Estudio bíblico de Éxodo 20:18-21:36

Exodo 20:18-21:36

Finalizamos nuestro programa anterior con el pueblo ante el Monte Sinaí, y Moisés recibiendo la primera parte de la Ley de Dios, es decir, los Diez Mandamientos, de los cuales presentamos una exposición inicial y resumida. Continuamos hoy con nuestro estudio del capítulo 20, llegando al párrafo en el que el escritor describió

Los efectos de la presencia de Dios sobre los israelitas

Dios había entregado a los israelitas el código moral de los Diez Mandamientos. Sin embargo, además del código moral, aquella ley tenía un contenido mayor. Dios les daría también aquella parte de la ley que trataba sobre la legislación social. Igualmente les daría instrucciones sobre un altar y las referentes a la construcción de un Tabernáculo o tienda de reunión que utilizarían durante su viaje por el desierto. Todo ello formaba parte de la ley, constituyendo un conjunto coherente de normas.

Leamos los versículos 18 al 20:

"Y todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y el monte que humeaba; y cuando el pueblo vio aquello, temblaron, y se mantuvieron a distancia. Entonces dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros y escucharemos; pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos. Y respondió Moisés al pueblo: No temáis, porque Dios ha venido para poneros a prueba, y para que su temor permanezca en vosotros, y para que no pequéis."

Cuando los israelitas vieron los truenos y los relámpagos tuvieron miedo, retrocedieron y se apartaron del monte. La ley presentaba un nivel moral alto. Es que la Ley del Señor es perfecta y requiere perfección. Si estás tratando de salvarte mediante el cumplimiento de esa ley, debes tener en cuenta que tendrías que ser perfecto. Si no lo eres, por medio de esa ley no puedes salvarte. Podemos dar gracias a Dios que bajo los términos de su Gracia, El puede tomar a un pobre pecador, rebelde y alejado de Dios como yo y salvarme. La gracia revela algo de la admirable bondad de Dios.

Continuemos leyendo el resto de este párrafo: los versículos 21 al 23:

"Y el pueblo se mantuvo a distancia, mientras Moisés se acercaba a la densa nube donde estaba Dios. Entonces el Señor dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que os he hablado desde el cielo. No haréis junto a mí dioses de plata ni dioses de oro; no os los haréis."

Es importante considerar por qué Dios se apareció justamente de esta manera a los israelitas. Creo que resulta evidente que quiso inculcarles, de manera que les quedase grabada en la memoria, la realidad de que El era el Dios vivo. Recordemos que se habían criado en Egipto rodeados de ídolos y que eran también idólatras, como podremos ver más adelante. Habían estado adorando a las criaturas antes que al Creador. Por eso Dios se estaba acercando a ese pueblo como nunca antes.

Llegamos ahora a un párrafo que incluye las

Instrucciones sobre el altar

Habiéndoles Dios dado los Diez Mandamientos, añadió a ese código las instrucciones sobre el altar. Un altar se utilizaba para realizar sacrificios y nos habla de la cruz de Cristo, y de la sangre que allí derramó. Este es el altar que los israelitas hicieron antes de erigir la tienda de reunión, o tabernáculo. Aparentemente, hicieron un altar como éste dondequiera que fueron. Solo cuando el tabernáculo fue construido se preparó un altar que pudiese ser transportado. Leamos el versículo 24:

"Harás un altar de tierra para mí, y sobre él sacrificarás tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus bueyes; en todo lugar donde yo haga recordar mi nombre, vendré a ti y te bendeciré."

No se menciona que en este altar se presentase una ofrenda o sacrificio por el pecado. La ofrenda o sacrificio de paz y reconciliación revelaba que la persona necesitaba un sacrificio que la reconciliase con Dios, y que Cristo lograría la paz por medio de Su sangre en la cruz. La ofrenda quemada hablaba de quien es Cristo, de Sus méritos y de Su poder para salvar.

El altar de este pasaje sería hecho de tierra y en él los israelitas ofrecerían sus sacrificios de ofrendas quemadas y de paz y reconciliación. Las ofrendas por el pecado y los sacrificios por las culpas fueron instituidas en Israel más tarde.

Leamos ahora el versículo 25:

"Y si me haces un altar de piedra, no lo construirás de piedras labradas; porque si alzas tu cincel sobre él, lo profanarás."

