Estudio bíblico de Amós 6:7-7:15

Amós 6:7-7:15

Continuamos hoy, estimado oyente, nuestro recorrido por el libro de Amós y nos encontramos en el capítulo 6. Finalizamos nuestro programa anterior destacando que El mensaje del profeta Amós se hizo realidad, se cumplió en su tiempo. El reino de Israel o del norte fue destruido y conducido al cautiverio. En el versículo 4 vimos que entre los pecados de los israelitas se especificaron la glotonería y el sexo ilícito. En el versículo 6 se enfatizó que la situación de desenfreno se expresó en la música, cuya práctica estaba influenciada por el paganismo. Es decir, por la idolatría que había llevado a aquel pueblo a la adoración de los ídolos, y que servía como marco para la práctica de los pecados que hemos mencionado y para una filosofía de vida que se expresó muy bien en aquel antiguo lema, que decía "comamos y bebamos, que mañana moriremos. Bajo esta idea, ante la creencia de que no existe ninguna existencia más allá de la muerte, el objetivo alrededor del cual gira la mente de las personas y que orienta sus vivencias, planes y lucha por sobrevivir, consiste en pasarlo lo mejor posible, no importando los medios o esfuerzos que haya que realizar para lograr tal meta. Pero, resulta que con el avance de la edad y como consecuencia de los efectos del pecado en la raza humana, el cuerpo se deteriora y cuando esta realidad se presenta como ineludible, produce vacío y frustración. También como una clara sensación de fracaso. Las personas comienzan a ver amenazada su existencia, entonces sí, comienzan a pensar en la posibilidad de otra existencia más allá de la muerte. Tal idea les causa incertidumbre y temor. Entonces son conscientes de que se encuentran en un callejón sin salida.

Todo esto que estamos diciendo pone de relieve una realidad innegable e ineludible sobre el corazón humano, es decir, sobre el centro de nuestra vida emotiva y emocional. Uno podría apropiarse de todo el mundo, de todas las riquezas y recursos, de todo el poder disponible, de todos los placeres, de todos los honores, afectos y adhesión de las personas y aún así, permanecería insatisfecho. ¿No es cierto que esta conclusión resulta interesante y merece una reflexión? Y los escritores de la Biblia no eludieron este problema, tal como pudimos ver en diversas citas Bíblicas. Concluimos nuestras consideraciones señalando al remedio del problema, a partir de las declaraciones del Señor Jesucristo mismo.

Comencemos nuestro estudio de hoy, leyendo las palabras del profeta Amós en el versículo 7 de este capítulo 6 de su profecía,

"Por tanto, ahora irán a la cabeza de los que van a cautividad, y se acercará el duelo de los que se entregan a los placeres."

Aquí dice: Por tanto. Y como ya hemos dicho en una ocasión anterior, uno debe investigar por qué se encuentra esta expresión en algunas partes de la Biblia. Y aquí, este por tanto nos lleva a esta gran declaración de Amós que dice que, a causa de esos tres grandes pecados que citamos anteriormente. El reino del norte iría primero al cautiverio. Y aquel pueblo se estaba encaminando en esa dirección, y lo estaban haciendo rápidamente. Estaban más cerca del cautiverio de lo que realmente podían creer. Ahora, en el versículo 8 de este capítulo 6 de Amós, leemos:

"El Señor Dios juró por sí mismo, Dios de los ejércitos, ha dicho: Desprecio la grandeza de Jacob, aborrezco sus palacios; entregaré al enemigo la ciudad y cuanto hay en ella."

Sus palacios eran lugares de corrupción y depósitos de lo que saqueaban a los pobres. Dios aborrecía todo esto. Si usted quiere saber la actitud de Dios en cuanto a la filosofía del relativismo moral, la glotonería, la embriaguez y los demás pecados o excesos, este pasaje la expresa con claridad. Dios detestaba aquella situación de injusticia, opresión y desenfreno, como resultado de la cual Israel se había convertido en una nación pagana. Estos son los factores que, aún hoy, separan al ser humano de Dios o que, en primer lugar, impedirán que las personas vengan a Él. Y dice el versículo 9 de este sexto capítulo.

