Estudio bíblico de 2 Juan Introducción 2

2 Juan - Introducción - 1

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por la Segunda Epístola del Apóstol Juan. En nuestro programa anterior estuvimos destacando algunos detalles sobre la introducción a este libro. Consideramos al escritor de la carta, la fecha en que fue escrita, el carácter de esta obra como carta personal, el tema, y dedicamos bastante tiempo a examinar el significado de palabras claves de esta epístola, y de la primera epístola de Juan. Las palabras eran amor y verdad. Recordamos que el énfasis de la primera epístola estaba en el amor, pero la palabra clave de esta segunda epístola fue verdad. Realmente se trata de dos palabras que hemos considerado dentro del contexto de la familia de Dios, y que deben complementarse mutuamente en la experiencia del cristiano, dando como resultado una actitud de equilibrio, y una acción moderadora de los extremos que puedan presentarse entre las relaciones fraternales. Por todo ello, la importancia de estas palabras desborda estas dos epístolas y las transforma en palabras cuya comprensión resulta esencial para la integridad del mensaje del Nuevo Testamento, y para su aplicación en nuestra vida cristiana.

Ya dijimos que el escritor de la Epístola fue el apóstol Juan, a quien hemos llamado el apóstol del amor. El Señor Jesucristo lo llamó "hijo del trueno" (como podemos leer en Marcos 3:17.) Es evidente que su cercanía y amistad íntima con Jesús fueron transformando su vida, y su carácter impulsivo hacia los demás, hasta llegar a ser conocido como una persona que desarrolló de una manera tan elocuente como directa y equilibrada, el tema del amor cristiano.

En cuanto a la fecha de escritura de la carta, se ha fijado la fecha entre los años 90 y 100.

Esta segunda carta del apóstol Juan, fue como el libro de Filemón, una carta personal. Fue dirigida "a la señora elegida" como una carta personal. Con frecuencia se ha mencionado la pregunta sobre si la palabra Griega "electa" era un título, o si más bien se refería a una señora cristiana llamada Electa en la iglesia primitiva. Tenemos que recordar que Juan fue el apóstol que escribió sobre la familia de Dios. Indiferentemente de si esta carta que estudiamos hoy fue dirigida a un individuo o a una iglesia, Juan estaba considerándola en el contexto de la familia de Dios. Aparentemente, había una señora cristiana, o una iglesia local que estaba ofreciendo hospitalidad a todos aquellos que profesaban ser cristianos, aunque algunos de ellos eran herejes que negaban la deidad de Cristo y las otras grandes verdades de la fe cristiana, En esta epístola Juan expresó una advertencia contra albergar a tales personas. Y este fue, en realidad, el propósito de esta breve epístola.

Ahora, en cuanto al tema de esta segunda epístola, que en este sentido gira alrededor de la verdad, diremos lo siguiente, Cuando la verdad y el amor entran en conflicto, la verdad es la que tiene que predominar ,es la que tiene la máxima prioridad. Quizás usted haya observado que en 1 Corintios 13, el apóstol Pablo no dijo: Ahora permanecen la fe, la esperanza, la verdad y el amor. El apóstol simplemente dijo: Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. Pero cuando se menciona a la "verdad", entonces la verdad viene primero.

Creemos que la verdad de la Palabra de Dios es digna de ser defendida, Cuando hablamos de "verdad", queremos decir aquello que es básico para el hecho de que la Biblia es la Palabra de Dios. En segundo lugar, el siguiente factor de importancia es la deidad de Cristo y Su obra en la cruz a favor nuestro. Cuando nos encontramos con alguien que es fiel a estos factores esenciales, entonces esa persona y nosotros podemos mantener una relación fraternal, aunque estemos en desacuerdo en asuntos no esenciales.

La Palabra clave de la primera epístola de Juan, es "amor", pero es un amor que está limitado a la familia de Dios. Los Hijos de Dios tienen que amarse unos a otros en la familia de Dios. Esta es la marca o señal de identificación de un hijo de Dios; él que ama a Cristo, y ama a sus hermanos. La manera en que los hijos de Dios deben amarse entre sí constituye la totalidad de la suma y esencia de la citada epístola de 1 Juan.

