Estudio bíblico de Jueces 20:1-21:25

Jueces 20:1-21:25

El tema aquí es la anarquía política, que se refiere al estado. Es que comenzando con la apostasía religiosa y continuando con la degradación moral, el paso siguiente en este declive de la vida de Israel (y en la de cualquier nación), es la anarquía política. Veremos esta situación en estos dos últimos capítulos del libro de los Jueces.

Cuando las tribus de Israel recibieron una parte del cadáver de la mujer, incluyendo un mensaje de lo que había ocurrido en Gabaa, se encolerizaron contra la tribu de Benjamín. Creyeron que la ley debía cumplirse. Le dieron a la tribu de Benjamín una oportunidad de entregar a los delincuentes. Este capítulo 20 comienza con una asamblea general, en la cual el levita agraviado citado en el capítulo anterior, informaría sobre la acción criminal que había sufrido. Leamos pues para comenzar los primeros dos versículos de este capítulo 20 de Jueces:

"Entonces salieron todos los hijos de Israel, y delante del Señor, en Mizpa, se reunió la congregación como un solo hombre, desde Dan hasta Beerseba y la tierra de Galaad. Los jefes de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel, se hallaban presentes en la reunión del pueblo de Dios, cuatrocientos mil hombres de a pie que sacaban espada."

Los israelitas vinieron de todas partes de la tierra de Israel para luchar contra la tribu de Benjamín por haber abusado de la concubina del levita. Y se reunieron todos en asamblea general, con la excepción por supuesto de la tribu de Benjamín, que había motivado esta reunión. Y comenzaron la investigación preguntando al levita, cómo había ocurrido esta maldad.

Y en los versículos 4 al 6 el levita hizo un relato de los hechos que tuvieron lugar la noche que él llegó a Gabaa de Benjamín; y contó cómo los hombres de Gabaa habían humillado a su concubina hasta darle muerte. Y en el versículo 7 este levita concluyó su exposición pidiendo a la asamblea general que diera su parecer y su consejo. Comenzó entonces el período de deliberación, y después de considerar los hechos, procedieron a emitir una resolución que fue aprobada por unanimidad. Dicen los versículos 8 y 9 de este capítulo 20 de Jueces:

"Como un solo hombre, todo el pueblo se levantó y dijo: Ninguno de nosotros irá a su tienda, ni volverá ninguno de nosotros a su casa. Esto es ahora lo que haremos con Gabaa: contra ella subiremos por sorteo."

Y procedieron entonces a trazar la estrategia y el plan de ataque para la batalla contra la tribu de Benjamín. Decidieron además enviar una comisión para que se entrevistara con los de la tribu de Benjamín. Leamos los versículos 12 y la primera parte del versículo 13 de este capítulo 20 de Jueces:

"Y las tribus de Israel enviaron hombres por toda la tribu de Benjamín, diciendo: ¿Qué maldad es esta que ha sido hecha entre vosotros? Entregad, pues, ahora a aquellos hombres perversos que están en Gabaa, para que los matemos y quitemos el mal de Israel."

La misión que se había encargado a esta comisión era tratar de persuadir a los de la tribu de Benjamín para que entregaran a los responsables de este crimen para ejecutarlos. Pero note Ud. Lo que ocurrió aquí en la última parte del versículo 13 y el versículo 14:

"Pero los de Benjamín no quisieron oir la voz de sus hermanos los hijos de Israel, sino que los de Benjamín, de todas las ciudades, se juntaron en Gabaa para salir a pelear contra los hijos de Israel."

O sea que no solamente no estaban dispuestos a admitir su culpabilidad en este terrible crimen, ni querían cooperar entregando a los culpables; sino que prefirieron salir a pelear contra los hijos de Israel. ¡Cuán fielmente representado vemos aquí amigo oyente, el cuadro de lo que ocurre con muchos creyentes, que no solamente no están dispuestos a admitir su pecado, a reconocer que han pecado y confesarlo al Señor; sino que arguyen, alegan, discuten, presentan toda clase de argumentos y se oponen a todo tipo de disciplina, antes que confesar y juzgar el pecado en sus vidas. Y eso es lo que ocurrió aquí con la tribu de Benjamín. Leamos ahora los versículos 15 y 16 de este capítulo 20 de Jueces:

"Fueron contados en aquel tiempo los hijos de Benjamín, de las ciudades, y eran veintiséis mil hombres que sacaban espada, sin contar los setecientos hombres escogidos que vivían en Gabaa. Entre toda aquella gente había setecientos hombres escogidos que eran zurdos, todos los cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello y no erraban."

