Estudio bíblico de Números 28:9-30:16

Números 28:9-30:16

Continuamos hoy considerando el capítulo 28 de Números. En nuestro programa anterior, hablábamos del holocausto continuo que encontramos en los versículos 4 al 8. Y decíamos que esta ofrenda debía ser ofrecida todos los días por la mañana y por la noche. Era un holocausto continuo, en olor grato a Dios. Usted recordará que todo el holocausto era ofrecido a Dios. Todo el holocausto subía en humo a Dios, acompañado de la libación, que consistía en derramar vino o aceite como ofrenda a Dios. Esto es realmente lo que Dios halla en Cristo, cuya Persona y obra son de gran valor y aceptables para Dios. Tenemos ahora, algunas leyes específicas en cuanto a las ofrendas que debían ser presentadas, independientemente de otras ofrendas que se ofrecían en privado, como por ejemplo, las ofrendas voluntarias, o en cumplimiento de votos o promesas especiales.

Al leer estos dos capítulos, uno no puede menos que fijarse en el hecho de que todas las ofrendas que se mencionan, eran adicionales, es decir, que se presentaban además del holocausto continuo que, como dijimos, habla de la Persona del Señor Jesucristo. Continuemos ahora, leyendo los versículos 9 y 10 de este capítulo 28 de Números:

"Pero el sábado ofrecerás dos corderos de un año, sin defecto, y cuatro kilos de la mejor harina amasada con aceite como oblación u ofrenda de cereales, con su correspondiente ofrenda de libación o de vino. Es el holocausto de cada sábado, además del holocausto continuo y su libación."

El día de reposo requería ofrendas especiales, pero éstas, siempre eran adicionales al holocausto diario. Leamos ahora el versículo 11,

"Al comienzo de vuestros meses ofreceréis en holocausto al Señor, dos becerros de la vacada, un carnero y siete corderos de un año, sin defecto"

Aquí hay también holocaustos adicionales, y con esta ofrenda se presentaba también la ofrenda por el pecado. Pasemos ahora al versículo 15:

"También un macho cabrío en expiación se ofrecerá al Señor, además del holocausto continúo con su libación."

Ahora, en los versículos 16 al 25 encontramos la ley de las ofrendas para la Pascua y para la fiesta de los panes sin levadura. En el versículo 22 se menciona la ofrenda por el pecado; pero, repetimos, lo que nos llama la atención en este pasaje, es el énfasis que se le da a los holocaustos.

En los versículos 26 al 31 tenemos la fiesta de las Primicias o primeros frutos. La ofrenda por el pecado se menciona en el versículo 30, y una vez más, podemos notar el énfasis que se coloca en los holocaustos.

Quizá usted, estimado oyente, esté preguntándose: ¿por qué se hace tanto énfasis en esto? Bueno, porque nos demuestra que Dios se deleita en Cristo. Cuando Dios mira nuestra adoración, busca nuestro deleite en Cristo. El quiere que nosotros compartamos Sus pensamientos y que nos deleitemos en Cristo así como El se deleita en Cristo. Este es el maravilloso Tema de estos capítulos.

Y llegamos, ahora, al capítulo 29. En este capítulo continuamos tratando el mismo Tema del capítulo anterior.

La fiesta de las Trompetas se describe en los versículos 1 al 16 y aunque se menciona la ofrenda por el pecado, el mayor énfasis continúa siendo el que se coloca en los holocaustos. El Gran Día de la Expiación o del perdón era el único día que Dios les había dado a los israelitas, como día de luto y duelo. Todos los demás días santos, debían ser días de regocijo y alegría. Dios siempre deseaba que Su pueblo se acercara a El con alegría durante esos maravillosos días santos; El quería que fuesen verdaderos días de fiesta. La única excepción era el día de la expiación. Leamos entonces el versículo 7 de este capítulo 29 de Números:

"El diez de este mes séptimo tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas: ninguna obra haréis."

Esta es una repetición de la ley dada en Levítico capítulo 23, versículo 27, donde dice: "A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida al Señor."

El capítulo concluye con la ley sobre las ofrendas para la fiesta de los Tabernáculos, también llamada de las enramadas o de la cosecha de fin de año. También se menciona las ofrendas por el pecado y de transgresión; pero siempre se las menciona además de los holocaustos.

Hay lecciones importantes para nosotros en estos dos capítulos. Estimado oyente, usted y yo somos pecadores. Aunque usted no lo sepa, usted es un pecador. Si usted y yo prestamos atención a la Palabra de Dios, encontraremos en ella que somos pecadores y que necesitamos un Salvador. Necesitamos un sacrificio por nosotros. ¡Necesitamos a Cristo! Necesitamos a ese Salvador que murió por nosotros y que pagó la pena de nuestros pecados. El pecado es lo que ha traído la tristeza a este mundo. El pecado ha causado las lágrimas y la angustia; y Dios odia el pecado. Y yo, estimado oyente, me alegro de que El odie el pecado.

