Estudio bíblico de Apocalipsis 20:4-9

Apocalipsis 20

Versículos 4-9

Continuamos, estimado amigo, amiga oyente, nuestra incursión en el relato cronológico de las profecías que el apóstol y evangelista Juan reseñó en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis. Hemos llegado ya al capítulo 20 de este importante libro que nos advierte, de parte de Dios, de los acontecimientos que un día enfrentará este planeta. Apenas tres capítulos nos separan del final, pero quedan muchos temas que veremos en nuestros próximos programas. Hoy comenzaremos leyendo nuevamente los versículos 4 al 6 del capítulo 20:

4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. 5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. 6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.

El apóstol Juan utiliza en los primeros 9 versículos del capítulo 20 de Apocalipsis la expresión "mil años" en seis ocasiones. Recordemos que en la actualidad existen tres criterios respecto a este tema de los "mil años" del reinado del Señor Jesucristo en la Tierra. Está la postura pre-milenarista, que defiende la interpretación de que se trata de un periodo de tiempo literal de mil años durante los cuales Jesucristo, en cumplimiento de numerosas profecías del Antiguo Testamento, reinará sobre la Tierra. La postura post-milenarista, en cambio, explica el texto bíblico como un periodo simbólico de mil años que correspondería a una era de justicia y prosperidad espiritual, que se iniciaría con la propagación del Evangelio y que culminaría con el regreso de Jesucristo. La tercera postura se llama A-milenarista e interpreta los mil años como una simple alusión simbólica a un periodo extenso de tiempo que ya se habría cumplido en la Iglesia.

La primera iglesia cristiana, la que se formó después de Pentecostés, creía en los mil años literales. En el griego se utilizaba la palabra "kiloísmo", que significa, efectivamente "mil". La iglesia primitiva creía en lo que era conocido entonces como "kilias", y ése era su mensaje y predicación. Aquellos que rechazaban esta interpretación eran considerados como "en un estado de herejía".

Más adelante comenzaron las diversas corrientes de interpretación, cuando se pensó que quizá los mil años serían una consecuencia del ministerio de la Iglesia. Que la iglesia produciría un "mundo perfecto", y que Jesucristo podría venir y encontrar este mundo funcionando de una manera ordenada, y en paz. Pero este pensamiento es contrario a lo que leemos en este texto bíblico. Jesucristo vendrá con juicio, y si todas las naciones estuvieran en orden, disfrutando de una espléndida paz y un bienestar de justicia y prosperidad, entonces Él no tendría que afrontar ninguna situación de rebeldía, no habría ni guerra o juicio. Hubo una época en la que teólogos y religiosos pensaban y creían que la Iglesia iba a formar un reino aquí en la tierra. En el año 1.883, un comentarista llamado Justino A. Smith hizo la siguiente declaración: "? qué fuerza más tremenda es la del Cristianismo en la actualidad, cuando ya se ha dicho todo. ¿Cómo se puede concebir que este auspicioso poder, que tan rápidamente se está apoderando de toda la Tierra, pueda ir a parar en esa imbecilidad que parecen predecir algunos de los que defienden el Milenio?" Hasta aquí la cita. Estimado amigo, amiga oyente, hace sólo algo más de un siglo a los que interpretamos La Biblia, las profecías de manera "literal" nos hubieran acusado de ser pesimistas. Creemos que la situación de nuestro planeta va degenerando, a todos los niveles, y que habrá una apostasía abierta y resistente a las enseñanzas de Jesucristo, y a Su Iglesia.

Hace algo más de un siglo atrás, el Cristianismo era vigoroso y la predicación del Evangelio atraía a millones de personas hambrientas de la Palabra de Dios. Se estaba convencido de que el Evangelio de las "Buenas Noticias" se extendería por todo el mundo, y que llegaría a influenciar a los gobiernos y las naciones con el mensaje de paz, amor y justicia de tal manera que esas virtudes serían adoptadas universalmente, creando así un mundo estable, justo y en paz. Obviamente, no fue así, y este planeta sufrió dos contiendas a gran escala, las dos guerras mundiales, que trajeron la muerte y el sufrimiento a miles de millones de personas.

Bueno, estimado amigo, amiga oyente, la triste realidad es que, la así llamada civilización europea, o civilización cristiana, se está desintegrando, y sus gobiernos, y la sociedad que los compone, ya poco tienen que ver con los principios originales que le dieron una fortaleza espiritual.

El Dr. Charles Hodge, un estudioso de La Biblia y destacado teólogo, dijo lo siguiente: "El tema de las profecías no puede ser discutido correctamente si no se ha realizado un estudio profundo de todas las enseñanzas proféticas de las Escrituras, tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. Esta tarea no puede desarrollarse satisfactoriamente por una persona que no ha realizado un estudio profundo y exhaustivo de las profecías, y lo ha hecho su especialidad".

