Estudio bíblico de Miqueas 2:12-3:4

Miqueas 2:12 - 3:4

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro del profeta Miqueas y llegamos a la última parte del capítulo 2. Estos dos primeros capítulos que hemos estado estudiando contienen una fuerte denuncia contra el reino del norte de Israel, y, aunque también se mencionó a la ciudad de Jerusalén, hasta aquí el profeta solamente habló sobre el reino del norte. El juicio que Miqueas pronunció era severo; en realidad, este juicio resultó muy duro, y no pensaríamos que al final del capítulo 2, pudiéramos encontrar una pequeña y hermosa profecía sobre el futuro que, como un rayo de sol brilla a través de las nubes oscuras en un día de tormenta. Leamos el versículo 12 del capítulo 2:

"De cierto te juntaré todo, oh Jacob; recogeré ciertamente el resto de Israel; lo reuniré como ovejas de Bosra, lo reuniré como ovejas de Bosra, como rebaño en medio de su aprisco; harán estruendo por la multitud de hombres."

Consideraremos este versículo dividiéndolo en cuatro partes, para comentar cada una por separado. La primera parte del versículo 12 del capítulo 2 de Miqueas dice:

"De cierto te juntaré todo, oh Jacob"

Probablemente usted se habrá dado cuenta que cuando Dios les habló acerca de sus pecados, Él se dirigía al pueblo llamándoles por el nombre de Jacob. Así que, cuando Dios usó ese término en este versículo, lo que implicaba era que Él les mostraría su misericordia, no porque ellos la merecían, ni por poseer alguna cualidad en su carácter, sino por Su propia gracia.

Miqueas dijo claramente "te juntaré todo", pero esta profecía no se cumplió hasta después de haber sufrido, más adelante, la cautividad en Babilonia. A pesar de que desde 1947 existe el Estado de Israel, hasta hoy en día no se ha cumplido esta profecía en su totalidad. Solamente en la ciudad de Nueva York viven más judíos que en la misma tierra de Israel, y cientos de miles viven esparcidos por toda la Tierra. Así es que Dios todavía no ha llegado a reunir a todo Su pueblo. En la segunda parte del versículo 12 Dios siguió diciendo:

"Recogeré ciertamente el resto de Israel"

En la primera parte del versículo 12 hemos observado que Dios usó el nombre de Jacob, y explicamos la razón, pero ahora nombró a Israel. Tenemos que señalar que este nombre se le atribuyó al remanente. Siempre, a lo largo de la historia ha habido un fiel remanente de este pueblo de Dios, porque, en realidad, nunca hubo un tiempo en que la totalidad del pueblo de Israel hubiera vuelto a Dios. Una y otra vez, fue por amor a ese fiel remanente, que Dios demostró Su gracia y misericordia a esta nación. Sobre aquel día futuro que vendrá, ese período que Dios llama la Gran Tribulación, leemos que todo Israel será salvado, pero ¿a quiénes se refería realmente? Bueno, se estaba hablando de aquellos que pertenecerían a Israel, a esa compañía de los 144.000. El último libro de la Biblia llamado Apocalipsis nos presenta de una manera muy clara que ellos serán marcados o sellados, y pensamos que eso significa que serán personas selladas por el Espíritu Santo de Dios. Ellos serán capaces de pasar a través de ese período de la Gran Tribulación. Pero éstos solamente serán los que forman parte del remanente. Probablemente en la actualidad viven unos 3 millones de judíos en el Estado de Israel, y se estima que quizá unos 12 millones viven fuera de esa tierra. Así es que los mencionados 144.000 solamente podrán ser un remanente. Seguimos con el versículo 12 del capítulo 2 del libro de Miqueas. Continuó Dios diciendo:

"Lo reuniré como ovejas de Bosra"

Bosra era un lugar especial donde, por ser ésta una tierra de excelente pastos, se encontraban muchos rebaños de ovejas. Cuando Dios reúna a todo Su pueblo como las ovejas de Bosra, se habrá cumplido el Salmo 23, en donde se dice: "El Señor es mi pastor, nada me faltará: Junto a aguas de reposo me pastoreará". (Salmo 23:1-2). Ahora, Miqueas finalizó este versículo 12:

"Lo reuniré como ovejas de Bosra, como rebaño en medio de su aprisco; harán estruendo por la multitud de hombres."

Ese estruendo, o ruido, será debido al gran número de personas que regresarán a esa tierra. Será un evento impactante, cuando Dios haga regresar a todo Su pueblo a esa tierra, aunque esto no significará que todos ellos se salvarán. El retorno y la creación de un estado para el pueblo de Israel han causado mucho entusiasmo y regocijo entre los maestros proféticos, porque interpretan que esta profecía ya se ha cumplido; nosotros, sinceramente, no creemos que esto ya haya sucedido. Ahora, en el versículo 13, el último versículo de este capítulo 2 de Miqueas, leemos:

"Subirá el que abre caminos delante de ellos; abrirán camino y pasarán la puerta, y saldrán por ella; y su rey pasará delante de ellos, y a la cabeza de ellos el Señor."

