Estudio bíblico de Amós 1:1-3; 7:13-16

Amós - Introducción 7:12-16, 1:1-3

Continuamos avanzando hoy, amigo oyente, por el libro de Amós que comenzamos en nuestro programa anterior, en el cual iniciamos nuestra introducción a este libro. Estuvimos comentando que el ministerio profético de Amós tuvo lugar durante los reinados de Jeroboan II, rey de Israel y Uzías, rey de Judá. Fue contemporáneo de Jonás y de Oseas, que fueron profetas en el reino del norte o de Israel, y con Isaías y Miqueas, que fueron profetas en el reino del sur, o de Judá.

Dijimos que podíamos considerarlo un hombre que llegó a la ciudad procedente de un lugar muy alejado. Procedía de Tekoa, que estaba situado en una cadena de colinas desde la cual podía contemplarse un terrible desierto que continuaba hasta las orillas del Mar Muerto. Por lo tanto, nació en Judá, en el reino del sur, aunque fue un profeta ante el reino del norte. Su mensaje fue pronunciado en Betel, en la capilla del rey.

Inteligente y sutilmente, el sacerdote Amasías preparó un golpe maestro. Se dirigió a Jeroboan II y envenenó su mente contra el profeta Amós. Y él consiguió que el rey le apoyara porque creía que la iglesia y el estado, es decir, la religión y la política debían ayudarse mutuamente. Esto fue lo que sucedió: Leamos el capítulo 7 de este libro, versículos 10 y 11, que dicen: 10Entonces el sacerdote Amasías de Bet-el envió a decir a Jeroboam, rey de Israel: «Amós se ha levantado contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra no puede sufrir todas sus palabras. 11Porque así ha dicho Amós: "Jeroboam morirá a espada, e Israel será llevado de su tierra en cautiverio"». Estimado oyente, ¿fue esto lo que había dicho Amós? No, él no había dicho tal cosa. Sus verdaderas palabras expresaron que Dios había dicho, como leemos en el versículo 9, 9me levantaré con espada sobre la casa de Jeroboam. Si usted sigue el registro histórico, encontrará que la declaración de Amós fue cierta. Fue una desgracia que el rey Jeroboán no hubiera creído a Amós porque más tarde su nieto fue muerto a espada, terminando con su línea de descendencia real. Fue cierto que Amós había dicho algo sobre la espada y sobre Jeroboán, pero el profeta no había dicho que Jeroboán personalmente moriría por herida de espada. El sacerdote Amasías era un político eclesiástico que estaba tergiversando la verdad, y esa es la peor clase de mentira.

Y Amasías, con un sarcasmo hiriente, intentando ridiculizarle, y con una actitud condescendiente le dijo a Amós: "Vidente, vete". Es decir, que él le estaba llamando a Amós, "pastor", se estaba burlando de él. Y lo que le dijo lo podemos ver aquí en el versículo 12, de este capítulo 7, donde leemos: Y Amasías dijo a Amós: Vidente, vete, huye a tierra de Judá, come allá tu pan y profetiza allá. En realidad le estaba diciendo: "¿Quién te dijo que eras un predicador? ¿Dónde está tu título? ¿A qué escuela fuiste? ¿Quién te ordenó para el ministerio? ¿Dónde predicabas antes de venir aquí? ¡Vete de aquí, vidente!" Y así le dijo, con otras palabras, que se perdiera de vista. Y después Amasías añadió: come allá tu pan. Aquí estaba insinuando a Amós que el profeta lo hacía simplemente por dinero y que no le quería ver más por allí.

Y después, leamos el versículo 13 para escuchar el máximo insulto de todos, pero no profetices más en Betel, porque es santuario del rey, y capital del reino. Esta fue la culminación de la insolencia y de la arrogancia de Amasías. El usó entonces una sátira que fue no solo mordaz, sino también perniciosa. Fue como si le hubiera dicho: "has hablado en el santuario principal del reino, en la capilla del rey, en el santuario del rey, y el rey está insatisfecho contigo. Tu mensaje lo inquieta. En realidad, hay mucha gente a quién no le gustas. No utilizas un método muy diplomático. No elogias ni halagas a la gente. No tratas con condescendencia a los ricos y poderosos. No eres respetuoso del orden establecido."

