Estudio bíblico de Génesis 3:14-4:5

Génesis 3:14-4:5

Concluíamos el programa anterior con el comienzo del alejamiento de Adán y Eva de su Creador. En los versículos siguientes podemos ver las consecuencias de aquella gran tragedia y a Dios actuando como juez frente al ser humano. Pero también podemos contemplar a Dios empezando a desarrollar su propósito para el futuro. Leamos el capítulo 3:14,

"Y el Señor Dios dijo a la serpiente: Por cuanto has hecho esto, maldita serás más que todos los animales, y más que todas las bestias del campo; sobre tu vientre andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida."

En aquel tiempo, la serpiente no era una criatura que se arrastrase, Debió ser bastante diferente a como la imaginamos hoy, hasta que cayó bajo el juicio de Dios quien pronunció, en efecto, un juicio sobre Satanás, que tuvo graves consecuencias para el hombre. Leamos el versículo 15:

"Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; ésta te herirá en la cabeza, y tu le herirás en el calcañar."

Este versículo es importante, por ser la primera profecía de la venida del Mesías, el Salvador del mundo. Voy a leerlo otra vez, aclarándolo un poco más.

"Y pondré enemistad entre ti (es decir Satanás) y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; ésta (es decir Cristo) te herirá en la cabeza, y tu le herirás en el talón." Esta es una declaración sumamente importante. El pensamiento predominante no se centra en la victoria final sino en una lucha prolongada e incesante. Se había iniciado una larga lucha entre el bien y el mal, que es lo que encontramos precisamente en el resto de las Sagradas Escrituras. Siglos más tarde y durante su vida en la tierra, el Señor Jesucristo, hablando a los judíos incrédulos, se refirió a esta lucha con estas palabras del Evangelio según S. Juan, capítulo 8:44,

"Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. El fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza porque es mentiroso y el padre de la mentira."

El "diablo" es Satanás. El Señor Jesucristo hizo una distinción entre los hijos de Dios y los hijos de Satanás. El apóstol Juan menciona otra vez este conflicto en su primera carta, capítulo 3:10, con estas palabras:

"En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano."

Aquí hay un conflicto, una lucha, y la realidad de que hay dos simientes en este mundo. Habrá una victoria final, pero la lucha será prolongada y continua. Cada ser humano debe enfrentarse con la tentación y tiene que vencer su propia batalla. Antes de que Jesucristo viniese, se podía alcanzar la victoria a través de la obediencia de la fe. Después de la venida de Cristo, hemos de identificarnos con El, también por medio de la fe para poder vencer. Por ello, la pregunta crucial es, ¿qué significa ser salvo? Significa estar en Cristo, es decir, unido a Cristo.

Entre los órdenes de la creación --los ángeles, el ser humano y los animales-- a estos últimos no se les dio la opción de elegir, pero el hombre y los ángeles, sí pudieron elegir. En este relato vemos la elección realizada por el ser humano, quien tomó una decisión, y ha sido hecho responsable de ella.

Observemos que el último versículo del pasaje que comentamos, Génesis 3:15, habla de la simiente de la mujer y no de la simiente del hombre. Porque aquí se encuentra, al menos, una insinuación del nacimiento virginal de Cristo. y la promesa de la llegada de un Salvador. Cuando Dios fue al jardín del Edén buscando al hombre, le preguntó. ¿dónde estás? Hay libros de religión que hablan de la historia de la búsqueda de Dios por parte del hombre. Esta no es la actitud de Dios. La salvación es la búsqueda del hombre por parte de Dios. El hombre se ha apartado, se ha alejado de Dios. Y Dios fue a buscarle, llamándole con aquellas palabras: "¿dónde estás?" Este llamado ha sido descrito así:

Es el llamado de la justicia Divina, que no puede pasar por alto el pecado. Es el llamado del dolor Divino, que se lamenta por el pecador. Es el llamado del amor Divino, que ofrece redención por el pecado.

Esta búsqueda, llevada a cabo por Dios, está narrada por todas las Sagradas Escrituras. Por ejemplo, el apóstol Pablo escribió en su carta a los Romanos capítulo 3:11: " . . . no hay quien busque a Dios". El Señor Jesús dijo a sus discípulos: "Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os escogí a vosotros.", tal como dice el apóstol Juan en su Evangelio, capítulo 15:16. Y en cuanto a nosotros, creo que podríamos repetir con él, las palabras de su primera carta, capítulo 4:19, "nosotros le amamos, porque El nos amó primero". Dios busca al ser humano y le ofrece salvación. Pero tendrá lugar una larga lucha.

