Estudio bíblico de Santiago 3:5-18

Santiago 3:5-18

Continuamos hoy, nuestra marcha por la epístola de Santiago, y estamos en el capítulo 3. Si ha habido alguna vez un mensaje que nos toca directamente a nosotros, es este mensaje que encontramos aquí en la epístola de Santiago y que trata sobre la lengua, porque todas las personas, incluyendo también a los cristianos, nos vemos señalados la mayoría por este pasaje Bíblico. Reconocemos que es la lengua la que nos lleva a vivir situaciones incómodas, y a la vez, revela quienes somos

En nuestro estudio anterior, vimos que Santiago hablaba retóricamente de colocar frenos en la boca de un caballo. Los pequeños elementos de una brida podían mantener bajo control a un caballo vivaz y enérgico, evitando que se desbocara. En este sentido, la lengua debería ser controlada de esa manera. También habló Santiago de que un gran barco es controlado por un timón muy pequeño, de la misma forma en que la lengua puede cambiar el curso de la vida de una persona. El buen nombre y reputación de hombres y mujeres ha quedado manchado por una lengua chismosa.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, ese gran comandante británico, el Mariscal de Campo Montgomery, dirigiéndose al octavo ejército destacado en Italia, en su discurso de despedida después de la segunda guerra mundial, dijo: "El comandar un ejército tiene que ser algo personal, y tiene que ser verbal. De otra manera no tendrá éxito, porque está implicado en el factor humano". Y continuó diciendo: "Siempre recuerdo un pasaje del Nuevo Testamento que dice: "Así también vosotros, si por la lengua que habláis no dais palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque sería como si hablarais al aire" Hasta aquí la cita, y este texto se encuentra en la Primera Epístola a los Corintios, capítulo 14, versículo 9.

Ahora, leamos los versículos 5 y 6, donde comenzamos nuestro estudio de hoy:

"Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno."

Esta situación es la que puede crear la lengua en muchos casos. Algunos han cuestionado el uso del término "infierno" en este pasaje, argumentando que no ha sido traducido correctamente en este versículo. La palabra Griega utilizada aquí es "Gehenna" y no "Sheol". Se refiere al valle de Hinnon, donde el fuego nunca se apagaba. Esta palabra fue usada solo 12 veces en el Nuevo Testamento; el Señor Jesús la usó 11 veces y Santiago una sola vez en este versículo. Está correctamente traducida en la frase que afirma que la lengua es inflamada por el infierno.

Resulta impresionante que Santiago comparara la lengua a un fuego. Algunos de nosotros hemos presenciado el incendio de bosques y comprobado el efecto devastador y hemos visto que muchas veces el fuego ha resultado absolutamente incontrolable, a pesar de haber intervenido numerosas dotaciones de bomberos, y ha tenido que extinguirse por sí mismo, después de haber arrasado extensiones enormes.

Por supuesto, el fuego ha sido uno de los mejores amigos del hombre y de la naturaleza. Algunos historiadores han afirmado que la civilización comenzó cuando los hombres descubrieron el fuego. Cuando éste se encuentra sometido a nuestro control nos proporciona calor, cuece o asa varias de nuestras comidas y genera fuerza para poner en movimiento actividades industriales. Como sabemos, es peligroso cuando se encuentra fuera de control, cuando, por ejemplo se produce la tragedia del incendio de una vivienda. A veces, el sonido de una sirena nos indica que un grupo de hombres ha salido a luchar contra el fuego y que la vida de algunas personas está en peligro. Incluso con todos los medios técnicos disponibles en nuestra época, podemos ver los enormes esfuerzos, muchas veces inútiles, para controlar los incendios en las zonas verdes, que han producido víctimas y se han transformado en zonas de desastre, difícilmente recuperables.