Estimado oyente, queremos que usted escuche la respuesta que este gran profeta de Dios presentó, este hombre que predicó la justicia de Dios y el juicio de Dios. Hubo quienes lo consideraron como un profeta ardiente como el fuego, pero observemos qué gentil y cortés realmente fue. Leamos entonces en este capítulo 7 de esta profecía, y concretamente, los versículos 14 y 15, que dicen: Entonces respondió Amós y dijo a Amasías: - No soy profeta ni hijo de profeta, sino que soy boyero y recojo higos silvestres. Y el Señor me tomó de detrás del ganado, y me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo Israel". Y después Amós continuó con su mensaje, en el cual tuvo palabras muy severas que decirle a aquel hombre llamado Amasías.

Ahora nos preguntamos, ¿suena la respuesta de Amós como la de un fanático? Sinceramente, tenemos una crítica que hacerle al profeta, y es que consideramos que fue demasiado ingenuo. Su respuesta fue sencilla, sin malicia. Podríamos decir que respondió con candidez. Allá en el desierto de Tecoa, sabía como debía comportarse. Podía evitar los peligros de aquel desierto que estaba lleno de bestias salvajes, pero en la jungla de asfalto se encontraba indefenso y perdido.

Y por cierto, digamos que en algunos aspectos el mundo en que vivimos se parece a una verdadera jungla, una jungla de asfalto. Figurativamente hablando, oigamos o no los rugidos de un león, siempre puede aparecer alguien dispuesto a destrozar, a destruir. Alguien de quien, por prudencia, uno debería permanecer lo más alejado posible o tratar con sumo cuidado. A veces nos parece oír a uno al hablar como si oyésemos el silbido de una serpiente, cuando vemos que alguien tiene una lengua venenosa. El apóstol Santiago en su carta, en el capítulo 3, versículo 8, habló de aquellos que tienen veneno oculto tras sus labios, en una lengua llena de veneno mortal. Algunas críticas pueden causar efectos e incluso daños irreversibles, más peligrosos que los de una mordedura de una serpiente física, efectos que a veces pueden neutralizarse con antibióticos si se tratan a tiempo.

Pero el profeta Amós en aquel momento de nuestro relato fue muy ingenuo en su reacción ante Amasías y sus insolentes e hirientes palabras, y reconoció que él no era un predicador, y que no era profeta ni hijo de profeta. Pero también reconoció que Dios lo había llamado. En el versículo 15 de este capítulo 7 dijo: 15Y el Señor me tomó de detrás del ganado, y me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo Israel". Fue como si le hubiera dicho a Amasías: "¿Quieres ver mis credenciales? Pues aquí están. Dios me llamó."

Estimado oyente, debemos decirle que si usted difunde la Palabra de Dios, será puesto en duda y desafiado. El profesor McGee, autor de estos estudios, recibió en una ocasión una carta de un oyente que le preguntaba de donde, o de quién había él obtenido la autoridad para exponer las Sagradas Escrituras. Y el profesor recordó cuando, en los días de su juventud sintió que recibía un llamado de Dios para dedicarse a esta obra. Y en esos años él reconoció que su fe no era precisamente muy grande. Por ejemplo, no tenía suficiente fe como para estar seguros de que Dios le permitiría continuar sus estudios en la universidad. Lo que sí tenía, sin lugar a dudas, era un deseo irresistible de continuar con su preparación académica y Bíblica para servir a Dios. Después, al pasar los años, su fe fue creciendo y llegó el momento en que no tuvo ninguna duda de que había sido llamado por Dios, y de ese llamado divino provenía su autoridad para servirle enseñando y proclamando Su Palabra. Hemos dicho anteriormente que Amós fue ingenuo, pero lo cierto es que fue llamado por Dios y el Señor le estuvo guiando en todas sus actividades.

Amós fue un hombre de Dios que proclamó el mensaje de Dios. Simplemente por el hecho de que el pueblo de Israel practicaba una religiosidad superficial no garantizó que Dios no los juzgaría por sus pecados. Debido a que los israelitas rechazaron la Ley divina - especialmente en sus engaños, robos y violencia y oposición contra los pobres--- Dios les dijo que El despreciaba sus días de fiesta, aunque ellos le presentaban sus holocaustos y ofrendas de cereales, El no las aceptaría. Las canciones del pueblo se apagarían y el juicio de Dios descendería como las aguas, y Su justicia como un torrente poderoso.

