Estudio bíblico de Marcos 5:1-43

Marcos 5

En nuestro estudio llegamos hoy a uno de los capítulos más importantes de este Evangelio. En cierto sentido, ya sé que cada capítulo es el más importante cuando uno lo está estudiando. Pero éste es particularmente significativo, porque el Evangelio de Marcos se caracteriza por la acción. Hay más milagros en esta obra que en ningún otro Evangelio, y en este capítulo, se relatan 3 milagros sobresalientes. Solo pudieron ser realizados por la mano del Omnipotente. Es por ello que creo que éste es un capítulo notable.

En este capítulo diré algo sobre la posesión demoníaca. Ya lo había prometido en varias ocasiones cuando estudiábamos el Evangelio de Mateo y al comenzar este nuevo Evangelio de Marcos dije que, oportunamente, diríamos algo más detallado al respecto. Y éste es el momento de hacerlo. Leamos el versículo 1:

Y llegaron al otro lado del mar, a la tierra de los gadarenos.

Nuestro Señor había enseñado en el otro lado del mar, habiendo pronunciado varias parábolas. Estaba cansado y, entonces había cruzado el mar. Los gadarenos eran los habitantes de Gadara, y ésta era la tierra que había sido entregada a una de las 12 tribus de Israel, la tribu de Gad, en el lado oriental del río Jordán. Recordemos que Gad había elegido el lado equivocado del Jordán. Ellos fueron los que se habían quedado en esa parte oriental y en este momento de su historia les encontramos dedicados al negocio de los cerdos. Es que, cuando uno comienza a apartarse de Dios, sencillamente continúa alejándose de El. Leamos el versículo 2:

"Y cuando El salió de la barca, enseguida vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo"

Era, como dice, "un hombre", un ser humano. En primer lugar observémosle. Estaba en una condición desesperada, pero aun era un hombre. Fue lo que el Señor Jesús vio, un ser humano. A pesar de su situación, Jesús le vio. Su conducta sugiere que era un maníaco. Veamos los que se decía de él. Leamos los versículos 3 al 5:

"que tenía su morada entre los sepulcros; y nadie podía ya atarlo ni aun con cadenas; porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie era tan fuerte como para dominarlo. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y en los montes dando gritos e hiriéndose con piedras."

Este era el caso desesperado de un hombre poseído por un espíritu impuro. Residía allí, es decir, que se había instalado entre las tumbas, donde vivía aislado. Las tumbas eran considerados lugares inmundos. Allí se encontraban los muertos, cuyos cadáveres yacían, a veces, a la intemperie. Ya no disfrutaba más de la convivencia en la sociedad normal sino que vivía entre los muertos. Según el Evangelio de Mateo, otro hombre en su misma condición se encontraba con él. Pero los evangelistas Marcos y Lucas se concentraron en este hombre. De lo cual deducimos que el otro hombre no le acompañaba habitualmente, así que prácticamente vivía solo. Se nos dice que tenía poderes sobrehumanos, de manera que no podían sujetarle ni atarle. Simplemente, el hecho de que un hombre demostrase poseer un poder sobrenatural no probaba que Dios se lo había concedido. Este caso constituye un ejemplo típico. Era un ser salvaje, así que nadie había siso capaz de encerrarle. Su estado era miserable. Estaba sufriendo de muchas lesiones que se había infligido él mismo. Era una criatura en una condición patética y digno de compasión y, en el plano humano era un caso sin esperanza. Era incapaz de expresarse y solo podía gritar. ¡Qué espantosa condición! Y todo ello debido a una posesión demoníaca. Continuemos leyendo los versículos 6 al 8;

"Cuando vio a Jesús de lejos, corrió y se postró delante de El; y gritando a gran voz, dijo: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me atormentes. Porque Jesús le decía: Sal del hombre, espíritu inmundo."

Fue el hombre el que se postró para adorarle, no el demonio. Le tenía miedo a Jesús. Podríamos decir que sufría de esquizofrenia espiritual, de tener una personalidad dividida. Algunas veces era el hombre el que hablaba y otras, el demonio. En la exclamación suya del versículo 7, en realidad es como si hubiera dicho: "¿qué tenemos en común tu y yo?" veamos la conversación del versículo 9:

"Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y él le dijo: Me llamo Legión, porque somos muchos."