"Acontecerá que, si diez hombres quedan en una casa, morirán."

Algunos estudiosos de la Biblia creen que este versículo se refiere a la llegada de una plaga devastadora, que con frecuencia tiene lugar después de una guerra. Continuemos leyendo el versículo 10:

"Y un pariente tomará a cada uno y lo quemará para sacar los huesos de casa; y dirá al que esté en el rincón de la casa: ¿Hay aún alguien contigo?. El otro dirá: No; y añadirá: Calla, porque no podemos mencionar el nombre del Señor."

Esta fue una declaración algo extraña. El Dr. Feinberg, autor de un libro sobre Joel, Amós y Abdías, dijo que el alcance de la extensión de la plaga fue indicado en el versículo 10. Cuando el pariente más cercano, a quién correspondía la tarea de enterrar al que había muerto, viniera para retirar el cadáver fuera de la casa para incinerarlo, encontraría que quedaba solo uno de los 10 que vivían allí anteriormente. Y ese último sobreviviente estará escondido en uno de los lugares más recónditos de la casa, esperando con temor la hora en que la plaga le afectara también a él. En el antiguo Israel, de acuerdo con las instrucciones de Génesis capítulo 3, versículo 19, el enterramiento era el método aceptado para disponer de los cadáveres. Con esta práctica estuvo de acuerdo la doctrina del cuerpo del Nuevo Testamento. Por lo tanto, la cremación estaba mal considerada y no era consentida (Amós 2:1). Pero cuando el juicio de Dios cae sobre Su pueblo, hay tantos muertos que no los entierran, sino que los queman. Los casos del primer libro de Samuel capítulo 31, versículo 12, y de este pasaje de Amós, fueron casos excepcionales. En nuestro pasaje, se recurrió a la cremación para impedir el contagio y en el caso del primer libro de Samuel, fue para evitar un mayor deshonor a los cuerpos del rey Saúl y de sus hijos, muertos por los Filisteos. Cuando al sobreviviente de una casa se le preguntaba si había más que se hubieran salvado, respondía que no quedaba nadie. E inmediatamente se le decía que guardara silencio por temor a que mencionara el nombre del Señor al anunciar la muerte de los otros de la familia, o que alabara el nombre de Dios por su propia liberación. El castigo producía en todos ellos tal temor y desesperación, que se abstenían incluso de mencionar el nombre del Señor (que debería haber sido su único refugio en momentos como aquellos), para que no cayera más ira sobre ellos. Continuemos leyendo el versículo 11 de este capítulo 6 de Amós:

"Porque, he aquí, el Señor ordenará que la casa grande sea reducida a escombros, y que la casa pequeña sea hecha pedazos."

Y así, los de elevada posición y los de la clase social más baja, los grandes y los pequeños, serían conducidos al cautiverio por los Asirios. Y el versículo 12 dice:

"¿Correrán los caballos por las peñas? ¿Ararán en ellas con bueyes? ¿Por qué habéis convertido vosotros el juicio en veneno y el fruto de justicia en amargura?"

Dice aquí ¿Correrán los caballos por las peñas? Bueno, si usted ha andado alguna vez a caballo en terreno montañoso, donde haya muchas rocas, sabrá que un caballo puede resbalarse y caer. El caballo no puede mantenerse firme en semejante terreno y al resbalar, el jinete podría herirse.

Dice también este versículo, ¿Ararán en ellas con bueyes? Bueno, por supuesto, nadie podría arar sobre ese terreno rocoso.

Y termina diciendo el versículo: ¿Por qué habéis convertido vosotros el juicio en veneno, y el fruto de justicia en amargura? El pueblo de Israel había hecho aquello que era contrario a la razón, lo opuesto a la justicia. El profeta Amós les estaba diciendo: "Habéis actuado con insensatez, tan carente de sentido como si yo estuviera cabalgando sobre un terreno rocoso". Leamos ahora el versículo 13 de este capítulo 6:

"Vosotros, que os alegráis por nada, que decís: ¿No hemos adquirido poder con nuestra fuerza?"