Ahora, hay mucha gente que cree que fue un milagro que David, cuando con la piedra lanzada por su honda, pudiera herir al gigante Goliat en la frente. Pero, considere usted este versículo 16 que acabamos de leer. Dice que ellos ". . . tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no erraban". Algunos de esos hombres, amigo oyente, eran tan precisos en su puntería en aquel entonces con sus hondas, como un experto tirador actual con armas de fuego. ¡Estos hombres zurdos no erraban!

Un predicador dijo que la razón por la cual David había cogido cinco piedras, fue para tener una provisión en reserva en caso de que no acertara con la primera piedra. Pero no fue por ese motivo que David cogió esas cinco piedras. ¿Sabe usted por qué David tomó esas cinco piedras? Si usted lee cuidadosa y detenidamente el relato de este incidente en el capítulo 17 del Primer libro de Samuel y consulta también el relato que se hace en el capítulo 21 del Segundo libro de Samuel, los últimos 8 versículos, podrá darse cuenta que este Goliat tenía cuatro hijos en el ejército de los filisteos y David había tomado una piedra para cada uno de ellos. David necesitaba una sola piedra para vencer a Goliat. Él sabía lo preciso que era en su puntería. Yo creo que podríamos decir de David lo que comúnmente decimos hoy de algunos expertos tiradores que "donde ponen el ojo, ponen la bala;" y así era David "donde ponía el ojo, ponía la piedra". De modo que estos setecientos hombres que se mencionan aquí en el versículo 16 de este capítulo 20 de Jueces, eran igualmente peritos en el manejo de la honda, con tal precisión que le apuntaban a un cabello y ¡no erraban! Continuemos ahora leyendo los versículos 17 hasta el 20 de este capítulo 20 de Jueces:

"También se contaron los hombres de Israel, fuera de Benjamín, y sumaban cuatrocientos mil hombres que sacaban espada, todos ellos hombres de guerra. Luego se levantaron los hijos de Israel, subieron a la casa de Dios y consultaron a Dios, diciendo: ¿Quién subirá de nosotros el primero en la guerra contra los hijos de Benjamín? El Señor respondió: Judá será el primero. Se levantaron, pues, los hijos de Israel por la mañana, contra Gabaa. Salieron los hijos de Israel a combatir contra Benjamín, y los hombres de Israel le presentaron batalla junto a Gabaa."

Observemos la tremenda desigualdad entre estos dos ejércitos. Mientras el ejército de los hijos de Israel contaba con cuatrocientos mil hombres, el ejército de los hijos de Benjamín sólo contaba con veintiséis mil setecientos hombres, según el versículo 15. En efecto, los hombres de Benjamín fueron vencidos por la inmensa mayoría del ejército de las demás tribus. El hecho es que la tribu de Benjamín fue destruida casi totalmente. Sin embargo, no fue una victoria fácil para los hijos de Israel. Los versículos 21 al 43 nos relatan el proceso de la batalla y los ataques que tuvieron que lanzar los hijos de Israel para poder derrotar a los de Benjamín. A pesar de su numeroso ejército, los hijos de Israel tuvieron que organizar tres ataques para derrotar finalmente a los de Benjamín. El versículo 21 nos presenta el primer ataque, en el cual el ejército de los hijos de Israel tuvo 22.000 bajas. En el versículo 25 encontramos el segundo ataque, en el cual los hijos de Israel perdieron otros 18.000 hombres. Y a partir del versículo 31 tenemos el ataque final, en el cual los hijos de Israel finalmente derrotaron a los hijos de Benjamín. Pero aun en este ataque, los hijos de Israel perdieron unos 30 hombres.

