Estudio bíblico de Números 25:1-27:5

Números 25:1-27:5

Continuamos hoy nuestro estudio en el libro de Números y llegamos al capítulo 25, en el que continuamos con el Tema de la doctrina de Balaam y encontramos la fornicación de Israel con las moabitas y cómo el pueblo de Israel adopta la idolatría de los moabitas. Este es el último de los cuatro capítulos que narran la historia del extraño profeta llamado Balaam. En este capítulo 25, veremos la acción más sutil y satánica que Balaam realmente llevó a cabo. Hemos descubierto ya el camino de Balaam, así llamado en 2 Pedro 2:15, es decir la conducta caracterizada por la codicia. Este hombre buscaba al todopoderoso señor dinero, y estaba dispuesto a sacrificar todos sus principios morales y espirituales para obtenerlo. Leímos también en la epístola de San Judas apóstol, acerca del error de Balaam. Y dijimos que su error consistió en no reconocer el hecho de que Dios podía declarar justos a los pecadores que confían en El.

Apocalipsis 2:14 nos informa acerca de la acción detestable que realizó Balaam. Dice allí: "Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación."

Ahora, cuando Balaam vio que no le era posible maldecir a Israel, decidió entonces enseñarle a Balac cómo podría corromper este pueblo. ¿Y sabe usted cómo? Ya que Balac no pudo pelear contra este pueblo, entonces Balaam le aconsejó a unirse a ellos para corromperlos desde dentro. Leamos los versículos 1 hasta el 3 de este capítulo 25 de Números, que comienzan la sección titulada

La doctrina de Balaam

"Israel estaba en Sitim cuando el pueblo empezó a prostituirse con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; el pueblo comió y se inclinó a sus dioses. Así acudió el pueblo a Baal-peor, y el furor del Señor se encendió contra Israel."

¿Ya ve usted lo que pasó? Como Balaam se dio cuenta que no le era posible maldecir a Israel, y optó entonces por aconsejar al rey moabita, a que su pueblo se infiltrara con los israelitas, que se casara con ellos y les hiciera adoptar la idolatría, para desviarles de su Dios. Estamos seguros que les dijeron a los israelitas que no debían ser tan mentalmente estrechos o fanáticos en sus creencias religiosas. Insistieron en que ellos eran muy tolerantes y convidaron a los israelitas a visitarles y a adorar con ellos. Pero lo interesante es que ellos, nunca acompañaron a los israelitas en su adoración.

Siempre es interesante notar el hecho de que, aquellos que ostentan una teología que pretende ser progresista, con un énfasis en lo secular y en detrimento de lo trascendente y que rehúsan aceptar las doctrinas básicas de la Biblia, son los que siempre quieren que el verdadero creyente venga a su bando y se ponga de acuerdo con ellos. Y aunque se jactan de su tolerancia, califican al verdadero creyente como muy estrecho en su punto de vista, o como fanático. Es que la tendencia natural del corazón humano, es siempre rebajar el nivel espiritual y alejarse de Dios. Y, mirando a la sociedad en general, es por ese mismo motivo que la falta de ética y la ilegalidad en todas sus formas progresan incesantemente. Y por otra parte, aumentan los fraudes en el área de la religión. Hay gente que consciente o inconscientemente apoya y sostiene estas iniciativas que apelan de manera especial a la naturaleza del ser humano y que, por eso mismo, prosperan más que cualquier esfuerzo por promover la enseñanza de la Biblia.

Pues, bien, el anciano Balaam sabía que podía corromper al pueblo de Israel, organizando un fraude religioso. El sabía que a los israelitas podría resultarles atractivo volver a la adoración de Baal. Y eso fue exactamente lo que sucedió. Continuemos con los versículos 4 y 5:

"El Señor dijo a Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo y ahórcalos ante el Señor a plena luz del día, para que el ardor de la ira del Señor se aparte de Israel. Moisés dijo a los jueces de Israel: Matad cada uno a aquellos de los vuestros que se han juntado con Baal-peor."