Aquí destacamos la pregunta ¿No hemos adquirido poder con nuestra fuerza? Esta fue probablemente una referencia a la potencia militar del rey Jeroboam II, en la cual el pueblo de Israel estaba confiando. Y leamos ahora el último versículo de este capítulo 6 de Amós, el 14:

"Pues de cierto, casa de Israel, Dice el Señor, Dios de los ejércitos, levantaré yo sobre vosotros a una nación que os oprimirá desde la entrada de Hamat hasta el arroyo del Arabá."

La frase os oprimirá desde la entrada de Hamat se refería probablemente a todo el recorrido hasta llegar a Siria, porque Hamat era la ciudad principal de Siria.

Y termina diciendo el versículo, hasta el arroyo del Arabá. Arabá era el río situado al otro lado del río Jordán, que fluía hasta el Mar Muerto.

Aquí Dios les estaba diciendo que el enemigo estaría avanzando contra ellos por toda la tierra de Israel. Este enemigo se aproximaría desde el norte. Y dicho enemigo no sería el rey Ben-adab de Siria, sino que sería el rey de Asiria quien llevaría a este pueblo al cautiverio. Así llegamos al

Amós 7

Este capítulo inicia la tercera división principal del libro de Amós. Estos capítulos finales contienen visiones del futuro. Aunque el profeta Amós pudiera haber sido considerado un hombre sencillo, un predicador rural, el podía remontar su vuelo a las alturas. Algunos de las visiones que el Señor le dio fueron notables. En primer lugar, leamos el versículo 1 de este séptimo capítulo para examinar

La visión de las langostas

"Esto me ha mostrado el Señor Dios: Él criaba langostas cuando comenzaba a crecer el heno tardío, el heno tardío que viene después de las siegas del rey."

Otra versión traduce, en vez "heno tardío" traduce "la cosecha de primavera". En aquellos tiempos se podían recolectar dos cosechas. La primera de ellas estaba dedicada al rey en concepto de impuestos. En realidad, la gente pagaba más de la décima parte como diezmo. Se calcula que pagaban alrededor de un 33 por ciento de lo que obtenían de la tierra, y aquí podemos ver un ejemplo de ello. Sin embargo esta vez, después de que el rey obtuvo su parte, vino una plaga de langostas que le arrebató a la gente su parte, así que no quedó nada para los que realmente habían realizado el trabajo. Este fue entonces un castigo que debería haberlos sacudido y despertado de su triste condición espiritual. Continuemos leyendo el versículo 2 de este séptimo capítulo:

"Y aconteció que cuando acabaron de comer la hierba de la tierra, yo dije: Señor Dios, perdona ahora, pero ¿quién levantará a Jacob, que es tan pequeño?."

El profeta Amós le dijo al Señor: "Ya hemos sido reducido mucho. Esta situación nos ha debilitado tanto que no vamos a poder soportarla". Y él clamó a Dios para que los perdonara y los ayudara. Y podemos observar que Dios aún fue paciente con los israelitas. Y el versículos 3 dice:

"Se arrepintió el Señor de esto: «No será», dijo el Señor."

El Señor respondió que no les debilitaría en esa forma. Así es que los libró de las langostas y les dio una buena cosecha. Uno podría pensar que, teniendo en cuenta la tierna compasión de Dios, la gente habría vuelto a Él, pero no fue así.

Leamos ahora el versículo 4 de este séptimo capítulo, que comienza un párrafo dedicado a hablar sobre

La visión de fuego

"El Señor Dios me mostró esto: el Señor Dios llamaba al fuego para juzgar; y el fuego consumió el gran abismo y también una parte de la tierra."

Muchos estudiosos de la Biblia creen que aquí el fuego representaba realmente a una sequía. Y podemos admitir el hecho de una sequía tiene que ocurrir junto al fuego. En algunas zonas, cuando hay mucha sequía se incrementa enormemente el peligro de incendios y comienzan a incendiarse los pastos y árboles secos. Claro que, en muchos casos, los incendios son causados por imprudencias de la gente, Pero, a pesar de ello, en el caso que nos ocupa, el elemento destructor fue un fuego literal y creemos que el profeta Amós lo dejó bien en claro. Leamos ahora los versículos 5 y 6, de este capítulo 7 de Amós:

"Y dije: Señor Dios, cesa ahora; pues ¿quién levantará a Jacob, que es tan pequeño?. Se arrepintió el Señor de esto: No será esto tampoco, dijo el Señor Dios."