Así que la lengua es como un fuego; cuando está sometida a nuestro control, es una bendición; y cuando escapa a nuestro control, se transforma en una fuerza devastadora. Puede ser una cura, o una maldición. En el libro de Proverbios, capítulo 12, versículo 18 leemos: Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada, pero la lengua de los sabios es medicina. La lengua puede ser esa espada que mata, pero también puede convertirse ella misma en una medicina. ¡Qué imagen elocuente de la lengua tenemos aquí! Y, nuevamente en Proverbios capítulo 15, versículo 14 leemos: El corazón inteligente busca la sabiduría, pero la boca de los necios se alimenta de necedades.

Anteriormente hemos citado un proverbio que expresaba una gran verdad, diciendo que uno es dueño de la palabra no pronunciada, pero que la palabra pronunciada es nuestra dueña. Si uno no ha llegado a pronunciar una palabra, no puede ser considerado responsable de ella. Pero una vez que uno la ha pronunciado, puede condenarlo. Recordemos que, en el caso de Simón Pedro, su lengua lo traicionó, y él negó conocer al Señor. Pero en el día de Pentecostés, ¿cuál fue el instrumento que usó el Señor? Pues, fue la lengua de aquel Simón Pedro propenso a cometer errores, a "meter la pata" (como solemos decir), torpe, y que hablaba a tropezones. Por ello decimos que la lengua puede ser una maldición o un instrumento para sanar.

Los incendios de maleza y bosques queman, chamuscan y ennegrecen la naturaleza y constituyen una verdadera plaga. Como fuego que es, la lengua puede propagar el fuego destructor en una comunidad cristiana o en cualquier comunidad humana, en una ciudad e incluso causar daños irreparables a una nación. Continuemos leyendo los versículos 7 y 8 de este tercer capítulo de la epístola de Santiago:

"Toda naturaleza de bestias, de aves, de serpientes y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal."

Quizá, en el recuerdo de todos nosotros esté la llegada de algún circo a nuestra ciudad. Especialmente cuando uno es pequeño o joven, se acerca con ilusión para observar el desfile de la caravana y su llegada para ver como descargan los variados elementos que componen un circo. Y si los que vigilan las instalaciones son indulgentes, incluso permiten que uno observe de cerca los preparativos. Y algo que resulta interesante ver es como el domador se entrena con sus fieras. Pues, bien, en uno de esos circos había un gran domador de fieras que era el encargado de domar a los leones salvajes. Este hombre podía entrar a la jaula de los leones y hacer que estos animales le obedecieran. En cierta ocasión, él entró a una jaula donde había tres o cuatro cachorros de león, aún en estado salvaje. Sin embargo, este hombre entró a la jaula y comenzó a jugar con estos cachorros. Él los hacía rodar de una parte a otra, y ellos hacían como que lo mordían, y todos se divertían mucho. En cierta ocasión, alguien se acercó a este domador y le preguntó por qué hacía eso, y él respondió: "Es que, yo nunca entro a una jaula de un león que yo no haya criado desde que era un cachorro, porque es imposible entrenar o domar a un león viejo. Uno debe comenzar con los pequeños y cuando estos crecen y llegan a ser leones jóvenes, con un aspecto feroz, entonces sí, los coloco en la jaula conmigo. Porque ellos ya me conocen y yo los conozco a ellos". Hasta aquí la cita. Ahora, debemos decirle que uno puede domar a un león, a un elefante, pero no puede domar a este órgano pequeño que es la lengua. Como alguien dijo acertadamente: "El elemento más indomable del mundo tiene su guarida justamente detrás de los dientes". No hay ningún zoológico del mundo que pueda tener a este pequeño animal en cautiverio. No hay ningún circo que lo presente como una atracción en sus funciones. Ningún ser humano lo puede domar. Solamente una lengua regenerada, en un cuerpo redimido, es decir, una lengua que Dios ha domado, puede ser utilizada por Él.

