Estudio bíblico de Lucas 16:1-18

Lucas 16:1-18

En este capítulo encontramos 2 parábolas que sólo se encuentran registradas en este Evangelio, y tratan el Tema de las riquezas. La primera (vv. 1-13) fue la parábola del mayordomo que se aprovechó de su posición para favorecer sus intereses egoístas (que es una parábola por contraste), pronunciada principalmente ante los discípulos. La segunda (vv. 19-31), la asombrosa parábola del rico y Lázaro, fue dirigida a los fariseos, debido a la reacción de éstos a la primera parábola (vv. 14-18). En esta segunda parábola, El Señor siguió la trayectoria de 2 hombres en esta vida y luego a través del umbral de la muerte, presentándonos el relato de lo que sucedió en la otra vida. La gente se hace con frecuencia la pregunta: ¿Dónde se encuentran los muertos? La parábola responde esa pregunta y la consideraremos en nuestro próximo programa. Ahora pasaremos a estudiar la

Parábola del mayordomo astuto

Esta parábola ha sido mal entendida, principalmente, porque a primera vista parece que el Señor estaba elogiando a un estafador. Aquel mayordomo era un timador empedernido. Algunas personas consideran que cada persona que el Señor mencionó en una parábola era un héroe o un ejemplo de un carácter noble; tendrán que modificar esa forma de pensar porque, de esa manera, tendrán dificultades con esta parábola. El personaje era un sinvergüenza y hay que tener en cuenta que éste es solo uno de los muchos personajes con características muy negativas incluidos en las Sagradas Escrituras.

Anteriormente hemos llamado la atención sobre el hecho de que Lucas es el único de los evangelistas que presenta parábolas por contraste. Porque la mayoría de las parábolas de los Evangelios utilizan la comparación.

En esta parábola el Señor pone como ejemplo a un hombre que seguía los principios de este mundo, como sisTema opuesto a Dios. En la Palabra de Dios se nos dice que este mundo ama a los suyos, que comparten sus valores, y detesta a aquellos que pertenecen a Dios. Dijo el Evangelista Juan en 15:18 y 19, Si el mundo os odia, sabed que a mí me odió primero.  Si fuerais del mundo, la gente del mundo os amaría como ama a los suyos. Pero yo os escogí de entre los que son del mundo, y por eso el mundo os odia, porque ya no sois del mundo. Un hijo de Dios no pertenece a ese sisTema mundano en el sentido en que no vive bajo los principios que rigen la sociedad del mundo. San Pablo dijo lo siguiente en Gálatas 1:3, 4, Jesucristo se entregó a la muerte por nuestros pecados, para librarnos del presente mundo perverso, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre. Y el mismo Pablo dijo otra vez en Romanos 12:2, No viváis conforme a los criterios del tiempo presente; por el contrario, cambiad vuestra manera de pensar, para que así cambie vuestra manera de vivir y lleguéis a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto. Finalmente, en 1 Juan 2:15, leemos lo siguiente: no améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Es evidente que en el mundo opera lo que llamamos la ley de la vida y el mayordomo astuto era un hombre que regía su conducta por esos principios.

El primer mandamiento del sisTema del mundo consiste en el instinto de conservación o de supervivencia. Se toleran tratos comerciales de dudosa ética, se favorecen prácticas cuestionables y el mundo reconoce y elogia a un estafador inteligente. Con frecuencia, la ley protege más al estafador y al criminal. Examinando la situación no ya desde la perspectiva de las leyes humanas sino a partir de las leyes espirituales, la Palabra de Dios adopta la posición contraria. Dios dice que todo ser humano es culpable. San Pablo dijo en Romanos 3:23,  porque todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios. Un ser humano nunca podría ser inocente ante Dios, aunque con toda seguridad, gracias a la obra de Jesucristo en la cruz, puede ser justificado ante Él. Dijo también el mismo escritor en Romanos 8:1,  Así pues, ahora no hay ya ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús. Cuando alguien confía en Jesucristo como Salvador, es justificado por la fe. Esa es la única manera en que un ser humano puede ser justificado.