Aquellos fueron días de una paz falsa. En el norte se encontraba Asiria, colgando sobre sus cabezas como una espada de Damocles, lista para caer sobre ellos de un momento a otro, y en el siguiente medio siglo, esa potencia destruiría a este pequeño reino del norte. Israel estaba tratando de ignorar ese peligro y continuaban hablando de paz. Pero el profeta Amós les dijo, como leemos en el capítulo 9 de esta profecía, en el versículo 8: Ciertamente, los ojos del Señor Dios están contra el reino pecador y yo lo borraré de la faz de la tierra. Al escuchar estas palabras comprendemos que Su mensaje no fuera popular, pues anunció a todo el pueblo la intención de Dios de castigar el pecado. Pasemos ahora a realizar una breve introducción al

Amós 1

Amós era un hombre valiente con un mensaje de Dios. El profeta no solo era desconocido cuando llegó a Betel, en el reino del norte o de Israel, sino que también es bastante desconocido en la actualidad. En realidad, deberíamos asociar al Amós de los tiempos Bíblicos con Oseas, porque ambos profetas fueron contemporáneos y seguramente se conocieron entre sí. El mensaje de Oseas enfatizó el amor de Dios, pero presentando a un Dios de amor que también piensa juzgar. Y Amós habló sobre la elevada e inflexible justicia de Dios, que le lleva a juzgar el pecado.

Es sorprendente observar que Amós tenía una apreciación mundial de la situación, una concepción global. Él primero habló a las naciones vecinas de Israel. Habló a los grandes poderes mundiales de aquel día, lo cual no constituyó un hecho nuevo o único. Más adelante otros profetas como Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, también lo hicieron. Pero el método utilizado por los citados profetas fue el de hablar en primer lugar del juicio de Dios sobre la nación de Israel, y después, entonces, hablaron del juicio sobre las otras naciones. Ahora, Amós invirtió ese método. Él habló primero del juicio de Dios sobre las naciones vecinas y después, del juicio de Dios sobre Israel.

Cuando Amós habló primero en Betel, el santuario del rey, indicando que Dios iba a juzgar a Siria, Filistea, Fenicia, Edom, Amón y Moab, todos llenaron el santuario del rey. El profeta, en realidad, estaba reuniendo a gran cantidad de gente a su alrededor, porque a ellos les gustaba oír su predicación en cuanto a los pecados de los habitantes de Moab, porque de esa manera el profeta no estaba hablando de sus pecados como israelitas. Y hay muchas personas hoy a quienes agrada escuchar que el predicador condene los pecados ajenos actuales o de otros tiempos. Pero cualquier predicador que hable en contra de los pecados propios y actuales de sus oyentes, se mete en problemas. Creemos que este hombre, Amós, hizo uso de mucha diplomacia al hablar primero de las otras naciones. Aunque era un predicador rural procedente de una zona desértica, se expresó con elocuencia y al leerle vemos que fue un gran orador. Leamos ahora el versículo 1 de este primer capítulo de la profecía de Amós:

"Las palabras de Amós, que fue uno de los pastores de Tecoa, que profetizó acerca de Israel en días de Uzías, rey de Judá, y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto."

El Jeroboan aquí mencionado era, por cierto, Jeroboan II, rey de Israel o del reino del norte.

Aquí también se habló de una fecha, porque dice dos años antes del terremoto. Este terremoto también fue mencionado por Zacarías unos 200 años más tarde. Según el historiador Josefo, tuvo lugar durante el reino de Uzías. Como quiera que fuera, lo importante es que este detalle nos ayuda a ver qué Amós era contemporáneo de Oseas, y que él fue uno de los primeros profetas, que profetizó para el reino del norte o de Israel. Ahora escuchemos lo que dice el versículo 2, del capítulo 1:

"Dijo: El Señor rugirá desde Sión, dará su voz desde Jerusalén, los campos de los pastores se enlutarán y se secará la cumbre del Carmelo"

Observemos la frase El Señor rugirá desde Sion. Esta expresión es, en muchas maneras, un lenguaje muy figurativo y elocuente. Recordemos que el profeta Joel también usó la misma expresión. Sugiere el rugido del león cuando se abalanza sobre su presa. Realmente, esta fue una forma llamativa de comenzar su mensaje. Nos habló del juicio de Dios que vendría sobre las naciones vecinas de Israel.

