Estudio bíblico de Zacarías 2:1-6

Zacarías 2:1 - 6

Continuamos hoy, estimados amigos, transitando por el libro del profeta Zacarías, situándonos en el capítulo segundo, donde retomamos nuestro análisis sobre las diez visiones del profeta. La mayoría de los maestros bíblicos exponen que sólo existen 8 visiones, pero nosotros hemos dividido en dos partes el primer capítulo, entre la visión de los cuatro cuernos y la de los cuatro carpinteros. Esos carpinteros, algunas veces son llamados escultores o artesanos.

Zacarías nos presentó en cada una de las visiones una idea muy clara y de gran importancia: Dios no había concluido Su pacto con la nación de Israel. Hoy en día, creemos los cristianos, que la única forma de ser parte del pueblo de Dios es por medio de Jesucristo. No importa nuestro lugar de origen, el color de la piel, el estatus socio-económico, la raza, etc. Lo verdaderamente importante es que usted y yo somos aceptados y amados por Dios mediante nuestra fe en Jesucristo.

¿A qué se refieren o cuál es el motivo de Estas primeras visiones de Zacarías? Estas visiones se refieren a la espera del Mesías prometido y su próxima venida, que tendría lugar en aquella tierra. Hay opiniones que difieren en cuanto a esto, pero ciñéndonos al texto, Jerusalén sólo quiere decir Jerusalén, e Israel quiere decir Israel. Por eso, una vez más, le damos tanto énfasis al estudio de toda la Biblia, porque debemos ser muy cuidadosos en cuanto a la interpretación de las profecías se refiere.

En nuestro programa anterior, mencionamos los cuatro cuernos y su significado: Los cuatro cuernos representan cuatro naciones o imperios que habrían de dominar el mundo conocido. Aunque existen diversas interpretaciones, habíamos comentado que estos cuatro reinos conquistadores eran Babilonia, Media y Persia, Grecia y Roma.

Estos cuatro imperios mundiales fueron anteriormente mencionados por Daniel, quien ya aludió al trato cruel que habrían de dar a la nación de Israel. Posteriormente, Dios juzgó a estos imperios en el momento oportuno y, uno a uno, fueron desapareciendo para siempre, por obra de los denominados "cuatro artesanos". Estos artesanos, carpinteros, herreros o escultores fueron los artífices de su derrota y los instrumentos que Dios utilizó para acabar con estas naciones gentiles y paganas hacia Dios.

Cuando, por ejemplo, Babilonia destruyó a Israel, llevándola a la cautividad, ¿qué sucedió? Un imperio mayor, el imperio medo-persa fue el "artesano", -utilizando la imagen que nos trasladó Zacarías, que destruyó al imperio Babilónico, y pasó a tomar su lugar. Posteriormente, otro "carpintero", Grecia, que ya había sido representada en el libro de Daniel por un cuerno, tomó su lugar. Y otro imperio, Roma, conquistó el mundo, arrebatando el poder y protagonismo griego.

Ahora bien, habíamos mencionado en el anterior programa que, a diferencia de los tres imperios anteriores, el Romano había sido el único que no fue conquistado y destruido por otro, sino que más bien, había sucumbido, debido a su propia corrupción, ineficiencia e inmoralidad. La lenta decadencia del imperio romano nos permite aventurar la idea de que es muy posible que, de algún modo, no haya sido destruido completamente; por lo tanto esto podría dejar abierta la posibilidad a un nuevo y futuro resurgimiento y esplendor. No sabemos a ciencia cierta qué nos deparará el futuro, pero lo que sí es cierto es que la Biblia habla de un anticristo que volverá a unir este imperio y llegará a ser un dictador mundial. Y, ¿quién lo va a derribar? ¿Quién destruirá este cuarto imperio? El Señor Jesucristo, en la que se llama la segunda venida. Por eso decimos que Él, Jesucristo, es el último de los carpinteros aquí mencionados.

Fijémonos ahora en algo sumamente interesante: La Biblia nos dice que Jesús, cuando se hizo hombre y habitó entre nosotros, tenía el oficio de carpintero, siendo de hecho conocido como "el carpintero de Nazaret", por ser éste su lugar de nacimiento.

Por todo ello y según esta profecía, algún día, en los tiempos venideros, Jesús regresará de nuevo para, retomando simbólicamente su antiguo oficio de carpintero, derribar a este dictador mundial y establecer definitivamente Su reino en la tierra. Y ese reino tendrá como centro o capital la ciudad de Jerusalén. Él reinará desde este lugar.

Y Él, el Hijo de Dios, que también es Dios, habrá sido fiel para, a través de los siglos y de la historia, cumplir Su propósito, tal y como anunció esta profecía.

