Estudio bíblico de Juan 13:34-14:4

Juan 13:34-14:4

Continuamos hoy estudiando el capítulo 13 del evangelio según San Juan y comenzaremos leyendo los versículos 34 y 35. Dijo Jesús:

"Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros."

Jesús les dio a Sus discípulos, un nuevo mandamiento. Y creemos que algunos parecen interpretar que él dijo: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, en que sois fundamentalistas en la fe". Pues no. No les pidió que fuesen fundamentalistas. Ahora, creemos que es necesario creer en las verdades fundamentales de la fe. Yo personalmente creo en la infalibilidad de la Palabra de Dios. Creo en la inspiración verbal y plena de las Escrituras. Y creo en la Deidad del Señor Jesucristo. Creo que Él murió en la cruz por la expiación del pecado. Que murió una muerte substitutiva y vicaria por los pecados del mundo. Creo también que Jesucristo resucitó corporalmente, que ascendió al cielo y que vendrá personalmente para recoger a Su Iglesia del mundo. Pero quiero decirle lo siguiente, y quiero decirlo con mucho cuidado. El creer en esas verdades de la fe no es lo que convence al mundo no creyente. El mundo necesita experimentar el amor puro y verdadero. Y Jesús dijo que Sus discípulos debían ser conocidos por su amor.

¿Se da usted cuenta, estimado oyente, que el mandamiento más importante para un cristiano, no es el de testificar, ni el de servir, sino el de amar a los hermanos, a los otros creyentes? Tertuliano escribió que el gobierno romano se perturbó porque la iglesia primitiva estaba creciendo a pasos agigantados. Como los cristianos nunca tenían incienso para ponerlo delante de la imagen del emperador, los romanos creyeron que los cristianos podrían ser desleales. Sucedió pues, que unos espías fueron enviados a observar a la iglesia y volvieron con el siguiente informe: "estos hombres, dijeron, son personas muy extrañas. Se reúnen juntos en una sala vacía para la adoración. No tienen ninguna imagen. Hablan de uno que se llama Jesús, que está ausente, pero cuya llegada parecen estar esperando en cualquier momento. Y cuánto le aman, y cuánto se aman los unos a los otros". Hasta aquí el informe. Continuemos ahora leyendo los versículos 36 al 38, de este capítulo 13 del evangelio según San Juan:

"Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde voy, no me puedes seguir ahora, pero me seguirás después. Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? ¡Mi vida daré por ti! Jesús le respondió: ¿Tu vida darás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo sin que me hayas negado tres veces."

Tenemos aquí un hombre que era como nosotros. Creemos que si usted es un verdadero hijo de Dios, nunca vendería a Jesús como lo hizo Judas. El diablo no tiene control sobre usted, porque el Espíritu de Dios mora en usted. Pero no hay ni uno de nosotros que no haría lo que hizo Simón Pedro. Su problema no fue que Satanás entró en su corazón. Sino que confiaba en su propia naturaleza. Creemos que éste es también el problema de todos nosotros. Pedro verdaderamente amaba al Señor. Estaba dispuesto a defender al Señor. Sin embargo el Señor tuvo que tratar a Pedro como a una persona inmadura. Siempre estaba cometiendo errores y no creemos que haya alcanzado la madurez mental, ni espiritual hasta el día de Pentecostés. Lo único que él oyó de todo lo que Jesús había estado diciendo, era que Jesús se iba. Y reaccionó igual que un niño que dice: "¿a dónde vas papá? Yo quiero ir contigo". Su primera pregunta fue: "Señor, ¿a dónde vas?" Y su segunda pregunta, "Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora?"

Cuando Jesús le respondió: "A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después", lo único que Pedro oyó fue la palabra "ahora". Es como el niño que pide algo a su madre: la madre le dice que no puede dárselo ahora, sino que va a tener que esperar hasta después de la cena; pero el niño se aprovecha de la palabra "ahora". Quiere recibirlo "ahora" mismo. No quiere esperar hasta después de la cena.

El amor y la lealtad de Pedro eran sinceros. Quería seguir al Señor en ese mismo momento, a donde quiera que fuese. Cuando le dijo. "Mi vida daré por ti", estaba hablando en serio. Y en realidad, Pedro intentó luchar por su Señor, y cuando más adelante vinieron a detener a Jesús, le cortó la oreja al siervo del Sumo Sacerdote. (La razón por la cual sólo le cortó la oreja, era porque Pedro era pescador y no soldado. En realidad, posiblemente intentó cortarle la cabeza.)

