Estudio bíblico de Amós 9:2-15

Amós 9:2-15

Estimado oyente, hoy vamos a considerar los últimos versículos de este último capítulo de la profecía de Amós. Este capítulo 9 forma parte de la última gran división de este libro, comprendida entre los capítulos 7 y 9, titulada "Visiones del Futuro". El capítulo concluye con el mensaje de juicio que el profeta había estado comunicando al pueblo de Israel. A continuación, Amós proyectó su mirada al futuro y expuso la perspectiva gloriosa de un reino de Israel restaurado. De esta manera, tenemos en este capítulo dos secciones: la primera lleva el título "Visión de una dispersión mundial", que comienza en el versículo 1 y se extiende hasta el versículo 10); la segunda división fue titulada "Visión de una restauración mundial", y se extiende desde el versículo 11 hasta el versículo 15.

Comentando el primer versículo dijimos que describe la llegada de los Asirios. Debemos tener en cuenta que el altar aquí no es el altar del templo del rey Salomón en Jerusalén, sino probablemente el altar del templo del dios pagano Baal en la ciudad de Samaria. Las ruinas de este templo pueden verse hoy en aquel lugar.

Después vimos la frase golpea los capiteles y que se estremezcan los umbrales, y rómpelos sobre la cabeza de todos. En el momento en que el ejército enemigo sitiara la ciudad, la gente buscaría refugio en los templos, pero los templos caerían tan repentinamente que gran parte de la gente quedaría atrapada cuando las columnas se desmoronaran.

Y también comentamos que la frase final del versículo dice: no habrá entre ellos fugitivo que huya, ni refugiado de ellos que escape. El profeta quiso decir que aquellos que escaparan vivos de la ciudad, serían conducidos al cautiverio.

Ahora, dando comienzo a nuestro estudio y lectura asignados para el día de hoy, leamos el versículo 2 de este noveno y último capítulo de Amós, que dice:

"Aunque caven hasta el seol, de allá los tomará mi mano; y aunque suban hasta el cielo, de allá los haré descender."

Dice aquí, aunque caven hasta el seol que puede traducirse "lo profundo del sepulcro", refiriéndose a la morada de los muertos.

Hay dos cosas que causan el terror de los malvados. En nuestros días, es como si a muchos se les hubiera sometido a un lavado cerebral por parte de la sociedad en general, para que lo borren de sus mentes. Pero si las personas reflexionan un poco sobre este asunto, los dos factores que traen terror al corazón de los malvados son la omnipresencia e inmutabilidad de Dios. Dios es omnipresente, o sea, que está en todas partes. Incluso la muerte no lo puede separar a usted de El. Y la inmutabilidad de Dios significa que El nunca cambia. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Estas dos verdades constituyen un consuelo para los hijos de Dios, aunque son aterradoras para los malvados.

Al hijo de Dios la omnipresencia de Dios le proporciona la seguridad de que El nunca lo dejará. En la carta a los Hebreos, capítulo 13, versículo 5, encontramos las siguientes palabras: No te desampararé ni te dejaré. Esta es, pues, una hermosa realidad. Y el Señor también dijo al que a mi viene, no lo echo fuera. Cuando El lo recibe a usted, lo recibe por la eternidad. Nadie puede apartarle de Su mano, y si usted s encuentra en Su mano, hay que reconocer que está muy cerca de El. El Señor Jesús también comparó nuestra relación con El a la de una vid y sus ramas o pámpanos. ¿Qué puede estar más cerca de una vid que sus ramas? Así que la omnipresencia de Dios constituye un gran consuelo para el creyente.

Sin embargo, para el malvado, la omnipresencia de Dios es algo terrible. Muchas personas han llegado a grandes extremos para evadirse de la presencia de Dios. Pero ni siquiera la muerte puede separarnos de Dios. El rey David comprendió está verdad cuando escribió en el Salmo 139, versículos 7 y 8: ¿A dónde me iré de tu espíritu? ¿Y a donde huiré de tu presencia? Si subiera a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciera mi estrado, allí tú estás. El poeta Francis Thompson no estaba tratando de ser irreverente cuando dijo que caracterizó a Dios como "un perro de caza del cielo", que no le pierden el rastro a uno, no importa quien sea uno, o donde se encuentre. Dios siempre le sigue a uno el rastro y nadie puede librarse de Su presencia.