Será de utilidad retroceder a la primera epístola para resaltar otra vez el pensamiento expresado en 1 Juan 3:10, que dice: 10En esto se manifiestan los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia y que no ama a su hermano, no es de Dios. El apóstol Juan presentó intencionalmente esta verdad en su aspecto negativo, para no dejar ningún margen a fin de que cualquier individuo que profesara ser cristiano y no estuviera a la altura de su profesión pudiese evadirse de la tajante afirmación del apóstol. Uno no puede evitar el definirse ante esta cuestión fundamental. Si alguien no practica la justicia en su vida, no pertenece a Dios. Esta es la señal exterior de un hijo de Dios. Usted tiene que conocer al Señor Jesús como Su Salvador y la prueba evidente ante los demás, es que usted practique la justicia en su vida personal y de relación. Y si usted no ama a su hermano, y nos referimos a su hermano cristiano, - porque no creemos en la fraternidad universal de las personas porque la Biblia no la enseña---, entonces usted no es un hijo de Dios. No somos nosotros los que lo afirmamos sino que fue el apóstol Juan quien hizo esta tajante declaración. El explicó claramente que uno puede conocer si alguien es un creyente genuino, a través de su vida recta, justa, y por su amor por otros cristianos.

¿Y qué diremos del pecador perdido que no pertenece a la familia de Dios? ¿Tenemos que amarle? Bueno en el Evangelio de Juan 3:16 el escritor dijo: 16»De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Tenemos que amar a la gente hasta el punto de comunicarles el mensaje del Evangelio. Al estudiar el libro de Jonás vimos que Jonás no amaba a los habitantes de Nínive, pero Dios lo envió a esa ciudad porque Dios los amaba y dijo: "Ya que yo les amo, y ellos se han vuelto a mí, Jonás, yo quiero que tú también les ames". Así es que, esta es la relación que el hijo de Dios debe tener con el mundo perdido, amar el mundo, pero en el sentido de llevarles a ellos el evangelio. Pero uno no puede amar al pecador por su pecado. No se nos pide que hagamos esto. Se nos pide que les amemos lo suficiente como para llevarles el evangelio. Eso es lo importante. Debemos amarles en ese sentido, porque Dios los ama. Y después, cuando ellos se vuelvan a Cristo, entonces también los amaremos.

Ahora, surge también otra pregunta ¿cuál tiene que ser nuestra relación con los falsos maestros, con aquellos que niegan la deidad de Cristo? En esta segunda epístola Juan nos iba a dejar bien en claro que este es un asunto frente al cual debemos permanecer alertas. En el versículo 7 dijo; 7Muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en cuerpo humano. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. ¿Cuál debe entonces ser nuestra relación con ellos? Examinaremos cuidadosamente este tema, que podría ser una parte crucial de esta epístola y si no comprendemos este punto correctamente llegaremos a una interpretación ambigua y confusa. Porque hay quienes enfatizan el amor por encima de todas las diferencias doctrinales y teológicas que la misma Biblia establece. Se nos dice que debemos amar a toda la gente, pero hay que reconocer que hay algunos acerca de los cuales las Sagradas Escrituras nos aconsejan no amar y además, estar alertas y vigilantes ante su presencia o influencia. El apóstol Juan escribió en su primera carta, 2:15; no améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Las cosas que están en el mundo son identificadas con la gente que está en el mundo y que ha convertido a este mundo en lo que es. Nuestro amor se limita, entonces, a llevarles el evangelio, a comunicarles la Palabra de Dios.

El énfasis de Juan en su primera epístola fue "el amor" pero la palabra clave en su segunda epístola fue "verdad", Ahora, cuando la verdad y el amor están en contraste o entran en conflicto, ¿cuál debería prevalecer? Si obtenemos la respuesta a esta pregunta, entonces, dicha respuesta determinará nuestra relación con un profeta falso, con aquel que niega la deidad de Cristo. El llamado "apóstol del amor" iba a impactarnos a usted y a mí en nuestra complacencia sentimental y noción ambigua del amor. ¿Qué debería predominar, la verdad o el amor? Su sorprendente respuesta sería que la verdad ocupa el primer lugar. En Juan 14:6 Cristo dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí. Usted ha venido al Padre por medio de Jesucristo. No hay otro camino. ¿Por qué? Porque El no solo es el camino, sino que también es la verdad. Fue Juan quien más tarde escribió su expresión de que Dios es amor. Después de que el Señor Jesucristo estuviera aquí y dijera que El era la verdad, entonces Juan dijo: "Dios es amor". Estimado amigo, el amor puede ser expresado solo dentro de los límites y el contexto de la verdad que la Biblia ha establecido. Por lo tanto, ¿qué diremos con respecto a los maestros falsos? Debemos decir que no tenemos que amar al maestro falso. Juan iba a dejar este principio totalmente en claro. En realidad, él iba a decir algo bastante sorprendente, cuando escribió que los creyentes no debían ni siquiera recibirlos, ni hospedarlos en sus casas, ni tener ninguna relación de compañerismo con ellos. Esta declaración no podía ser más fuerte y terminante.

