Estudio bíblico de Hechos 17:23-18:11

Hechos 17:23-18:11

Continuamos estudiando hoy el capítulo 17 de los Hechos de los Apóstoles. Y en nuestro programa anterior, dejamos al apóstol Pablo en Atenas, precisamente en el Areópago, dirigiéndose a los atenienses, a quienes les dijo que había observado que eran muy religiosos. Y después continuó diciéndoles, en el versículo 23, "Porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: "Al dios no conocido". Al que vosotros adoráis pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio". Pablo había visto los objetos de su adoración. Se había fijado en sus altares, sus ídolos y sus templos. El hecho es que, ese hermoso templo que llamaban el Partenón, era un templo dedicado a Atena, la diosa virgen de los atenienses. Había ídolos por todas partes y Pablo había observado que, entre todos los ídolos, un altar que tenía esta inscripción, "al dios no conocido". Ahora, eso podía significar que los atenienses eran muy liberales y tolerantes, y no querían excluir a ninguno de los dioses. De modo que cualquier extranjero podría venir a adorar en el altar al "dios no conocido", creyendo que había sido construido para su dios. Por otra parte, esto podría significar que reconocían que había un dios a quién no conocían. Muchos paganos han reconocido que detrás de su idolatría hay un Dios vivo y verdadero, de quien no saben nada y a quien no saben como aproximarse. Tienen tradiciones según las cuales en algún pasado oscuro y remoto, sus antecesores de alguna manera u otra, adoraron a ese dios. Y este pudiera haber sido el caso con los atenienses.

Pablo, pues utilizó la idea del "DIOS NO CONOCID0" como un punto de partida para su mensaje. Les dijo que quería hablarles de ese dios a quien ellos no conocían. Ahora, quizá este enfoque no fue tan diplomático como la primera frase de su mensaje. Después de todo, los atenienses, como amantes de la filosofía que eran, creían que lo sabían todo. Esa multitud que se reunía en Atenas, simplemente se ocupaba en hablar de todo lo que se podía hablar. Ahora, ¿Quién era aquel Dios? Bueno, en primer lugar, según lo expuso Pablo, era el Dios de la creación. Leamos aquí el versículo 24 de este capítulo 17 de los Hechos:

"El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas."

Dios había establecido con suma claridad a través de todo el Antiguo Testamento -aun cuando les dio a los israelitas los modelos para el tabernáculo y para el templo- que Él no habitaría en un determinado lugar geográfico. Salomón reconoció esta verdad en su oración de dedicación del templo. En el primer libro de los Reyes, capítulo 8, versículo 27, leemos lo siguiente: "Pero ¿es verdad que Dios habitará sobre la tierra? Si los cielos, y los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?" Ahora, aquellos hombres en el Antiguo Testamento se dieron cuenta de que Dios el Creador, el Dios vivo, no podía vivir en un edificio que había sido construido por hombres. Los hombres viven en un universo que Dios ha hecho. ¿Por qué entonces tuvieron la idea de que les era posible crear un edificio en el que Dios fuera a vivir? Continuó pues, Pablo hablando a los atenienses y les dijo aquí en el versículo 25:

"ni es honrado por manos de hombres, como si necesitara de algo, pues él es quien da a todos vida, aliento y todas las cosas."

Aquí, Pablo dio un golpe magistral. No solo les dijo que Dios era el Creador, sino que Él tampoco necesitaba nada de ellos. Y aquí estaban ellos, que habían tratado de edificarle un templo. Traían sus ofrendas para aplacar a este dios no conocido. Querían que este dios no conocido supiera que pensaban en Él. Entonces Pablo les dijo que Dios no necesitaba nada de ellos. Dios, por el contrario, es el que da. Les provee a todos; le da a usted todo lo que necesita. Le da la vida, le da Su aliento. Le ha dado el sol, la luna, y las estrellas. Le ha provisto todas las cosas.

Estos atenienses adoraban el sol. Decían que Apolo venía arrastrando su carro de dos ruedas a través del cielo, todos los días. Pero, Pablo les dijo que eso no era verdad y que el sol era algo que Dios había creado como un don para los seres humanos. El Creador es el Dios viviente y el dador de todas las cosas. A propósito, también nos da la salvación. No solo nos proporciona las cosas físicas, sino que también nos da los dones espirituales. Y continuó Pablo hablando aquí en el versículo 26 y dijo:

"De una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos y los límites de su habitación"

Se ha dado gran importancia a este asunto de "una sangre" y creemos que aquí debemos descartar algunas nociones erróneas. Una traducción mejor sería la siguiente: A partir de un solo hombre hizo él todas las naciones. Dios ha creado una sola familia humana. Pero aquí no se habla de una hermandad universal. La única hermandad que la Escritura reconoce, es la hermandad de los que están unidos en Jesucristo. Lo que si reconocemos es una hermandad del pecado, en el sentido que todos somos pecadores. Todos somos de una sola familia. Todos fuimos creados por el mismo Creador. Todos somos pecadores. Ante la realidad del mal, todos somos iguales.