La respuesta de aquel hombre fue desconcertante, pero no era un error gramatical. Dijo: "Mi nombre es . . . " indicando que estaba tratando de hablar, pero entonces los demonios asumieron el control y dijeron, "Somos muchos". El relato continúa en los versículos 10 al 13:

"Entonces le rogaba con insistencia que no los enviara fuera de la tierra. Y había allí una gran piara de cerdos paciendo junto al monte. Y los demonios le rogaron, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. Y El les dio permiso. Y saliendo los espíritus inmundos, entraron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se precipitó por un despeñadero al mar, y en el mar se ahogaron."

Aquí se nos presenta un suceso tremendo. Los demonios hicieron un pedido muy peculiar. Preferían ir a parar a los cerdos que al abismo. Antes de continuar diremos algo sobre la posesión demoníaca.

1. No solo el Evangelio de Marcos pero toda la Biblia ofrece testimonios muy definidos sobre la realidad de los demonios. Por parte de aquellos que aceptan la autoridad de las Sagradas Escrituras, debe haber una aceptación de la realidad de la existencia de los demonios.

2. Los demonios fueron especialmente evidentes durante la vida y actividades de Jesús pero, por supuesto, no estuvieron restringidos a ese período. Por cierto, justamente en nuestra época vemos nuevamente un resurgimiento y manifestaciones del demonismo. Y al respecto, podrían citarse muchas ilustraciones de la vida real.

3. Por alguna extraña razón, procuran habitar en la humanidad y buscan manifestar su naturaleza mala a través de seres humanos. Son extremadamente inquietos. Esta descripción que encontramos en el libro de Lucas 11:24, es clara: Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso; y al no hallarlo, dice: "Volveré a mi casa de donde salí. ¿Acaso no es ésta la característica de todo el mal, incluso de los malvados? Aquí podemos ver la inquietud y el desasosiego de buscar cómo expresarse, característica de la naturaleza maligna. Los espíritus buenos nunca procuran tomar posesión de los seres humanos. El Espíritu santo es la única excepción y el solamente habita en los creyentes. Pero tan verdaderamente como El mora en los creyentes, así también los demonios pueden poseer a los que no son salvos. Los demonios no pueden poseer a los salvos. En la primera carta de Juan 4:4 se nos dice que el que está en nosotros (es decir, el Espíritu Santo) es mayor que el que está en el mundo (Satanás). En consecuencia, queda claro que un hijo de Dios no puede ser poseído por el demonio.

4. En este incidente los demonios preferían ir a una gran piara de cerdos antes que al abismo. Es interesante observar este detalle.

5. Estos seres deberían ser llamados demonios y no diablos. Solamente hay un diablo. Y ellos son llamados "espíritus impuros" por causa de su naturaleza.

6. Las Sagradas Escrituras no nos explican su origen. Todo lo que pudiéramos decir sería muy especulativo.

7. Parecen existir en gran cantidad.

8. Los demonios están bajo el control de Satanás. Dije que no especularía, pero aquí lo intento. En mi opinión, cuando Satanás cayó en el pecado, en los cielos, hubo ángeles que le siguieron. Habiendo dicho esto, ya no aventuro más opiniones.

9. Su propósito es la perdición, la ruina, la destrucción del ser humano. Ellos ciertamente trabajan en el programa de Satanás.

10. Hay ejemplos actuales de posesión demoníaca. Tenemos adoración a Satanás no muy lejos de nuestros barrios, y hay incluso un buen número de personas de alto nivel intelectual y de todos los niveles, implicadas en dicha adoración. Ellos dicen haberlo encontrado, y yo les doy la razón. A propósito, creo que Satanás esta preparado para ofrecer una cierta realidad a aquellos que le adoran. Pero hay una pregunta sumamente importante. ¿Con qué clase de realidad se encuentran?

11. El Señor Jesucristo tiene poder sobre los demonios. Esa es la gran lección que tenemos que aprender.

No hay ningún motivo para que un creyente tenga temor de los demonios ni para que adopte alguna noción supersticiosa o fantasmagórica sobre ellos. Si alguna vez te sientes molestado por ellos, entonces pide al Señor Jesús que te libere de esa opresión. Ellos han sido expulsados en Su nombre, y recuerda que vivir temiéndoles en la actualidad, sería tener falta de fe en el Señor Jesús. Si tú crees que ellos pueden de alguna manera controlarte, o poseerte, o dirigirte, entonces necesitas ser aconsejado por los líderes espirituales de tu iglesia. Pero no olvides esta verdad. El Señor Jesús tiene poder sobre ellos.