Este versículo contiene una lección importante. Dios quiso que construyesen un sencillo altar de piedra sin grabados ni adornos. Quizás alguien hubiera querido erigir un altar hermoso, de aspecto atractivo. Desde el momento en que un instrumento o herramienta para grabar se aplica a las piedras, pervierte la finalidad para la que se diseñaron. No hay nada de malo en un lugar atractivo para la adoración, pero si los grabados u ornamentos oscurecen el mensaje de la cruz, desviando nuestra atención del Señor Jesucristo que murió en esa cruz, entonces, para Dios, ello constituye una ofensa. Como vemos en este detalle del versículo 25, Dios no quiso que éste fuera el caso.

Seguramente recordaremos que cuando el apóstol Pablo fue a la ciudad de Corinto, descubrió que los creyentes estaban influenciados por la filosofía. Muchos de los sacerdotes paganos implicados en las religiones paganas trataban de identificarse con todos los pecados de Corinto. Cuando Pablo llegó, aquellos filósofos de segunda categoría deseaban argumentar, discutir y parecer intelectuales. Aquellos Corintios estaban propensos a adoptar cualquier tendencia. Pablo tuvo una experiencia similar en Atenas. Y le dijo a los Corintios, en su primera carta 2:2, pues nada me propuse saber entre vosotros, excepto a Jesucristo, y éste crucificado. Es que si Cristo crucificado queda fuera del mensaje, ¿qué importancia tienen el edificio en que se practica el culto, la estética de su decoración, la belleza del santuario, la calidad de la música o la elocuencia del predicador? Todo lugar en que Cristo crucificado no esté presente, según el punto de vista de Dios, está contaminado.

Y el versículo 26 añade:

"Y no subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra sobre él."

Quizás los decoradores habrían considerado conveniente construir bellos escalones para subir hasta el altar. En aquel tiempo los hombres vestían una especie de camisa o túnica, que tendrían que levantar al subir los escalones, dejando al descubierto su desnudez. Pero Dios no quería utilizar ni permitir en Su presencia nada que recordase la naturaleza física, porque El conoce las tendencias naturales de la parte física del ser humano, y no deseaba que ésta se expusiese en público y en Su Presencia.

(Más adelante en el libro del Éxodo, veremos que entre las vestiduras que debían ponerse los sacerdotes, estaban los calzoncillos de lino que les cubrirían de la cintura a los muslos cuando entraban al tabernáculo y se dirigían hacia el altar)

Llegamos así a

Exodo 21:1-36

Tema: Leyes para siervos y siervas; leyes para el homicidio involuntario; leyes para los que maldicen a sus padres; leyes para los agresores, etc.

Después de la promulgación de los Diez Mandamientos, o Decálogo, y por medio de Moisés, Dios le dio al pueblo una serie de estatutos que consistían en una aplicación de la Ley a la vida cotidiana. Su enumeración ocupa algunos capítulos del libro del Éxodo formando, en efecto, un código civil que puede dividirse en 5 secciones principales:

1. Leyes relativas al altar y al culto. (Éxodo 20:23 al 26)

2. Leyes que protegían los derechos humanos. (Éxodo 21:2 al 22:15)

3. Estatutos sobre la conducta individual. (Éxodo 22:16 al 23:9)

4. Ordenanzas sobre el año sabático, el sábado, la fiesta y el sacrificio. (Éxodo 23:10 al 19)

5. Promesas. (Éxodo 23:20 al 33)

Así, el pueblo de Israel llegaba a ser una nación gobernada directamente por Dios, quien detentaba el poder ejecutivo, legislativo y judicial.

El primer párrafo de este capítulo incluye

La ley que regulaba las relaciones entre amos y siervos

Éxodo 21 se ocupa de la legislación social. Esta parte de la ley constituía en aquella época un asunto importante, porque los israelitas habían sido esclavos en Egipto.