Usted dirá que este es un remedio extremo. Y en verdad lo es. Y ¿sabe por qué? ¡Porque la enfermedad era fatal! Podía corromper y destruir a la gente física y espiritualmente, apartándola definitivamente de Dios y frustrando su misión en la humanidad y haciéndola merecedora del castigo eterno. Por eso Dios obró con misericordia para salvar a esa nación. Leamos ahora los versículos 6 al 8:

"Uno de los hijos de Israel llegó trayendo una madianita adonde estaban sus hermanos, ante los ojos de Moisés y de toda la congregación de los hijos de Israel, mientras ellos lloraban a la puerta del Tabernáculo de reunión. Al ver esto, Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, se levantó de en medio de la congregación, tomó una lanza en su mano, entró tras aquel hombre de Israel a la tienda y los traspasó a ambos por el vientre, al varón de Israel y a la mujer. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel."

Vemos aquí que aparece alguien sin escrúpulo alguno y viola abiertamente la ley de Dios, aun en medio de la mortandad que tal acción ya comenzaba a producir. Interviene entonces un hombre valiente y decidido, dispuesto a seguir a Dios, y según el versículo 8, debido a su acción: "cesó la mortandad de los hijos de Israel." Pero pasemos al versículo siguiente, donde las cifras indican lo terrible que fue esta matanza. El versículo 9 del capítulo 25 de Números dice:

"Los que murieron a causa de aquella plaga fueron veinticuatro mil."

Como usted ve amigo oyente, de esta manera Balaam consigue maldecir a Israel. Esta es la doctrina de Balaam que se introdujo en el campamento de Israel. Y el Señor nos dice en el libro de Apocalipsis que esa misma doctrina, puede entrar en la iglesia y que hoy en día está en la iglesia. No se puede dañar al pueblo ni a la Iglesia de Dios desde afuera. La Iglesia nunca ha sido realmente dañada desde afuera. A la Iglesia de Pérgamo por ejemplo, según dice Apocalipsis 2:14, el Señor le dijo: Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer fornicación. En la historia de la iglesia primitiva, Pérgamo marcó el punto de unión entre el mundo y la iglesia. El mundo entró como una inundación y el diablo se asoció con la Iglesia. Fue lo mismo que Balaam hizo con Israel. El problema no fue la persecución exterior contra la iglesia, sino la llamada "doctrina de Balaam" afectando a la iglesia desde dentro, lo que la perjudicó. Este es un gran principio que es pertinente ante todas las relaciones entre el creyente en Cristo con el mundo que le rodea.

Después de la segunda guerra mundial, algunas potencias se hicieron fuertes, alcanzando un gran poderío militar, haciendo todo lo posible por mantener al enemigo fuera de sus fronteras. Pero ¿qué ocurrió? Comenzaron a decaer desde dentro. Vino un decaimiento moral y una corrupción tal, como nunca se había visto anteriormente. Hoy en día, el enemigo está dentro de las naciones, que están siendo destruidas por dentro. Es conveniente recordar que el Imperio Romano no cayó debido a fuerzas externas. Ningún enemigo exterior lo destruyó, sino que las causas de su derrumbe fueron internas.

Y creemos que eso es cierto también en cuanto a la Iglesia. No puede ser dañada desde fuera, sino desde adentro mismo. Aunque la persecución religiosa la haya aparentemente debilitado, siempre la ha reforzado espiritualmente, promoviendo su expansión y crecimiento en nuevas áreas del mundo.

¿No ha observado usted que el Señor Jesucristo fue traicionado desde dentro? No fue un soldado romano el que le traicionó. El que le traicionó fue uno de sus propios apóstoles. Fue su propia nación, Israel, la que le entregó a Roma para ser crucificado. Jesús, su nombre, su enseñanza y su mensaje siempre han sido traicionados desde dentro. Y eso todavía ocurre en la actualidad. Y esta es, precisamente, la doctrina de Balaam y como hemos visto, es una doctrina condenable y destructiva.

Y ahora para concluir, leamos los versículos 10 al 18 de este capítulo 25 de Números.