Ahora, hay algo muy importante aquí que no debemos pasar por alto. La última parte del versículo 28 dice: "Y el Señor dijo: Subid, porque mañana yo os los entregaré". Y la primera parte del versículo 35 dice: "Y derrotó el Señor a Benjamín delante de Israel. . ." Observe usted que fue a Dios a quien se atribuyó la victoria, y con justa razón porque Él había dicho que entregaría a los hijos de Benjamín en mano de los de Israel. Además, debemos siempre recordar que a Dios pertenece ¡toda victoria! Y es importante que veamos eso! Por otra parte, Dios utilizó este método para juzgar la inmoralidad de la tribu de Benjamín. Pasemos ahora al versículo 44 y leamos hasta el versículo 46 de este capítulo 20 de Jueces:

"Cayeron dieciocho mil hombres de Benjamín, todos ellos hombres de guerra. Los demás se volvieron y huyeron hacia el desierto, a la peña de Rimón; pero de ellos cayeron abatidos cinco mil hombres en los caminos; después los persiguieron aun hasta Gidom y mataron de ellos a dos mil hombres. Todos los que de Benjamín murieron aquel día fueron veinticinco mil hombres que sacaban espada, todos ellos hombres de guerra."

Los de la tribu de Benjamín fueron juzgados a causa de su tremenda inmoralidad. ¡Qué tragedia fue que tantos murieran! Ahora, ésta era la tribu favorita. Usted recordará que Benjamín era el hijo menor del anciano Jacob, y su hijo favorito. Benjamín fue aquel por el cual Judá había estado dispuesto a entregar su vida, y que ocupaba un lugar junto a Judá. Lamentablemente, esta gran inmoralidad que se había introducido había lanzado a una tribu contra la otra. Y, ¿qué sucedió luego? Todo esto condujo a una anarquía política. Observe usted los pasos que tenemos claramente delineados aquí en esa etapa del libro de los Jueces. Primero, hubo la apostasía religiosa en el templo que comenzó en el relato del capítulo 17, con el ídolo de Micaía. Luego vino la decadencia moral en el hogar (en el capítulo 19). Y finalmente, se produjo la anarquía política en el estado (capítulos 20 y 21). Estos son los pasos que conducen a la ruina de las naciones. Llegamos ahora a

Jueces 21

Este es el último capítulo del libro de los Jueces. Y vemos aquí que el pueblo lloró la desolación de la tribu de Benjamín. Los ancianos consultaron sobre cómo hallar esposas para los que quedaban de los hijos de Benjamín. Y las vírgenes de Silo se llevan una sorpresa. Veamos, pues el lamento por la tribu perdida de Israel, y la provisión para el futuro de la tribu. Leamos los primeros tres versículos de este capítulo 21 de Jueces:

"Los hombres de Israel habían hecho este juramento en Mizpa: Ninguno de nosotros dará su hija a los de Benjamín por mujer.Pero luego fue el pueblo a la casa de Dios, y se estuvieron allí hasta la noche en presencia de Dios. Alzando su voz, lloraron mucho: Señor, Dios de Israel, ¿por qué ha sucedido esto en Israel, que falte hoy de Israel una tribu?."

La matanza de los benjamitas hizo que Israel se enfrentara con un nuevo problema. Casi toda la tribu de Benjamín había sido destruida y las otras tribus habían jurado no dejar que sus hijas se casaran con ninguno de los sobrevivientes de los benjamitas. ¿Cómo entonces, había de ser preservada la supervivencia de la tribu de Benjamín? Veamos. Antes de la guerra, los israelitas habían hecho otro juramento. Leamos el versículo 5 de Jueces capítulo 21:

"Y se preguntaban: ¿Quién de todas las tribus de Israel no subió a la reunión delante del Señor?. Porque se había hecho un gran juramento contra el que no subiera al Señor en Mizpa, diciendo: Sufrirá la muerte."