Querido amigo, Dios, a diferencia de nosotros y a diferencia de los imperios de este mundo que se van levantando y caen, nunca cambia; siempre es el mismo, ayer, hoy y siempre, por los siglos de los siglos. Y siempre va a ser fiel para, a diferencia de nosotros, cumplir todas y cada una de Sus promesas, tal y como ya ha sucedido mediante el cumplimiento de más de 2.000 profecías del Antiguo Testamento. Dios va ser fiel a la iglesia hoy y a Su pueblo, Israel. Y a los que no somos parte de Israel, su promesa de fidelidad se nos extiende por medio de la fe en Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, que murió en una cruz por los pecados del mundo. ¿Puede acaso haber una mayor demostración de amor por parte de Dios? ¿Podemos ser plenamente conscientes del sacrificio que realizó Dios en nuestro favor, enviando a morir a su propio Hijo por nuestros pecados? Si usted opina que Dios no ha sido fiel a su promesa de amarnos y perdonarnos es que, quizá, no ha llegado a comprender la inmensidad del amor de Dios.

Regresando al estudio de esta profecía respecto a Jerusalén, recordamos ahora al libro del profeta Ezequiel, en su capítulo 14 y versículo 21, cuando menciona lo siguiente: "Por lo cual así ha dicho el Señor: ¿Cuánto más cuando yo enviare contra Jerusalén mis cuatro juicios terribles, espada, hambre, fieras y pestilencia, para cortar de ella hombres y bestias?" Al leer estas palabras nos viene a la mente los muy conocidos cuatro jinetes del Apocalipsis, protagonistas futuros de caos y destrucción en nuestro mundo.

Llegamos así al capítulo 2 de Zacarías, donde nos encontramos con la visión de un hombre con un cordel para medir. Veamos lo que dice el versículo 1 del capítulo 2, y esta cuarta visión:

"Alcé después mis ojos y miré, y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir."

¿Qué significa esto en realidad? Si observamos cuidadosamente a las Escrituras, encontraremos sorpresivamente otras referencias respecto a este cordel de medir. En Jeremías, capítulo 31, versículos 38 y 39, leemos: "He aquí que vienen días, dice el Señor, en que la ciudad será edificada al Señor, desde la torre de Hananeel, hasta la puerta del Ángulo. Y saldrá más allá el cordel de la medida delante de él sobre el collado de Gareb, y rodeará a Goa."

De esta manera, podemos afirmar que cuando Dios utiliza un cordel de medir, quiere decir que, sencillamente, Él está preparado y dispuesto para actuar nuevamente en favor de aquello que está midiendo. En este caso se trata del templo de Jerusalén. Con el profeta Hageo, también era el templo.

El profeta Ezequiel nos narró en su libro una visión muy similar, en el capítulo 40, desde el versículo 2 hasta el 4, se nos dice: "En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había un edificio parecido a una gran ciudad, hacia la parte sur. Me llevó allí, y he aquí un varón, cuyo aspecto era como aspecto de bronce, y tenía un cordel de lino en su mano, y una caña de medir; y él estaba a la puerta. Y me habló aquel varón, diciendo: Hijo de hombre, mira con tus ojos, y oye con tus oídos, y pon tu corazón a todas las cosas que te muestro; porque para que yo te las mostrase has sido traído aquí. Cuenta todo lo que ves a la casa de Israel".

En este caso, se nos menciona la extraña apariencia de un hombre, que no es otro que el Ángel de Jehová. Es una aparición de Cristo mucho antes de que Él viniera a vivir entre nosotros. Y Él, el Cristo, ha sido revelado en Zacarías como un varón.

Ahora viajemos por un instante al libro de Apocalipsis, donde en el capítulo 11, versículos 1 y 2, leemos: "Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa 42 meses."

Sin poder entrar en detalles, solamente añadiremos que aquí, de nuevo, Él está midiendo el templo, el templo milenario que va a ser edificado en Jerusalén.

Así pues, la vara o cordel de medir que nos encontramos en Zacarías nos resulta ya familiar. En esta visión se presentó aquí la profecía de la reedificación del templo y de la ciudad en los días de Zacarías; implicando que el pueblo judío en el exilio habría de regresar.

Pero esto no pone punto y final a las profecías sobre Jerusalén. Hageo y todos los demás profetas, advirtieron sobre la futura reedificación de Jerusalén. La Biblia, de hecho, anticipó que durante el futuro Reino de Cristo en nuestro mundo, que comenzará con su segunda venida y durará por mil años, esta tierra será restaurada e incluso el desierto florecerá como la rosa. Y la ciudad de Jerusalén será reedificada y será el centro de su gobierno y de la Iglesia.