Aparentemente, Dios envió la lluvia y se extinguieron los fuegos. Y así, nuevamente, Dios les escuchó. Cuando dijo que Dios se arrepintió, fue a causa de las oraciones de la gente. Dios evidenció tener un corazón tierno y no llevaría a cabo este castigo hasta consumirlos. Pensando ya en la realidad del ser humano, estimado oyente, diremos que lo terrible de rechazar a Cristo y perderse eternamente, es el hecho de que usted tiene que expresar ese rechazo contra un Dios que tiene un corazón tierno, que es amante y compasivo. Dios le ama, y pecar contra ese amor es un hecho trágico y terrible.

Ahora leamos los versículos 7 y 8, que nos hablan sobre

La plomada de albañil

"Me mostró también esto: El Señor estaba sobre un muro hecho a plomo, y en su mano tenía una plomada de albañil. Jehová entonces me preguntó: ¿Qué ves, Amós? Yo respondí: Una plomada de albañil. Y el Señor dijo: Yo pongo plomada de albañil en medio de mi pueblo Israel; no lo toleraré más."

Encontramos que la plomada fue mencionada en varios lugares de la Palabra de Dios. En el libro del profeta Jeremías, en el capítulo 31, versículos 38 y 39; dice: Vienen días, dice el Señor, en que la ciudad será reedificada para el Señor, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del Ángulo. El cordel de medir (y podemos añadir aquí "y la plomada de albañil") saldrá en línea recta hasta el collado de Gareb, y luego girará hacia Goa. Cada vez que usted lea acerca de la visión de una plomada en la Biblia (como podemos ver también en Isaías 28:17 y Zacarías 2:1 y 2) significa que Dios está preparando para juzgar. En el libro de Daniel, el profeta de Dios le dijo al rey Belsasar: Pesado has sido en balanza y hallado falto (Daniel 5:27). Cuando Dios comienza a medir, ya sea en longitud o en peso, usted puede estar seguro de que la gente no ha estado a la altura de los requisitos divinos, y El está pensando en juzgar. Esta vez, el profeta Amós no intercedió nuevamente por el pueblo, consciente de que el juicio era justo. Y dice el versículo 9 de este capítulo 7 de Amós:

"Los lugares altos de Isaac serán destruidos, los santuarios de Israel serán asolados y me levantaré con espada sobre la casa de Jeroboam"

En otras palabras, Dios dijo que Jeroboam no tendría paz. El principio de Dios establecía que no había paz para los malvados. Y el rey Jeroboam no la tendría. Llegamos ahora a un párrafo titulado

La experiencia personal del profeta

Aquí tenemos insertada, entre estas visiones, un breve interludio histórico, una experiencia muy personal del profeta Amós. En la introducción hemos considerado extensamente esta sección, y también encaja apropiadamente con la historia de este pasaje. Leamos entonces los versículos 10 y 11 de este séptimo capítulo de Amós:

"Entonces el sacerdote Amasías de Bet-el envió a decir a Jeroboam, rey de Israel: Amós se ha levantado contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra no puede sufrir todas sus palabras. Porque así ha dicho Amós: Jeroboam morirá a espada, e Israel será llevado de su tierra en cautiverio."

Si usted retrocede en la lectura de este capítulo hasta el versículo 9, se dará cuenta de que aquí el sacerdote Amasías estaba mintiendo. A veces uno trata de decir las cosas lo más sencillamente posible. Pero luego, uno descubre que la gente lo cita a uno incorrectamente, no reproduce con exactitud las palabras. A veces esto ocurre porque algunos no han comprendido realmente lo que uno quiso decir y, en otros casos, por exagerar o incluso, puede ocurrir que lo citen a uno mal deliberadamente.