Volviendo a este pasaje, cuando el Señor le dijo a Pedro que le negaría tres veces antes de que el gallo cantara, ya estaba oscuro, y Pedro simplemente no habrá podido creer que antes del amanecer, negaría al Señor.

Ahora, ¿Qué lección hay aquí para nosotros? Pedro confiaba mucho en sí mismo. Y de este incidente debemos aprender que no debemos confiar en nuestra propia naturaleza humana. El apóstol Pablo dijo en su segunda carta a los Corintios 12:10: "porque cuando soy débil, entonces soy fuerte". ¿Reconoce usted amigo oyente, su propia debilidad, o se considera fuerte? Alguien le preguntó al gran predicador Dwight L. Moody, si se creía capaz de morir por Jesús. El contestó: "No. Pues Cristo no me ha pedido morir por Él. Pero si me lo pide, se que me dará la gracia para ser capaz de morir por Él". Ésa es la respuesta. Nuestra propia naturaleza es débil, pero Dios suplirá la fuerza para la necesidad concreta.

Y con esto, terminamos el capítulo 13, y llegamos ahora a

Juan 14:1-4

Las divisiones de la Biblia en capítulos, son buenas porque nos ayudan en nuestro estudio de la Biblia, pero a veces la división no ocurre en el lugar más apropiado del relato. Y creemos que esto es lo que ha ocurrido aquí, entre los capítulos 13 y 14. Porque lo que nuestro Señor dijo en el principio del capítulo 14, era una continuación de lo que le estaba diciendo a Simón Pedro en el capítulo anterior.

Vimos en el capítulo 13, que Simón Pedro declaró que estaba dispuesto a morir por el Señor. Entonces el Señor Jesús le dijo que él, Pedro, le negaría tres veces antes de la hora en que el gallo cantara por la mañana. Mas tarde veremos que, cuando el gallo cantó por la mañana, Simón Pedro había negado conocer a Jesús tres veces. El Señor Jesús aquí, continuó hablando con Simón Pedro y las palabras de esta sección tendrían el propósito de ayudarle a pasar aquella oscura noche en la que negaría a Jesús, de restaurarle a una relación correcta con Dios y de infundirle aliento. Esta porción de las Escrituras ha servido de mucho consuelo al pueblo de Dios, desde aquel entonces y hasta nuestros días, ante los impactos dolorosos de la vida.

Hemos llamado a este capítulo, el capítulo más conocido de toda la Biblia. Hace años, un programa radial, hizo la sugerencia a sus oyentes, de que escribieran informando cuáles eran sus capítulos favoritos de la Biblia. Claro que se esperaba que el capítulo 14 de Juan, se encontrase entre sus favoritos. Pero ocurrió que más radioescuchas indicaron el capítulo 14 de Juan, que todos los demás capítulos juntos. Leamos pues el primer versículo de este capítulo 14 del evangelio según San Juan, en el cual

Jesús consoló a sus discípulos

"No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí."

En este mismo momento, personas de todo el mundo están buscando consuelo. Anhelan conseguir la paz en sus corazones. Pero sólo Jesús puede traer aquel consuelo, aquella paz tan deseada. Y aquí, Jesús nos dejó la base para aquella fe: "Creéis en Dios, creed también en mí", dijo el Señor. En el idioma griego, estas palabras pueden ser un imperativo o un mandato, traduciéndose entonces, "Creed en Dios. Creed también en mí".

Ahora, junto con la palabra "creed" encontramos la preposición "eis" que significa "en". Y cuando Juan habló en cuanto a la fe salvadora, siempre incluyó esta preposición. La fe no es inactiva ni pasiva. Significa creer en, o creer a. Es una fe activa, una confianza. Si usted cree que su automóvil le llevará a su casa, ¿cómo es que llega a su casa? ¿Simplemente creyéndolo? No. Usted cree lo suficiente en las aptitudes del vehículo como para fiarse efectivamente de él y pasar a la acción. Entra en él confiando que le va a llevar a su casa. Bueno, así es como uno se salva. Usted cree en Cristo y deposita su confianza en Él.