El que abre caminos es Aquel que despeja el camino a transitar, remueve los obstáculos y quien los guiará. Creemos que el profeta aquí se refirió a su entrada en el reino del milenio, cuando Jesucristo será el que los guiará, después de Su regreso a la Tierra; la Biblia lo llama "la Segunda Venida" de Jesucristo. Este versículo se refiere a Jesús, como el que abre caminos, como Su Rey, y como Su Señor. Así concluye el capítulo 2.

Hemos llegado al capítulo 3 de Miqueas, y el título de esta sección es:

El Tercer Mensaje del profeta: la denuncia de los dirigentes, por sus pecados.

Leemos el versículo 1 de este capítulo 3:

"Dije: Oíd ahora, príncipes de Jacob, y jefes de la casa de Israel: ¿No concierne a vosotros saber lo que es justo?"

El profeta Miqueas denunció a los líderes de Israel por sus pecados; primero denunció a los príncipes; después denunció a los profetas, quienes eran los guías o líderes espirituales; y finalmente denunció a todos los líderes de Jerusalén, a los príncipes, los profetas y a los sacerdotes. Comenzaremos con la denuncia de:

Los pecados de los príncipes

En los programas anteriores hemos mencionado que las principales divisiones de este breve, pero interesante libro siempre comienzan con una llamada de atención, con un imperativo: "Oíd". Lo vimos en el capítulo 1, en el versículo 2: "Oíd, pueblos todos". Ahora aquí, en el capítulo 3, versículo 1, leemos: "Dije: oíd, ahora, príncipes de Jacob". Miqueas habló al liderazgo de la nación, a los príncipes de la casa de Israel.

La pregunta de Miqueas: ¿No concierne a vosotros saber lo que es justo?

¿A qué se refería el profeta, qué es lo que quería indicar? Bueno, Miqueas se estaba dirigiendo a los gobernantes de Israel que eran los jueces y los magistrados. Los príncipes se sentaban a juzgar a toda la nación. Las personas que eran halladas culpables de algún crimen eran llevadas ante un príncipe para ser juzgadas. Ahora, estas personas debían saber lo que era la justicia; debían saber lo que era un juicio. Este mismo pensamiento también lo encontramos así expresado en el Nuevo Testamento, en la epístola a los Romanos, el capítulo 2, versículo 1, cuando el Señor Jesucristo, por medio de Pablo, dijo: "Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo".

Aquí no se implicaba que "hacer lo mismo" significara hacer cosas idénticas, sino hechos similares. A todos nos resulta más fácil encontrar faltas en los demás, pero nos cuesta ver, y admitir, las faltas propias. Un ejemplo lo encontramos en el 2º libro del profeta Samuel, capítulo 12. Aquí se relató la historia cuando el profeta Natán se presentó ante el rey David y le informó que en su propio reino había un hombre rico que poseía grandes rebaños de ovejas, pero que, a pesar de su riqueza, se apoderó y mató a la única ovejita de su vecino, la única propiedad que tenía ese hombre. Bueno, eso era una clamorosa injusticia. El rey se encolerizó, saltó de su trono y puesto en pie emitió un juicio sobre el perverso rico que cometió esta villanía. David comprendió la injusticia cometida, pero él también había actuado de la misma manera. El profeta Natán entonces le dijo a David "Tú eres ese hombre, tú has hecho eso mismo". David aceptó ese juicio y confesó su culpa y pecado delante de Dios. Es asombroso, amigo oyente, cómo podemos ver los pecados de los demás pero pasar por alto los propios.

Esta es la razón por la cual Dios dijo a los líderes, los gobernantes de Israel, que habían juzgado a los demás por sus faltas, habiendo ellos mismos cometido las mismas faltas. No es fácil ejercer un poder tan importante y tomar decisiones justas e imparciales. Es por eso que siempre afirmamos, y creemos, que las personas que ejercen una posición de liderazgo deben ser personas de carácter firme y sólido.

Y esto es exactamente lo que Dios, a través del profeta Miqueas estaba diciendo a los príncipes: "¿No concierne a vosotros saber lo que es justo? No estáis vosotros actuando en ignorancia, ya habéis tenido experiencia. Habéis juzgado a gente que eran culpables, ahora los culpables sois vosotros."

"Vosotros que aborrecéis lo bueno y amáis lo malo". El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee contaba que personalmente él vivió una experiencia muy triste porque su madre falleció en un accidente de tránsito provocado por un conductor borracho. Él no quería presentar acusaciones ante los tribunales, pero cuando fue llamado como testigo le dijo al juez "Sólo pido que se haga justicia". El conductor borracho recibió una sentencia muy leve, y el Dr. McGee, al observar al juez de ese tribunal, pensó que no podía tener una conciencia muy tranquila, a causa de esa sentencia tan injusta.

En los días de Miqueas, el liderazgo, los gobernantes, aborrecían lo bueno y amaban y se divertían con lo malo. Personas de dudosa moralidad no están capacitadas para ocupar esa clase de posición, ni en aquella época, pero tampoco hoy en día. En los días del profeta Miqueas Dios culpó al liderazgo de Israel.

