Estudio bíblico de Abdías 1:4-9

Abdías 4-9

Estimado oyente, continuamos hoy nuestro recorrido por el libro del profeta Abdías; como ya hemos podido apreciar en los primeros versículos que hemos considerado, se trata de un libro breve, pero profundo y rico en contenido. Recordemos que dividimos al libro en dos grandes partes. La primera parte, titulada "La destrucción de Edom", se extiende desde el versículo 1 hasta el 16 y la segunda parte, se titula "La restauración de Israel" y se extiende desde el versículo 17, hasta el versículo 21. Nos encontramos, pues, en la primera división, que trata sobre la "destrucción de Edom", y concretamente, estamos comentando el versículo 4, al que llegamos en nuestro programa anterior.

Aquí en el libro de Abdías, encontramos que el orgullo del corazón enalteció a esta nación de Edom, tal como Esaú, quien despreció su primogenitura. Aún en el hogar de Abraham, donde había abundancia de comida, le gustó aquel plato de lentejas, prefiriéndolo a su primogenitura. A él no le preocupó Dios en absoluto. Al despreciar el privilegio espiritual de su primogenitura, despreció a Dios. Y después, con el transcurso del tiempo, Esaú se convirtió en una gran nación que había declarado su capacidad para vivir sin Dios. Antes de leer nuevamente el versículo 4, recordemos la forma en que el versículo 3 nos describió la privilegiada situación del pueblo de Edom, posición en la cual pudieron desplegar el orgullo que como pueblo los caracterizaba, y que los impulsó a creer que podían vivir y desarrollar su existencia dejando de lado completamente a Dios. El versículo comenzaba diciendo: La soberbia de tu corazón te ha engañado.

El versículo 3 de Abdías dice además a ti, que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada, que dices en tu corazón: "¿Quién me derribará a tierra?" Aquel pueblo vivía en un lugar muy singular y único. Vivía en la firmeza y solidez de la ciudad de Petra, ciudad labrada en la roca. El lugar puede verse en la actualidad. Muchos turistas quedan asombrados del tamaño de la ciudad, protegida por un acceso de entrada que en ciertos lugares es muy estrecho; un jinete y su caballo pueden pasar con cierta dificultad. Por lo tanto, era una ciudad que se podía defender muy fácilmente, y que se había convertido en un lugar muy seguro. Muchas naciones depositaban allí su dinero, así como su oro o su plata, porque allí se encontraban bien custodiados, y porque consideraban que la ciudad nunca sería conquistada.

Así que, de acuerdo con la descripción Bíblica, vivían en las hendiduras de las peñas. Tenían grandes edificios construidos sobre la roca sólida, dentro de esta gran hendidura o garganta y hacia arriba y abajo, a ambos lados de ella. Así que la seguridad de los pobladores parecía perfecta, o al menos ellos así lo pensaron. Influenciado por ese falso sentido de seguridad, fue como si ese pueblo hubiera firmado una declaración de independencia, cortando su relación con Dios y separándose del gobierno de Dios. Se habían levantado y rebelado contra Él.

Ahora, ¿qué haría Dios frente a esta actitud? ¿Cómo respondería ante semejante desafío? Aquí tenemos entonces la respuesta divina. Leamos nuevamente este cuarto versículo de la profecía de Abdías:

"Aunque te remontaras como águila y entre las estrellas pusieras tu nido, de ahí te derribaré, dice el Señor."

Aquí destacamos la frase Aunque te remontaras como un águila. El águila fue usado en la Biblia como un símbolo de la deidad. Los Edomitas creían poder derrocar a Dios, como Satanás había intentado hacer, y pretendían en constituirse en una deidad. Pretendían ocuparse de ocuparse de los asuntos que Dios tenía que controlar. La frase y entre las estrellas pusieras tu nido nos recuerda el pecado de Satanás, expresado prácticamente con las mismas palabras, y quien pretendió exaltar su trono sobre las estrellas. Por ello Dios dijo: De ahí te derribaré.