Comencemos nuestra lectura con el versículo 1:

"Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y este fue acusado ante él como derrochador de sus bienes."

Jesús contó esta parábola del mayordomo infiel para enseñar que sus discípulos debían usar las riquezas para cumplir los propósitos del reino. Entre los versículos 1 al 8a, tenemos la parábola propiamente dicha y del versículo 8b al 18, tenemos la aplicación. Esta es pues la historia de un hombre rico y de su mayordomo astuto. En aquellos tiempos la gente acaudalada contrataba mayordomos o administradores para que se hicieran cargo de sus propiedades: se pueden comparar con los planificadores financieros o con un administrador que controla y administra el patrimonio de alguien con el propósito de incrementarlo. Recordemos que el patriarca Abraham tenía un mayordomo que estaba a cargo de todas sus posesiones. Fue aquel mayordomo el que realizó un viaje a Harán para encontrar una novia para Isaac, el hijo de Abraham. El rey David tenía mayordomos, mencionados en 1 Crónicas 28:1, que estaban a cargo de todas las posesiones del rey, incluyendo sus hijos. Y San Pablo en 1 Corintios 4:2 dijo: Ahora bien, el que recibe un encargo (o el administrador) debe demostrar que es digno de confianza.

Aquel mayordomo infiel era culpable de malversación y apropiación indebida de fondos y malgastó los bienes de su jefe. Leamos el versículo 2:

"Entonces lo llamó y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo."

Al principio de la parábola, el hombre rico vio a su mayordomo como irresponsable e infiel y, en consecuencia le despidió. Para aquel empleado había llegado el momento de rendir cuentas. Como era el pagador habilitado y tenía la sortija del sello de su jefe, en vez de preparar un estado financiero, decidió actuar de acuerdo con la ley del mundo que era la de la supervivencia. Dice el versículo 3:

"Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré?, porque mi amo me va a quitar la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza."

Sus manos eran delicadas y sus fuerzas insuficientes como para encontrar un trabajo de un obrero normal. Y le daba vergüenza mendigar. Estas palabras nos hacen sonreír, porque le daba vergüenza mendigar, pero no robar. Desgraciadamente hay en la actualidad mucha gente como él. Dice el versículo 4:

"Ya sé lo que haré para que, cuando se me quite la mayordomía, me reciban en sus casas."

No se arrepintió: no sintió pesar ni remordimiento por sus acciones. Era un estafador, calificado como inteligente de acuerdo con los principios de la sociedad. No tenía ninguna preparación para otro trabajo, y su edad probablemente no le favorecía. Demasiado orgulloso para ser un mendigo, no se avergonzaba de su deshonestidad. Continuemos leyendo los versículos 5 y 6:

"Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo?. Él dijo: Cien barriles de aceite. Le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto y escribe cincuenta."

Vemos el procedimiento que comenzó a utilizar para que los deudores le debiesen a su amo solo la mitad. Y, de forma parecida, trató con el segundo deudor. Leamos el versículo 7:

"Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes?. Este contestó: Cien medidas de trigo. Él le dijo: Toma tu cuenta y escribe ochenta."

No sabemos por qué no le concedió al segundo el mismo descuento que al primer deudor. La cuestión fue que favoreció también a éste. Veamos lo que dice el versículo 8:

"Y alabó el amo al mayordomo malo por haber actuado sagazmente, porque los hijos de este mundo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz."

Esa declaración fue hecha por el hombre rico que era el jefe del mayordomo. Cuando oyó lo que su empleado había hecho, le elogió. Aparentemente aquel hombre se había hecho rico utilizando la misma clase de principios que su mayordomo estafador había usado. Reconoció que su empleado había actuado con astucia. ¿En qué sentido? De acuerdo con los principios vigentes en el sisTema del mundo. Este fue el mundo que odió a Cristo, y que continúa elaborando sus propios principios. Hay una ley no escrita pero igualmente vigente, que reconoce que cada uno va a los suyo y se preocupa únicamente de sus propios intereses. Por ello, aquel jefe elogió a su mayordomo por su sabiduría humana puesta en práctica en sus tratos humanos y comerciales, y que había tenido el cuidado de planificar anticipadamente, usando los bienes materiales de su amo para asegurarse un futuro tranquilo.