Ya hemos comentado en otra ocasión que Dios presentó en este breve libro del profeta Miqueas una filosofía del gobierno humano, en donde la base del mismo consiste en que las personas que ocupan posiciones de liderazgo deben ser personas de probado carácter. Leamos todo este versículo 2 del capítulo 3:

"Vosotros que aborrecéis lo bueno y amáis lo malo, que les quitáis su piel y su carne de sobre los huesos"

Miqueas utilizó una ilustración muy descriptiva porque se comportaban como bárbaros con los menos favorecidos, con los pobres. Leamos los versículos 2 y 3 juntos que dicen:

"Vosotros que aborrecéis lo bueno y amáis lo malo, que les quitáis su piel y su carne de sobre los huesos; que coméis asimismo la carne de mi pueblo, y les desolláis su piel de sobre ellos, y les quebrantáis los huesos y los rompéis como para el caldero, y como carnes en olla."

En otras palabras, estos líderes trataban a los pobres como crueles e insensibles caníbales humanos. No tenían principios y eran despiadados. Amigo oyente, seguramente estará de acuerdo que un hombre malvado sería la última persona que quisiéramos que nos juzgara en alguna cosa. Lo mejor que nos ocurrirá a usted y a mí será cuando nos encontremos en la presencia del Señor Jesucristo, el único Juez justo. Mi caso personal ya ha sido apelado ante Él y no tendré que estar delante de ningún ser humano para ser juzgado por mi vida. ¡Qué consuelo y qué tranquilidad me da el saberlo! Luego, dice en el versículo 4:

"Entonces clamaréis al Señor, y no os responderá; antes esconderá de vosotros su rostro en aquel tiempo, por cuanto hicisteis malvadas obras."

"Entonces clamaréis al señor, y no os responderá", ¿de quién está hablando? Pues, de los líderes de Israel. Mientras ellos estaban en una posición alta, no mostraron ninguna consideración humana, ni sentían ninguna sincera simpatía, o un genuino amor. Pero, ahora ellos se encontraban en dificultades porque un poder mayor que el que ellos tenían, cayó sobre ellos.

Dios estaba diciendo que Él permitirá que el juicio caiga sobre ellos. Dios dijo: "vosotros vais a clamar a Mí". ¿No es esto interesante? Nosotros nos acordamos y clamamos a Dios cuando pasamos por momentos de dificultades. Tristemente nos acordamos de Dios cuando se avecinan problemas que no sabemos cómo resolver. A veces encontramos a alguien para quien Dios no era relevante ni siquiera muy real, diciendo ¡que Dios nos ayude! No se menciona a Dios muy a menudo, no es muy popular y al contrario, sí se utiliza Su nombre para exclamaciones profanas o hasta soeces. Bueno, la verdad es que no sabemos si Él va a escuchar o no a estas personas, pero en los días de Miqueas Dios dijo que a aquellos que le ignoraron, que vivían unas vidas a espaldas a Dios, Él no los iba a escuchar su clamor pidiendo ayuda. Es más, Dios dijo que escondería su rostro de ellos. Estimado oyente, estamos viviendo una época en la cual parecería que Dios está en silencio. Da la impresión que en este mundo, los únicos protagonistas de la historia, los únicos actores, son los seres humanos. Al leer cada día las noticias y ser testigos de lo que sucede a nuestro alrededor, en nuestra sociedad y en acontecimientos mundiales que están influenciando nuestro modo de vida, la convivencia en sociedad, nuestra formación y nuestra economía, no parece que Dios estuviera interviniendo para paliar y mejorar la situación mundial en la actualidad. Es que los seres humanos están cosechando lo que han sembrado y continúan sembrando, al manifestar, por su propia naturaleza pecaminosa, que están en rebelión contra Dios o que, simplemente lo ignoran, porque lo han dejado a un lado. Sin embargo, Dios es Soberano y permitirá que algún día esta triste historia se termine, llegando a su culminación, momento en el cual Él intervendrá para poner orden en este mundo y en el universo entero. Pero mientras tanto, en el tiempo presente, Su gracia continúa actuando y es abundante y Su misericordia es amplia para aquellos que, acuden al llamado de Su mensaje, reconocen su profunda necesidad de Él, se humillan ante Él, el único y verdadero Dios, y aceptan a su Hijo Jesucristo como su único y suficiente Salvador.

Estimado amigo oyente, ojalá, y esa es nuestra oración, que usted llegue a conocer a Dios de una forma personal, y que pueda experimentar la inmensa paz que da el haber recibido el perdón de todos nuestros pecados. Quiera Dios que usted lo haga hoy mismo. Y aquí nos detenemos por hoy, porque nuestro tiempo ha llegado a su fin.

Le agradecemos mucho por acompañarnos en esta etapa del prolongado viaje que estamos realizando "a través de la Biblia". Y como confiamos en continuar contando con su participación en este estudio, nos permitimos sugerirle que lea todo el capítulo 3 del libro del profeta Miqueas, porque, al estar familiarizado con él, le ayudará a entender mejor nuestro siguiente estudio. Hasta el próximo programa, si Dios lo permite. ¡Que el Señor colme su vida de Sus abundantes bendiciones!

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