Hoy en día, Dios continúa sin desviarse, decidida e inflexiblemente en su lucha contra el pecado. Su propósito es erradicarlo completamente de Su universo. Dios no hace ningún compromiso ni acepta tregua alguna. Su único propósito es eliminar el pecado. Y yo le doy gracias a Dios por esto. El pecado, amigo oyente, es lo que nos ha apartado a usted y a mí de nuestra relación con Dios, de nuestro compañerismo con El, es decir, ha producido nuestra muerte espiritual. Por tanto, el pecado es causa de aflicción.

¿Cuánto tiempo hace que usted no se lamenta por sus pecados? ¿Se ha acercado usted a Dios, estimado oyente, afligido por sus pecados, por los fracasos en su vida, porque está muy alejado de El, o por su frialdad e indiferencia? ¡Cuánto necesitamos hoy confesarle todo! No es porque Dios está tan alto y nosotros tan abajo, ni porque El es tan grande y nosotros tan pequeños, ni porque El es infinito y nosotros finitos, que estamos apartados de El. Dios dice que son nuestros pecados los que nos han separado de El. Y son también la causa de nuestra aflicción.

Pero, Dios no quería que Su pueblo se pasara toda la vida llorando. Por eso les dio solamente un día reservado para la aflicción. Todos los demás eran para celebrar fiestas alegres. Allí estaban las ofrendas por el pecado y por la transgresión. Cristo ha expiado los pecados en la cruz. ¡Y cuánto lo necesitamos! Pero, el énfasis en estos dos capítulos, es sobre los holocaustos; es decir sobre los holocaustos continuos que se realizaban todos los días y los holocaustos de los días de fiesta. Es que Dios, estimado oyente, se deleita en Su Hijo.

Todos los detalles aquí, han hablado de nuestro Salvador y de lo maravilloso que es El. El es una ofrenda de olor grato. Y la ofrenda de olor grato nos habla de la Persona de Cristo; es decir, nos dice quién es El. La ofrenda de olor no grato, por otra parte, nos habla de Su obra; es decir, nos dice lo que El hizo. Fue hecho pecado por nosotros, El, que no conoció pecado.

Yo soy pecador, pero El tomó mi lugar en la cruz muriendo en mi lugar y me dio Su lugar en el Cielo. Si usted ya es salvo, amigo oyente, usted tiene tanto derecho a estar en el Cielo, como lo tiene Cristo mismo. ¿Sabía usted eso? Usted tiene derecho a estar allí, porque Dios nos ha aceptado en Su Amado Hijo. Esa es la manera en que Dios nos recibió. ¡Esta es, realmente, una maravillosa verdad!

Y así, amigo oyente, concluimos nuestro estudio del capítulo 29 de Números. Llegamos ahora a

Números 30:1-16

Todo este capítulo trata sobre los votos o promesas.

Después de la ley que regula las ofrendas, tenemos ahora la ley de los votos. La ley de los votos en este capítulo 30 de Números, presenta una referencia especial a los votos que hacían las mujeres. En el programa anterior, vimos cómo la Biblia asegura a las mujeres sus derechos. Vimos en esa ocasión, que les daba el mismo derecho que a los hombres, de reclamar una herencia. Pero aquí, aprendemos que las mujeres también tenían sus deberes y responsabilidades.

En primer lugar, vemos que

Un voto es inviolable

Estudiamos un capítulo entero en Levítico, que trata el Tema de los votos, y allí dirigimos nuestra atención a la importancia que Dios le da a los votos. Advierte a Sus hijos que tengan mucho cuidado cuando hacen un voto o una promesa a Dios, porque Dios hará responsable a la persona por la promesa que haya hecho, y por tanto la amonestación consiste en no hacer un voto de manera insensata o irresponsablemente.

Creemos que en la actualidad hay un gran peligro entre los creyentes de prometerle demasiado al Señor y sin pensarlo mucho. En realidad, estimado oyente, no debemos pedirles a las personas que hagan un voto delante de Dios, excepto el aceptar a Cristo Jesús como Salvador. ¿Por qué? Bueno, porque después de un elocuente mensaje hemos visto que muchas de estas personas que pasan al frente para dedicar sus vidas, luego rompen esos votos. Y Dios nos hace responsables de las promesas que hagamos. El no nos pide que hagamos votos, porque los votos son totalmente voluntarios. Pero si usted hace una promesa, entonces, acuérdese de cumplirla. Porque Dios así lo exige. Entonces, acuérdese de cumplirlo. Porque Dios así lo exige y de no hacerlo, Dios le hará responsable. Leamos, pues, los primeros dos versículos de este capítulo 30 de Números:

"Habló Moisés a los príncipes de las tribus de los hijos de Israel y les dijo: Esto es lo que el Señor ha mandado: Cuando alguien haga un voto al Señor, o haga un juramento ligando su alma con alguna obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca."

Hoy en día, esto es muy importante para nosotros los cristianos. El apóstol Pablo estaba pensando en esto cuando escribiendo en su carta a los Romanos, dijo en el capítulo 10, versículos 9 y 10: "Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación).