Y en nuestro pasaje, si lees los versículos que hemos omitido, verás la sorprendente reacción de la gente de Gadara, que vino a Jesús para rogarle que se fuese de esa región. Parece que les convenía tener a sus cerdos que tenerle a El. Pensando en nuestro tiempo, esa sería una cuestión para provocar un examen de conciencia, porque hay muchísimas personas que prefieren tener otras cosas - algunas de ellas de un valor equivalente al de los cerdos - que tener a Cristo.

El milagro siguiente estuvo estrechamente relacionado con el milagro de la resurrección de la hija de Jairo. Leamos los versículos 21 al 28:

"Cuando Jesús pasó otra vez en la barca al otro lado, se reunió una gran multitud alrededor de El; y El se quedó junto al mar. Y vino uno de los oficiales de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle se postró a sus pies. Y le rogaba con insistencia, diciendo: Mi hijita está al borde de la muerte; te ruego que vengas y pongas las manos sobre ella para que sane y viva. Jesús fue con él; y una gran multitud le seguía y le oprimía. Y una mujer que había tenido flujo de sangre por doce años, y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, sino que al contrario, había empeorado; cuando oyó hablar de Jesús, se llegó a El por detrás entre la multitud y tocó su manto. Porque decía: Si tan sólo toco sus ropas, sanaré."

Entonces Jesús había regresado nuevamente a Su tierra. Al considerar el relato de este incidente, resulta interesante compararlo con el relato de Lucas, que era médico, y que dijo que aquella mujer no había podido ser sanada. Marcos dijo que había sufrido mucho con los médicos y que había gastado todo lo que tenía. Continuemos nuestra lectura en los versículos 29 al 31:

"Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su aflicción. Y enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de El, volviéndose entre la gente, dijo: ¿Quién ha tocado mi ropa? Y sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te oprime, y dices: ¿Quién me ha tocado?"

Los discípulos pensaron que aquella era una pregunta muy extraña, ya que la multitud le estaba oprimiendo. Pero solamente una persona le había tocado con fe para recibir la sanidad.

La situación sigue siendo la misma en nuestro tiempo. Muchas personas andan por todas partes utilizando libremente el nombre de Jesús, expresando opiniones diversas acerca de El. Y la gente piensa que, seguramente, le conocen. Sin duda, le conocen pero, figurativamente hablando, es como si hubieran tocado a Jesús de la misma manera que aquella multitud de nuestro relato. Pero no le han tocado como aquella mujer le tocó, porque ella le tocó con una actitud de fe para ser sanada por El. Dicen los versículos 32 al 34:

"Pero El miraba a su alrededor para ver a la mujer que le había tocado. Entonces la mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había sucedido, vino y se postró delante de El y le dijo toda la verdad. Y Jesús le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción."

La enferma había permanecido en aquella condición durante 12 años. ¿Has pensado que aquella niña habría tenido unos 12 años de edad cuando se manifestó su enfermedad? Habían transcurrido, después, 12 años de sufrimiento que ahora habían llegado a su fin, así como la luz irrumpe en medio de la oscuridad, la oscuridad de la muerte. Y el padre que había llegado, Jairo, el oficial de la sinagoga, al ver a Jesús conversando con la mujer seguramente se habrá impacientando, y quizás pensó: "¿Cómo es que no se da prisa? ¿No sabe que mi hija pequeña está tan enferma que morirá a menos que El se apresure y venga a verla?" Jesús, intencionalmente, no se movió. Sanó a aquella mujer y mientras continuaba hablando con ella, llegó alguien con un mensaje. Leamos los versículos 35 al 40:

"Mientras estaba todavía hablando, vinieron de casa del oficial de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aún al Maestro? Pero Jesús, oyendo lo que se hablaba, dijo al oficial de la sinagoga: No Temas, cree solamente. Y no permitió que nadie fuera con El sino sólo Pedro, Jacobo y Juan, el hermano de Jacobo. Fueron a la casa del oficial de la sinagoga, y Jesús vio el alboroto, y a los que lloraban y se lamentaban mucho. Y entrando les dijo: ¿Por qué hacéis alboroto y lloráis? La niña no ha muerto, sino que está dormida. Y se burlaban de El. Pero El, echando fuera a todos, tomó consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con El, y entró donde estaba la niña."