Y continuó diciendo el profeta en el versículo 2, Y los campos de los pastores se enlutarán, y se secará la cumbre del Carmelo. Aparentemente, vendría una sequía y hambre, una hambruna que afectaría a toda la tierra.

Ahora, si uno visita hoy esa zona del Carmelo, en la zona de Haifa, puede apreciar la belleza del paisaje. Hay hermosos arbustos y flores. Seguramente en el tiempo de Amós esa zona debe haber tenido también el mismo aspecto. Pero entonces, el profeta anunció que vendría una sequía tan severa que el hermoso monte Carmelo se secaría.

Y así llegamos a un párrafo que nos hablará sobre

El juicio sobre Siria a casua de su crueldad

Aquí comenzamos una sección de esta profecía que trató sobre los juicios de Dios sobre las naciones vecinas de Israel, aquellas naciones que la rodeaban. Ya dijimos que el profeta Amós tenía una concepción mundial, global. En este sentido diremos que la Palabra de Dios, incluso el Antiguo Testamento, nos muestra que Dios no solo es el Dios de la nación de Israel, sino que también es el Dios de todas las naciones de la tierra. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo fue el escritor que dejó en claro esta realidad. Y Dios juzga a las naciones. Aunque en esta época de la gracia Dios tiene un gran propósito, que es el de llamar a un pueblo que se reúna alrededor de Su nombre, ello no significa que El se ha desentendido de los asuntos de este mundo, porque no es así. El aún actúa con juicio sobre las naciones del mundo, y este libro de Amós tiene, en este sentido, un gran mensaje.

La primera nación considerada en esta profecía fue Siria, nación de la cual Damasco era su capital. Leamos entonces el versículo 3 de este primer capítulo del libro de Amós:

"Así ha dicho el Señor: Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no revocaré su castigo: porque trillaron a Galaad con trillos de hierro."

Dice aquí por tres pecados de Damasco, y por el cuarto. Amós no estaba tratando de presentarnos una lista de sus transgresiones. En vez de mencionar un número determinado de pecados podía haber dicho "por muchos pecados". En otras palabras, fue una forma de decir que la copa de la maldad de ellos estaba llena y nada podía detener entonces el castigo de Dios que se aproximaba sobre esa tierra.

Veamos ahora la frase porque trillaron a Galaad con trillos de hierro. Esta fue una atrocidad que Siria había cometido y por la cual esa nación iba a ser juzgada. Estos instrumentos para trillar eran agudos y se usaban para quebrantar la mies tendida en la era y separar el grano de la paja. Se creyó que con tales instrumentos ellos desgarraron los cuerpos de los habitantes de Galaad. En 2 Reyes capítulo 10, versículos 32 y 33, leemos: 32En aquellos días comenzó el Señor a cercenar el territorio de Israel. Hazael los derrotó en todas las fronteras, 33desde el oriente del Jordán, por toda la tierra de Galaad, de Gad, de Rubén y de Manasés, desde Aroer, que está junto al arroyo Arnón, hasta Galaad y Basán. Así que, según este relato de los libros históricos de la Biblia, Siria descendió primero para atacar a estas tribus y en realidad las destruyó.

Ahora, ¿qué quiso decir Amós con Galaad? Galaad estaba situada en la orilla occidental del río Jordán. Era la tierra que se extendía hasta el Mar de Galilea y en la cual las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés permanecieron cuando ocuparon el lado equivocado del Jordán. Siria estaba situada justamente al norte y descendió contra ellos. Incluso en nuestra época persisten la tensión entre Siria e Israel a causa de las alturas del Golán, que corresponden a la antigua tierra de Galaad. En aquellos tiempos, aquella nación del norte se acercó para atacar a los israelitas y los destruyó literalmente de la forma en que hemos descrito. En este pasaje el profeta dijo que Dios iba a juzgarlos por su crueldad y brutalidad.

Estimado oyente, por hoy tenemos que dar por finalizado nuestro estudio. Le invitamos, pues, a continuar acompañándonos en nuestro viaje por este libro de Amós y le sugerimos que lea el capítulo 1 de esta profecía para que pueda estar más preparado para asimilar el estudio que continuaremos en nuestro próximo encuentro.

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