Así lo representaba Dios mismo en el capítulo 1 de Zacarías, en el versículo 17: "Aún rebosarán mis ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará el Señor a Sion, y escogerá todavía a Jerusalén". De esta manera, si miramos hacia el futuro, podemos ver cómo Dios aún no ha concluido el cumplimiento de Su pacto con Israel. Pero Dios es fiel y cumplirá su promesa, con Israel y con cada uno de nosotros.

Regresando al pasaje de Zacarías, ¿Quién es este hombre con un cordel de medir? Es el Ángel de Jehová, es decir, el mismísimo Señor Jesucristo. Es el varón cuyo nombre es "el renuevo", (Zacarías 6:12), como Zacarías dirá más adelante. Esta es la vara de David, el renuevo que sale de Isaí. La esperanza para Israel.

Veamos ahora lo que nos menciona el versículo 2 de este capítulo 2 de Zacarías:

"Y le dije: ¿A dónde vas? Y él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud."

Zacarías estaba muy interesado en conocer qué estaba sucediendo. Creemos que el significado detrás de estas palabras es el siguiente: Él, el mismo Jesucristo, estaba anticipando que esta ciudad habría de ser extendida y que crecería, tal y como finalmente sucedió. Hace muchos años que Jerusalén se extendió mucho más allá de sus muros, tal y como hoy en día pueden apreciar los miles de turistas que cada año visitan Israel.

Sin embargo, no queremos trasladar la idea de que esta profecía ya se ha cumplido de manera completa, pues ésta apunta hacia el futuro y no hacia nuestro tiempo presente. Es muy posible que los actuales habitantes sean expulsados de su tierra y nuevamente dispersados alrededor del mundo.

Vayamos ahora a los versículos 3 y 4 de este capítulo 2 de Zacarías:

"Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella."

Hoy en día, cualquier turista que recorra Jerusalén podrá apreciar que sus muros solamente circunvalan la pequeña ciudad árabe, denominada "ciudad vieja". La mayor parte de la ciudad moderna ha nacido fuera de los muros y se extiende mucho más allá de ellos, llegando a poblar incluso los montes a su alrededor.

Vayamos ahora al versículo 5, donde leemos:

"Yo seré para ella, dice el Señor, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella."

Evidentemente, estas palabras no se han cumplida hasta el día de hoy. Con uno de los ejércitos más modernos del planeta, Israel no ha podido evitar ser objeto de la ira de sus vecinos mediante todo tipo de ataques y atentados.

Pero Dios dijo que en el futuro Él será para Jerusalén semejante a un muro de fuego a su alrededor. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que Dios protegerá, cuidará y guardará a Israel del ataque de sus enemigos. Será algo realmente sobrenatural. Porque el poder de Dios en acción es infinitamente mayor que cualquier arma, tecnología o estrategia militar de los enemigos de Israel.

A continuación, en el versículo 6, se nos hace una llamada de atención para escuchar lo que se dijo:

"Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice el Señor, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice el Señor."

Dios ha esparcido al pueblo judío entre las naciones de los cinco continentes. Sin embargo, Babilonia, su enemigo opresor en aquel momento, se hallaba situado en el sureste. ¿Por qué dice entonces este pasaje "huid de la tierra del norte"? La razón es sencilla, pero nos indica cómo Dios está atento hasta los mínimos detalles de nuestra vida: En aquellos días, cuando uno iba a Israel desde Babilonia, tenía que transitar por lo que entonces se conocía como el creciente fértil. Tras ello, era necesario bajar desde el norte. De esta manera, Él les estaba ordenando que debían regresar a su tierra desde el norte y que deben asegurarse de marchar por la ruta del creciente fértil.

Bien, estimado amigo, debemos detenernos hoy aquí para continuar en este punto en nuestro próximo programa.

Le invitamos pues, a que nos sintonice nuevamente, pero antes de despedirnos, nos gustaría sugerirle que lea el resto del capítulo 2 de la profecía de Zacarías e intente escudriñar por usted mismo las Sagradas Escrituras. Recuerde que usted puede acudir a la Biblia directamente y sin intermediarios. Dios ha prometido hablarle por medio de su Palabra si usted se acerca a ella en actitud humilde, con el corazón y la mente abierta para recibir los innumerables tesoros que Dios tiene para usted. Deseamos, desde aquí, que la Palabra de Dios se convierta para usted en una auténtica Fuente de Vida, a la cual usted pueda acudir sediento y con la absoluta certeza que su esperanza no será defraudada. Porque Dios es fiel y nunca falla a sus promesas. Y Dios ha prometido acompañarle si usted deposita en Él su confianza.

Nos despedimos por hoy y esperamos encontrarle de nuevo en el próximo programa. Hasta entonces, estimado amigo, ¡que el Señor le bendiga y le acompañe por medio de su Palabra la cual, recuerde, es la Fuente de Vida eterna!

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