Hay quienes afirman que Jesús nunca enseñó acerca de Su deidad. Y nos gustaría saber qué es lo que Él dijo aquí en este primer versículo, si no se estaba haciendo igual a Dios. Su declaración aquí, aclaró muy bien que creer en Dios significa que usted no es un ateo. Pero para ser un cristiano es necesario tener una fe personal y una confianza en Cristo. Leamos ahora el versículo 2 de este capítulo 14 de Juan:

"En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros."

Vamos a dejar en claro en primer lugar, qué es la casa del Padre. La casa del Padre es este vasto universo en el cual usted y yo vivimos. Vivimos en uno de los planetas más pequeños. Somos simplemente una partícula en el espacio. Vivimos en la casa del Padre.

Éste ha sido considerado como un universo que se expande. Primero, los hombres concebían la tierra con las estrellas, como si éstas fuesen pequeñas lamparillas atornilladas en la parte superior del universo. Luego, los seres humanos empezaron a explorar, y descubrieron que nos hallamos en un sisTema solar. Somos en verdad, un planeta menor que gira alrededor del sol, y hay otros planetas que, como el nuestro, giran alrededor del sol.

Nosotros, junto con los demás sisTemas solares, estamos en un sisTema galáctico; y cuando usted mira arriba a la Vía Láctea, ve el otro lado de nuestro sisTema galáctico. Ahora, el nuestro es solamente un sisTema galáctico. Si pudiéramos alejarnos a una distancia aún mayor, nos encontraríamos con muchos otros sisTemas galácticos, que hacen que el nuestro parezca un cuerpo diminuto en el espacio.

Se nos dice que nuestro vecino más cercano, Andrómeda, queda como a unos 2.000.000 de años luz, de nosotros. Ahora, incluso estos sisTemas galácticos no constituyen en manera alguna, el fin del espacio. Mas allá de ellos hay lo que llaman cuásares, o fuentes de radio cuasiestelares. Se cree que son núcleos de energía de galaxias jóvenes muy lejanas. Han hallado estos cuásares mediante gigantescos radiotelescopios, como los que del desierto de Mojave y en Arecibo, Puerto Rico. Y han encontrado que más allá de aquellos cuásares, hay otros. Simplemente no sabemos cuán enorme es este universo. Puede ser pues, que vivamos en un universo infinito. Y si hay un universo infinito, debe haber un Dios infinito.

Nuestro Señor dijo: "En la casa de mi Padre muchas moradas hay". Y creemos que Jesús se sonrió un poco cuando dijo estas palabras. Él mismo fue quien las creó, y Él sabía cuántas había. Ahora, no sabemos acerca de la existencia de seres humanos en otros planetas. Pero somos nosotros, los que vivimos en este pequeño planeta, los que nos hemos rebelado contra Dios. Creemos que este vasto universo lleno de criaturas inteligentes, está mirando a esta pequeña tierra. Aquí, es donde pueden ver algo único en el universo. Quizás conocían algo en cuanto a la sabiduría de Dios, y de Su persona y Su poder, pero no sabían nada sobre Su amor, hasta que la segunda persona de la Trinidad, el Señor Jesús, bajó a esta tierra y murió en la cruz, "porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito". Es que en esta tierra hubo una manifestación del amor de Dios.

Usted y yo, creemos a veces que valemos algo, que tenemos algún valor. Bueno, no deseamos ofender a nadie, pero, estimado oyente, ¿sabe usted que la raza humana no es digna de salvarse? Dios bien pudo habernos quitado de esta pequeña tierra, para empezar de nuevo. Pero, así no estaría demostrando Su amor. Estaría mostrando Su justicia, pero no Su amor. Dios es justo, pero también nos ama. Eso es lo asombroso y lo más maravilloso de todo. Dios nos ama. Le ama a usted y me ama a mí; no porque merezcamos ser amados, sino que nos ama a pesar del hecho de que estamos totalmente corrompidos. Pertenecemos a esa clase de raza humana. Y si tuviéramos dudas al respecto, sólo nos queda mirar dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Tiene que haber algo que esté radicalmente mal para que una civilización que ha alcanzado semejantes niveles de progreso, pueda presentar tantos elementos de autodestrucción y evidencias de decadencia.

"Si así no fuera, yo os lo hubiera dicho", dijo Él. Y con esto implica que, o bien le creemos, o no le creemos. "Voy, pues, a preparar lugar para vosotros". Este vasto universo está lleno de muchas moradas, y sin embargo Jesús ha ido a preparar un lugar especial para aquellos que son de Él.