Resulta extraño hablar en nuestro tiempo de la esclavitud, que se remonta a épocas muy antiguas. Cuando estudiamos Génesis 17:27, vimos que Abraham, habiendo recibido la promesa de Dios de tener a su hijo Isaac, se sometió al rito de la circuncisión, participando de ello también todos los varones de su casa, incluidos los siervos. Además, otros pueblos antiguos como los egipcios, babilonios, romanos y griegos abusaron de esta práctica, llegando a considerarla una institución natural y necesaria. Los métodos para conseguir esclavos variaban entre utilizar a los prisioneros de guerra a comprarlos en el mercado o quedarse con los hijos del esclavo nacidos en la casa del amo. Los versículos 1 al 11, tratan sobre el caso de los esclavos hebreos. La situación de los esclavos extranjeros será tratada cuando estudiemos el libro de Levítico 25:44-46.

Podemos decir que la legislación de Moisés fue mucho más humana que otras legislaciones de la antigüedad que, siglos después, el cristianismo no querría trastornar el orden social suprimiendo una costumbre tan arraigada. En su carta a los Efesios el apóstol Pablo, por una parte, exhortó a los esclavos que obedeciesen a sus amos y por otra, aconsejó a los amos cristianos que tratasen a sus esclavos humanamente. Así que el cristianismo no solo enunció principios que implicaban una mejora en las condiciones sociales de los esclavos sino que la ética cristiana conduciría inevitablemente a la desaparición de la esclavitud al proclamar la igualdad de todos los seres humanos ante Dios y que los esclavos eran miembros del cuerpo de Cristo, la iglesia, y partícipes de los dones del Espíritu Santo, tal como veremos en nuestro estudio al llegar a la primera carta de Pablo a los Corintios 12:13.

Leamos los versículos 1 y 2:

"Estas son las ordenanzas que pondrás delante de ellos. Si compras un siervo hebreo, te servirá seis años, pero al séptimo saldrá libre sin pagar nada."

Estos 2 versículos afirman claramente que los israelitas nunca podrían convertir de forma permanente a uno de sus propios hermanos en un esclavo. Continuemos leyendo los versículos 3 al 6:

"Si entró solo, saldrá solo; si tenía mujer, entonces su mujer saldrá con él. Si su amo le da mujer, y ella le da a luz hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo. Pero si el siervo insiste, diciendo: Amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos; no saldré libre, entonces su amo lo traerá a Dios, y lo traerá a la puerta o al quicial. Y su amo le horadará la oreja con un punzón, y él le servirá para siempre."

Esta ley tan notable declaraba que un esclavo, después de haber servido por un período de 7 años podía quedar libre. Si estaba casado al convertirse en esclavo, podía llevarla con él. Si se casaba durante el tiempo de su esclavitud, es decir, si se casaba con una mujer que ya era esclava de su propio amo, al final de los 7 años él quedaba en libertad, pero su mujer seguía perteneciendo a su amo. En consecuencia el era un hombre libre y ella no. Sin embargo y ya que amaba a su esposa y a su amo, podía decidir quedarse por su propia y libre voluntad. Si así lo decidiese, su amo le perforaría el lóbulo de su oreja, lo cual significaba que serviría a su amo para siempre.

Esta es una hermosa figura del Señor Jesucristo. El vino a esta tierra y adoptó nuestra humanidad. Todos nosotros éramos esclavos del pecado. El podría haberse ido libremente. Podría haber regresado al cielo, a su elevada posición en la Deidad, sin pasar por el portal de la muerte. El no tenía por que haber muerto en la cruz. Pero voluntariamente descendió a la tierra y asumió nuestra humanidad. Como elocuentemente lo expresa el apóstol Pablo en su carta a los Filipenses 2:8, Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

El Salmo 40:6?8 continúa diciendo:

"Sacrificio y ofrenda de cereal no has deseado; has abierto mis oídos; holocausto y ofrenda por el pecado no has requerido. Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; tu ley está dentro de mi corazón."

