Estudio bíblico de Amós 6:1-6

Amós 6:1-6

Continuamos hoy, amigo oyente, viajando por el libro de Amós, y llegamos ahora al capítulo 6. En el versículo 14 finalizaremos la segunda división de este libro, titulada "Juicios sobre los reinos de Judá e Israel", serie que comenzó en el capítulo 2, versículo 4. Y dentro de esta división, dijimos que los capítulos 4 al 6 constituían una serie breve que trata sobre los juicios sobre Israel, es decir, sobre las diez tribus del reino del norte. También dijimos que en el capítulo 4 el profeta nos recordó que en el pasado, Dios castigó a los israelitas por su maldad. El capítulo 5 expuso que en el futuro, ese pueblo será castigado por su maldad. Así que en este capítulo, veremos que, por medio del profeta Amós,

Israel fue aconsejado en aquella época a apartarse de la maldad

Amós comenzó este capítulo con una lamentación. Él no era un profeta especializado en este tipo de lamentaciones, que encontraremos en varios de los otros de los profetas que hemos estudiado, y en el libro de Apocalipsis. La primera palabra de la lamentación, la palabra "Ay" también significa "detenerse, mirar y escuchar", porque a continuación se dirá algo importante. Así que esta primera palabra debería impulsarnos a prestar atención al mensaje que seguirá. Leamos entonces el primer versículo de este capítulo 6 de la profecía de Amós:

"¡Ay de los que reposan en Sión y de los que confían en el monte de Samaria, los notables y principales entre las naciones, a quienes acude la casa de Israel!"

Sión estaba situado en el reino del sur o de Judá; así que ambas partes de la nación, es decir, Judá e Israel, fueron las destinatarias de este mensaje. Sión era el centro religioso - allí se encontraba el templo de Dios, y Samaria era la metrópoli de un reino poderoso.

Este primer versículo comenzó diciendo ¡Ay de los que reposan en Sión! En algunos países se usan diversas expresiones de despedida y buenos deseos. Suele decirse "Bueno, tómatelo con calma", o "que tengas un buen día". Últimamente suele escucharse decir "cuídate". Estas expresiones vienen a significar prácticamente lo mismo. Y eso es lo que Israel estaba haciendo, al tomar las cosas con calma. Y es significativo que el mensaje comenzara con la frase ay de los que reposan en Sión. Estaban viviendo en medio de los lujos de la abundancia. En el siglo pasado, después de la segunda guerra mundial, esto les pasó así a algunas naciones que empezaron a desarrollar progresivamente una cierta prosperidad.

Y vemos que, a continuación, esta lamentación se extendió a los que confían en el monte de Samaria. En esa ciudad, como capital del reino del norte se concentraba lo mejor del país. Los reyes Acab y Jezabel habían vivido allí, donde se construirían los hermosos palacios de marfil. Las montañas que rodeaban Samaria proporcionaban fortificaciones naturales, tan adecuadas que la ciudad pudo resistir el sitio de los Asirios durante tres años, hasta que fue conquistada. Samaria era una ciudad tan importante que después de ser destruida por los Asirios, y más tarde en la historia, fue reedificada por el rey Herodes. Este rey sería un destacado constructor que promovió grandes edificaciones por toda Palestina. Hizo construir Cesarea a partir de la nada, pero a Samaria la reedificó porque disfrutaba de una situación privilegiada. Por ello, y volviendo al pasado histórico de la época de oro original de la ciudad, diremos que con todo su lujo y estratégicas fortificaciones, el reino de Israel se sintió seguro y bien protegido.

El versículo 1 se refirió después a los notables y principales entre las naciones, a quienes acude la casa de Israel. Aquí los principales entre las naciones eran probablemente los príncipes de Israel, que eran hombres de rango y autoridad. A estos jefes impíos y negligentes de la nación, el pueblo de Israel se dirigió para obtener justicia y ayuda. Pero los príncipes estaban interesados únicamente en su propia comodidad y falta de moderación. La frase "principales entre las naciones" podría dirigirse también al reino mismo de Israel, interpretándose como un reconocimiento del que desfrutaba por parte de las naciones de aquella época. Era un reino influyente. Continuemos leyendo el versículo 2 de este sexto capítulo de Amós:

"Pasad a Calne y mirad; de allí id a la gran Hamat y descended luego a Gat de los filisteos. ¿Sois vosotros mejores que esos reinos? ¿Es su territorio más extenso que el vuestro?"