Después tenemos la inmutabilidad de Dios. Ninguna noticia humana es una novedad para Dios. Los grandes dirigentes mundiales, los profesores universitarios y los científicos no pueden enseñarla nada que le resulte nuevo. Dios no cambia de forma de pensar, nunca cambia. Recordemos la frase ya mencionada tan consoladora para el creyente, que se encuentra en la citada carta a los Hebreos, capítulo 13, versículo 8, y que afirma que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. El mismo que anduvo por el mar de Galilea, que fue tan compasivo con la gente, es el mismo que aun hoy camina con el creyente. Ahora, en el versículo 3, de este capítulo 9 de Amós, leemos:

"Si se esconden en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; y aunque de delante de mis ojos se escondan en lo profundo del mar, allí mandaré a la serpiente y los morderá."

Nos llama la atención esta frase: si se esconden en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; En la actualidad, la ciudad de Haifa está situada en el Monte Carmelo. Este monte se encontraba cubierto de árboles y se elevaba hasta una altura de 546 metros. Allí en las laderas del monte también hay cuevas, dicen que centenares de ellas, especialmente en la ladera orientada hacia el mar. Pero aun si los israelitas se escondieran allí, Dios los encontraría. Y aunque intentaran refugiarse en las profundidades del mar, descubrirían que Dios también llegaba hasta ellos. No podrían huir de El. Y dice el versículo 4 de este capítulo 9:

"Y si van en cautiverio delante de sus enemigos, allí mandaré la espada y los matará; y pondré sobre ellos mis ojos para mal y no para bien."

La frase y si van en cautiverio delante de sus enemigos implicaba que irían voluntariamente para salvar sus vidas. Pero aun así no escaparían al castigo de Dios.

Estimado oyente, los malvados hacen bien en temer a Dios y al futuro. No hay huida posible para ellos. Aquel que se quita la vida pensando que de esa manera se librará de sus problemas, se meterá en un verdadero problema cuando se enfrente con Dios. Será como saltar de la sartén para caer en el fuego,

Leamos ahora el versículo 5:

"El Señor, Dios de los ejércitos, toca la tierra y esta se derrite, y lloran todos los que en ella moran; crecerá toda ella como un río y mermará luego como el río de Egipto."

Uno no puede pasar hoy por aquella tierra sin ser consciente del hecho de que ya no es verdaderamente la tierra de la leche y la miel, es decir, rica en agricultura y ganadería. Incluso con las obras de irrigación y cultivos, está lejos de disfrutar de esa pasada riqueza. Es que el juicio ha caído sobre ella. Ahora, el versículo 6, de este capítulo 9 de Amós, dice:

"Él edificó en el cielo su habitación y ha establecido su expansión sobre la tierra; él llama a las aguas del mar y sobre la faz de la tierra las derrama: El Señor es su nombre."

De esta forma elocuente el profeta Amós estaba recordándole a su pueblo la omnipotencia de Dios. No solo es El omnipresente, sino que también es omnipotente. ¿Quién hizo todo esto? Allá en la inmensidad de los cielos, la luna, el sol, los planetas, las enormes galaxias, los cuásar (fuente de radio cuasi estelar que está aparentemente muy lejos y emite enormes cantidades de energía), es decir, todo el universo, obedece a Dios. El ha hecho ciertas leyes por las cuales esos astros deben moverse o desplazarse, y ellos obedecen esas leyes. Pero el pequeño ser humano está en rebelión contra el omnipotente Dios. En realidad, Amós le estaba preguntando al pueblo de Israel: ¿Creéis que podéis escaparos de Dios?