Después del juicio proferido por Dios contra Satanás, leemos acerca del juicio sobre aquella primera pareja de seres humanos, en el versículo 16:

"A la mujer dijo: En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti."

Este es el juicio sobre la mujer. Ella dará luz con dolor a los hijos. Es interesante observar que aquello que trae alegría en la vida y produce la continuidad de la familia humana, vendrá por medio de sufrimiento.

Los versículos 17 al 19 continúan con la declaración de juicio de Dios:

"Entonces dijo a Adán: Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené, diciendo: No comerás de él, maldita será la tierra por tu causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y abrojos te producirá, y comerás de las plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás."

El juicio sobre el hombre comienza con la tierra que, hasta ese momento, había sido una fuente de bienestar, pero que ahora forma parte del juicio de Dios. Más allá de estos juicios, diferentes para la mujer y el hombre, Dios le anuncia al hombre, y por extensión al género humano, que le sobrevendrá la muerte. ¿Qué es la muerte? En un sentido físico, es la separación que se produce en la persona, del espíritu y alma, del cuerpo. El libro del Eclesiastés dice, en el capítulo 12:7: "Entonces volverá el polvo a la tierra como lo que era, y el espíritu volverá a Dios que lo dio". Al final, el hombre deberá presentarse ante Dios, sea salvo o esté perdido. Pero Adán no murió físicamente el día en que comió del fruto prohibido, sino hasta que pasaron más de 900 años. Lo realmente importante fue que murió espiritualmente en el momento en que desobedeció. El se separó de Dios y la muerte es separación, Cuando el apóstol Pablo escribió su carta a los Efesios y les dijo que estaban muertos "en sus pecados "no quería decirles que estaban muertos físicamente, sino espiritualmente, es decir, que estaban separados de Dios. Y en aquella maravillosa parábola del hijo pródigo, que se encuentra en el Evangelio según Lucas, capítulo 15, nuestro Señor relató la historia de aquel joven que abandonó a su padre. Cuando, arrepentido, regresó, el padre le dijo al hermano mayor: "porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado". Aquel joven, había estado muerto, no físicamente, sino que había estado separado de su padre. Estar separado del Padre que está en los cielos, equivale sencillamente a estar muerto. En otra ocasión y tal como lo relata el Evangelio según Juan capítulo 11:25, el Señor Jesús dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá". Una vez más, el término "muerte "significa muerte espiritual, o sea, separación de Dios. El ser humano murió espiritualmente en el momento en que comió de aquel fruto. Y este es el motivo por el cual se alejó de Dios y procuró cubrirse con las hojas de la higuera.

A partir de aquí comienza a presentarse la historia de la redención. Leamos los versículos 20 y 21:

"Y el hombre le puso por nombre Eva a su mujer, porque ella era la madre de todos los vivientes. Y el Señor Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió."

Con respecto al versículo 21, es evidente que para obtener las pieles de animales, éstos debieron ser sacrificados. Creo que éste es el origen de los sacrificios y que así se lo explicó Dios al hombre. Dios rechazó las hojas de la higuera y les hizo ropas de pieles. Cuando ellos salieran del jardín del Edén, recordarían un sacrificio de sangre. Y contemplarían, además, lo que más tarde en la historia sería una realidad. El Tabernáculo era un santuario transportable que acompañaría a los israelitas en el viaje por el desierto hasta la tierra prometida. Dios había ordenado que Moisés colocase en el interior de dicho santuario y sobre el propiciatorio o tapa del arca --que estaba en el lugar santísimo-- dos querubines en ambos extremos, con sus rostros vueltos hacia abajo y sus alas desplegadas, cubriendo el lugar donde se encontraba la sangre derramada del sacrificio. Este sacrificio era el medio para llegar a Dios.

De aquellas hojas de higuera y del hecho de que Dios les vistió con pieles de animales, extraemos 4 grandes lecciones:

1) El ser humano debe tener una vestidura adecuada con la que cubrirse, para acercarse a Dios pues no puede llegar a Dios en base a sus buenas obras. El ser humano tiene que presentarse ante Dios tal como es, o sea, como un pecador.

2) La cobertura de las hojas de higuera, al ser ropa preparada por las manos del hombre, era y es inaceptable; Dios no la toma en consideración.

3) Dios proporciona la ropa para cubrir esa desnudez.