Y el Señor dijo que, tratándose de sus propios negocios, los que pertenecían al mundo eran más listos que los que pertenecían al reino de la luz. Pero el Señor estableció una diferencia entre sus discípulos y el mayordomo deshonesto. Este era de "este siglo", que buscaba la forma de hacer más cómoda su vida. Los discípulos, que eran los "hijos de la luz" deberían actuar de forma sabia, pero no deshonesta. Continuemos escuchando las palabras de Jesús en el versículo 9:

"Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando estas falten, os reciban en las moradas eternas."

La afirmación más sorprendente de todas se refiere a la relación del creyente con las riquezas de este mundo malo. El dinero no es malo en sí mismo; simplemente es amoral. El amor al dinero, eso sí, es la raíz de todos los males. Para los creyentes el dinero, más allá de su valor material, debe tener un carácter espiritual. El Señor dijo que debiéramos acumular tesoros en el cielo. Es decir, que tendríamos que ser sabios en la forma en que utilizamos el dinero. Es decir, las riquezas tenían que ser un medio, debían ser utilizadas, y no convertirse en un fin, porque los discípulos no debían ser utilizados por ellas, o estar al servicio de ellas. Así como el mayordomo las había usado para ganar amigos, ellos debían utilizarlas para llevar a otros a difundir el mensaje del reino, para que la gente creyese y lo aceptase. Este sería un uso sabio de las riquezas. Así, cuando esas riquezas materiales se acaben o lleguemos al final de nuestra vida, haya personas en las moradas eternas del cielo, como fruto de nuestra labor aquí en la tierra. Continuemos leyendo los versículos 10 al 12:

"El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?"

La aplicación aquí enfatiza el hecho de que la actitud frente al dinero es como una prueba: si uno es fiel en el uso del dinero, entonces será fiel en cosas mayores. Las riquezas verdaderas se refieren a las riquezas espirituales del reino. Como creyentes, no debemos sentirnos como propietarios exclusivos. Nosotros somos mayordomos de los bienes materiales y responsables ante Dios sobre cómo utilizamos Sus bienes. Observemos que se dijo que los seres de este mundo son más sabios, como administradores y mayordomos, que los que pertenecen al reino de la luz.

¿Cuántos cristianos hay hoy que son inteligentes en su uso de las llamadas riquezas de la injusticia? ¿Las utilizan para acumular riqueza espiritual? Dios nos hará responsables por el uso impropio de los bienes materiales que nos da. ¿Estamos usando el dinero para que la Palabra de Dios pueda alcanzar a aquellos que la necesitan?

En esta parábola el Señor Jesús estaba diciendo: ¿Crees que Dios va a confiarte las riquezas celestiales si tú no estás utilizando debidamente lo que Él te ha dado aquí en esta tierra? Aunque por sus connotaciones materiales para la vida, formación y disfrute de la existencia no lo parezca, el dinero es un asunto espiritual. El versículo 13 añade:

"Ningún siervo puede servir a dos señores, porque odiará al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas."

Las riquezas se pueden convertir en el amo de tus pensamientos, que condicione tus motivaciones para el presente y el futuro y que afecte a tus relaciones familiares y de amistad. Los bienes materiales pueden intensificar la naturaleza egocéntrica, insensibilizar y malograr todos los ideales. Aquí las riquezas son presentadas como un amo que ejerce un dominio sobre un criado. Además, se aclara que esa relación es incompatible con la relación de un creyente con su Dios, en la cual el creyente le reconoce a Él como su Señor. Y la disyuntiva es clara: o se sirve a un señor, o al otro. El Señor del cielo ofrece una vida cuyos valores son opuestos a los valores con los que el señor de este mundo esclaviza a los suyos. Está claro que no se puede servir a ambos señores.