El versículo comenzó con una referencia a Calne, que era una ciudad situada en la confluencia de los ríos Tigres y la parte superior del río Zab. Allí también se encontraba la ciudad de Nínive, así que la zona constituía un centro importante de influencia.

Y después leemos y de allí id a la gran Hamat. Hamat era la ciudad más importante de Siria. Aquí el mensaje fue recorriendo localidades en dirección al sur.

Y continuó diciendo y descended luego a Gat de los filisteos. Gat se encontraba en dirección al sur, en Filistea, y era la ciudad principal de los Filisteos.

Y el versículo continuó preguntando: ¿sois vosotros mejores que esos reinos? ¿Es su territorio más extenso que el vuestro? En otras palabras, fue como si hubiera preguntado: "Mirad a estas otras naciones. ¿Por qué pensáis que sois mejores a ellas? No lo sois. Estáis implicados en los mismos pecados que ellas y vuestra responsabilidad es mayor. Ellas no tienen una revelación de Dios, pero vosotros, sí la tenéis."

Después el profeta Amós mencionó los 3 pecados nacionales de Israel. Estos fueron los 3 pecados que abatieron al reino del norte. Y también ocasionaron la caída del reino del sur. Igualmente, causaron la caída de Babilonia, de Egipto, de Grecia, y de Roma. Y han causado el fin de muchas otras grandes naciones, y otras que terminarán pasando a un segundo plano en la escena internacional. Así que estos 3 pecados tuvieron el carácter de pecados nacionales, y por los cuales Dios juzgará a las naciones. Leamos ahora el versículo 3 de este sexto capítulo del libro de Amós:

"¡Vosotros, que creéis alejar el día malo, acercáis el reino de la maldad!"

Es decir, que Israel estaba diciendo: "Sí, un día de juicio vendrá. Pero no está cerca. No necesitamos preocuparnos por ello". Recordemos que esto fue lo que el rey Ezequías le preguntó al profeta Isaías cuando éste le dijo que se acercaba un juicio sobre el reino del sur; y que ellos iban a ser llevados al cautiverio. Entonces Ezequías le preguntó si este evento ocurriría en los días de su reinado. Isaías le respondió: "No, no será en tu tiempo"; y aún Ezequías, que era un gran rey le comentó: "Bueno, entonces, está bien".

En muchos países, nuestra generación está pasando a nuestros nietos naciones endeudadas y con grandes problemas. Pensamos en el mundo en el cual ellos vivirán. Observando lo que sucede en la actualidad habría que concluir que el futuro tendrá días difíciles para la supervivencia.

¿Cuáles fueron los pecados que destruían a una nación? El primero fue mencionado en el versículo 4, que dice lo siguiente:

"Duermen en camas de marfil y reposan sobre sus lechos; comen los corderos del rebaño y los novillos sacados del establo"

Aquí en realidad se mencionaron dos pecados: el sexo ilícito y la glotonería, pecados de la naturaleza humana.

Ahora, dice aquí este versículo: Duermen en camas de marfil. En Samaria, los reyes Acab y Jezabel habían edificado un palacio de marfil. El lugar que ocupó, ha sido excavado totalmente y los obreros han encontrado muchos objetos En las excavaciones que se han hecho en esa zona, se ha descubierto una gran cantidad de objetos hermosos, vasos entre las ruinas y escombros. Aquel palacio representó la vida de la clase más alta de la época. Todos tenían camas de matrimonio decoradas con gran lujo. Estaban disfrutando del placer y tomándose la vida con calma.

La frase y reposan sobre sus lechos sugiere su preocupación por el sexo. Estaban implicados en esas prácticas ilícitas, que están recibiendo también en nuestra época un gran énfasis; éste es uno de los motivo por el cual la vida familiar y social de algunos de los personajes famosos recibe tanta atención por parte de algunos medios de difusión y consecuentemente de la sociedad en general.

