Estudio bíblico de Apocalipsis 7:1

Apocalipsis 7

Versículo 1

Continuamos hoy, estimados amigos, nuestro viaje por el libro de Apocalipsis, llegando a su séptimo capítulo.

Podríamos titular este capítulo de hoy de la siguiente manera: "Dios sella al remanente de Israel". La razón, tal y como veremos, será que, algún día y de una manera que hoy desconocemos, Él los sellará, los marcará, para salvar a los gentiles, -a los no nacidos dentro del pueblo judío-, durante el periodo denominado Gran Tribulación.

A pesar de que este libro contiene determinados pasajes que indudablemente resultan complicados de interpretar, recordemos brevemente que su estructura interna resulta muy sencilla. Ya vimos cómo en el capítulo 1, versículo 19, a Juan se le mostró un breve bosquejo de sus visiones: Este sencillo bosquejo se aplicará a todo el libro y nos ayudará a comprender la estructura del mismo. En este versículo, Apocalipsis 1:19, se diferenciaba entre: "Las cosas que has visto", referidas a la visión que Juan contempló en el capítulo 1, "las que son", referidas a las cartas dirigidas a las siete iglesias (en los capítulos 2 y 3), y "las que han de ser después de éstas", referidas a la revelación de la historia futura (capítulos 4 al 22).

Sin embargo, a pesar de su sencilla estructura, para su correcta comprensión, el libro de Apocalipsis debería ser abordado por el lector una vez que éste se hubiera familiarizado con el resto de las Sagradas Escrituras. El lector ávido de la Palabra de Dios que previamente haya interiorizado, al menos en parte, el propósito de los libros que preceden al Apocalipsis (que son 66 libros, además de éste), no tendrá mayores dificultades para comprender las verdades fundamentales que el Apóstol Juan nos expone aquí.

Como usted recordará, en anteriores programas asistimos como espectadores a la apertura de los siete sellos, aunque hasta el momento sólo hemos podido ver y analizar la apertura de seis de éstos. Tuvimos, además, la oportunidad de leer acerca de los popularmente conocidos "cuatro jinetes del Apocalipsis" cuya terrible acción sobre la tierra desatará el periodo conocido como "La Gran Tribulación". Y hemos llegado a una altura de la lectura en la cual a la iglesia ya no aparece menciona por nombre, debido, según numerosos estudiosos, a que ésta ya no estará físicamente presente en la tierra en aquel tiempo.

En los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis, Jesucristo le ordenó a Juan que escribiera lo que había visto. El Apóstol, con un lenguaje humano, ofreció la visión del Cristo glorificado. Además, se le ordenó que escribiera acerca de "las cosas . . . que son". Por esta expresión entienden algunos estudiosos que se está describiendo el actual periodo de la iglesia, espacio de tiempo en el cual aún nos encontraríamos en la actualidad.

De la lectura del libro podemos deducir que la Iglesia va a ser sacada de este mundo, en una forma y de un modo que hoy por hoy nos resultan desconocidos. Es por ello que, a partir de ese momento, no la volveremos a encontrar mencionada en el Apocalipsis. En capítulos anteriores hemos podido leer acerca de las circunstancias, fortalezas y áreas de mejora de siete iglesias diferentes, y las conclusiones que extrajimos fueron tan relevantes, para los cristianos de su época, como para los de la nuestra.

A partir de los capítulos 4 y 5 es muy probable, según algunos eruditos, que la Iglesia se encuentre ya en el cielo, disfrutando de la presencia de Jesucristo, El Señor. Sobre los diferentes puntos de vista acerca de si la Iglesia y los creyentes atravesarán en la Tierra por el periodo conocido como "Gran Tribulación" hablaremos más adelante.

