Estudio bíblico de Apocalipsis 9:7-21

Apocalipsis 9

Versículos 7-21

Continuamos hoy, amigo y amiga oyente, nuestro apasionante recorrido por el interesante libro de Apocalipsis, un libro profético que nos ofrece una aproximación a los hechos y eventos que ocurrirán en la Tierra, en el tiempo que Dios ha determinado. No todo es negativo, a pesar de que la mayor parte de este libro, que es la Palabra de Dios, habla de juicios y muchas catástrofes, de muertes y sufrimientos. Es inevitable que "toda acción, trae una reacción". Nuestro hermoso "planeta azul", como algunos lo llaman, está sufriendo unos cambios dramáticos por el mal uso, y el abuso egoísta, que los seres humanos hacemos de sus recursos. Pero el libro de Apocalipsis va mucho más allá. Pero, a la vez que nos describe unas escenas dantescas, también nos describe la majestad y la gloria del Cielo, el lugar preparado por Aquel que es el propietario absoluto de todo el Universo, y reina en el Cielo. A ese Cielo accederemos todos los que hemos creído en Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador, no por ser mejores, o haber dado más ofrendas y limosnas, o participado en actos benéficos, o cualquier cosa que pudiéramos considerar como merecedores de más "puntos", y por ello ser más buenos. Allí estaremos los que hemos aceptado el regalo de la salvación.

En nuestro anterior programa habíamos llegado al versículo 6 del capítulo 9. Para refrescar nuestra memoria, y darle un poco de orientación a los estimados oyentes que hoy se incorporan por primera vez a este espacio, diremos que el apóstol Juan, discípulo de Jesucristo y autor de estas revelaciones proféticas que recibió por medio de visiones, nos describe todo lo que vio y oyó, tanto en el Cielo, como lo que ocurrirá en la Tierra. Jesucristo, en la gloria del Cielo, ha abierto un documento que tenía siete sellos, y al romper cada sello algún evento ocurría en la Tierra. Vimos en el programa anterior que, abierto el séptimo sello, se presentaron siete ángeles, cada uno con una trompeta delante de Jesucristo. Sucesivamente, con el sonar de las cuatro primeras trompetas hubo destrucción y muerte, en la naturaleza y entre los habitantes de la Tierra. Hoy comenzaremos nuestro estudio con el versículo 7. Ya ha sonado la quinta trompeta, y comentamos anteriormente que ésta, y las dos restantes trompetas son llamadas por Juan, "las trompetas de los ayes".

Hemos visto que al tocar esta quinta trompeta, del humo salieron enjambre de langostas capaces de infligir un atroz dolor como el de la picadura de un escorpión. Para ayudarnos en nuestra comprensión de la gravedad de esta plaga, el apóstol describe a estas langostas en los versículos 7 al 10 de este capítulo 9 de Apocalipsis. Leamos estos versículos:

7 El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro; sus caras eran como caras humanas; 8 tenían cabello como cabello de mujer; sus dientes eran como de leones; 9 tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla; 10 tenían colas como de escorpiones, y también aguijones; y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses. (Ap. 9:7-10)

La descripción de estas langostas es aterradora, misteriosa. Sin embargo, hay una cierta similitud con las langostas de Palestina.

El Dr. Marvin Vincent escribió lo siguiente en su comentario sobre Apocalipsis: "La similitud de la langosta a un caballo, especialmente a un caballo con armadura, es tan sorprendente que este insecto es llamado en el idioma alemán "heupferd" (pronunciado: hoiferd), es decir, caballo de heno; y en italiano es "cavaletta". Este es el nombre que se les ha dado a estas langostas. Juan nos dice que las caras de las langostas se asemejaban a las caras de los hombres, y que las antenas de las langostas pueden ser comparadas al cabello de una muchacha. El profeta Joel comparó los pies de la langosta con los de un león, en Joel, capítulo 1, versículo 6.

En cuanto a este ruido o sonido extraño que producen las langostas, el Dr. Vincent cita a Olivier, un escritor francés: "Es difícil expresar el efecto que nos produce el ver llenarse toda la atmósfera, todo cuanto alcanza abarcar la mirada, y hasta una considerable altura, de innumerable insectos cuyo vuelo es lento y uniforme, y producen un sonido que se asemeja al de la lluvia".