Si leemos atentamente la historia, comprobaremos que ninguna nación ha podido sobrevivir a una implicación generalizada en el pecado. Roma representó probablemente el más poderoso de los imperios. ¿Por qué se desmoronó? No fue exactamente por un enemigo exterior. El destacado historiador Gibbon, en su obra "La decadencia y caída del Imperio Romano" citó la destrucción de la familia como uno de los factores importantes que causaron la caída de Roma. Cuando la inmoralidad en todos los órdenes se propagó, el imperio comenzó debilitarse y comenzó su decadencia. Continuemos leyendo en el versículo 5 de este sexto capítulo, donde se mencionó el segundo pecado nacional de aquel pueblo:

"Gorjean al son de la flauta e inventan instrumentos musicales, como David"

En aquellos tiempos solían crearse nuevas canciones y melodías. El auge de la música no ha sido la característica exclusiva de una época en particular. La creatividad en este arte ya operaba en aquellos días. Pero la música no era utilizada como lo había sido en los tiempos de David. El rey David era un genio cuya música fue creada para dar alabanza y honra a la gloria de Dios. El pueblo de Israel también tuvo compositores en los días del profeta Amós, pero ellos no estaban componiendo música para honrar al Dios vivo y verdadero. En cambio, en un ambiente de idolatría, de adoración a ídolos, la música era una influencia para que la gente se continuara apartando de Dios y de la adoración a Dios.

Ahora el texto nos lleva al tercer pecado de ámbito nacional de aquel pueblo. Leamos el versículo 6 de este sexto capítulo del libro de Amós:

"Beben vino en tazones y se ungen con los perfumes más preciosos, pero no se afligen por la ruina de José."

Aquí se aclaró que bebían vino en tazones, no en vasos normales. Por la forma en que los describe aquí, se estaba hablando de alcohólicos.

También se añadió que se perfumaban con las esencias más finas y el profeta además aclaró pero no se afligen por la ruina de José. En aquellos tiempos se dedicaba mucha atención a conseguir el perfume más adecuado para las axilas, el desodorante más efectivo. Pero lo que estaba contribuyendo a destruir la nación era la embriaguez.

Realmente el elevado consumo de alcohol y de drogas, así como los otros pecados mencionados anteriormente, son todos ellos, factores decisivos para la destrucción de una sociedad. Las cifras que indican el número de alcohólicos crece de manera alarmante, y el número de personas cuyas vidas resultan afectadas es aun más elevado. La mayor parte de los accidentes de automóvil son causados por conductores que se encuentran bajo la influencia del alcohol. Es sabido que incluso una cantidad limitada de alcohol ya comienza a alterar la capacidad de reacción ante las situaciones imprevistas que pueden presentarse en la vía pública, ya sea retardándola o provocando reacciones excesivas por parte del conductor. La situación ha obligado a las autoridades a intensificar los controles de alcoholemia, en un intento por evitar la elevada cantidad de víctimas mortales y heridos causados por los accidentes. Y así, han quedado familias totalmente destruidas y otras, con algunos de sus miembros con graves secuelas físicas que tendrán que soportar durante toda su vida. Si hablamos de los efectos del alcoholismo a más de los daños irreversibles causados en la salud del individuo, que pueden provocar un aumento de la agresividad. Esto sucede ante situaciones de mala convivencia familiar, como por ejemplo, en la violencia de género, hemos de reconocer que una gran parte de la sociedad se ve afectada por este mal, que perjudica directa e indirectamente a un gran número de personas.

Sin embargo, a pesar de la evidente inquietud social ante este problema, hay personas que se oponen a las restricciones que limitan el uso excesivo de la bebida, que afectan a jóvenes y no jóvenes.

Los pecados cometidos por la influencia de las pasiones humanas han provocado la descomposición de la sociedad, afectando a su misma estructura y desarrollo, alterando gravemente la convivencia entre las personas, el respeto a los valores morales mínimos, y promoviendo conductas de desobediencia a las leyes. Y cuando se altera la convivencia de esta manera, ¿dónde se encuentra el límite para la permisividad? ¿Qué soporte moral queda si se pierden las convicciones y la creencia en valores absolutos? Si consideramos que toda norma es relativa, y la interpretación de toda conducta depende de factores como el estado de ánimo y la situación personal de cada uno. Esta situación, a su vez, puede conducir a una corrupción generalizada y a la decadencia de un pueblo. No creemos que una sociedad pueda evitar las consecuencias de esos pecados.