Evidentemente estos juicios no son contra los creyentes sino contra los no creyentes, pero sin embargo, como es lógico, éstos también se verán indirectamente afectados. Por ello, como usted podrá imaginarse, estimado oyente, no resultará ni fácil ni sencilla la existencia humana sobre la Tierra, en especial para los cristianos, cuya profesión de fe no sólo estará prohibida sino también perseguida, reviviendo persecuciones tal y como las que tuvieron lugar en el origen de la iglesia primitiva. Todo cristiano que decida mantenerse firme en la fe, sufrirá por Cristo tal y como Él sufrió, y como padecieron los Apóstoles y las primeras generaciones de cristianos.

Ahora bien una pregunta que usted podría hacerse es la siguiente: ¿Qué sucederá con la gente que se vuelva a Dios durante este período de la Gran Tribulación? Cuando estudiamos la Segunda Carta a los Tesalonicenses, vimos cómo el Apóstol Pablo abordó indirectamente este asunto, aludiendo al tiempo cuando el Espíritu Santo, que es el que detiene el mal, sea quitado de la tierra, haciendo imposible que ninguna persona se vuelva a Dios sin Su Obra, es decir, la obra del Espíritu Santo.

Es importante señalar que no hemos dicho que el Espíritu Santo haya abandonado el mundo sino que, de alguna forma, por algún tiempo, no va a detener o no va a limitar la obra de Satanás en la Tierra. Recordemos que el Espíritu Santo ya estuvo presente en la Creación, y a través de todo el Antiguo Testamento podemos encontrar la obra del Espíritu Santo trabajando en el corazón y las vidas de mujeres y hombres. Multitudes llegaron al conocimiento de Dios, por el Espíritu de Dios, pero en el día de Pentecostés, comenzó un nuevo ministerio, tal y como se narra en el libro de los Hechos de los Apóstoles, en el Nuevo Testamento de la Biblia. El cometido del Espíritu Santo es el de capacitar a los creyentes para llevar a cabo su misión en la iglesia y ser luz y sal en un mundo cegado por el pecado y pos Satanás. Por este motivo, cuando la iglesia sea quitada de este mundo, ese ministerio del Espíritu Santo finalizará, pero Su presencia seguirá en la Tierra.

¿Cómo será posible que algunas personas se arrepientan de sus pecados y se salven? Dado que nada ni nadie se opondrá al diablo, ¿quién podrá oponérsele? Durante este periodo de juicio de Dios sobre la Tierra debido a su rechazo hacia Jesucristo, ¿podrá, no obstante, ser salvo alguien?

Estimado amigo y amiga, es nuestra opinión personal que, si bien no aparece explícitamente afirmado en las Sagradas Escrituras, durante este periodo de siete años de pruebas y tribulaciones habrá más personas que se salven que en cualquier otro período de la historia de la humanidad. ¿Cómo será esto posible?" La respuesta la encontramos en este capítulo 7 del Apocalipsis.

Acompáñenos ahora a la Palabra de Dios y leamos juntos los primeros cuatro versículos de este capítulo 7 de Apocalipsis, para tener una idea más clara de lo que la visión que tuvo el Apóstol Juan en su exilio de la isla de Patmos:

1 Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. 2 Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, 3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios. 4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel. (Ap. 7:1-4)

Antes de estudiar este capítulo en detalle, conviene que establezcamos el esquema general que presenta. El Apóstol Juan está contemplando la visión de los últimos y terribles días de la Tierra y, en particular, de la Gran Tribulación, que está por venir, que no es comparable a nada que se haya podido vivir desde el comienzo de los tiempos (Mt. 24:21, Mr.13:19). En esta tribulación que ha de venir tenía que haber un asalto final de todos los poderes del mal y una devastación final de la Tierra. Los vientos estaban esperando para cumplir su misión en esta devastación, para lo cual están siendo retenidos. Antes de que venga este tiempo de terror y devastación, los fieles han de ser marcados con el sello de Dios para que puedan sobrevivir. No es que hayan de ser eximidos, sino que están a salvo, para superar la situación.