Llegamos ahora a un párrafo en el que los Fariseos, comenzaron a sentirse aludidos o culpables. Leamos los versículos 14 al 17, de esta sección titulada

El Señor respondió a los fariseos codiciosos

"Oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él. Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación. La Ley y los Profetas llegan hasta Juan. Desde entonces es anunciado el reino de Dios y todos se esfuerzan por entrar en él. Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que pierda su valor un trazo de letra de la Ley."

Los Fariseos reaccionaron negativamente a la enseñanza de Jesús sobre el dinero. Ellos habían entendido mal las bendiciones del pacto con Dios. Quizás habían supuesto que las riquezas de una persona eran como un premio de Dios a su conducta justa. Olvidaron que mucha gente justa del Antiguo Testamento no había tenido una gran abundancia de bienes materiales, mientras que muchos injustos vivieron en la abundancia. Dios conoce el corazón humano; por lo tanto, conocía el corazón de los Fariseos y conoce tu corazón y el mío. Podemos colocar entre tú y yo una fachada de apariencia, pero en ninguna manera podemos interponerla ante Dios. No podemos estar a la altura del nivel requerido por Dios.

Lo dicho en los versículos siguientes se incluye dentro de lo dicho por Jesús a los Fariseos acerca del dinero, porque ilustra lo que el Señor acababa de decir acerca de que los Fariseos se justificaban a sí mismos, pero realmente habrían de ser juzgados por Dios. Jesús declaró que desde la época de Juan el Bautista, él había estado anunciando el reino de Dios. Los jefes religiosos habían resistido el mensaje de Juan el Bautista. Ellos querían un reino, pero no del tipo que Jesús les ofrecía.

Aunque los Fariseos intentaban justificarse, aún no vivían conforme a la Ley. En este contexto, Jesús les puso un ejemplo. Leamos el versículo 18, en el cual

Jesús habló del divorcio

"Todo el que se separa a su mujer y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la mujer separada del marido, adultera."

Algunos Fariseos habían adoptado un punto de vista muy liberal en cuanto al divorcio. Por una parte aceptaban que el hombre no debía cometer adulterio, pero si amaba a otra mujer, muchos de ellos admitían que se divorciase de su esposa, aun sin tener una buena razón, y que se casase con la mujer deseada. Y de esta forma, consideraban que no adulteraba. Pero Jesús les señaló que éste era un ejemplo de aquellas personas que querían justificarse a sí mismas a los ojos de la sociedad, pero que, en realidad no se estaban justificando ante Dios. Por ello, el Señor recalcó en este pasaje la importancia de la Ley como expresión permanente de la Voluntad de Dios.

Si este fuese el único versículo de la Biblia sobre el Tema del divorcio, no existiría el divorcio para el cristiano. Este versículo debería ser comparado con Mateo 19 y 1 Corintios 7. Todas las partes de la Biblia deben estudiarse en relación con el Tema del contexto en que están situadas. Nuestro Señor aquí habló de este Tema dirigiéndose a estos hombres que estaban bajo la Ley, y lo hizo porque querían añadir a lo dispuesto por Dios sus propias interpretaciones para justificar las actitudes y conveniencias humanas.

En todo este pasaje hemos visto un contraste entre las apariencias y la realidad. Entre lo que, por una parte, los seres humanos quieren ver, aparentar, es decir, la realidad que ellos quieren crear y, por otra parte, lo que Dios ve y que existe en realidad en lo interior, en la verdadera personalidad humana. Nosotros podemos crear una realidad artificial a nuestra conveniencia. O podemos también maquillarla, para suavizar las ásperas situaciones humanas. Por ello, la Biblia nos llama hoy a mirar más allá de lo que vemos con nuestra vista normal, para que veamos con los ojos de la fe, para contemplar las realidades espirituales. Para que a la luz del espejo de la Palabra de Dios, veamos cuál es nuestra situación real ante Él, y que necesitamos aceptar lo que el Evangelio nos dice sobre nuestra necesidad de recurrir a la obra salvadora de Dios, revelada en el sacrificio de Jesucristo a favor nuestro.

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