieron, pero todos esos privilegios se han desvanecido. Por todo ello, nadie debería jactarse en el hecho de ser una persona de grandes recursos, porque las riquezas no serán poseídas mucho tiempo por parte del que las tiene; incluso a veces se pierden antes del término de una vida de lucha por ganarlas. Incluso, estimado oyente, puede que usted no pierda sus riquezas en esta vida, pero tales riquezas sí podrían perderle a usted. Y en la hora de la muerte, usted tendrá que soltarlas. Recordemos ese antiguo dicho de que "la mortaja no tiene bolsillos". El versículo 6 termina diciendo que el rico se marchitará como la flor del campo. Y en este sentido, continúa diciendo el versículo 11 de este primer capítulo de Santiago:

"Cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae y perece su hermosa apariencia. Así también se marchitará el rico en todas sus empresas."

Estimado oyente, alégrese hoy por tener un Salvador que no solo le ha salvado para poder ir al cielo, pero que también tiene poder para ayudarle y sostenerle aquí en la tierra hoy mismo, no importando las circunstancias en que usted se encuentre.

Bueno, amigo oyente, vamos a detenernos aquí por hoy. Dios mediante, continuaremos en nuestro próximo programa. Pero antes, le sugerimos leer todo el capítulo 1 de la epístola de Santiago, para estar mejor informado de lo que diremos en nuestro próximo estudio.

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