Ahora a continuación leeremos una de las declaraciones más extrañas de la Biblia, y es extraordinaria. Leamos el versículo 7 de este capítulo 9:

"Hijos de Israel, ¿no me sois vosotros como hijos de etíopes?, dice el Señor. ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, de Caftor a los filisteos, y de Kir a los arameos?"

Cuando Dios quiso que ellos supieran cuanto los amaba, fue como si les hubiera dicho: "Os amo como amo a los Etíopes". Cuando los italianos invadieron Etiopía, en el año 1935, algunos estudiaron las profecías Bíblicas sobre Etiopía. Fue sorprendente descubrir el lugar que Etiopía tiene en el programa de Dios para el futuro. Como nación, puede parecernos poco importante, pero no obstante, es muy importante para Dios. Continuemos leyendo el versículo 8 de este capítulo 9 de Amós:

"Ciertamente, los ojos del Señor Dios, están contra el reino pecador y yo lo borraré de la faz de la tierra: mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice el Señor."

En este pasaje, el reino pecador era Israel, por supuesto. La frase yo lo borraré de la faz de la tierra quería decir que El lo destruiría como un reino separado o independiente. Cuando Dios haga regresar al pueblo de Israel a su tierra, los israelitas no serán un reino dividido sino que serán un solo pueblo bajo la soberanía de alguien que se sentará en el trono de David. Leamos ahora el versículo 9;

"Porque, yo mandaré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba sin que caiga un granito en la tierra."

Dios dijo aquí Yo mandaré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones. Si alguien se pregunta donde se encuentran las llamadas "diez tribus perdidas de Israel" diremos que están esparcidas por todo el mundo y que, en lo que a Dios concierne, no están perdidas. Dios dijo que no perdería a ninguna de ellas, porque el versículo 9 termina diciendo que aunque los miembros de aquel pueblo serían zarandeados como el grano en una criba, no caería a tierra ni un solo granito. Y el versículo 10 de este capítulo 9 continúa diciendo:

"A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercará ni nos alcanzará el mal."

¿Y qué diremos de los pecadores? Ellos iban a morir. El juzgaría a los individuos que no se volvieran a El. Tenemos la misma analogía en el cristianismo contemporáneo. No todos los que figuran formalmente como miembros de la iglesia son salvos, no todos son creyentes genuinos. Y el Apóstol Pablo en su carta a los Romanos capítulo 9, versículo 6, dijo que no todos los que descendían de Israel eran de Israel. El apóstol consideró dos clases de israelitas, distinguiendo entre el Israel natural, y el Israel espiritual. Todo el grano, que aquí vemos comparado con Israel, sería zarandeado en la criba; aunque ni siquiera un granito caería en tierra, todos los pecadores de la nación perecerían, especialmente los desafiantes, a quienes se estaba dirigiendo el profeta Amós.

Y así llegamos a un nuevo párrafo que hemos titulado

La visión de la restauración mundial

Aquí podemos ver la visión final de Amós, la de la reunión y restauración mundial del reino del Señor. El profeta Amós proyectó su mirada más allá de los días terribles de juicio y dispersión de Su pueblo, incluso más allá de la Gran Tribulación - que para nuestro tiempo es aun futura. Leamos ahora el versículo 11 del capítulo 9 de la profecía de Amós:

"En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David: cerraré sus portillos, levantaré sus ruinas y lo edificaré como en el tiempo pasado"

La frase en aquel día se refiere a los últimos días de Israel. Dice aquí en aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, Continuando con esta línea, escuchamos lo que dijo Santiago en los Hechos capítulo 15, versículos 13 al 18, cuando citó esta profecía de Amós: 13Cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: -Hermanos, oídme. 14Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre. 15Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: 16 »"Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, 17 para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles (o no judíos) sobre los cuales es invocado mi nombre, 18 dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos".

En la actualidad, Dios está llamando a un pueblo que invoque Su nombre, procedente de todos los pueblos. Después de esto, El reedificará el tabernáculo de David. En otras palabras, estaba hablando de la época del reino, una época que aún se encuentra en el futuro. Y dice el versículo 12 de este capítulo 9 de Amós:

"Para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom y todas las naciones, dice el Señor, que hace esto."