"Entonces el Señor habló a Moisés y le dijo: Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, porque ha mostrado entre ellos un celo como el mío; por eso yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel. Diles, por tanto: Yo establezco mi pacto de paz con él. Será para él, y para su descendencia después de él, el pacto del sacerdocio perpetuo, por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel. El nombre del hombre que fue muerto junto con la madianita era Zimri hijo de Salu, jefe de una familia de la tribu de Simeón. Y el nombre de la mujer madianita muerta era Cozbi, hija de Zur, príncipe de pueblos, padre de familia en Madián. El Señor habló a Moisés y le dijo: Atacad a los madianitas y heridlos, por cuanto ellos os afligieron a vosotros engañándoos con sus ardides en lo tocante a Baal-peor, y en lo tocante a Cozbi, hija del príncipe de Madián, hermana de ellos, la cual fue muerta el día de la mortandad que vino por lo de Baal-peor."

Vemos pues aquí, que el pacto del sacerdocio es establecido con Finees, hijo de Eleazar, hijo de Aarón el sacerdote. El Señor le manda entonces a Moisés a castigar a los madianitas y darles muerte. Y así concluye este capítulo 25 de Números.

Llegamos ahora a

Números 26

En este capítulo 26, tenemos el censo de la nueva generación. Es decir, de los nacidos en el desierto. Este es el principio de una nueva sección en el libro de Números. Tenemos aquí una nueva generación que se está preparando para entrar en la tierra prometida. Esta sección se extiende del capítulo 26 hasta el capítulo 36, o sea hasta el final del libro de Números. Y pasaremos más bien de prisa por el resto del libro de Números. En el capítulo 26, podemos ver que el número de los israelitas ha descendido, debido a la gran mortandad acaecida al pueblo de Israel, por su rebelión y pecado durante su marcha por el desierto. No vamos a dedicar tiempo para detallar el censo de cada una de las tribus. Pero si usted lee todo el capítulo 26, notará que se ha reducido el total de los habitantes desde el primer censo. Por ejemplo, veamos el caso de los miembros de la tribu de Rubén, mencionados en el versículo 7. Dice allí:

"Estas son las familias de los rubenitas; y fueron registrados de ellas 43.730."

Ahora si usted vuelve al primer censo registrado en el primer capítulo de este libro observará, según el versículo 21, que los contados de la tribu de Rubén fueron 46.500. Los contaron cuarenta años antes, cuando comenzaron su marcha en el desierto, y había tres mil personas más que ahora. Si Ud. dispone de tiempo, puede ir pasando por la lista y notará que hay una reducción similar que se ve en todas las tribus. Y en el versículo 51 de este capítulo 26, dice:

"Estos son los registrados de los hijos de Israel: 601.730."

Ahora, si lo comparamos con Números capítulo 1, versículo 46 donde dice que había seiscientos tres mil quinientos cincuenta, notamos que hay una pérdida neta de mil ochocientos veinte habitantes en comparación con el censo que se había efectuado cuarenta años antes. Usted recordará que Dios les había dicho: "Fructificad y multiplicaos". Cuando Dios les estaba bendiciendo, ellos se multiplicaban. Pero, su deambular errantes por el desierto revela que vivían fuera de la voluntad de Dios. Y en lugar de crecer en número, decrecían. Así fue que la vieja generación murió en el desierto, así como Dios les había dicho que morirían. Esa generación no podría entrar en la tierra prometida. Los versículos 64 y 65 de este capítulo 26 de Números dicen:

"Entre estos no había ninguno de los registrados por Moisés y el sacerdote Aarón, quienes hicieron el censo de los hijos de Israel en el desierto de Sinaí. Porque el Señor había dicho de ellos: Morirán en el desierto, y no quedó ninguno de ellos, excepto Caleb hijo de Jefone y Josué hijo de Nun."

Esta es ahora la nueva generación. Todos aquellos que formaban parte de la vieja generación, aquellos que eran mayores de veinte años cuando entraron en el desierto, han muerto (según de afirmaba en Números 14:29), con la excepción de Josué y Caleb. Dios no hizo responsables a los que tenían menos de veinte años, de la rebelión en Cades Barnea. Y esto puede darnos alguna indicación en cuanto a la edad de la responsabilidad. ¿Cuándo se alcanza? No lo sabemos, y no queremos sugerir que sea a los veinte años, pero creemos que dicha responsabilidad se alcanza a una edad mayor que la que muchos de nosotros pensamos.