Y cuántas personas hoy, estimado oyente, están tratando de vivir sus vidas como si fueran dioses. Piensan que no necesitan a Dios, y viven sin Él. Lo interesante es que cuando Dios nos creó, figurativamente hablando, no colocó por ninguna parte un instrumento para dirigirnos. Porque lo que Él quiere es guiar nuestras vidas. Primero quiere que acudamos a Él para recibir la salvación, y después quiere hacerse cargo de nuestras vidas. Y cuando usted y yo nos guiamos a nosotros mismos, estamos ocupando el lugar de Dios. Es como si ocupáramos en un coche el lugar del conductor, o en un barco ocupáramos el lugar del capitán y en un avión el lugar del piloto. Y así viajamos por tierra, mar y aire a nuestro antojo y a nuestro gusto. Esto es orgullo, y cualquiera que alcance esa posición, que haga suya esa actitud, si continúa en ella, está cometiendo un pecado que resultará en una fatalidad, porque va a vivir en una eternidad de perdición.

Enfoquemos nuevamente el microscopio y veamos en el pueblo de Edom la encarnación de Esaú. Ahí está Esaú. ¿Qué vemos entonces? Desde un punto de vista espiritual, vemos a un animal humano, vemos a un animal en estado original. Aquí, en vez de descender de los animales, cabría afirmar que descendemos al nivel de los animales. En vez de una ascensión, de una evolución, se ha registrado un descenso, un retroceso.

Las teorías que prescinden de Dios como el autor del origen de la vida no pasan de ser ilusiones falsas. Se enseñan como si fueran logros de la ciencia y han sido aceptadas por muchos de forma dogmática, sin ser cuestionadas, sin pedir explicaciones. Pero hay que reconocer que contra ellas han surgido objeciones inteligentes y fundamentadas. No es éste el momento de tratar este tema en detalle. Solo recordaremos, un ejemplo entre muchos científicos que han objetado las conclusiones de esas teorías. El Dr. Edwin Conklin, un biólogo, dijo que la probabilidad de que la vida se hubiera originado en un accidente, se puede comparar a la probabilidad de que un diccionario surgiendo de una explosión en una imprenta.

Lo triste de estas teorías son los resultados, porque conducen a un pesimismo fatal. Impulsan la creencia de que el ser humano está llegando a la meta, de que es alguien que puede prescindir de Dios, y dejan la clara sensación de una vida sin valores trascendentes, que van más allá de la experiencia humana material. Y ese pesimismo se revela ya en las vidas de muchos jóvenes, y en este sentido resulta significativo el aumento de suicidios. ¿Cómo es posible que en las edades en que existe ilusiones y esperanzas para vivir en el presente y para lograr en el futuro, tantos adolescentes y jóvenes llegan a la conclusión de que no vale la pena vivir? Fue el Dr. Alberto Einstein quien dijo: "El hombre que considere a su propia vida y a la de sus semejantes como sin sentido, no es simplemente desafortunado, sino que casi está descalificado para la vida. Esta fue una acertada declaración."

Y uno encuentra a hombres como Heinrich Heine, que fue uno de los poetas más grandes de Alemania. Sus poemas, punzantes y en ocasiones llenos de espíritu satírico, revelaron la filosofía de vida de su autor, En una ocasión él dijo: "Ya no soy un niño; yo no quiero más un Padre Celestial". Otro pensador, James Martineau, dijo "Le pedimos a Comte que levante el velo del lugar santísimo y nos muestre el objeto perfecto de adoración. Él produjo un espejo y nos mostró la imagen de nosotros mismos". Hasta aquí la cita de Martineau. Y también recordamos lo que dijo el ilustre escritor inglés William Shakespeare en una de sus obras: "Señor, qué necios son estos mortales". Pero destacamos el realismo del apóstol Pablo, que bajo la inspiración del Espíritu Santo nos describió tal como verdaderamente somos y en su carta a los Romanos, capítulo 7, versículo 18, escribió: Yo se que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo.

Ahora, si usted quiere saber cómo los sistemas que han dejado a Dios han afectado a la forma de pensar del ser humano, escuchemos algunas declaraciones de un poeta. Se trata del fallecido poeta británico Wystan Hugh Auden. Este hombre salió de su país y fue a radicarse a los Estados Unidos donde se naturalizó como ciudadano de ese país; de otra manera hubiera sido el poeta laureado de Gran Bretaña. Pero escuchemos el pesimismo de este hombre, expresado en las siguientes palabras de un poema: "Si todas las estrellas desaparecieran o murieran, tendría que aprender a mirar a un cielo vacío, y sentir su completa y sublime oscuridad, aunque ello me llevaría un cierto tiempo". ¡Qué pesimista! ¿no es cierto? Y luego el poeta continuó escribiendo: "Mirando a las estrellas, yo sé muy bien que por lo que a ellas concierne, yo puedo irme al infierno."