Ahora, tenemos que considerar otra palabra importante para obtener una perspectiva adecuada de lo que Juan escribiría en esta segunda carta, así como en la tercera. En la primera epístola Juan dijo que debíamos andar en la luz, como El está en luz. La verdad y la luz equivalen a lo mismo; ellas constituyen la Palabra de Dios. Como ya hemos dicho, el amor y la verdad son inseparables. Cristo es el epítome, el paradigma de ambas. El es la verdad, y El es amor. Dios es amor, y El, Cristo, es Dios. Además de la "verdad", hay una segunda palabra que el escritor de esta breve epístola presentó. Y es la palabra "andar". En el versículo 4 de esta segunda epístola veremos que Juan dijo: 4Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre. Y más adelante, en el versículo 6 leemos: 6Y este es el amor: que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio. Retrocediendo ahora a la primera epístola, vemos que en 3:10 el apóstol escribió: 10En esto se manifiestan los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia y que no ama a su hermano, no es de Dios. Esa justicia es Cristo, y negar la deidad de Cristo, con toda seguridad. No es practicar la verdad. Es que la verdad es esencial. Dijo Juan; y que no ama a su hermano. Esta es la segunda cosa que tiene gran importancia; el andar. Con esta segunda palabra, vamos al extremo opuesto del espectro de la vida cristiana. No solo es esencial la verdad, sino también el andar es esencial, y por lo tanto, se nos ha dicho que tenemos que amar a los hermanos.

Por lo tanto, esta segunda epístola nos presentará un punto de vista equilibrado de la primera epístola. La idea contemporánea de que lo único importante es el amor, y de que debemos de amar a cualquiera que intente entablar una relación con nosotros, no se encuentra en la Palabra de Dios. Cuando Juan estaba hablando aquí de amor, dejó aclarado que se refería al amor dentro de la familia de Dios. Necesitamos ser cuidadosos en definir bien los alcances de este sentimiento, porque muchos están mencionando al amor "ágape" en relación con cualquier clase de amor. Realmente, con ciertos usos actuales del término, esta palabra "amor" se ha devaluado.

Este amor en la familia de Dios necesita hoy ser expuesto en la iglesia. Creemos que para algunas iglesias, congregaciones o grupos que han construido la buena reputación de defender las verdades básicas de la fe, ha llegado el momento de que manifiesten y pongan en evidencia ese amor entre los que son espiritualmente hermanos, al compartir la misma fe. Todos y cada uno tenemos que reconocer que necesitamos experimentar más de ese amor fraternal en nuestra vida.

Sin embargo, ya hemos aclarado que este amor no ha de derramarse en todas direcciones, indiscriminadamente, y hemos reconocido que sus límites se encuentran en la familia de Dios. Supongamos que algún día se presentara una de esas personas que cree lo que otros creían en los días del apóstol Juan. Nos referimos a alguien que sea un apóstata; que sea, en realidad un anticristo, es decir, según la definición de esta epístola, alguien que niega la deidad de Cristo. En cuanto a tales personas, el apóstol escribió que cuando alguien que manifestara esas creencias se presentara, y aquellos creyentes no debían ofrecerle amor ni hospitalidad.

A continuación presentaremos un bosquejo que pretende ordenar las ideas principales de esta breve epístola, para una mejor comprensión de la totalidad de su mensaje, y para que usted, amigo oyente, pueda seguir mejor el desarrollo de esta carta apostólica.

I. El amor expresado con los límites de la verdad. Versículos 1 al 6. "El amor en la verdad"

II. La vida es una expresión de la doctrina de Cristo. Versículos 7 al 11. (La falsa doctrina conduce a las malas acciones).