Este es un cuadro terrible; aún cuando los creyentes hayan de superar este tiempo terrible, sin embargo, tienen que sufrirlo, al menos en parte, y esta perspectiva puede hacer temblar al más valiente. Más adelante, en el versículo 9, la perspectiva temporal de Juan se amplía aún más y ve a los fieles después de la Gran Tribulación. Están en perfecta paz y satisfacción en la misma presencia de Dios. Si sus sufrimientos iniciales han sido indecibles, su gozo será también indescriptible cuando entren en la presencia de Dios.

Hay realmente tres elementos en este cuadro: En primer lugar, hay una advertencia; los últimos tiempos de tribulación están cerca. En segundo lugar, hay seguridad: en ese tiempo de destrucción los fieles sufrirán, pero saldrán a salvo al otro lado porque están marcados con el Sello de Dios. Y en tercer y último lugar, hay una promesa: Cuando hayan pasado por ese tiempo entrarán en la bienaventuranza en la que ya no habrá más dolor ni tristeza, sino sólo paz y gozo.

Esta visión se enmarca en la concepción del mundo vigente en los tiempos de cuando Juan escribió el Apocalipsis: se asumía que la tierra era plana y cuadrada, y por lo tanto, Juan vio que en las cuatro esquinas hay cuatro ángeles esperando desatar los vientos de la destrucción. El profeta Isaías habló de reunir a los esparcidos de Judá por los cuatro confines de la tierra (Is. 11:12). Para el profeta Ezequiel, "el fin viene de los cuatro extremos de la tierra" (Ez. 7:2).

Los pueblos antiguos creían que los vientos que soplaban del Norte, del Sur, del Este y del Oeste eran todos favorables; pero lo que soplaban diagonalmente a través de la tierra eran todos perjudiciales. Por eso estaban los ángeles apostados en las cuatro esquinas de la Tierra. Estaban a punto de desatar los vientos que soplaban diagonalmente. Los antiguos judíos pensaban que todas las fuerzas de la naturaleza estaban a cargo de ángeles; así leemos sobre el ángel del fuego (Ap. 14:18) y el ángel de las aguas (Ap. 16:5). Estos ángeles se llamaban "los ángeles del servicio" y eran los de menor rango entre todos los ángeles porque estaban de guardia constantemente y por lo tanto no podían guardar el sábado como día de reposo. Por ello, a los israelitas piadosos que sí guardaban este día de reposo se decían que estaban por encima de estos ángeles de servicio.

Tal y como hemos leído, a estos cuatro ángeles se les había ordenado retener los vientos hasta que se acabara la labor de sellar a los fieles. Y una de las ideas que encontramos a lo largo del Antiguo Testamento es que los vientos son los siervos y agentes de Dios. Esto se aplicaba especialmente al terrible viento conocido como Siroco, un viento tremendamente intenso del Sureste, con ráfagas tan candentes como si salieran de un horno que llegaba a secar la vegetación. El profeta Zacarías mencionó las carrozas de los vientos que se ponen en marcha después de presentarse al Señor de toda la Tierra (Zac. 6:1-5). El profeta Nahúm habló del Señor, que marchaba sobre la tempestad y el torbellino (Nahúm 1:3). El Señor avanza entre los torbellinos del Sur (Zac. 9:14). Tan terrible era el efecto del siroco que se le reservó una escena en el cuadro de los últimos días. Uno de los terrores que debían preceder al fin era una terrible tormenta. Dios destruiría a sus enemigos como hojarasca delante del viento (Salmo 83:13). El día de Dios sería como un torbellino (Amós 1:13). La tempestad del Señor sale con toda su furia y cae sobre la cabeza de los impíos (Jer. 23:19, 30:23). El viento del Señor, el siroco, vendrá del desierto y destruirá la fertilidad de la tierra.