Hemos hablado sobre el pesimismo al que han conducido teorías sobre el origen de la vida, y la filosofía resultante de tales ideas, así como de su efecto en los valores de la sociedad actual, concretamente, entre los jóvenes y adolescentes. Hemos mencionado del hecho de la regresión, del retroceso, en vez de una evolución moral de la humanidad. En este sentido, este breve libro del Antiguo Testamento constituye la respuesta mordaz de Dios al orgullo humano que quiso prescindir de Él, no solo al considerar el origen de la vida sino también, el desarrollo de la vida de las personas, individual y socialmente. Se ha visto que muchas personas que disfrutan de todos los recursos materiales que esta vida puede ofrecer, tienen actitudes y costumbres y prácticas en su forma de vivir, de nivel inferior al de los propios animales. Ningún animal pierde el control de sus acciones por la ingestión de sustancias alucinógenas, ni ejerce la violencia contra su pareja o contra sus hijos, ni los hijos contra sus progenitores, ni practica el asesinato. Solo los seres humanos se implican en tales aberraciones. Muchas personas de nuestro tiempo viven, pues, en ese nivel inferior, y ya estaban viviendo en esa forma en el pueblo de Edom, en los tiempos del profeta Abdías. A pesar de los logros extraordinarios de la ciencia y del desarrollo de la técnica, el ser humano puede descender a niveles inferiores al mundo animal, cuando decide que va a vivir sin Dios.

Recordemos que Dios les dijo a los Edomitas en el versículo 4 de esta profecía: Aunque te remontaras como águila y en las estrellas pusieras tu nido, de ahí te derribaré.

Y así, el profeta Abdías continuó anunciando la destrucción completa del pueblo de Edom. Leamos el versículo 5:

"Si ladrones vinieran a ti, o salteadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que necesitan? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco?"

Aquí Abdías estaba diciendo que si un ladrón viviera a robarles, se llevaría lo que él quisiera, pero no se llevaría todo. Lo mismo sería también cierto de un vendimiador, quien dejaría algunas uvas. Pero Dios le dijo a Edom: "Cuando yo os juzgue, la destrucción será total". Y dice el versículo 6 de esta profecía de Abdías:

"¡Cómo fueron saqueadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados."

Este es el versículo clave del libro de Abdías. Otra versión traduce "¡Cómo será escudriñado Esaú, y rebuscados sus tesoros escondidos!" El Dr. Grinsburg, especialista en Hebreo, tradujo este verbo "saquear" como "desnudar completamente" y entonces la frase quedaría así: ""cómo fueron desnudadas completamente las cosas de Esaú!". O como dijimos antes, Dios había colocado a Esaú bajo el microscopio y dijo: "Venid, mirad. Observad a través de la Palabra de Dios a este hombre. Yo lo detesto. ¿Y por qué? Por el orgullo de su vida. Me ha dado la espalda y ha declarado su capacidad para vivir sin mí". Este es, estimado oyente, el orgullo de la vida.

Y la segunda frase del versículo 6, hablando de Esaú dice: sus tesoros escondidos fueron buscados. Ahora, cuando uno lee en el libro de Génesis no encuentra este detalle. Pero si uno lo pasó por alto en el Génesis, lo encuentra aquí. Aquí podemos tomar el microscopio y volver a observar a Esaú, para descubrir por qué él quiso vender su primogenitura por un guiso de lentejas. Y fue por una razón muy sencilla. El derecho de primogenitura implicaba que él sería el sacerdote de la familia, lo cual también implicaba una relación con Dios. Y, francamente hablando, él prefería comerse un guiso de lentejas, que tener una relación con Dios. Y cuando uno llega a ese punto, estimado oyente, ha descendido al nivel más bajo que se pueda llegar. Continuemos leyendo el versículo 7 de esta profecía de Abdías:

"Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo te han derrotado; los que comían tu pan pusieron trampa debajo de ti. ¡No hay en él inteligencia!"