III. Saludos personales. Versículos 12 y 13,

Antes de comenzar a considerar el versículo 1 de esta segunda carta recordemos la importancia de esta breve epístola para estudiar, bajo una perspectiva adecuada y comprensible, las enseñanzas del apóstol Juan en su primera epístola. Ya hemos dicho que el tema de esta carta trata sobre la polaridad en la vida cristiana, manejando términos y conceptos que a primera vista, parecen estar situados en polos opuestos, o que parecen representar virtudes que se orientan en direcciones contrarias, como son, la verdad y el amor. Y en el transcurso de nuestro estudio comprobaremos algo que ya hemos adelantado, de forma resumida, en esta introducción. Y nos referimos a la respuesta a la siguiente pregunta que planteamos en nuestro estudio de hoy, Cuando la verdad y el amor entran en conflicto, ¿Cuál de estas virtudes debe tener la máxima prioridad? Pasemos ahora a considerar el primer párrafo de este único capítulo de la carta, leyendo el versículo 1, que encabeza el párrafo que hemos titulado

El amor expresado dentro de los límites de la verdad

"El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad"

Ahora, la palabra griega para "anciano" es "presbuteros", es decir, en castellano, presbítero, y tiene un significado doble. Puede traducirse a "un hombre mayor", refiriéndose a la edad del individuo, o si no, puede considerarse como un título, refiriéndose a un cargo en la iglesia, como por ejemplo un "pastor" único, a un grupo de pastores o ancianos o a un maestro de las Sagradas Escrituras. Creemos que seguramente el apóstol Juan estaba, ante todo, llamándose a sí mismo un anciano, hablando de su cargo o ministerio en la iglesia. También creemos que él insinuó el hecho de que él mismo era, entonces, al escribir esta epístola, un hombre de edad avanzada, que debía tener más de los 90 años y cerca de los 100 años de edad, Observemos que Juan no recurrió aquí a su ministerio como apóstol. Y pensamos que la razón era bastante evidente: la persona o personas a quienes iba dirigida esta carta aceptaban su autoridad. Por ello, aquí se llamó a sí mismo "el anciano."

Y el versículo continúa identificando a quien o a quienes dirigía la carta y dice, a la señora elegida y a sus hijos. La palabra elegida o "electa" podría representar el nombre de una mujer importante de la iglesia, o quizás Juan estaba pensando en la iglesia misma o congregación local. La frase y a sus hijos" podrían haber sido los hijos de aquella mujer, o sus hijos espirituales de la iglesia. Nosotros, en este caso, enfatizamos más bien la iglesia más que una persona en particular, aplicando los términos a la iglesia en general y a la iglesia actual. Cuando decimos "la iglesia", no estamos pensando en ninguna iglesia, congregación local o denominación, sino en el cuerpo total de todos los creyentes en el Señor Jesucristo. Esta epístola ha sido relevante para la iglesia cristiana a través de los siglos, y lo que se ha escrito en esta carta ha resultado para la vida de la iglesia, muy productiva espiritualmente hablando, Creemos que como la iglesia contemporánea, necesitamos esta breve epístola para desarrollarnos espiritualmente y recibir una perspectiva correcta de lo que es el amor.

El versículo continúa diciendo: a quienes yo amo en la verdad. Como dijimos anteriormente en la introducción, la palabra verdad fue enfatizada en esta epístola. Ya dijimos que es la palabra clave de la epístola. El amor cristiano puede ser expresado únicamente dentro de los límites de la familia de Dios, es decir en aquellos que tienen la verdad. "La verdad" aquí es la Palabra de Dios y también, el que está revelado en la Palabra, es decir, el Señor Jesucristo mismo. La traducción literal correcta es a quienes yo amo en verdad. Aquí Juan estaba hablando de dos cosas: (1) que el objeto de su amor tiene que ser otro creyente en Cristo, o sea, un creyente genuino. Y también (2) que él era sincero al hacer esta afirmación, y que al expresar su amor no era simplemente la expresión de un tópico piadoso.

Y finaliza este primer versículo con la frase Y no solo yo, sino también todos los que han conocido la verdad. Juan abarcó aquí al resto del cuerpo de los creyentes. Ellos también amaban a esta iglesia o a esta mujer en particular de la iglesia por su testimonio sobresaliente.

Amigo oyente, debemos terminar. Y como esperamos continuar contando con su participación en este estudio de esta segunda epístola de Juan, le sugerimos que lea por sí mismo, por lo menos hasta el versículo 5, del único capítulo de este libro. Si le ha surgido alguna duda o tiene alguna pregunta, puede ponerse en contacto con nosotros y trataremos de responderle lo antes posible. Le esperamos, pues en nuestra próxima lección, para continuar juntos este prolongado viaje "a través de la Biblia."

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