Aparentemente, este y otros versículos sugieren que durante el período de la Gran Tribulación habrá una gran cantidad de personas que serán salvas al aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador. Ahora bien, la cuestión que podemos plantearnos es, ¿cómo van a ser salvos? Juan nos aclara esta cuestión: van a ser sellados. Pero, ¿cómo serán sellados?, podríamos preguntarnos. El Espíritu Santo estará allí, no sólo para regenerarlos sino que Él llevará a cabo un ministerio especial durante dicho período de tiempo para sellarlos. El Espíritu Santo garantiza que ellos podrán pasar a través del período de la Gran Tribulación. Y si Él no estuviera allí para sellarlos, entonces, ellos no podrían soportar ese terrible período de tiempo.

Tal y como usted habrá podido observar, nos encontramos aquí con un interludio temporal antes que se abra el séptimo sello. En la escena descrita por Juan, un ángel ordena que se detengan los vientos, los vientos del juicio, los vientos de período de la Gran Tribulación, porque es necesario sellar a esta gente; de otra manera, no lograrían pasar por ese período. Y habrá dos grandes multitudes de personas: los de la nación de Israel y aquellos que pertenecen a las naciones gentiles o no judías. Ahora, quizá alguien se pregunte: "¿Dónde está la iglesia?". La iglesia ya no está aquí en la tierra sino que se encuentra en la presencia de Cristo. Él dijo que iba a preparar un lugar para aquellos que eran salvos. Volvamos ahora a leer lo que nos dice el primer versículo de este capítulo 7 de Apocalipsis:

1 Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.

Observamos que el comienzo de este versículo: "Después de esto" indica un tiempo posterior a los cuatro jinetes del Apocalipsis, y creemos que aquí se nos está ofreciendo una vista panorámica del período de la Gran Tribulación, de la cual veremos algunos detalles más. Leamos una vez más el versículo 1:

1a Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, (Ap. 7:1a)

En cierta ocasión, un joven desconocido interrumpió al predicador, Dr. Ironside, en mitad de una conferencia y le espetó: "Ya le dije que la Biblia no era nada científica. ¿La Biblia enseña que la tierra es plana, por qué aquí dice que tiene cuatro ángulo?" El Dr. Ironside le miró con atención y tras una prologada pausa que llenó el auditorio de tensión, le respondió con absoluta calma: "Mi amigo, me sorprende usted. ¿No sabía usted que la tierra tiene cuatro ángulos?" Y este joven respondió: "No. ¿Dónde están?" Y el Dr. Ironside respondió: "Norte, sur, oriente y occidente. Esos son los cuatro ángulos de la tierra".

Si continuamos leyendo en este versículo 1 del capítulo 7 de Apocalipsis, dice así:

1b que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. (Ap. 7:1b)

Aquí se refiere a los vientos de juicio. Dios utilizará el viento en Su juicio, por Él controla el viento. Dice allá en el Salmo 148, versículo 8: El fuego y el granizo, la nieve y el vapor, el viento de tempestad que ejecuta su palabra.

Así es que, los vientos del juicio son detenidos. Y nada puede moverse hasta que Dios logre Su propósito. Y, ¿cuál será este propósito? No creemos que Dios permitirá que pase algún tiempo en esta tierra, sin que haya alguien que se vuelva a Dios, porque ese es Su propósito. No creemos que Él jamás permitiría que este mundo continuara, si es que no hubiera gente que estuviera volviéndose a Él, que estuviera acudiendo a Dios. Así es que, este será un período donde multitudes de personas, "hambrientas de Dios", acudirán a Él.

¿Está usted "hambriento de Dios", estimado amigo y amiga? Jesús dijo: "Yo soy el pan de vida, el que viene a mi no tendrá hambre, y el que cree en mi nunca tendrá sed" (Juan 6:35); "Yo soy el pan de vida" (Juan 6:48).

Con este pensamiento queremos despedimos de usted hoy. Esperamos que haya disfrutado con este programa tanto como nosotros con su amable atención. Será un placer volver a encontrarle aquí en nuestro próximo encuentro. Hasta entonces le invitamos a que siga leyendo y meditando la Palabra de Dios, la única que es viva y eficaz para guiar su vida y saciar su hambre espiritual.

¡Que Dios le bendiga!

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