Es interesante observar que el Apóstol Pablo dijo, en Romanos capítulo 10, versículo 9: 9Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. En otras palabras, es como cantar un dúo, en el que la lengua y el corazón deben estar afinados para poder cantar en armonía. El Señor Jesús dijo, en Mateo capítulo 12, versículo 34, de la abundancia del corazón habla la boca. Es decir, que lo que está en el corazón, acabará saliendo al exterior. Alguien también dijo que lo que se encuentra en el pozo del corazón saldrá a través del cubo de la boca. O sea que, si usted tiene algo en su corazón, tarde o temprano terminará diciéndolo. Recordemos que cuando el Señor Jesús se acercó a un mudo, el evangelista que relató el hecho tuvo el cuidado de detallar que el Señor tocó su lengua. Y esta es una gran necesidad personal entre muchos cristianos. Continuemos leyendo los versículos 9 y 10 de este tercer capítulo de Santiago:

"Con ella bendecimos al Dios y Padre y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así."

La lengua que usted y yo tenemos, estimado oyente, es capaz de alabar a Dios o de blasfemar contra Dios. Como dijimos anteriormente, la lengua es lo que eleva al hombre sobre el mundo animal. Como hemos dicho, el hombre no es un simio que dice cosas sin sentido. Tampoco es un ave que repite palabras sin saber lo que está diciendo. Una persona puede comunicarse con otra, y también puede comunicarse con Dios. Cuando un individuo puede cantar como un ángel los domingos, pero habla como un demonio durante el resto de la semana, entonces, usted puede catalogarlo por sí mismo. La Biblia, por su parte, lo califica como hipócrita.

Lamentablemente, existen incontables ejemplos de personas de toda condición social y de variada formación cultural y activas en la vida profesional que se han mantenido alejadas del cristianismo en general, y de buscar a Dios a través de una experiencia personal con el Señor Jesucristo debido al mal ejemplo de quienes verbalmente, profesan ser cristianos. Con frecuencia el mal ejemplo ha consistido en observar a personas que han revelado tener una doble conducta, o una doble forma de expresarse en sus conversaciones. Lo que causa confusión y perplejidad ha sido el ver que personas pretendidamente cristianas se expresan de una manera vulgar y de bajo nivel durante sus actividades semanales y el domingo en el ámbito de la iglesia o en sus tratos con otros cristianos, adoptan un lenguaje piadoso. Por todo ello, la imagen presentada por el apóstol Santiago en estos versículos refleja la cruda realidad de la vida de muchas personas.

Continuemos leyendo los versículos 11 y 12 de este tercer capítulo de esta epístola:

"¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Del mismo modo, ninguna fuente puede dar agua salada y dulce."

Es decir, que una persona puede ser hipócrita, actuar y hablar con doblez, con un doble lenguaje, es decir, bueno y malo. Pero no hay ninguna fuente de este mundo que pueda dar agua dulce y amarga a la vez. De la misma manera, ningún árbol puede dar dos frutos diferentes.

Ahora, la lengua revela también la fe genuina, porque con la boca se hace confesión de aquello que está en el corazón. El versículo 13 de este capítulo 3 de la epístola de Santiago, dice:

"¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre."

Aquí vemos que la lengua puede dar testimonio de Dios en armonía con la conducta. Y ambos factores demuestran la verdadera sabiduría. Y dice el versículo 14:

"Pero si tenéis celos amargos y rivalidad en vuestro corazón, no os jactéis ni mintáis contra la verdad."