4) La vestidura idónea, la cobertura adecuada para acercarse a Dios, es provista solamente por medio de la muerte del Señor Jesús.

El ser humano debe tener un sustituto que se interponga entre sí mismo y la ira de Dios. Y esta es una verdad importante para ser considerada por el hombre moderno para quien, lo más difícil es colocarse en la adecuada posición de pecador delante de Dios. Y la manera en que recibimos la salvación es cuando nos colocamos ante El, tal como somos, es decir, como pecadores. Proseguimos leyendo los versículos 22 y 23:

"Entonces el Señor Dios dijo: He aquí, el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal; cuidado ahora no vaya a extender su mano y tomar también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre. Y el Señor Dios lo echó del huerto del Edén, para que labrara la tierra de la cual fue tomado."

Debemos dar gracias a Dios que El no permitió que el hombre viviese eternamente en el pecado, ni que nosotros tampoco quedásemos en esa situación.

Este capítulo 4 termina con el versículo 24 que dice:

"Expulsó, pues, al hombre; y al oriente del huerto del Edén puso querubines, y una espada encendida que giraba en todas direcciones, para guardar el camino del árbol de la vida."

Esto no significa que Dios puso una especie de barricada para bloquear el camino a la vida. Este camino permanece abierto para que el ser humano pueda volver a Dios. Pero hoy en día ese camino no pasa por el árbol de la vida. La salvación nos llega a través de un sacrificio. Y cuando aquel hombre expulsado del jardín recordase su pasado, podría contemplar la sangre del sacrificio.

Antes de comenzar la lectura del

Capítulo 4

Conviene recapitular las principales lecciones. En Génesis capítulo 3 tenemos las raíces u orígenes del pecado y en el capítulo 4, los frutos del pecado. Alguien podría preguntarse si el pecado es realmente malo. El ser humano no estaba simplemente sufriendo de una especie de envenenamiento por haber comido del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Este capítulo 4 nos revela la magnitud de lo que verdaderamente le había sucedido al hombre. Por su incredulidad y desobediencia se había apartado de Dios, y había pecado de tal manera que trajo el juicio de Dios sobre sí mismo y sobre su descendencia. Porque tú y yo tenemos la misma clase de naturaleza, la misma naturaleza que nuestro antepasado tenía. Y es que Adán nos ha transmitido una naturaleza bastante mala, lo que se encuentra revelado en la historia de los dos primeros hijos de Adán y Eva.

Comenzamos la lectura con el relato del

Nacimiento de Caín y Abel

Leamos entonces el primer versículo:

"Y el hombre conoció a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín, y dijo: He adquirido varón con la ayuda del Señor."

Esto revela que Adán y Eva, naturalmente, no anticiparon que la lucha entre el bien y el mal iba a ser prolongada. Cuando Caín nació, al comprobar Eva que el Señor le había enviado un niño, y como Dios había dicho que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente, debió pensar que había llegado el momento del cumplimiento de tal promesa. Pero Caín no era esa persona. No era, en absoluto, un salvador. Era un asesino. Pasaría mucho tiempo hasta que llegase el Salvador. Es así que por miles de años se ha venido desarrollando esta lucha entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente.

Pasamos ahora a los versículos 2 y 3:

"Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas y Caín fue labrador de la tierra. Y aconteció que al transcurrir el tiempo, Caín trajo al Señor una ofrenda del fruto de la tierra."

Aquí, la frase "al transcurrir el tiempo" realmente significa "al final de los días", lo que podría referirse al Día del Reposo, el día en que Dios había descansado.

La expresión "Caín trajo "indica un lugar designado. Ellos estaban trayendo una ofrenda para Dios a un lugar señalado para adorar. Esto implicaría que lo estaban haciendo debido a una revelación que habían recibido, porque si vamos a la epístola a los Hebreos capítulo 11:4, leemos

"Por la fe Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó el testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y por la fe, estando muerto, todavía habla."

¿Y cómo pudo Abel haber ofrecido algo por la fe? El apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, capítulo 10:17, dice: Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo." Dios tenía que haber revelado Su Palabra acerca de este asunto, pues de otra manera el joven Abel no habría podido venir a ofrecer el sacrificio por la fe. El otro joven, Caín, no vino con esa actitud. El texto dice que él trajo una ofrenda del fruto de la tierra. No había nada de malo en el fruto, ni creo que haya traído del fruto que le sobraba sino que habrá presentado como ofrenda al Señor el mejor fruto y el más delicioso que pudo recoger.