Esta declaración que hizo Pablo fue significativa. Dijo que Dios había colocado a ciertas agrupaciones o razas humanas en ciertas localidades geográficas. Un Dios soberano, en su omnipotencia, ha ordenado la historia (es decir, los tiempos) y determinado los límites (los lugares exactos) para que las naciones los habiten. Después de todo, los orgullosos griegos tendrían que admitir que ellos no eran la única nación privilegiada de la tierra. Y cuando los seres humanos han intentado traspasar los límites fijados por el Creador, se han producido conflictos; tanto en la naturaleza como en las relaciones humanas. Continuó Pablo hablando y dijo en el versículo 27 de este capítulo 17 de los Hechos:

"para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarlo, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros"

Esta frase: "si en alguna manera, palpando, puedan hallarle", proyecta la idea de buscarle a tientas. El ser humano no busca verdaderamente al Dios vivo y verdadero. Está buscando algún dios palpable, es decir, patente, evidente, y por eso está más dispuesto a hacerse un ídolo que pueda ver, que pueda tocar, para adorarle. Pero aunque el hombre no esté en busca del Dios vivo y verdadero, sí está buscando algo. Porque el propósito de Dios al revelarse en la creación y en la historia, fue que el ser humano le buscase. Continuó Pablo y dijo en el versículo 28:

"porque en él vivimos, nos movemos y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos."

Ahora, observemos que no los llamó hijos sino linaje, descendientes de Dios. Estaba refiriéndose a la creación y a la relación de las criaturas con Dios mediante su creación. A propósito, aquí no se está estableciendo el panteísmo, que es el sistema que cree que la totalidad del universo es el único Dios. Pablo no estaba diciendo que el todo era Dios. Dijo que en Dios vivimos, nos movemos, y existimos, pero que Dios se encuentra más allá del universo creado y es superior a él.

Pablo citó aquí a uno de sus propios poetas. Es decir, a uno de los poetas atenienses. Uno de los poetas citados fue Arato, quien vivió alrededor del año 270 A.C. Era estoico, de Cilicia. Comenzó un poema titulado Fenómenos, con una invocación a Zeus, dios del cielo que equivalía al romano Júpiter, en el cual dijo: "Nosotros también somos linaje suyo". Cleanto fue otro poeta que vivió alrededor del año 300 A.C. El también escribió un himno a Zeus, y en él habló de que "linaje suyo somos". Pablo, pues, se sirvió de la poesía que esa gente conocía, para mostrar que el hombre es "linaje de Dios". Dios es Creador, y nosotros somos Su creación, Sus criaturas. Continuó Pablo hablando, y dijo en el versículo 29:

"Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres."

En otras palabras, dijo que no debíamos ser idólatras. Pablo les presentó al Dios verdadero, al Creador. Y a continuación, le presentó como el Redentor. Y dijo aquí en el versículo 30:

"Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;"

Hubo un tiempo cuando Dios dejó que el paganismo siguiera su curso. Pero ahora la luz había venido al mundo. Ahora Dios pide a los hombres en todas partes que acudan a Él. Es que la luz, crea responsabilidad. Ahora Dios "manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan". Pablo les había presentado ya a Dios como Creador en Su obra pasada. Ahora les presentaba a Dios como Redentor en Su obra presente. Pero Pablo no se detuvo allí, sino que continuó y presentó a Dios como Juez en Su obra futura. Notemos lo que dijo aquí en el versículo 31 de los Hechos capítulo 17:

"por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, acreditándolo ante todos al haberlo levantado de los muertos."

Cuando Dios juzgue será un juicio justo. El juicio vendrá por medio de un Juez que tiene la señal de los clavos de la cruz en sus manos. Él es quien ha sido resucitado de los muertos. El apóstol Pablo siempre presentó la resurrección de Cristo. La resurrección de Jesucristo de los muertos fue una declaración hecha para todos los hombres. Es por esto que Dios aseguró a todo ser humano que habrá un juicio. Veamos ahora lo que ocurrió aquí en el versículo 32:

"Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez."