Estos extraños insectos, estas langostas con cola de escorpión serán un arma que Dios utilizará en el período de la Gran Tribulación. "...tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses". Eso significa que serán cinco meses de terrible agonía para aquellos que hayan sido atacados por esos extraños insectos. Pero recordemos lo que leímos en el versículo 4 que vimos en nuestro programa anterior: su poder era limitado, y se les prohibió que dañasen la vegetación. Sus víctimas eran "los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes", es decir, los incrédulos. Continuamos con el versículo 11 de este capítulo 9 de Apocalipsis, leemos:

11 Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión. (Ap. 9:11)

Otra característica que diferencia a estas langostas de las comunes es que éstas tendrán un rey sobre ellas. Este rey que se menciona aquí es uno de los ángeles caídos; lo que nos hace pensar que es el hombre de confianza, el secuaz principal de Satanás, y a él se le permite, por primera vez, encabezar esta invasión de la Tierra. Será algo verdaderamente aterrador. En Hebreo su nombre "Abadón" significa "destrucción", y en griego es "destructor", en ambos casos tiene el mismo significado. Esta visión de la invasión de las langostas confirma lo que profeta Daniel escribió acerca del mundo de los demonios, los ángeles caídos. Daniel reveló que los demonios están divididos en jerarquías de diferentes grados; que hay generales, coroneles, tenientes, sargentos, y soldados rasos. Es interesante notar que todo lo que ocurre en las esferas celestiales tiene su imitación en las esferas satánicas. Porque los ángeles de Dios tienen categorías y rangos distintos, como lo vimos al estudiar la carta del apóstol Pablo a los Efesios. Continuamos con el versículo 12 de este capítulo 9 de Apocalipsis, leemos:

12 El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto. (Ap. 9:12)

El primer de los ayes, la quinta trompeta, ha sido el que acabamos de contemplar, la terrorífica e infernal invasión de langostas que cubrían toda la Tierra. Creemos que este evento que se anuncia de 5 meses de duración, tendrá lugar en la última mitad del período de la Gran Tribulación, durante los últimos tres años y medio. Aparentemente, los últimos dos ayes, la sexta y séptima trompeta, cubrirán el período restante. Ahora, hay la advertencia aquí, que indica que vendrán catástrofes mayores. Llegamos ahora a la sexta trompeta, al segundo "ay". Leamos los versículos 13 y 14:

13 El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, 14 diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates. (Ap. 9:13-14)

Cuando el sexto ángel tocó la trompeta, se escuchó una voz de mando que provenía de los cuernos del altar de oro. Ese altar de oro vincula el siguiente juicio con las oraciones del oprimido pueblo de Dios. El sexto ángel no sólo toca la trompeta, sino que recibe la orden de desatar a cuatro ángeles que estaban atados en el río Éufrates. La orden es dada por una voz que proviene del altar. ¿De quién es esa voz? Aquí se nos dice: Y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro. Bueno, estimado amigo oyente, es Jesucristo quien da las órdenes. Él ha abierto el séptimo sello, y este séptimo sello dio comienzo a las 7 trompetas, evento que nos llevará a otros conjuntos o grupos de símbolos y representaciones que veremos más adelante, como son las siete personalidades, y las siete copas de la ira.

Ahora, estos ángeles atados evidentemente son demoníacos, perversos, porque si no, no estarían atados. Dejarlos en libertad desatará una ola de destrucción en la Tierra. Estos cuatro ángeles se encontraban atados y aparte de los demás; creemos que es debido a la enormidad de sus crímenes.

Ahora, ¿por qué estaban ellos atados en ese lugar en particular, junto al río Éufrates? Aunque esto es algo difícil de explicar, la importancia de esta zona en las Escrituras no puede ser dejada de lado. El jardín del Edén se encontraba en alguna parte de esta área. Allí comenzó el pecado de la humanidad, y allí se cometió el primer asesinato. Allí se llevó a cabo la primera guerra, y allí fue donde comenzó el Diluvio y se extendió sobre toda la Tierra. Y aquí es donde se erigió la Torre de Babel. A esta zona fueron llevados los israelitas a sufrir la cautividad babilónica. Babilonia fue la fuente de la idolatría, y aquí tenemos la ola final del pecado que cubrirá la Tierra durante el período de la Gran Tribulación.