Edom era una nación que todos los enemigos de aquel día pasaban por alto. Ellos simplemente no querían preocuparse por ese pueblo, resguardado allí en la ciudad de Petra, una ciudad labrada en la roca. Sin embargo, Nabucodonosor fue capaz de introducir espías a la ciudad, y a través de ellos, pudo apoderarse de la ciudad. En la misma forma en que Dios utilizó a Nabucodonosor para destruir a Jerusalén, la ciudad de los hijos de Jacob, que se habían apartado de Dios, Él también utilizó a Nabucodonosor para entrar y apoderarse de Edom, la nación de los hijos de Esaú. Ahora, el versículo 8, dice:

"Aquel día, dice el Señor, haré que perezcan los sabios de Edom y la prudencia del monte de Esaú."

Ese pueblo no sólo era notable por el hecho de que estaba bien protegido por la seguridad de la zona rocosa de la montaña, en aquella hermosa ciudad de Petra, pero aquella gente también había desarrollado una sabiduría y un conocimiento, así como también una superstición. La ciudad se había convertido en un centro pagano en el cual proliferaban muchos cultos. Las excavaciones arqueológicas allí realizadas, especialmente en las cimas de las montañas que se encontraban alrededor de la ciudad de Petra, han dejado al descubierto los lugares en los que se realizaban sacrificios humanos sangrientos. Ahora, la ciudad también era famosa por su sabiduría. Por ejemplo, Elifaz, el amigo del patriarca Job, era de Temán, según podemos leer en Job, capítulo 4, versículo 1. La gente de todas las naciones llegaba allí para escuchar la sabiduría de los sabios, como podemos leer también en el libro del profeta Jeremías, capítulo 49, versículo 7. Y Dios dijo que destruiría a los sabios de Edom y a la inteligencia del monte de Esaú. Y ahora, en el versículo 9, leemos:

"Y tus valientes, Temán, serán amedrentados, y será exterminado todo hombre del monte de Esaú."

Aquí el nombre Temán proviene de un nieto de Esaú, y el lugar estaba situado en la zona sur del territorio de Edom. Los habitantes de Temán eran famosos por su valentía. Y ahora el estudio nos lleva a un nuevo párrafo titulado

El crimen de Edom

A partir del versículo 10 y hasta el versículo 14, Abdías nos iba a dar una lista de las razones por las cuales Dios iba a destruir a este pueblo. Hemos dicho que el orgullo de la vida era su gran pecado, pero este pecado también los impulsó a cometer otros pecados. El orgullo es una actitud que no se puede ocultar por mucho tiempo. Tarde o temprano se pone en evidencia, como si fuera una grave enfermedad, como, por ejemplo, un cáncer agresivo en pleno desarrollo, porque el orgullo constituye una fuerza impulsora tremenda en el ser humano. Esa filosofía de la vida va a ir dominando gradualmente todos sus sentidos y uno va a expresar esa forma de pensar y de sentir de alguna manera. Si usted es contrario u hostil hacia la religión, y excluye a Dios completamente, vivirá una vida como si Dios no existiera. Y si usted es consciente de la presencia y santidad de Dios, porque tiene una relación con Él, con toda naturalidad, vivirá una vida que revelará su deseo de agradar a Dios. Teniendo estos factores, el profeta Abdías se dispuso a explicar en detalle, los terribles pecados que surgieron del orgullo de la vida, que caracterizó al pueblo de Edom.

En este punto de la profecía tenemos que recordar que Esaú y Jacob eran hermanos, hermanos mellizos. Pero, lejos de ser idénticos, en realidad eran caracteres opuestos. Crecieron en la misma familia, y tuvieron el mismo padre y madre. Pero desde el principio de sus vidas se desarrolló una lucha. Hubo un odio y una amargura que nunca se curaron, ni siquiera cuando se convirtieron en dos grandes naciones.

Estimado oyente, nuestro tiempo ha llegado a su fin y tenemos que interrumpir por hoy nuestro estudio. En nuestro próximo programa continuaremos con nuestro examen del texto de esta profecía de Abdías, comenzando nuestros comentarios en esta sección que se extiende desde el versículo 10 hasta el 14, y que se titula "El crimen de Edom". Entre otros detalles, adelantamos que examinaremos 5 acciones específicas que se mencionan en este pasaje, y que se derivaron de la actitud del pueblo de Edom de pretender vivir dejando totalmente de lado a Dios. Así que, esperamos contar con su grata compañía en nuestro próximo programa, para continuar juntos nuestro recorrido por este breve pero profundo libro del profeta Abdías.

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