Este pasaje se refiere a Cristo, pues así lo manifiesta la carta a los Hebreos 10:5-9, y esto se cumplió cuando el Señor vino a este mundo. Leámoslo, pues, a partir de Hebreos 10:5, incluyendo algunas aclaraciones: "por lo cual, al entrar El en el mundo, dice (refiriéndose s Cristo) Sacrificio y ofrenda no has querido, pero un cuerpo has preparado para mí (no fue solo el lóbulo de su oreja que fue perforado por un punzón, como la del esclavo, pero Dios le dio un cuerpo para toda la eternidad). Y continúa diciendo: En holocaustos y sacrificios por el pecado no te has complacido. Entonces dije: "He aquí, yo he venido (en el rollo del libro está escrito de mí) para hacer, Oh Dios, tu voluntad. Más arriba, cuando decía en holocaustos y sacrificios por el pecado no te has complacido, podría agregarse que eran ofrecidos por disposición de la ley. Y recalco la parte final de esta cita, en la que Cristo dice Yo he venido para hacer tu voluntad, Oh Dios. Es decir, que El quitó lo primero para poder establecer lo segundo. Cristo fue hecho "semejante a Sus hermanos" (como dice Hebreos 2:17) El eligió no salir en libertad sin nosotros. Podría haber abandonado esta tierra sin morir, pero dijo (como seguramente habrán dicho muchos esclavos hebreos al escoger a una esposa esclava) "Yo amo a mi esposa" (y Cristo añadiría) "Yo amo al pecador". Y así, por obediencia se dirigió hacia la muerte, incluso a la vergonzosa muerte en la cruz, para poder redimirnos de la esclavitud del pecado. Verdaderamente, esta es una maravillosa figura de Cristo, incluida aquí en el relato inmediatamente después de la entrega de los Diez Mandamientos.

Vayamos ahora a un párrafo que trata sobre

La ley sobre las lesiones personales

Leamos el versículo 12:

"El que hiera de muerte a otro, ciertamente morirá."

Este versículo autorizaba la pena capital. La nación de Israel podía, en base a esta disposición, ejecutar a un asesino. Pasemos al versículo 13:

"Pero si no estaba al acecho, sino que Dios permitió que cayera en sus manos, entonces yo te señalaré un lugar donde pueda refugiarse."

Había 6 ciudades de refugio distribuidas por toda la tierra de Palestina. Fueron establecidas en ubicaciones convenientes para que alguien acusado de homicidio involuntario pudiese acogerse a la protección que ellas le ofrecían, hasta que el problema en que esa persona estuviese involucrada pudiera solucionarse. Más tarde, en nuestro estudio, hablaremos más sobre estas ciudades de refugio.

Continuemos con el versículo 14:

"Sin embargo, si alguno se ensoberbece contra su prójimo para matarlo con alevosía, lo tomarás aun de mi altar para que muera."

Si un hombre cometía un asesinato premeditado, sería ejecutado. Pero si matase a alguien al defenderse de un ataque, en defensa propia, sin premeditación, no merecía la ejecución.

Y el versículo 15 presenta otro caso:

"El que hiera a su padre o a su madre, ciertamente morirá."

Aquí tenemos la versión de aquellos días de la violencia física en el hogar, es decir los casos de golpes y malos tratos. Esta disposición de Dios constituía una protección para la familia y sus miembros.

Continuamos con otra situación diferente en el versículo 16, relativa a los casos de secuestro

"El que secuestre a una persona, ya sea que la venda o sea hallada en su poder, ciertamente morirá."

Leamos otras normas legales para diversos casos en los versículos 17 al 19:

"El que maldiga a su padre o a su madre, ciertamente morirá. Si dos hombres riñen y uno hiere al otro con una piedra o con el puño, y no muere, pero guarda cama, y se levanta y anda afuera con su bastón, el que lo hirió será absuelto; sólo pagará por su tiempo perdido, y lo cuidará hasta que esté completamente curado."

En otras palabras, el que era responsable de las lesiones tenía que indemnizar al herido, tanto por su tiempo como por los gastos médicos.

Las leyes arriba mencionadas y las demás presentadas en el resto de este capítulo, han constituido la base para los sisTemas legales de muchas naciones. Ellas forman la declaración básica de principios para la ley y el orden necesarios para la convivencia social, sobre la cual se han construido y desarrollado países civilizados.

Los versículos 24 y 25 resumen lo presentado hasta el momento:

"ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe."

En otras palabras, estos versículos establecen la ley de la reciprocidad, vigente en aquellos tiempos del Antiguo Testamento. La ley debía ser cumplida si había de haber orden y protección para la vida humana y la propiedad privada.

Tenemos que dar gracias a Dios por no tener que depender del cumplimiento de la ley para nuestra salvación. Porque hay Alguien que está dispuesto ha conceder Su gracia y Su misericordia hacia nosotros, para que podamos ser salvos. Es el Señor Jesucristo.

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