¿Cómo cree usted, estimado oyente, en el Señor Jesucristo? Pues, con su corazón, y luego, ¿qué ocurre? La confesión se hace con la boca. El confesar con la boca es su voto; es su declaración de fe. La cuestión no es solamente lo que la boca diga, sino que el corazón debe creer lo que expresa la boca. Ambas partes deben estar de acuerdo. "Porque con el corazón se cree para justicia," dice el apóstol Pablo. Usted, no cree con la boca. Usted lo confiesa con la boca. "Pero con la boca," continúa el apóstol Pablo, "se confiesa para salvación." No lo confiese con la boca, estimado oyente, a menos que su corazón entone la misma melodía. El corazón y la boca deben cantar un dúo. Deben de estar en armonía. Eso es exactamente lo que significa esta ley que reglamenta los votos.

Vemos ahora, que

El voto de una mujer depende de su padre o marido

Leamos los versículos 3 y 4, de este capítulo 30 de Números:

"Pero cuando una mujer joven, que todavía vive en la casa de su padre, haga un voto al Señor o asuma alguna obligación, si su padre sabe de su voto o de la obligación con que ligó su alma, y su padre no dice nada, todos los votos de ella serán firmes, y toda obligación con que haya ligado su alma, firme será."

En otras palabras, si una mujer hace un voto mientras todavía es soltera y aun está en casa de su padre, el padre se hace responsable de ella. Si el padre se calla cuando la oye hacer el voto, entonces, ese voto que ella hizo, quedará firme. Sin embargo, si el padre se interpone y dice que el voto no es válido, entonces, ese voto no es obligatorio y él está legalmente protegido en el asunto. Veámoslo aquí en el versículo 5 de este capítulo 30 de Números:

"Pero si su padre se lo prohíbe el día en que se entera, ninguno de los votos y las obligaciones con que ella haya ligado su alma será firme. Y el Señor la perdonará, por cuanto su padre se lo prohibió."

Ahora, ¿qué pasa si la mujer es casada? Leamos los versículos 6 al 8:

"Pero si es casada y hace votos, o pronuncia con sus labios cosa con que obligue su alma, y al enterarse su marido no dice nada, los votos de ella serán firmes, y la obligación con que ligó su alma, firme será. Pero si cuando su marido se entera, se lo prohíbe, entonces queda anulado el voto que ella hizo y el compromiso de sus labios con que ligó su alma. Y el Señor la perdonará."

Si la mujer casada salía, hacía compras costosas y contraía obligaciones, el esposo podía decir que lo desaprobaba, y entonces no era responsable de pagar sus deudas. El voto no era válido, y así él no quedaba comprometido. De modo que, usted puede ver que un padre o un esposo, podría ser responsable del voto que hacía una mujer, a menos que lo hubiera desaprobado.

Leamos el versículo 9 de este capítulo 30 de Números, que trata sobre

El voto de una viuda o divorciada tiene validez y debe ser cumplido

"Pero todo voto de viuda o repudiada con que ligue su alma será firme."

Una viuda era responsable de sus propios actos. De modo, que el voto que hacía, era firme. Ahora, note usted lo importante que son estos detalles para Dios. El quiere que Su pueblo siempre cumpla su palabra. Por otra parte, consideremos que Dios cumple Sus promesas y espera que Sus hijos también las cumplan. Hizo un pacto con Abraham. Hizo una promesa a David. Dios fue, es y será fiel a Sus promesas. Cumplió Su promesa en el pasado y cumplirá todas Sus promesas futuras. Dice el Evangelio de Juan en 3:16 "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." Esa es la Palabra de Dios, y la Promesa de Dios para usted y para mí. Y la Palabra de Dios se cumplirá. El ha prometido que le salvará a usted si confía en Cristo, y esta es una promesa o un voto que permanece válido.

Estimado oyente, Dios es fiel a Su palabra. No es necesario que El haga juramento alguno. Su Palabra es suficiente. Su palabra es confiable, porque El solo habla la verdad. Basta con que Dios diga algo, para que sea cierto. Y El quiere que los que le representan aquí en la tierra, sean personas que permanezcan fieles a Su palabra. Por lo tanto, si le prometemos algo, tenemos que ser fieles y cumplir esa promesa.

Llegamos así al final del capítulo 30 de Números. Recordemos que estamos tratando los asuntos que tienen que ver con una nueva generación del pueblo israelita. Una generación que ha caminado a través del desierto y a la cual Dios estaba preparando para entrar en la tierra prometida. Y en cuanto a nosotros, no olvidemos que, como acabamos de citar en el Evangelio de Juan, Dios ha prometido la vida eterna a los que crean en Su Hijo Jesucristo. Toda nuestra enseñanza y predicación del Evangelio está basada en esa esperanza, en esa certeza. Y como dijo San Pablo escribiendo a Tito, en 1:2, Dios, que no miente, prometió esta vida desde antes que el mundo existiera. Estimado oyente, le agradecemos por habernos escuchado y le invitamos a compartir con nosotros esa esperanza que es tan cierta, que puede comenzar a disfrutarla hoy mismo. Se trata de una nueva motivación para vivir; de una nueva ilusión que afecta no solo a nuestra propia vida, sino también a nuestra relación con los demás. Porque al tener una relación personal con Dios, Su poder nos da la energía necesaria para mantenernos firmes y estables ante las circunstancias de la vida.

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