Está claro que los conflictos y la amargura no son fruto de la fe, pero la lengua puede provocar estados de ánimo y situaciones como éstas. Santiago estaba presentando aquí un contraste entre la lengua de un creyente insensato y la lengua de un creyente sabio. En realidad, una lengua fuera de control puede hacer dudar a otros sobre si esa persona es un hijo de Dios. Nadie podría hacernos creer que alguien puede maldecir o tener un lenguaje impuro durante 6 días de la semana, y luego expresarse como un fiel cristiano o cantar como un ángel el domingo en la reunión de la iglesia. Uno no puede recrearse con cuentos o chistes de dudosa moralidad y después, el domingo, enseñar o compartir las enseñanzas de la Palabra de Dios o hablar del amor de Jesús. La lengua que usted tiene puede expresar cualquiera de estos sentimientos contradictorios, pero si expresa ambos, entonces puede provocar conflictos y amargura. Aquí en este versículo 14 se nos aconseja lo siguiente: no mintáis contra la verdad. Es decir, que una lengua mentirosa es aquella que niega al Señor durante la semana por medio de su conversación. Y en el versículo 15 de este capítulo 3 de la epístola de Santiago, leemos:

"No es esta la sabiduría que desciende de lo alto, sino que es terrenal, animal, diabólica"

El apóstol nos estaba dejando bien en claro que los conflictos y la envidia no se originan en Dios. No provienen en absoluto de Él, La procedencia de esas pasiones y de los conflictos que provocan se identifica aquí como terrenal, animal, diabólica. Alguien dijo que "el conocimiento es orgulloso de todo el saber que ha acumulado y la sabiduría es humilde porque no sabe más". Continuemos leyendo el versículo 16:

"Pues donde hay celos y rivalidad, allí hay perturbación y toda obra perversa."

Así que la lengua incontrolada produce envidia y conflictos que conducen a confusión y a toda clase de acciones malvadas. La Biblia deja bien en claro que Dios no es el autor de la confusión. La confusión y perturbaciones que encontramos hoy en la escena mundial constituye un estado de cosas producido por la obra del diablo que utiliza este pequeño miembro del cuerpo humano como es la lengua, que tantos problemas puede causar. Este versículo está íntimamente relacionado con lo que Santiago tendría que decir en el próximo capítulo, en el que definiría lo que la mundanalidad realmente es. Continuemos ahora leyendo el versículo 17 de este tercer capítulo de Santiago:

"Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía."

Es significativo que se afirme aquí, en primer lugar, que la sabiduría que proviene del cielo es ante todo pura, es decir, que no está mezclada con elementos extraños, no está diluida, sino que es el original, en estado puro. Es la sabiduría que proviene de Dios, y Santiago la identificó con toda claridad, como dice otra versión: "pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera."

El Dr. Samuel Zwemer mencionó el hecho de que la enseñanza falsa siempre produce conflictos, envidia y otros problemas. Dijo literalmente: "Uno no puede explicar la maldad del mundo como algo meramente humano. Es humano, con algo más, y esa es la razón por la cual algunas religiones tienen tanto éxito. Ellas son sobrenaturales, pero de procedencia ultramundana". Cualquier cosa que cause división y conflictos, no interesa en que clase de iglesia o comunidad, no es del Señor. Podemos estar seguros de ello. Uno puede jactarse de que sus convicciones estén basadas en las verdades fundamentales de la Biblia, pero si uno está causando conflictos, se parecerá a un barco que esté navegando con una bandera falsa y equivocada. Ahora, el versículo 18 de este capítulo 3 de la epístola de Santiago, versículo final de este capítulo 3 de la epístola de Santiago dice:

"Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz."

Estos son los frutos de la fe. Tiene que haber justicia antes de que pueda haber paz. Nadie puede tener paz, sin justicia. El salmista del Salmo 85, versículo 10 dijo que llegará el día en que se besarán la paz y la justicia. En la actualidad, podríamos decir que en la vida real, la paz y la justicia no se conocen; ni siquiera se reconocerían entre sí.

Estimado oyente, debemos terminar aquí nuestro estudio de hoy. En nuestro próximo encuentro destacaremos algunos detalles y añadiremos algunas consideraciones a este tercer capítulo y comenzaremos con el cuarto capítulo de esta Epístola del apóstol Santiago. Así que le invitamos cordialmente a continuar acompañándonos en nuestro recorrido por las páginas de esta carta tan práctica, tan sincera y tan aplicable a nuestra condición y situación en el mundo actual.

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