Se considera que el río Éufrates señala la división entre el Oriente y el Occidente. Fue Kipling quien dijo: "El oriente es el oriente, y el occidente es el occidente, y nunca llegarán a reunirse". Bueno, ese es cierto hasta cierto punto. Quizá ha habido una reticencia cultural y restricciones ideológicas que han contenido a las multitudes del Oriente para no cruzar las fronteras de lo que se considera el Occidente; pero algún día ese freno será roto. Fue Napoleón quien dijo: "China es un gigante dormido, y que Dios tenga piedad de la generación que lo despierte". Bueno, el Continente Asiático, ya se ha despertado, está muy despierto y activo; allí se encuentra una cuarta parte de la población del mundo; y si consideramos los pueblos del "lejano oriente", entre el río Yang Tse Kiang o río Azul, y el río Éufrates, allí se concentra la mayor población del mundo. Supongamos que los habitantes de esas regiones comiencen a desplazarse, a avanzar hacia las regiones consideradas ya como el Occidente; eso es lo que ocurrirá algún día. Desde la época de Alejandro Magno, el río Éufrates ha sido la franja divisoria entre esos dos mundos.

Quizá recordará, estimado oyente, que el profeta Zacarías, cuyo libro profético ya estudiamos hace algún tiempo, en el capítulo 5 ubica a Babilonia como el último baluarte de la religión falsa. Y ese será el último baluarte de Satanás. En la primera parte del versículo 15 de este capítulo 9 de Apocalipsis, leemos:

15a Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, (Ap. 9:15a)

Debemos tomar esta declaración de manera literal, amigo, amiga oyente. La hora exacta ha sido señalada, conforme leemos en la segunda parte de este versículo 15:

15b a fin de matar a la tercera parte de los hombres. (Ap. 9:15b)

Al tocarse esta sexta trompeta, una tercera parte de la población del mundo será quitada. Ya hemos visto que murieron una cuarta parte de los habitantes del mundo, con la apertura del cuarto sello (6,8); y ahora, una tercera parte es quitada; más de la mitad de la población de la Tierra ha sido destruida en el período de la Gran Tribulación. No nos sorprende entonces que el Señor Jesucristo hubiera dicho: Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salva. (Mt. 24:22). Continuemos con el versículo 16 de este capítulo 9 de Apocalipsis, dice:

16 Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número. (Ap. 9:16)

El tamaño de este ejército es grandioso. El apóstol recalca que él oyó claramente el número de doscientos millones. Entre China, India, y Japón se podrían reunir esa cantidad de hombres para el mismo día de mañana.

Lo que aquí tenemos es una invasión total del mundo por los demonios, representado por medio de las langostas. Están motivados para luchar en una guerra mundial. En realidad, hasta el presente no hemos tenido una verdadera guerra mundial donde todas las naciones del mundo haya participado, pero eso sí tendrá lugar en el período de la Gran Tribulación. Aquí tenemos un inmenso ejército de doscientos millones, aunque Juan no comenta si está formado por seres humanos. Podría ser factible reunir un ejército tan numeroso, pero también la realidad es que, creemos, se trata de una invasión de los demonios, por el hecho que Satanás abrió la puerta del pozo que lleva al abismo (capítulo 9, ver. 1). La siguiente descripción de estos jinetes confirma este hecho. Leamos los versículos 17 y 18 de este capítulo 9 de Apocalipsis:

17 Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo y azufre. 18 Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca. (Ap. 9:17-18)

Numerosos estudiosos bíblicos opinan que aquí se hace una referencia al poderío de los tanques, preparados para la guerra. Bueno, no nos oponemos a esta posibilidad. Pero, no podemos afirmarlo con toda certeza. Estamos hablando aquí de un período que aún está en el futuro. Podría ser correcta esa interpretación, pero nos imaginamos que para entonces habrá un armamento mucho más refinado y sofisticado del que existe en la actualidad.