¿Sabe usted estimado oyente, por qué se burlaban? Porque el platonismo negaba la resurrección de los muertos. Ésa era una de las marcas distintivas del platonismo. Negaba la posibilidad de una resurrección física. Cuando usted oiga hablar hoy a los miembros de ciertas sectas acerca de una resurrección espiritual, mientras niegan la resurrección física, entonces, estará oyendo la filosofía platónica y no la enseñanza de las Escrituras. El apóstol Pablo enseñó la resurrección de los muertos. Por lo tanto, cuando aquellos griegos oyeron acerca de la resurrección de los muertos, algunos se burlaron. Y dice el versículo 33:

"Entonces Pablo salió de en medio de ellos."

Algunos críticos han dicho que Pablo fracasó en Atenas. No creemos que haya fracasado. Siempre habrá quienes se burlen del evangelio. Pero, también habrá quienes crean. Observemos lo que dice este versículo 34, el versículo final de este capítulo 17 de los Hechos:

"Pero algunos de los que se le habían juntado, creyeron; entre ellos, Dionisio el areopagita y una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos."

Pablo vio a algunos que se convirtieron en la ciudad de Atenas. Cuando Pablo iba a un lugar y predicaba el evangelio, siempre había quienes se convertían a Cristo. Por eso decimos que no fracasó, sino que tuvo éxito. En cualquier parte donde se predique la Palabra de Dios, habrá quienes escuchen y crean.

Y así concluye nuestro estudio del capítulo 17 de los Hechos. Y llegamos ahora a

Hechos 18:1-11

En este capítulo todavía estamos en el segundo viaje misionero de Pablo. Pablo estaba solo en Atenas, esperando la llegada de Timoteo y Silas, quienes le iban a traer informes de las iglesias en Berea y en Tesalónica. Después de pasar un tiempo en Atenas, Pablo prosiguió su viaje llegando hasta Corinto. Leamos el primer versículo de este capítulo 18 de los Hechos, para considerar

El ministerio de Pablo en Corinto

"Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto."

Hoy se puede viajar desde Atenas hasta Corinto en autobús. Pero Pablo probablemente lo hizo a pie. Seguramente se demoró mucho tiempo para recorrer esa distancia, pero quizá el viaje no fue tan desagradable porque por lo menos, el paisaje es muy hermoso. Por ese camino, se puede ver el sitio donde se libró la batalla de Salamina en el mar, cuando la armada persa fue destruida. Y pueden verse otros lugares históricos muy interesantes en el camino, antes de llegar a Corinto.

Ahora, cuando lleguemos a nuestro estudio de la Primera carta a los Corintios, hablaremos acerca de Corinto y las razones por las cuales Pablo les escribió de la manera que lo hizo a los creyentes en esta ciudad.

Por ahora diremos que la ciudad de Corinto probablemente era la ciudad más perversa de aquel entonces. Era la Sodoma y la Gomorra del Imperio Romano. Era el lugar a donde uno iría para divertirse, traspasando todos los límites morales. Allí se ofrecían todos los placeres sensuales. Hoy aún pueden verse allí las ruinas de un gran baño romano. En la distancia están las ruinas del templo que había sido dedicado a Afrodita (o Venus). Había allí unas mil llamadas vírgenes vestales. Porque, en realidad, éstas no eran vírgenes sino prostitutas. El sexo, pues, era una parte esencial de la religión. Y había allí grandes teatros y otros centros de entretenimiento y la gente venía de todas partes del Imperio.

Pablo pues, entró en Corinto durante su segundo viaje misionero y nuevamente, en su tercer viaje misionero. Creemos que fue aquí donde Pablo tuvo uno de sus ministerios más efectivos. Diríamos que Pablo tuvo sus más grandes ministerios en Éfeso y en Corinto. Mientras que Éfeso era un centro de la religión; Corinto era un centro de pecado, de expresión de todas las pasiones humanas. Ambas ciudades eran grandes centros del comercio. Allí llegó Pablo procedente de Atenas. Fue entonces su primera visita a Corinto. Continuemos ahora leyendo el versículo 2 de este capítulo 18 de los Hechos:

"Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila, su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos salieran de Roma. Fue a ellos"

En la ciudad de Corinto Pablo conoció a esta pareja judía. Aquila y Priscila recién llegados de Roma, donde habían vivido anteriormente. Y el motivo por el cual habían salido de Roma fue la ola de antisemitismo que se había extendido sobre la tierra. Durante los días del Imperio Romano esto ocurrió varias veces. En ese tiempo, Claudio mandó a todos los judíos a salir de Roma. Entre aquellos que salieron de la ciudad había una pareja maravillosa, formada por Aquila y Priscila. Sigamos adelante con el versículo 3 de este capítulo 18 de los Hechos, junto con la última parte del versículo 2:

"Fue a ellos y, como era del mismo oficio, se quedó con ellos y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas."