Hoy en día, en nuestra actualidad encontramos que hay mucho interés en el tema de las profecías. Creemos que las profecías constituyen una materia muy importante, de hecho es una materia vital. El autor de estos estudios bíblicos, que presenta "La Fuente de la Vida", el Dr. J. Vernon McGee, afirmaba que él había estudiado estos temas durante más de 40 años, y que les había prestado una atención especial. En cierta ocasión se le preguntó acerca del motivo por el cual él hablaba con tanta insistencia acerca de la profecía. El Dr. McGee respondió que le preocupaba la ignorancia y el profundo desconocimiento que observaba hasta en personas que se dedicaban a la enseñanza bíblica.

Ciertas sectas y grupos religiosos se han aventurado en establecer fechas para ese gran evento que se denomina "el arrebatamiento de la Iglesia", que es cuando Dios, de una manera sobrenatural recogerá a todos los creyentes genuinos en la fe en Jesucristo, en un instante, y los llevará al Cielo, justo antes del comienzo del período llamado "la Tribulación". Todos los que se arriesgaron a dar una fecha determinada, resultado de equilibrios matemáticos y bíblicos, han tenido que desdecirse. No creemos que se pueda predecir ni fijar fecha alguna en términos absolutos. Este evento podría ocurrir el día de mañana, o cualquier otro día. Dios tiene Su propio horario, Su propio plan, Su propio programa, y no ha sido revelado en qué día, año o mes este evento que marcará el comienzo de los "últimos días", los siete años que constituyen el período más difícil y doloroso en toda la historia de la Humanidad. Pero sí, por muchos detalles estamos viendo la preparación del adecuado escenario para que se cumplan todas las profecías que ya fueron anunciadas en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.

Bien, en la primera parte del versículo 4 del capítulo 20 de Apocalipsis, leemos:

4a Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús

El apóstol Pedro, en su segunda epístola, capítulo 1, versículo 20 escribió: "Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada." O sea, que no es admisible sacar un versículo de las Sagradas Escritura, fuera de su contexto, aisladamente y utilizarlo como base para una doctrina; es necesario tener, además, la corroboración, la confirmación, de otras Escrituras. Un texto bíblico, como el que estamos contemplando, es una declaración de hechos literales, que calzan en el programa completo de la profecía que hemos estado siguiendo. El tratar de reducir y cambiar este texto e interpretarlo en términos de símbolos figurados, transformarían este pasaje en algo incomprensible.

Creemos que los tronos son tronos literales. Los mártires, son mártires genuinos. Jesucristo es literalmente el Hijo de Dios, y Salvador nuestro. La Palabra de Dios es literal. La Bestia, la imagen y la marca de la Bestia, es literal. Y los mil años, el reino del Milenio, son literales. Todo es literal, y los mil años, significa nada más, ni nada menos que mil años. Si Dios hubiera querido decir que ese período era eterno, pues, creemos que así lo habría afirmado. Si Dios ya nos reveló tantos detalles concretos, ¿por qué diría Dios algo diferente a lo que realmente quiso decir? Cuando Dios dijo "mil años", estimado amigo, amiga oyente, más vale creerle, porque Él así lo afirmó.

Ahora, la palabra "resurrección" que aquí se menciona es interesante, porque es la misma palabra que el apóstol Pablo usa en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 15, para la resurrección de Cristo y de los creyentes, y significa una resurrección corporal, como lo indica la palabra del texto original en griego "anastasei."

El apóstol Juan escribió: "Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos." ¿Quiénes son los que se sentaron? Creemos que deben ser aquellos que participaron en la primera resurrección, a todos los que fueron salvos a través de todas las edades. Permítanos repetir lo siguiente: la primera resurrección comenzó con la resurrección de Jesucristo. Esta primera conquista sobre la muerte posibilita la resurrección de la Iglesia, durante el "arrebatamiento, o la salida de los creyentes de la Tierra, antes del comienzo de la Gran Tribulación, como ya lo hemos estudiado en Apocalipsis, capítulo 4. Ahora, al finalizar los siete años de la Gran Tribulación, ocurrirá la resurrección de los santos de la tribulación, que serán las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la Palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y también la resurrección de los santos del Antiguo Testamento, como vimos en el capítulo 12 del profeta Daniel, versículo 1 y 2. Dios sigue Su plan, Su guión de los eventos. Esta no es una idea ingenua, o un producto de una mente fantasiosa. Este es un programa organizado y detallado que Dios determinó, que Él ha presentado en Su Palabra, y que Él concluirá según Su plan y propósito.

Los santos de la tribulación y los santos del Antiguo Testamento evidentemente reinarán en esta Tierra con el Señor Jesucristo durante el Milenio. La Iglesia, todos los creyentes que fueron quitados del planeta en el "arrebatamiento", la esposa de Cristo, residirá en la Nueva Jerusalén, donde reinará junto con Él, desde ese lugar tan relevante, pero además, creemos, que también sobre gran parte de la creación de Dios. Ya vamos a ver esto en el próximo capítulo. Cristo se trasladará de la Nueva Jerusalén, ubicada en el Cielo, a la antigua ciudad de Jerusalén en la Tierra. La iglesia también se trasladará de un lado hasta el otro, desde su hogar celestial y la Tierra. Multitudes de personas de Israel y como también de los Gentiles vivirán en el período del Reino del Milenio, con sus cuerpos físicos naturales, al no haber muerto antes, y estos serán los que, junto con aquellos que nacerán durante el Milenio, los que serán probados durante ese período.