Los colores de las corazas de estos jinetes son llamativos. El fuego es un rojo vivo, el zafiro tiene un color azul oscuro, y el azufre es de un color amarillento. El apóstol describe el caballo como el animal de esta guerra. Lo que está sucediendo ahora, en realidad es que el sub mundo de los demonios está batallando contra la Humanidad. Estas criaturas resultan fuera de lo común, y probablemente son demonios o seres controlados por los demonios. Aquí tenemos una descripción literal de ellos. El Dr. William R. Newell dice en su libro sobre Apocalipsis, lo siguiente: "Cree, y, prácticamente no necesitarás ningún comentario adicional". El problema de muchas personas es que, cuando llegan al libro de Apocalipsis dicen: "es muy difícil de comprender, e imposible de interpretar", y por lo tanto no pueden creer en el mensaje de Apocalipsis. Si simplemente se cree que está leyendo la Palabra de Dios, entonces creerá lo que está leyendo, y todo se hace mucho más sencillo. Fuerzas infernales, demoníacas estarán desatando su furia en este período. Volvamos a leer el versículo 18:

18 Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca. (Ap. 9:18)

Estas tres plagas mencionadas aquí, son plagas reales que debemos tomar de manera literal; el fuego es literal, y también lo es el humo y el azufre. Creemos que el mundo, toda la Humanidad, en el período de la Gran Tribulación, será peor que en los tiempos de Sodoma y Gomorra. Hay muchas características similares que se acentuarán en ese espacio de tiempo. Hoy en día hay muchas prácticas que van en contra de las leyes de Dios, y sin embargo son considerados ya normales, aceptables en el actual estilo de vida. La ética y la moral dejarán de tener sentido y serán dejados de lado, como andrajos de los cuales conviene despojarse, para vestirse con una vestimenta más moderna de tolerancia y aceptación que satisfaga las apetencias personales de cada individuo. Dios ha puesto límites al ser humano, pero éste, en su auto-suficiencia y libre albedrío, se ha rebelado contra cualquier ley que pudiera coartar su libertad. Y como antaño, en la tierra de Sodoma y Gomorra, Dios dijo "basta ya".

Sigamos adelante. 18Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres. Una tercera parte de la población mundial ha muerto, y una tercera parte del medio ambiento, la naturaleza, ha sido afectada por los juicios que vimos anteriormente, pero la Humanidad no había sido tocada con juicios de esta magnitud hasta ese momento. Si en ese tiempo la población del mundo fuera de sólo 6.000 millones, esto indicaría que dos mil millones de personas morirían. Recordemos que una "cuarta parte de la población mundial ya había muerto bajo el juicio del cuarto sello. El que la población del mundo pueda ser diezmada de manera tan terrible parecía incomprensible, hasta que cayó la primera bomba atómica sobre Hiroshima. A partir de ese trágico evento, los hombres han comenzado a utilizar un lenguaje más aterrador aun que el de este libro de Apocalipsis. Ahora ya se habla con toda naturalidad sobre la existencia real de armas que podrían lograr la aniquilación total de los habitantes de la tierra. Pero el Señor Jesucristo dijo que Él no iba a permitir eso. Él dijo: Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo. (Mt. 24:22). En el versículo 19 de este capítulo 9 de Apocalipsis, leemos:

19 Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas, y con ellas dañaban. (Ap. 9:19)

Por la descripción de estos caballos se desprende que no se trata de los nobles animales que conocemos, no se parecen en nada. Son capaces de dar muerte con sus bocas, porque Juan escribe que de su boca salían fuego, humo y azufre, que serán las tres plagas que darán muerte a la tercera parte de los hombres. No sólo matan los caballos con sus bocas, sino que también hieren con sus colas serpentinas. En los dos últimos versículos de este capítulo 9 de Apocalipsis, los versículos 20 y 21, leemos:

20 Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; 21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos. (Ap. 9:20-21).

Estimado amigo y amiga oyente, antes de concluir el programa de hoy queremos decir lo siguiente. La palabra que se ha traducido aquí por "hechicería" proviene de la palabra griega "farmakeia". De allí viene la palabra "farmacia", e indica "prácticas relacionadas con drogas". Será un período en el que no se podrá controlar el uso de las drogas. ¡Qué cuadro dantesco y terrible! Vamos a detenernos aquí.

En el próximo programa comenzaremos el capítulo diez, y le invitamos a acompañarnos. Como siempre, pedimos a Dios que bendiga Su Palabra que hemos meditado juntos, en este espacio radiofónico. Y recuerde, estimado amigo, amiga, que si todavía no tiene una relación personal con Dios, como un hijo, una hija con su padre, hoy está a tiempo para acercarse a Dios y pedirle el perdón total de sus pecados, porque Jesucristo ya ha pagado con su vida el precio para la cancelación de la deuda que tiene con Dios. ¡Qué Dios le bendiga!

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