O sea que quien no hubiera subido a luchar contra la tribu de Benjamín, sería muerto. Los versículos 8 al 12 nos revelan que después de investigar el caso, descubrieron que los hombres de Jabes-galaad no habían respondido a aquel llamamiento. De modo que decidieron enviar allá a doce mil hombres de los más valientes de Israel con la orden de matar a los varones de Jabes-galaad y a toda mujer que no fuese virgen, y de traer de vuelta al campamento en Silo a las mujeres vírgenes. Ahora, estas vírgenes fueron entregadas como esposas a 400 benjamitas. Leamos los versículos 13 al 15 de este capítulo 21 de Jueces:

"Toda la congregación envió luego un mensaje a los hijos de Benjamín que estaban en la peña de Rimón, y los llamaron en paz. Volvieron entonces los de Benjamín, y ellos les dieron por mujeres las que habían traído vivas de Jabes-galaad; pero no les bastaron. El pueblo tuvo compasión de Benjamín, porque el Señor había abierto una brecha entre las tribus de Israel."

Todavía no habían solucionado la situación completamente. Las 400 mujeres que habían traído de Jabes-Galaad no habían sido suficientes para todos los benjamitas que habían quedado vivos de la guerra. Entonces, dice el versículo 16, que:

"Entonces los ancianos de la congregación se preguntaron: ¿Qué haremos para dar mujeres a los que han quedado?. Porque habían sido exterminadas las mujeres de Benjamín."

Habían resuelto parcialmente el problema. Pero todavía necesitaban hacer algo y los ancianos seguían preocupados por esta situación porque, como ya dijimos, habían hecho un juramento con respecto a sus hijas. El versículo 18 dice:

"Pero nosotros no les podemos dar mujeres de nuestras hijas, porque los hijos de Israel han jurado diciendo: Maldito el que dé mujer a los benjaminitas."

Y después de discutir el asunto, idearon un medio para buscar esposas para los demás benjamitas. Leamos los versículos 19 al 24 de este capítulo 21 de Jueces:

"Y añadieron: Ahora bien: Cada año hay una fiesta solemne de Jehová en Silo, que está al norte de Bet-el y al lado oriental del camino que sube de Bet-el a Siquem, y al sur de Lebona. Mandaron, pues, a los hijos de Benjamín, diciendo: Id, poned emboscadas en las viñas y estad atentos. Cuando veáis salir a las hijas de Silo a bailar en corros, salid de las viñas, arrebatad cada uno mujer para sí de las hijas de Silo y luego id a tierra de Benjamín. Si vienen los padres o los hermanos de ellas a demandárnoslas, nosotros les diremos: Hacednos la merced de concedérnoslas, ya que en la guerra nosotros no tomamos mujeres para todos. Además, no sois vosotros los que se las disteis, para que ahora seáis culpados. Los hijos de Benjamín lo hicieron así y tomaron mujeres conforme a su número, robándolas de entre las que danzaban. Luego se fueron, volvieron a su heredad, reedificaron las ciudades y habitaron en ellas. Entonces los hijos de Israel se fueron también de allí, cada uno a su tribu y a su familia, y cada uno salió hacia su heredad."

Así pues los benjamitas fueron preservados de una manera singular.

Estimado oyente, hoy nos encontramos en diversas dificultades. Y, quizá algunos se pregunten: ¿Dónde comenzaron nuestros problemas? Pero la verdad es que nuestra problemática es principalmente espiritual. Muchos que se llaman a sí mismos cristianos han entrado en la apostasía y tendrían que comenzar cuestionándose su relación con Dios. Luego, la apostasía se ha introducido en el hogar. Ahora tenemos el problema del fundamento espiritual de la familia en relación con Dios, la falta de comunicación entre padres, y entre padres e hijos, y el problema de los jóvenes con las drogas, etc. Y vemos grandes dificultades en los círculos políticos, caracterizados por una creciente agresividad, y ciertas señales que apuntan hacia situaciones de anarquía. Es cierto que tenemos gobiernos democráticos, pero no disfrutamos de una convivencia en paz y del orden que tanto anhelamos. Muchos dicen: "si sólo pudiéramos cambiar esto o aquello, y cambiar este partido por el otro, solucionaríamos nuestros problemas". En realidad, lo que verdaderamente necesitamos desesperadamente hoy, es acudir a Dios y regresar al fundamento espiritual de Su Palabra.

El libro de los Jueces termina trayendo a la memoria el hecho de que todos estos incidentes desafortunados tuvieron lugar cuando "No había rey en Israel, de modo que cada uno hacía lo que bien le parecía" según dice el versículo 25, el último de este capítulo 21 de Jueces. Este período final de los Jueces, comprendido entre los capítulos 17 al 21, se caracteriza por la avenencia, el compromiso, la corrupción y la confusión. Y no hay mucha diferencia entre este cuadro y el que contemplamos en nuestros días.