Así como el Señor Jesucristo, después de Su resurrección, ya con un cuerpo glorificado, se mostró, y anduvo, con Sus apóstoles y cientos de seguidores, así mismo, la Iglesia, los creyentes, en un cuerpo glorificado, se mezclará con las multitudes que vivan en sus cuerpos naturales, aquí en la Tierra. Todos los miembros de la Iglesia, que habían sido recogidos anteriormente y llevados al Cielo, regresarán nuevamente a la Tierra, pero con cuerpos glorificados.

Ahora, en el versículo 6, se nos dice que ellos serán sacerdotes de Dios y de Cristo. Esta mención se refiere exclusivamente a la nación de Israel, y ése es el propósito original de Dios para Israel. Dios dijo en Éxodo, capítulo 19, versículo 6: "Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel." Ahora, Abraham fue un sacerdote en su familia. Leví fue el sacerdote de la tribu, con la familia de Aarón sirviendo como el sumo sacerdote. En el reino teocrático sobre esta tierra, toda la nación de Israel llegará a ser sacerdotes.

En las Sagradas Escrituras encontramos más profecías acerca del Milenio que sobre cualquier otro período. El Reino fue el gran tema de los profetas del Antiguo Testamento. Hay mucho silencio alrededor de las profecías de los profetas del Antiguo Testamento. Sin embargo mucha gente está esperando algo y a alguien que pueda ofrecer, y garantizar, la paz entre las naciones y la justicia y la prosperidad de todos los pueblos. Ese anhelo de un gobierno universal, que distribuya con más justicia los recursos de nuestro planeta, fomentará la llegada al poder, y al escenario mundial, del líder político que prometerá satisfacer todas las necesidades, pero que se transformará en el dictador mundial absoluto. Nuestra Tierra no conocerá la verdadera paz y justicia hasta que no llegue el período del Milenio, el Reino de Jesucristo sobre la Tierra.

Leamos ahora los versículos 7 al 9 de este capítulo 20 de Apocalipsis:

7 Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, 8 y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. 9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.

Todo el libro profético de Apocalipsis es un relato cronológico de los últimos eventos que ocurrirán durante los últimos tiempos de nuestra Tierra. Aquí se nos describe la última rebelión de Satanás y de hombres que él embaucará, en su último intento de derrocar a Dios. El Milenio será un período de prueba bajo el cual los hombres, la población mundial, vivirán bajo condiciones ideales, perfectas. Y como lo demuestra este texto, tan pronto como Satanás es liberado de su cautiverio, una gran multitud que había estado bajo el Reino personal de Cristo, y bajo circunstancias ideales, se dejarán seducir y seguirán a Satanás, el Diablo, el engañador, o como también se le denomina, la Serpiente antigua, el Dragón. Como ya mencionamos, no sólo serán multitudes de personas que constituirán la población mundial y que presenciarán el comienzo del Milenio bajo la autoridad del Señor Jesucristo, sino que multitudes nacerán durante el Milenio. Eso lo podemos confirmar al leer en el libro del profeta Isaías, capítulo 11, versículo 6; y también en el capítulo 65, y versículo 20.

Éste será un tiempo histórico en el que ocurrirá la mayor explosión demográfica de la Humanidad sobre la Tierra. Bajo el reinado del Señor Jesucristo se eliminará la enfermedad, y la maldición del pecado será quitada de la tierra física, la cual producirá suficiente alimento como para nutrir a esta gran población mundial. Pero, sólo una cosa no cambiará de naturaleza, y eso será el corazón humano, que no cambiará, a pesar de vivir en un clima de total paz, justicia y prosperidad. Muchos aún le darán la espalda a Dios, y se dejarán engañar al seguir a Satanás, una vez que él sea soltado de su prisión en el abismo, al final de los mil años del reinado del Señor Jesucristo.

Esto parece increíble, ya que bajo la autoridad de Jesucristo todas las necesidades podrán ser cubiertas, con justicia y equidad. Pero, parece que en realidad no es ese estado ideal el que aspira el ser humano. Lo que hará que esta gente anhele salir de la férrea disciplina de Jesucristo y del orden que Él instaurará, será el deseo de vivir libremente "a su propia manera", sin control, sin acatar la autoridad superior de Aquel que es un Juez justo, nuestro Señor Jesucristo.

Vamos a finalizar con este pensamiento, y continuaremos con este mismo tema, que trataremos más ampliamente en nuestro próximo programa. Esperamos que usted nos pueda acompañar y nos permitimos sugerirle que continúe leyendo este capítulo 20 hasta el final, para estar más familiarizado con los siguientes temas que abordaremos en nuestro próximo estudio.

Continuamos pidiendo a Dios que Él bendiga Su Palabra que hemos compartido hoy con usted, estimado amigo, amiga oyente. Oramos para que el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, le revele el amor infinito, incondicional que Dios tiene para usted, y para que pueda experimentar, personalmente la Luz y la Paz de la Verdad, que inunda cada alma que se acerca y acepta a Jesucristo como su Salvador y Señor.

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