Estas palabras implican que muchas naciones entrarán en el reino y participarán de esa época de paz y prosperidad. Y dice el versículo 13:

"Ciertamente vienen días, dice el Señor, cuando el que ara alcanzará al segador, y el que pisa las uvas al que lleve la semilla; los montes destilarán mosto y todos los collados se derretirán."

Aquí tenemos la prueba de lo que hemos afirmado previamente, de que cuando el pueblo de Israel estaba siendo bendecido, la tierra también estaba siendo bendecida. El pueblo y la tierra iban juntos. Dios dejó en claro que cuando El hiciera regresar al pueblo a su tierra, ésta será otra vez la tierra rica en agricultura y ganadería, y usando el lenguaje Bíblico, la tierra de fluya leche y miel. Esa tierra no goza de tal condición en la actualidad, así que, como ya hemos afirmado, el retorno presente no es aquel que fue predicho en las profecías. Aunque los judíos están regresando a su tierra, no están volviendo a una relación espiritual con Dios. Continuemos leyendo el versículo 14 de este noveno capítulo de Amós:

"Traeré del cautiverio a mi pueblo Israel: ellos edificarán las ciudades asoladas y las habitarán; plantarán viñas y beberán de su vino, y harán huertos y comerán de su fruto."

Aquí se reafirmó que Dios restaurará al pueblo israelita a la tierra. Nunca más estarán divididos como reino del sur o de Judá, y reino del norte o de Israel. Será un único reino de Israel, un reino indivisible, como lo fue en el principio de su historia. Será el conjunto de las doce tribus, que hoy están dispersas por todo el mundo. Dios dijo en el versículo 8 que este pueblo sería zarandeado entre todas las naciones. ¿Lo ha hecho Dios así, o no lo ha hecho? La realidad histórica y actual nos confirma que sí lo ha hecho. Pero ese estado no perdurará para siempre y Dios los hará regresar a la tierra. En este versículo Dios dijo: Traeré del cautiverio a mi pueblo Israel: ellos edificarán las ciudades asoladas y las habitarán.

Leamos ahora el último versículo de esta profecía de Amós, el versículo 15:

"Pues los plantaré sobre su tierra y nunca más serán arrancados de la tierra que yo les di, ha dicho el Señor, tu Dios."

O sea, que cuando en el futuro Dios los sitúe en la tierra, se quedarán allí de forma permanente.

Estas son las cosas que Dios dijo que haría por Su pueblo: (1) El va a restaurar la dinastía de David. ¿Quién cree usted que será el rey? Será un descendiente de David llamado Jesús, nacido en Belén de la casa y del linaje de David, Él gobernará. (2) Israel ocupará su lugar entre las naciones del mundo. Ya no tendrá que acudir a otras naciones en busca de ayuda, ni estará excluyendo a los árabes. Será una nación bendecida por Dios que ocupe el lugar que le corresponda en el escenario mundial. (3) Además, habrá una conversión de las naciones del mundo, después de que la iglesia haya partido de este mundo. La mayor conversión a Cristo aun tendrá lugar en el futuro. ¡Qué gran día será! Cuando Dios haga regresar a los israelitas a su tierra, (4) ellos reconstruirán las ciudades asoladas y residirán en ellas y (5) comerán del fruto de sus huertas y beberán el vino de sus viñedos. La maldición de la tierra habrá sido removida y entonces ésta producirá con abundancia. (6) Finalmente, hablando también de los israelitas y por boca del profeta, Dios dijo lo siguiente: nunca más serán arrancados de la tierra que yo les di.

Y con estas conclusiones, llegamos al final de nuestro estudio de este libro de Amós. En nuestro próximo programa, regresaremos al Nuevo Testamento para comenzar nuestro estudio de la segunda epístola del Apóstol Pedro. Y, estimado oyente, esperamos contar con su grata compañía el iniciar esta nueva etapa de nuestro viaje "a través de la Biblia."

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