Tratamos con un Dios grande y maravilloso. Jesús ha ido a preparar lugar para nosotros. Hoy en día, uno mira a los millones que habitan en este mundo y no puede menos que preguntarse: ¿no nos perderemos en medio de tan inmensa e incontable muchedumbre? La declaración que Jesús hace es que si usted es hijo de Dios, Él está preparando un lugar para usted. Nadie más lo podrá ocupar, sino solamente usted. Continuemos leyendo el versículo 3, de este capítulo 14 del evangelio de Juan:

"Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis."

Esta es la primera vez en toda la Biblia, donde se menciona que Dios va a llevar a personas de este universo, para ir a un lugar que Él ha preparado. Esta no era la esperanza del creyente en el antiguo testamento. Dios nunca le prometió a Abraham, llevarle a alguna estrella lejana. Dios le dijo que haría su descendencia tan numerosa como las estrellas. Pero la promesa a Abraham fue el darle una morada eterna en esta tierra. La esperanza del Antiguo Testamento fue el establecimiento de un reino aquí en la tierra, donde moraría la paz, la justicia, y culminaría el cumplimiento del propósito de Dios para esta tierra.

Personalmente creemos que la expresión, "El reino de los cielos", significa el reino de Dios sobre la tierra. Ése es el propósito de Dios. Dice el Salmo 2, versículo 6: "Pero yo he puesto mi rey sobre Sión, mi santo monte". Ése es el propósito terrenal de Dios, y Él está moviendo todo resueltamente, sin vacilar e inflexiblemente hacía el día en que ponga a Su propio Hijo en el trono aquí en la tierra. Ése será el reino de los cielos. Ése es el propósito terrenal de Dios. Ésa era la esperanza del Antiguo Testamento.

Los discípulos se sorprendieron cuando Jesús reveló que iba a llevar a un pueblo, comenzando con los apóstoles, fuera de esta tierra para estar con Cristo, en el lugar que Él estaba preparando. Esta fue la primera vez que tal revelación tenía lugar. Esta fue la primera vez, pero no la última. El apóstol Pablo habló de este Tema, diciendo en su primera carta a 1os Tesalonicenses, capítulo 4, que: "el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo". Vendrá para llamar y para llevar a los Suyos. Los muertos en Cristo resucitarán primero, y luego los creyentes que aún vivan serán arrebatados para recibir juntos al Señor en el aire. Y así todos estaremos siempre con el Señor en aquel lugar que Él nos ha preparado. El apóstol Juan en el libro del Apocalipsis 21 dijo que la ciudad, la nueva Jerusalén, descenderá de Dios, desde el cielo. Será una nueva ciudad, un nuevo concepto de vivienda urbana, y allí es donde los creyentes, a partir de los apóstoles, morarán por toda la eternidad. Continuemos leyendo el versículo 4 de este capítulo 14 de Juan:

"Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino."

Jesús estaba elevando a estos hombres a las alturas, porque allí en el aposento alto la sombra de la cruz se había proyectado sobre aquel grupo, y el pecado había llamado a la misma puerta de aquella sala, reclamando su parte. Nuestro Señor trataba de elevarles de lo presente, a lo futuro; de lo material, a lo espiritual; y de lo terrenal, a lo celestial. Jesús les dijo dos cosas: el destino, que es el "dónde", y el camino, o sea, "cómo" llegar a ese destino.

Aquellas palabras de Jesús, con las cuales concluimos nuestro programa de hoy, están dirigidas a nosotros también, en tiempos en los cuales los pensamientos y preocupaciones de la mayoría de los seres humanos parecen embargados por el presente, por lo material y por las circunstancias de esta tierra. En nuestro próximo programa, al continuar con este capítulo, veremos que el diálogo entre Jesús y los suyos estaba por concretarse en un Tema muy importante, es decir, en la forma de hacer realidad lo que Él les estaba prometiendo. Por lo tanto, haremos bien en fijar nuestra atención en el futuro, en el mundo espiritual, en el mundo que es visible para los ojos de la fe, en ese mundo que Dios quiere proyectar sobre la vida del ser humano de nuestro tiempo, para proporcionarle una esperanza que enriquezca su vida presente en esta tierra con un nuevo significado.

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