Pablo naturalmente fue a ellos, porque eran del mismo oficio que él. Ellos tenían un comercio allí y a este judío que había hecho el largo viaje desde Antioquia le invitaron a quedarse con ellos. No es difícil suponer de qué hablaron, porque Pablo les guió a conocer al Señor. Y en la sinagoga hubo otros que también se convirtieron a Cristo. Sin embargo, surgió entre los judíos una gran oposición contra Pablo. Ahora, los versículos 4 y 5 dicen:

"Y discutía en la sinagoga todos los sábados, y persuadía a judíos y a griegos. Cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo."

Pablo había esperado en Atenas la llegada de Timoteo y Silas, pero, aparentemente no llegaron. Ahora, ellos vinieron a reunirse con él en Corinto, y le trajeron el informe de las Iglesias en Macedonia. Cuando lleguemos a la primera carta a los Tesalonicenses veremos que Pablo la escribió durante este período, después de haber recibido el informe de Timoteo. Ahora, vemos que Pablo creyó que era necesario hablar con claridad. De modo que testificó que Jesús era el Cristo. Continuemos con el versículo 6 de los Hechos, capítulo 18:

"Pero oponiéndose y blasfemando estos, les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza. Mi conciencia está limpia; desde ahora me iré a los que no son judíos."

Y parece que de aquí en adelante el ministerio del apóstol Pablo se dirigió mayormente a los no judíos. Encontramos que esto fue cierto en Éfeso, y creemos que menos evidente en Roma. Avancemos con los versículos 7 y 8:

"Salió de allí y se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la cual estaba junto a la sinagoga. Crispo, alto dignatario de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios al oír, creían y eran bautizados."

Pablo estuvo unos 18 meses en la ciudad de Corinto, y allí llevó a cabo un gran ministerio. Ya vimos que al oponerse los judíos, se dirigió a los que no lo eran. Aquí encontramos que el Señor le habló a Pablo porque él estaba entrando en una nueva dimensión de su esfuerzo como misionero. Lo podemos ver a continuación en el versículos 9 y 10:

"Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla y no calles, porque yo estoy contigo y nadie pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad."

Corinto era el último lugar donde uno esperaría que el Señor tuviera un pueblo numeroso, por los motivos que ya hemos expuesto.

Cuando uno observa estas grandes ciudades de nuestros países, donde se puede apreciar todo tipo de corrupción y de pecado, es difícil imaginar que el Señor pueda tener un pueblo numeroso en esas ciudades. Sin embargo, esto fue lo que ocurrió aquí en Corinto. Dijo el Señor: "Tengo mucho pueblo en esta ciudad". Ahora, Pablo ya había estado en Corinto por mucho tiempo y estamos seguros de que se sentía inquieto y estaría preguntándose si merecía la pena concentrarse en esta ciudad. Y creemos que cuando él se enfrentó con esta oposición, habrá estado dispuesto a dirigirse a otra parte. Sin embargo, el Señor mismo intervino y retuvo a Pablo. Le dijo que quería que se quedase allí, porque muchos en esa ciudad pertenecerían a Su pueblo. Y veamos lo que ocurrió en el versículo 11 de este capítulo 18 de los Hechos:

"Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios."

O sea que Pablo se quedaría todavía dieciocho meses más en Corinto. Y veremos que el evangelio continuaría causando oposición.

En este sentido, hoy vivimos en una época caracterizada por factores tan dispares como indiferencia, u oposición hacia el mensaje del Evangelio. Hemos expuesto hoy el mensaje de San Pablo en Atenas, en el cual les dijo a los atenienses que Dios deseaba que los seres humanos le buscasen y quizás, como a tientas, pudiesen encontrarle. Y en una época de tanto brillo científico e intelectual, nos imaginamos a las personas buscando a Dios a tientas, en medio de una densa oscuridad espiritual. Sin embargo, estimado oyente, las antiguas palabras del Salmo 145:18 nos recuerdan que Dios está muy cerca de los que le invocan con sinceridad. Y San Pedro nos recordó en este mismo libro, en su primer discurso, que todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo.

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