Amasías era el sacerdote del becerro de oro, y podemos imaginarnos que clase de persona era. Era una especie de predicador contratado y decía lo que el rey quería que dijera. Suponemos que era una persona culta, refinada y con un lenguaje florido, aunque de apariencia campechana al predicar desde el púlpito. Y tenía carisma como para entretener a la gente, así que en muchas maneras era una persona atractiva.

Así que este sacerdote israelita, deliberadamente le mintió al rey al hablarle de Amós. El profeta no había dicho que el rey Jeroboam perecería por herida de espada y, efectivamente, él no moriría de esa manera. Amós, al transmitir el mensaje divino había dicho Y me levantaré con espada sobre la casa de Jeroboam. Esto significaba que estallaría una guerra y así sucedería. Israel sería finalmente conducido cautivo a Asiria. Leamos ahora los versículos 12 y 13 de este séptimo capítulo de Amós:

"Y Amasías dijo a Amós: Vidente, vete, huye a tierra de Judá, come allá tu pan y profetiza allá; pero no profetices más en Bet-el, porque es santuario del rey, y capital del reino."

Aquí vemos que el sacerdote Amasías vino a Amós y lo insultó porque, en efecto, fue como si lo hubiera llamado ignorante. La verdad es que no hemos encontrado ningún libro escrito por Amasías. Pero, después de 2.500 años, conservamos uno escrito por Amós. Amasías calificó a Amós como un campesino ignorante e insinuó que no era la persona adecuada para hablar en la capilla del rey. En aquel lugar solo podían resonar palabras agradables, no hirientes, para que nadie se ofendiera y todos los presentes quedaran complacidos.

Así que le dijo al profeta vete, huye a tierra de Judá. En otras palabras, le dijo: "¡Largo de aquí! ¡Si quieres ganarte el pan profetizando vete a la tierra de Judá!" Pero aunque Amós era un predicador rural, sin ningún entrenamiento formal o académico, no era ningún principiante. Era capaz de predicar desde cualquier púlpito; cuando la gente le escuchaba sabía que estaba recibiendo la Palabra de Dios. Y pensando en nuestra época, diremos que es importante que la gente de nuestro tiempo sienta, cuando están escuchando la predicación de la Palabra, que Dios le está hablando. Leamos ahora, y finalmente por hoy, los versículos 14 y 15 de este séptimo capítulo de la profecía de Amós:

"Entonces respondió Amós y dijo a Amasías: No soy profeta ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero y recojo higos silvestres. Y el Señor me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel."

Amós respondió de una manera tan apropiada que resultó evidente que era un hombre moderado. No estaba pronunciando el discurso agresivo de un profeta fanático. Así que respondió: "Bueno, no soy profeta ni hijo de profeta. Cuido ovejas y cultivo higueras. Pero el Señor me llamó y me pidió que comunicara un mensaje de parte suya. Así que estoy aquí porque él me envió:" Es evidente que cuando una persona se expresa tan confiadamente es porque se siente respaldado por la autoridad de Dios.

Si una persona decide dedicarse al ministerio cristiano deberá estar muy segura de haber recibido un llamado de Dios. Si tiene alguna duda, no debería dar tal paso. Lo importante es responder con certeza y convicción cuando alguien nos pregunte: ¿le llamó Dios a usted? Si siente esa seguridad, entonces no debe permitir que nada se interponga en su camino.

En nuestro próximo programa escucharemos la profecía personal que el profeta Amós tenía para Amasías, y que resultaría ser una medicina muy fuerte para él. Como aplicación diremos que el que expone la Palabra de Dios debe expresarse con el respeto debido a sus oyentes, aunque a veces, al comunicar esa Palabra divina, sus palabras puedan parecer severas, y duras. Es cierto que algunos preferirían escuchar solo palabras de amor, de consuelo, de ánimo, sin sentirse aludidos o heridos. En este sentido, un equilibrio controlado por el Espíritu de Dios sería lo más adecuado. Así que, al despedirnos por hoy, estimado oyente, le invitamos a acompañarnos en nuestro próximo encuentro, al considerar el desenlace de este dramático y decisivo encuentro entre el sacerdote Amasías y el profeta Amós.

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