Y así estimado oyente, concluimos nuestro estudio de este capítulo 21 de los Jueces. Resumiendo ahora el contenido de este libro, podemos decir que se divide en tres secciones principales. Primera, la introducción a la época de los Jueces en los capítulos 1 y 2. En segundo lugar, tenemos la época de los Jueces, propiamente dicha, contenida en los capítulos 3 al 16. Y la última sección, entre los capítulos 17 y 21, nos presenta los resultados de la época de los Jueces, que se puede resumir en una sola palabra: "Confusión". Ahora, dentro de la primera sección, (capítulos 1 y 2) o sea la introducción a la época de los Jueces, el capítulo 1 nos presenta la condición de la nación de Israel después de la muerte de Josué, revelada en unas victorias limitadas de las tribus de Judá, Simeón, Benjamín, Manasés, Efraín, Zabulón, Aser, Neftalí y Dan.

Y en el capítulo 2 Dios introdujo en el ordenador de la historia, por decirlo así, el ciclo de Israel durante el período de los Jueces. Ahora, dentro de la segunda sección, o sea la época de los Jueces, (capítulos 3 al 16), tenemos la primera apostasía, contenida en el capítulo 3, versículos 1 al 11 donde vimos a Israel conquistado por Mesopotamia y liberado por el juez Otoniel. Viene luego la segunda apostasía contenida en el mismo capítulo 3, versículos 12 al 31. Y allí encontramos a Israel conquistado por los moabitas y filisteos y liberado por los jueces Aod y Samgar.

Sigue luego la tercera apostasía, en el capítulo 4, versículo 1 hasta el capítulo 5, versículo 31. Y allí tenemos a Israel conquistado por Jabín rey de Canaán y liberado por los Jueces Débora y Barac. Tenemos luego, la cuarta apostasía contenida en el capítulo 6, versículo 1 hasta el capítulo 8, versículo 32. Y allí vimos a Israel conquistado por Madián y libertado por el juez Gedeón. Sigue luego la quinta apostasía contenida entre el capítulo 8, versículo 33, y el capítulo 10, versículo 5. Y encontramos allí la guerra civil de Israel y a Israel librado por los jueces Abimelec, Tola y Jair.

Desde el capìtulo 6, versículo 10, hasta el capítulo 12, versículo 15 encontramos la sexta apostasía. Y vemos a Israel conquistado por los filisteos y los amonitas y libertado por los jueces Jefté, Ibzán, Elón y Abdón. Y en los capítulos 13 al 16 tenemos la séptima apostasía. Y allí vimos a Israel conquistado por los filisteos y libertado en parte por el juez Sansón. Ahora, dentro de la tercera sección, o sea los resultados de la época de los Jueces, (capítulos 17 al 21), los capítulos 17 y 18 nos hablan de la apostasía religiosa en el templo. El capítulo 19 nos habla de la decadencia moral en el hogar. Y los capítulos 20 y 21, nos presentan la anarquía política en el estado.

Éste es pues el resumen del contenido del libro de los Jueces. Y terminamos así estimado oyente, nuestro estudio de este libro que, por momentos, nos ha presentado un panorama violento y sombrío, pero que concluye con un mensaje que pone de relieve la misericordia de Dios.

Nos quedaremos todavía por un tiempo más, aquí en el Antiguo Testamento y en nuestro próximo programa Dios mediante, comenzaremos a estudiar el libro de Rut. Un libro pequeño, interesante, que solamente tiene 4 capítulos. Es una hermosa historia, un relato feliz acerca de algunas personas que vivieron durante el período triste que se describe en el libro de los Jueces que acabamos de estudiar. La hermosura y excelencia de la historia de Rut no pueden pasar inadvertidas para nadie. La historia de Rut en realidad ilustra el gran amor de Dios por nosotros. Y estamos seguros que usted lo pasará bien estudiándola juntamente con nosotros. Le invitamos pues a acompañarnos en este estudio. Será entonces hasta nuestro próximo programa, estimado oyente.

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