Estudio bíblico de Zacarías 14:5-21

Zacarías 14:5 - 21

Concluimos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el libro del profeta Zacarías con la lectura y análisis de su último capítulo, el capítulo 14, que ya comenzamos en nuestro anterior programa.

Recordemos que este capítulo 14 es una ampliación de los dos últimos versículos del anterior. Y para contextualizar mejor este último capítulo de nuestro estudio de Zacarías, vamos a acudir brevemente a otros pasajes de las Escrituras: Antes de la conversión de toda la nación de Israel (cp. 12), Zacarías nos advierte que los judíos harán pacto con un mesías falso (Daniel 9:27), conocido como "el pastor insensato o el anticristo" (cp. 11). A la mitad de ese pacto de siete años, el Anticristo romperá su tratado especial de paz con Israel y exigirá adoración exclusiva a su propia persona, a él mismo (Daniel 9, Mateo 24 y Tesalonicenses 2). Tan pronto como Israel rehúse a adorarlo, los ejércitos del mundo se unirán para hacer una batalla y el punto culminante será el asedio contra Jerusalén y la gran batalla de Armagedón, narrada en Apocalipsis 9. Tras la victoria del Señor en esa batalla (Apocalipsis 19), vendrá la restauración plena del pueblo de Israel, tal y como adelantaron los profetas Oseas, Amós, Miqueas y Sofonías.

Este capítulo, como mencionamos ya en el programa anterior, comienza con un titular que afirma lo siguiente: "He aquí, el día del Señor viene". Recordemos que la expresión "El día del Señor" es un término técnico para aludir a la ira de Dios que se desata en contra de los pecados. Zacarías comienza su relato, en el capítulo 14, con una mirada retrospectiva, narrándonos de forma secuencial los hechos tal y como sucedieron.

Primero, Jerusalén fue sometida y asediada por sus numerosos enemigos, los cuáles provenían de todas las naciones de la tierra. En el versículo 5, les asegura que el Señor vendrá a librarles y que cuando Él venga a ayudarles, Él afirmará Sus pies en el monte de los Olivos. Para impedir el exterminio de su pueblo, el Señor intervendrá de forma personal para luchar contra las naciones reunidas. Así como peleó por Su pueblo en el pasado, lo hará también en el futuro. Y Su regreso literal a la Tierra tendrá lugar en el Monte de los Olivos, ubicado al Este del Valle de Cedrón, tal y como sucedió cuando los ángeles anunciaron Su ascensión. Tan pronto como Él regrese, tendrá lugar un cataclismo topográfico a escala global (quizá un gran terremoto), lo cual es un fenómeno común, cada vez que Dios ha llegado, está presente, para juzgar. La reacción de las personas aparece descrita en el capítulo 15 del libro de Apocalipsis.

Tal y como nos menciona el profeta, habrá un gran terremoto que dividirá al Monte de los Olivos en dos partes. Una de ellas se desplazará hacia el norte y la otra hacia el sur. Un gran valle se conformará en medio, dividiendo ambas vertientes. Resultará interesante que tengamos esta imagen en mente mientras continuamos avanzando con nuestra lectura, en la cual encontraremos el motivo de por qué sucede esto.

Jerusalén hoy, en la actualidad, está rodeada de un terreno muy accidentado, de apariencia áspera y con rocas de grandes dimensiones. Leamos lo que dice el versículo 5 de este capítulo 14 de Zacarías:

"Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá el Señor mi Dios, y con él todos los santos."

Ahora, aquí se menciona lo siguiente: "Y huiréis al valle de los montes", lo cual ha llevado a muchos a pensar que se refiere de manera velada a la rocosa ciudad de Petra, situada en lo que, en tiempos bíblicos, se conocía como el antiguo país de Edom. Leamos nuevamente el versículo 5, que dice así:

"Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá el Señor mi Dios, y con él todos los santos."

Este pasaje de las Escrituras nos permite vislumbrar, amigo oyente, un momento único en la historia de la humanidad: Es un cuadro de la llamada "segunda venida", el regreso del Señor Jesucristo a la Tierra. Nos encontraremos con una imagen similar en el capítulo 19 del libro de Apocalipsis, donde además se menciona un indescriptible ejército que acompañará al Mesías. Aquí se nos afirma que todos los santos vendrán con Él.