Y el relato continúa con los versículos 4 y 5:

"También Abel, por su parte, trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grosura de los mismos. Y el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda. Pero a Caín y su ofrenda no miró con agrado. Y Caín se enojó mucho y su semblante se demudó."

Sobre este joven, leemos algo en la epístola de Judas, que no el discípulo que traicionó a Jesús sino otro con el mismo nombre. En el versículo 11, hablando de los falsos maestros que enseñaban doctrinas erróneas, dice que ". . . han seguido el camino de Caín". Y ¿cuál era el camino de Caín? En primer lugar, cuando él trajo su ofrenda a Dios, no vino con fe, sino por iniciativa propia. Y la ofrenda que presentó negaba la maldad de la naturaleza humana, excluyendo el sacrificio con derramamiento de sangre que señalaba al Redentor que habría de venir al mundo. Dios requiere que el ser humano, pecador por naturaleza, venga con una actitud de fe en la obra de Cristo en la cruz, y no simplemente presentando ante Dios las obras que ha realizado con su propio esfuerzo.

En segundo lugar, la ofrenda de Caín estaba negando la realidad de que el hombre estaba separado de Dios. El joven actuó como si todo estuviese bien en su relación con Dios. Mucha gente habla, hoy en día, sobre la paternidad universal de Dios, es decir, que Dios es el Padre de todos, y de la fraternidad universal del hombre, que todos somos hermanos. Esto no es así. Nosotros no nacemos siendo ya hijos de Dios. Esto no es lo que Jesucristo dijo. Escuchemos sus propias palabras en el evangelio según Juan, capítulo 1:12.

"A todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre."

El hombre está separado de Dios. Caín se negó a reconocer esta verdad, así como muchos se niegan a admitirla en la actualidad.

La tercera realidad que la ofrenda de Caín ignoró, fue que el ser humano no puede ofrecer obras a Dios. Caín pensó que sí podía. La epístola del apóstol Pablo a Tito expresa esta idea con claridad cuando dice, en el capítulo 3:5,

"El nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo."

La diferencia entre Caín y Abel no consistía, en una disparidad de carácter, sino en las ofrendas que trajeron. Los dos jóvenes tenían los mismos antecedentes, la misma herencia genética y habían sido formados en el mismo ambiente. No había pues, entre ellos, ninguna diferencia. La diferencia la establecían las ofrendas que presentaron.

También en la época actual, la ofrenda que los seres humanos presentan hace una distinción entre ellos. Y ningún cristiano adoptará la actitud de afirmar que él es mejor que las otras personas. Después de todo, lo que le convierte a él en un cristiano es el haber reconocido que es un pecador, como todos los demás y que ha necesitado una ofrenda, un sacrificio, Alguien que ocupó su lugar y murió por él. En su carta a los Romanos, capítulo 3:25, el apóstol Pablo dice de Cristo: "A quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe. . ." Además, en la misma carta , en el capítulo 10:3, escribiendo sobre los israelitas de su tiempo, dijo;

" . . . desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios."

Esta es una imagen de muchísimas personas hoy en día, que están intentando agradar a Dios por medio de su religiosidad, vinculándose a una iglesia o haciendo méritos a través de cualquier otra actividad. La justicia de Dios solo te puede ser concedida y atribuida por medio de Jesucristo, y ya que necesitas una justicia perfecta, El es el que te la provee. Dice también Pablo, en el capítulo 4:25,

"el cual fue entregado por causa de nuestras transgresiones y resucitado por causa de nuestra justificación."

O sea que El fue resucitado para que nosotros pudiésemos ser justificados. El ocupó nuestro lugar. El apóstol Pablo continúa diciendo en su segunda carta a los Corintios:

"Al que no conoció pecado, (Dios) le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El." y añade, en su carta a los Filipenses, capítulo 3:8-9, " . . . a fin de ganar a Cristo, y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe."

La justicia de Caín era su propia justicia. La de Abel, se basaba en la fe en un sacrificio que se proyectaba hacia el futuro sacrificio de Cristo.

Es así que hemos visto a Caín y Abel venir juntos a adorar a Dios. Abel fue aceptado a causa del sacrificio que presentó por la fe. En cambio, la ofrenda de Caín, no fue aceptada por Dios. En nuestro próximo programa continuaremos con esta antigua historia de Caín y Abel que, por otra parte, representa dos maneras muy contemporáneas de acercarse a Dios, intentando agradarle.

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