El mensaje del profeta Amós se hizo realidad, y se cumplió en su tiempo. El reino de Israel o del norte fue destruido y conducido al cautiverio. En el versículo 4 vimos que entre los pecados de los israelitas se especificaron la glotonería y el sexo ilícito. En el versículo 6 se enfatizó que la situación de desenfreno se expresó en la música, cuya práctica estaba influenciada por el paganismo, es decir, por la idolatría que había llevado a aquel pueblo a la adoración de los ídolos, y que servía como marco para la práctica de los pecados que hemos mencionado. Era una filosofía de vida que se expresó muy bien en aquel antiguo lema, que decía "comamos y bebamos, que mañana moriremos". Bajo esta idea, ante la creencia de que no existe ninguna existencia más allá de la muerte, el objetivo alrededor del cual gira la mente de las personas y que orienta sus vivencias, planes y lucha por sobrevivir, consiste en pasarlo lo mejor posible, no importando los medios o esfuerzos que haya que realizar para lograr tal meta. Pero, resulta que con el avance de la edad y como consecuencia de los efectos del pecado en la raza humana, el cuerpo se deteriora. Cuando esta realidad se presenta como ineludible produce vacío y frustración, así como una clara sensación de fracaso; las personas comienzan a ver amenazada su existencia, entonces sí, comienzan a pensar en la posibilidad de otra existencia más allá de la muerte. Y tal idea les causa incertidumbre y temor. Entonces son conscientes de que se encuentran en un callejón sin salida.

Todo esto que estamos diciendo pone de relieve una realidad innegable e ineludible sobre el corazón humano, es decir, sobre el centro de nuestra vida emotiva y emocional. Uno podría apropiarse de todo el mundo, de todas las riquezas y recursos, de todo el poder disponible, de todos los placeres, de todos los honores, afectos y adhesión de las personas y aún así, permanecería insatisfecho. ¿No es cierto que esta conclusión resulta interesante y merece una reflexión? Los escritores de la Biblia no eludieron este problema. El rey Salomón, que ciertamente exploró la ciencia y la sabiduría de su tiempo en la búsqueda de la plenitud de la experiencia humana. Llegó entonces a conclusiones similares a las de las personas de nuestro tiempo. En el libro de los Proverbios, capítulo 27, versículo 20 encontramos estas reflexiones: La muerte, el sepulcro y la codicia del hombre jamás quedarán satisfechos. Y en el libro del Eclesiastés, el sabio de aquella época dijo en el capítulo 1, versículo 8; Todas las cosas hastían más de lo que es posible expresar. Ni se sacian los ojos de ver, ni se hartan los oídos de oíros.

Otra versión de la Biblia, en este pasaje transmite la misma idea de la siguiente manera: "Nadie es capaz de expresar cuánto aburren todas las cosas; nadie ve ni oye lo bastante para quedar satisfecho". En el Nuevo Testamento, el apóstol Santiago, comentando el origen de los conflictos que se producen en la convivencia humana, y presentando el cuerpo de cada persona como un campo de batalla en el cual combaten las pasiones humanas, dijo en su carta, en el capítulo 4, versículo 2: Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia y nada podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. El problema, estimado oyente, es que se está buscando la satisfacción, el pasarlo bien, en cualquier cosa, en cualquier factor o circunstancia humana que no sea Dios. Y, en consecuencia, el resultado es siempre el mismo. Vacío interior, frustración, desilusión, amargura y frustración. Este es el resultado de toda una vida, de toda una lucha. ¿Y qué queda? ¿Volver a empezar, volver a buscar lo mismo con los mismos métodos, en los mismos factores y circunstancias? Creemos que queda claro que necesitamos otra respuesta, necesitamos escuchar otra voz, ver otro camino. Y la respuesta nos viene desde la Biblia. En el Antiguo Testamento, el Salmo 1 nos responde que la experiencia de la persona que nutre su vida con la Palabra de Dios, se resume en las siguientes palabras: Será como un árbol firmemente plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prosperará. Pero el salmista también advierte: "En cambio, los malvados son como la paja arrastrada por el viento". Estimado oyente, le invitamos a preguntarse: ¿a cuál de estos dos vidas se parece la mía? Porque en el Nuevo Testamento, el mismo Señor Jesucristo, refiriéndose a todas las cosas en las que el ser humano deposita su ansiedad y por las cuales lucha, dijo: Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mateo 6:32). Y más adelante, como podemos leer en Juan 6:53) dijo, El que en mí cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Como el vino a morir, resucitar y hacer posible que por la fe recibamos la vida eterna, a la vez que vivamos una vida de calidad humana y espiritual, también dijo: He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Juan 10:10).

Y aquí, estimado oyente, vamos a detenernos por hoy. Pero antes, le sugerimos leer todo este capítulo 6 de Amós, para que pueda estar mejor preparado para nuestro próximo estudio.

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