Leamos ahora algunos versículos en las Escrituras relacionados de manera que podamos apreciar la hermosa unidad de las Escritura que, como si se tratase de un solo libro, narra una historia absolutamente coherente de principio a fin. Veamos, por ejemplo, lo que nos dice el capítulo 11 de la epístola a los Romanos, en su versículo 25, que dice así: "Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles". Esta expresión, "la plenitud de los gentiles", alude a lo que se refiere en Zacarías, cuando describe cómo todas las naciones se levantarán contra Jerusalén. En el versículo 26, de este mismo capítulo 11 de la epístola a los Romanos, leemos lo siguiente: "Y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sión el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad". Podemos afirmar que este hecho aún no ha tenido lugar, dado que la primera venida de Jesús no sucedió de esta manera. Regresemos ahora a Zacarías, capítulo 14 y veamos lo que nos dicen los versículos 6 y 7:

"Y acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura. Será un día, el cual es conocido del Señor, que no será ni día ni noche; pero sucederá que al caer la tarde habrá luz."

Nos encontramos aquí con una referencia muy directa al "día del Señor". Mientras que los judíos huyen por este valle recién creado, las luces del mundo se apagarán y serán reemplazadas por la luz de la gloria de Cristo (Isaías 60). Si continuamos un poco más con la lectura, llegaremos a una nueva sección en la que veremos el establecimiento del Reino del Señor sobre toda la Tierra. Observemos lo que dice el versículo 9 de este capítulo 14 de Zacarías:

"Y el Señor será rey sobre toda la tierra. En aquel día el Señor será uno, y uno su nombre."

Este breve pasaje se refiere nada más y nada menos que al "día del Señor". Describe el hecho de que el Señor será finalmente el Rey soberano sobre toda la Tierra. Otro profeta llamado Sofonías, relató en su libro, en el capítulo 3, versículo 9: "En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre del Señor, para que le sirvan de común consentimiento". Esta expresión, "devolveré a los pueblos pureza de labios" - podría indicar, según algunos intérpretes, que todos los pueblos podrán hablar un mismo idioma.

Retrocedamos un poco, ya que no hemos considerado lo que nos decía el versículo 8, que dice así:

"Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno."

Aquí se hace referencia a dos mares: el Mar Muerto, en primer lugar, y el Mar Mediterráneo, en segundo lugar. Numerosos estudiosos de la Palabra afirman que aquí se refiere a agua en forma literal, si bien es verdad que otros han querido ver en estas palabras una alusión a la llamada agua espiritual o agua de vida, indicando de esta manera que la Palabra de Dios saldrá de Jerusalén en aquel día.

Y luego, el versículo 9, dice:

"Y el Señor será rey sobre toda la tierra. En aquel día el Señor será uno, y uno su nombre."

Un idioma, un rey, un Señor. Y el siguiente versículo, el 10, dice así:

"Toda la tierra se volverá como llanura desde Geba hasta Rimón al sur de Jerusalén; y ésta será enaltecida, y habitada en su lugar desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la puerta primera, hasta la puerta del Ángulo, y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey."

La indicación que acabamos de leer: "desde Geba hasta Rimón", resulta muy interesante porque se trata del nombre geográfico de una gran falla geológica que va desde más allá del Mar de Galilea, a través del valle del Jordán y del Mar Muerto, continuando hacia el golfo de Aqaba, y al norte de África. A esto se le ha denominado "La Gran Falla". Ya mencionamos en nuestro anterior programa que ésta nacía en la costa norte de Beirut, en el Líbano. Pues, bien, Zacarías nos está indicando que aquí surgirá otro gran valle. Y nos dice que será desde Geba hasta Rimón. Estas indicaciones geográficas nos trasladan desde el terreno montañoso de la antigua tribu de Judá hasta la frontera con Simeón, en el sur. Rimón es una zona que está situada a unos 52 kilómetros al suroeste de Jerusalén. Y según las Escrituras, y por extraño que hoy nos pueda parecer, todo este áspero y accidentado terreno que rodea a Jerusalén, va a convertirse en una llanura.

Y continúa diciendo en este mismo versículo 10:

"Y habitada en su lugar desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la puerta primera, hasta la puerta del Ángulo, y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey."

Cierto crítico bíblico señaló hace muchos años: "No podemos tomar literalmente estas palabras porque nadie ha podido encontrar la torre de Hananeel. Sin embargo, los arqueólogos ya la han localizado.

A continuación, en el versículo 11 de este capítulo 14 de Zacarías, leemos:

"Y morarán en ella, y no habrá nunca más maldición, sino que Jerusalén será habitada confiadamente."

Nos llaman la atención estas palabras, ¿verdad? Hoy en día nos resulta difícil vincular mentalmente la palabra "paz" o "confianza" a la ciudad de Jerusalén. La situación actual de la nación de Israel no ha variado mucho en el siglo 21 que en la época de Zacarías: Guerra, conflictos sociales, terrorismo, problemas de convivencia entre culturas y razas, etc. Por ello, ésta será la primera ocasión en la historia de esta ciudad, en que va a ser un lugar donde se podrá vivir seguro.