Esta es pues, una nueva generación con la excepción de los dos hombres que acabamos de citar. Y vamos a conocer mejor a estos dos personajes interesantes, cuando lleguemos al libro de Josué.

Y aquí concluimos el capítulo 26 de Números. Llegamos ahora a

Números 27:1-5

En este capítulo 27 encontramos algunos aspectos del lugar de la mujer bajo la ley y a Josué designado como sucesor de Moisés.

Estamos en la sección final del libro de Números que hemos llamado UNA NUEVA GENERACION. Vimos ya que la última vez que se efectuó un censo, Josué y Caleb fueron los únicos con vida que habían sido contados en el primer censo, registrado al principio de este libro. En otras palabras, todos los que durante el primer censo tenían veinte años o más, murieron en aquel período de cuarenta años. Fueron años duros; la vida fue muy difícil en el desierto, y todos los mayores de veinte años perecieron. Tenemos entonces ahora una nueva generación. Y esta nueva generación se enfrentará también nuevos problemas.

Es mucho lo que se escucha hoy en día en cuanto al conflicto existente entre las generaciones. Y creemos que realmente este Tema se ha exagerado demasiado. Siempre ha sido difícil que una generación entienda a la otra generación, porque cada una hace frente a sus propios problemas específicos. Alguien ha expresado esta situación del desnivel generacional con realismo al decir que, cuando uno es joven, critica a la vieja generación, y al llegar a viejo, critica a la nueva generación. Y parece que así es la naturaleza humana.

Bueno, llegamos ahora al capítulo 27 de este libro de Números y vemos que a la nueva generación se le presenta un nuevo problema ante el cual, Moisés no sabía qué hacer. Tuvo que acudir directamente al Señor porque, según las leyes de las otras naciones, las mujeres simplemente no eran tenidas en cuenta. El hecho es que las trataban como a propiedades o enseres. Veamos entonces los versículos 1 al 5, que describen

El problema

"Se acercaron las hijas de Zelofehad. Se presentaron delante de Moisés y delante del sacerdote Eleazar, delante de los príncipes y de toda la congregación, a la puerta del Tabernáculo de reunión, y dijeron: Nuestro padre murió en el desierto. Él no estuvo en la compañía de los que se juntaron contra Jehová en el grupo de Coré, sino que por su propio pecado murió, y no tuvo hijos. ¿Por qué será borrado el nombre de nuestro padre de su familia? ¿Por no haber tenido hijos? Danos alguna heredad entre los hermanos de nuestro padre. Moisés llevó su causa delante del Señor"

Es fácil ver el problema. Este hombre, Zelofehad, murió en el desierto. Tenía cinco hijas, pero no tuvo ningún hijo varón. Según la ley mosaica, parecía que sólo eran los hijos varones quienes podían heredar una propiedad. Al parecer, las mujeres simplemente quedaban excluidas. Por otra parte era cierto que las leyes de las otras naciones, sí las excluían. ¿Qué pueden hacer entonces? Bueno, estas hijas de Zelofehad parece que eran bastante emprendedoras. Pero dejaremos el caso para considerarlo en nuestro próximo programa.

Entre otras cosas, hoy hemos visto el realismo con que la Biblia describe las inclinaciones naturales y las pasiones de la naturaleza humana. Y hemos visto como, una vez pronunciada Su Palabra, y ante la rebelión de los seres humanos, Dios adelantaba, con Su castigo, las consecuencias de su desobediencia. Una vez más se cumplen las siguientes palabras escritas por San Pablo en su carta a los Gálatas 6:7 y 8: No os engañéis: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, eso mismo se cosecha. El que siembra la semilla de sus malos deseos, de sus malos deseos recogerá una cosecha de muerte; el que siembra la semilla del Espíritu, del Espíritu recogerá una cosecha de vida eterna. ¿No le parece, estimado oyente, que merece la pena dejar que Dios intervenga decisivamente en las personas, para darles vida, transformarlas y, después de esta existencia temporal en la tierra, proyectarlas hacia la vida eterna?

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