Así fue que Jesús se dirigió hacia la casa e hizo salir a aquellos que no creían. Entonces, nos dice el relato en el versículo 41:

"Y tomando a la niña por la mano, le dijo: Talita cumi (que traducido significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!)."

La frase "Talita cumi" era una expresión en Arameo que la niña pudo entender. Era su idioma nativo. Mirando a la totalidad del ministerio de Jesús encontraremos que, así como aquí resucitó a una niña, también resucitó a un joven muerto en el vigor de su juventud (que era hijo de una viuda del pueblo de Nain) y a un hombre que había muerto en la madurez de su vida, llamado Lázaro. Les resucitó a todos de la misma manera, hablándoles.

Es como si aquella niña, en cierto modo representase a todos aquellos niños que han partido antes de llegar a la edad en que pueden ser considerados responsables. En aquella ocasión, con ternura, Jesús le había dicho "Niña, a ti te digo, ¡levántate!" Se que en este momento me estarán escuchando muchos padres que habrán perdido a hijos pequeños. Algunos amigos míos han pasado por esa experiencia tan dolorosa. Al hablar con tales personas, siempre he tratado de hacerles sentir la realidad de que, aunque esos niños han permanecido ya varios años en la presencia del Señor, algún día El volverá para despertarles y pronunciar ante cada uno de ellos nuevamente aquellas palabras: "A ti te digo: ¡levántate!" Y así como vosotros, padres, habéis dejado sus restos en una tumba, les veréis levantarse, resucitar, porque el espíritu de cada uno se unirá con un cuerpo hermoso, glorificado, y todos tendrán en ese día futuro, otra vez a sus pequeños. Y todos nosotros, a nuestros seres queridos creyentes que han partido. El triunfo de la resurrección de Cristo será entonces la victoria de todos aquellos que son Suyos y será, además, una nueva manifestación de Su Poder.

Leamos el final del relato de aquel gran milagro en los versículos 42 y 43:

"Al instante la niña se levantó y comenzó a caminar, pues tenía doce años. Y al momento se quedaron completamente atónitos. Entonces les dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de esto; y dijo que le dieran de comer a la niña."

Y después del milagro Jesús les dio la sugerencia práctica. Porque. Si un niño ha estado durmiendo y es despertado, con una nueva vida, ¿qué querría hacer en primer lugar? Pues, ¡comer! Así que Jesús les dijo que le trajesen a la niña algo para comer.

En mi opinión, éstos fueron los 3 grandes milagros que demuestran la realidad del gran mensaje del Evangelio según Marcos. Jesús ha sido presentado como el Siervo de Dios, actuando con el Poder de Dios. El es un hombre de acción que cuando algunos de sus discípulos querían ocupar en el reino los lugares de mayor honor, El mismo dijo que El no había venido para ser servido sino para servir y para dar Su vida en pago por la libertad de muchos.

Así es que, resumiendo, en este capítulo hemos visto a Jesús realizando 3 grandes milagros: expulsó los demonios de un hombre en la región de Gadara, sanó a una mujer enferma por hemorragias y resucitó a una niña de 12 años, la hija de Jairo.

Al terminar, recuerdo nuevamente a aquella mujer enferma, en su debilidad, abriéndose paso trabajosamente entre la multitud, impulsada por su fe, tratando de llegar hasta Jesús para tocarle, con la certeza de que sería sanada de su enfermedad. Recordemos lo dicho sobre la multitud de personas, que en nuestra época creen conocer a Jesús y hablan de El de muy diversas maneras. Son como los miembros de aquella multitud de curiosos, que seguían a Jesús por motivos puramente superficiales, que le oprimían y le tocaban ocasional o casualmente. Te invitamos a acercarte a El con la actitud de aquella mujer anónima, por la fe, con la certeza de que si tienes un encuentro personal con El, El te liberará del pecado porque, en la cruz, pagó tu deuda y la mía.

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