El Milenio ha llegado. El Señor Jesucristo ha venido. Sus pies han tocado el Monte de los Olivos. Y han tenido lugar los grandes cambios físicos que hemos narrado. Ahora los judíos podrán morar en Jerusalén confiadamente, porque la paz ha venido a la tierra por primera vez. En versículo 12 de este capítulo 14 de Zacarías, leemos:

"Y esta será la plaga con que herirá el Señor a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén: la carne de ellos se corromperá estando ellos sobre sus pies, y se consumirán en las cuencas sus ojos, y la lengua se les deshará en su boca."

Nuevamente, Zacarías nos recuerda que el juicio antecede al Reino. Dios acabará venciendo a las fuerzas paganas que se reúnen en contra de Israel con una plaga sobrenatural que se asemeja a un juicio contra el ejército Asirio, narrada en el libro del profeta Isaías, capítulo 37.

El versículo 13, continúa diciendo:

"Y acontecerá en aquel día que habrá entre ellos gran pánico enviado por el Señor; y trabará cada uno de la mano de su compañero, y levantará su mano contra la mano de su compañero."

Todo esto, continúa el profeta, causará un pánico tan grande que comenzarán a atacarse unos a otros. Luego, el versículo 14 nos dice:

"Y Judá también peleará en Jerusalén. Y serán reunidas las riquezas de todas las naciones de alrededor: oro y plata, y ropas de vestir, en gran abundancia."

En otras partes de la profecía se nos dice que como ellos sacaron de Egipto grandes riquezas en los días de Moisés, y así sucederá de nuevo cuando regresen a aquella tierra, es decir, cuando Dios les haga regresar. Y en el versículo 15, continuamos leyendo:

"Así también será la plaga de los caballos, de los mulos, de los camellos, de los asnos, y de todas las bestias que estuvieren en aquellos campamentos."

Dios capacitará a Su pueblo para combatir, y a continuación, enviará una plaga generalizada que se extenderá aun hasta los animales e impedirá su uso militar o para poder escapar. Y continúa el versículo 16:

"Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Señor de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos."

Además de la fiesta de los Tabernáculos, se celebrarán otras dos durante el Milenio o reinado de Cristo en la tierra: la fiesta de "año nuevo" y "la pascua", según podemos leer en el libro de otro profeta llamado Ezequiel.

Y leemos en el versículo 17:

"Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, el Señor de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia."

Esto nos recuerda que la sequía es un castigo muy temido porque priva al pueblo del agua, que sustenta la vida. A continuación, se nos dice en los versículos 18 y 19:

"Y si la familia de Egipto no subiere y no viniere, sobre ellos no habrá lluvia; vendrá la plaga con que el Señor herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Esta será la pena del pecado de Egipto, y del pecado de todas las naciones que no subieren para celebrar la fiesta de los tabernáculos."

Debemos señalar aquí, amigo oyente, que Egipto se utiliza sólo como un ejemplo figurativo. Y Zacarías continúa anunciando: En aquel día, tal y como comienza el versículo 20, que dice así:

"En aquel día estará grabado sobre las campanillas de los caballos: SANTIDAD AL SEÑOR; y las ollas de la casa del Señor serán como los tazones del altar."

Aquí, Zacarías nos recuerda que así como la diadema del Sumo sacerdote tenía grabadas las palabras "Santidad al Señor", demostrando así que era un hombre apartado para el servicio del Señor, también cosas ordinarias y comunes como las campanillas que decoran los caballos y las ollas y utensilios comunes, serán tan santos como el Sumo sacerdote y los tazones del altar que éste utilizaba en los sacrificios. De esta manera, el profeta nos dice que no habrá necesidad de hacer diferencias entre lo sagrado y lo secular porque todas las cosas estarán apartadas para el servicio del Señor en Su reino glorioso y milenario.

"Y toda olla en Jerusalén y Judá será consagrada al Señor de los ejércitos; y todos los que sacrificaren vendrán y tomarán de ellas, y cocerán en ellas; y no habrá en aquel día más mercader en la casa del Señor de los ejércitos."

Esta alusión a la figura del "mercader" nos anuncia que todos los hipócritas serán quitados. Esto indica que todos los incrédulos y los que no posee limpieza moral o espiritual serán excluidos de la entrada al templo milenario. Y no habrá nadie en el servicio de Dios, a menos que pertenezca a Él.

Este es la gran final y el clímax de la profecía de Zacarías. Dios es Santo y puro, y sólo los limpios de corazón, de mente y de espíritu podrán entrar en Su presencia. Dios es amor, pero también hace justicia. Dios es misericordia, pero también exige el máximo nivel de compromiso y obediencia a sus Hijos.

Dios mediante, en nuestro próximo programa, comenzaremos un nuevo estudio bíblico, el del libro del profeta Malaquías, que es el último libro del Antiguo Testamento, Será, pues, hasta entonces, ¡que Dios le bendiga abundantemente!

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