Estudio bíblico de 2 Samuel 12:24-14:13

2 Samuel 12:24-14:13

Continuamos estudiando hoy el capítulo 12 de este Segundo libro de Samuel. En nuestro programa anterior vimos la amonestación del profeta Natán a David, el anuncio de su castigo y la muerte de su hijo. Y comenzaremos hoy considerando

El nacimiento de Salomón

Leamos los versículos 24 y 25 de este capítulo 12:

"David consoló a Betsabé, su mujer, se llegó a ella y durmió con ella. Ella le dio a luz un hijo y le puso por nombre Salomón. El Señor lo amó, y envió un mensaje por medio del profeta Natán; así le puso por nombre Jedidías, como había dicho el Señor."

El nombre Jedidías significa "Amado del Señor". Este nombre le fue dado a Salomón por Dios, mediante el profeta Natán. Leamos los versículos 26 al 29 de este capítulo 12 del Segundo libro de Samuel, en los cuales veremos que

David y Joab conquistaron Rabá

"Joab peleaba contra Rabá de los amonitas, y tomó la ciudad real. Entonces envió Joab mensajeros a David para decirle: Yo he puesto sitio a Rabá y he tomado la ciudad de las aguas. Reúne, pues, ahora al pueblo que queda, acampa contra la ciudad y tómala, no sea que tome yo la ciudad y le pongan mi nombre. David reunió a todo el pueblo, partió hacia Rabá, combatió contra ella y la tomó."

David estaba entonces en el campo de batalla, lugar donde siempre debió haber estado. Su reino continuó extendiéndose, y David llegó a ser el gran soberano de aquel entonces. Pero, ¿en qué quedó el asunto de su pecado y su responsabilidad en él? En el próximo capítulo veremos que David tuvo un hijo que cometería un delito terrible. Violó a su media hermana, hija de David. Absalón, hermano directo de la que fue violada (es decir, de madre y padre de la muchacha) lo mató, y esto causó un gran escándalo. Podemos imaginarnos cómo esa noticia se publicó por todo Israel El pueblo diría: "Mirad al rey que reina sobre nosotros. Ni siquiera puede gobernar a su propia familia". ¡Qué situación humillante para David!

Bueno, antes que terminemos con la historia de David, podríamos preguntarnos, teniendo en cuanta que ya había recibido ya suficiente castigo, ¿por qué Dios continuaba afligiéndole? Pero David mismo, nunca cuestionó a Dios sino que, con las palabras del Salmo 51, versículos 1, 2 y 12, le dijo: "Ten piedad de mí, Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Devuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente". David pidió a su Dios que le devolviera al lugar de la comunión y el compañerismo con Él. Y así es que, en este segundo libro de Samuel, llegamos a

2 Samuel 13

Los capítulos 13 y 14 relatan los crímenes de los hijos de David - Amnón y Absalón. Como hemos dicho, en este capítulo Amnón, enamorado de Tamar, simuló estar enfermo y la violó. Absalón la recibió, la protegió, y luego mató a Amnón y huyó. Hemos pasado mucho tiempo hablando acerca del pecado de David. Hemos prestado tanta atención al tema, porque no hemos querido mitigar su gravedad. La Palabra de Dios no le restó importancia de ninguna manera.

En el Salmo 51, versículo 12, David oró diciendo: "Devuélveme el gozo de tu salvación". Notará usted que David no pidió que Dios le devolviera su salvación, porque no la había perdido. Sin embargo, sí perdió su alegría. Y esa alegría había resultado de su comunión con Dios. Este hombre tenía una pasión y amor para con Dios que muy pocos hombres tuvieron, y ahora quería de todo corazón recuperar nuevamente esa comunión con Dios. No podía pecar y permanecer impune.

Cuando alguien se entrega al pecado, tendrá que sufrir sus consecuencias. El Señor nos habló muy claro en la carta del apóstol Pablo a los Gálatas, capítulo 6, versículo 7, diciendo: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará". Nadie, amigo oyente, nadie puede cometer pecado y permanecer impune. Y en el mismo capítulo 6 de la misma carta a los Gálatas, versículo 8, sigue diciendo: "Porque el que siembre para su carne, de la carne segará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna". No hay duda, pues, que David había sembrado la semilla de sus malos deseos. No crea usted ni siquiera por un momento que entonces él podía apartarse de su pecado, hacer una breve confesión, y asunto terminado. Hay algunos que dicen: "Bueno, la sangre de Cristo cubre el pecado". Por supuesto que esto es cierto; y también es verdad que uno nunca pierde su salvación, estimado oyente. Pero permítanos decirle que el pecado sí produce una llaga supurante que necesita ser abierta con una lanceta. David había confesado su pecado. Dios le había dicho que a causa de su pecado, los seres humanos blasfemarían el nombre del Señor y que, por lo tanto, Dios no le desecharía, pero él no saldría impunemente de esta acción y tendría que soportar las consecuencias del mismo.

El relato nos lleva entonces a leer el primer versículo de este capítulo 13 del segundo libro de Samuel, que inicia el relato en el que

La hija de David fue violada por su hijo

"Aconteció después de esto que, teniendo Absalón hijo de David una hermana muy hermosa, llamada Tamar, Amnón hijo de David se enamoró de ella."

Aunque Absalón y Tamar tenían el mismo padre y la misma madre, Tamar era media hermana de Amnón. Ambos, Tamar y Amnón, eran hijos de David, pero de diferente madre. Continuemos con los versículos 2 hasta el 4:

"Estaba Amnón tan angustiado que se enfermó a causa de su hermana Tamar, pues, por ser ella virgen, le parecía a Amnón que sería difícil hacerle cosa alguna. Y tenía Amnón un amigo llamado Jonadab, hijo de Simea, hermano de David. Jonadab era un hombre muy astuto, y le dijo: Hijo del rey, ¿por qué de día en día vas enflaqueciendo así? ¿No me lo revelarás a mí? Amnón le respondió: Amo a Tamar, la hermana de mi hermano Absalón."

Amnón no comía. Se había enamorado locamente Tamar. Su amigo pudo ver que no estaba comiendo, pero también reconoció el problema porque Tamar era hermana de Absalón y Amnón le tenía miedo a Absalón. Y continuamos leyendo los versículos 5 hasta el 7:

"Jonadab le dijo: Acuéstate en tu cama y finge que estás enfermo; cuando tu padre venga a visitarte, dile: Te ruego que Tamar, mi hermana, venga a darme de comer; que prepare alguna vianda en mi presencia para yo la vea y ella misma me la sirva. Se acostó, pues, Amnón, y fingió que estaba enfermo. El rey vino a visitarlo, y Amnón le dijo: Te ruego que venga mi hermana Tamar a preparar delante de mí dos hojuelas, y me las sirva con sus propias manos. Entonces David envió a decir a Tamar a su casa: Ve ahora a casa de Amnón, tu hermano, y hazle de comer."

No creemos que valga la pena leer los próximos pocos versículos que contienen los detalles de lo que ocurrió. Simplemente resumiremos diciendo que Amnón violó a Tamar. Luego se nos dice que la aborreció. Leamos entonces el versículo 15 de este capítulo 13 del Segundo libro de Samuel:

"Después Amnón la aborreció tan terriblemente, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado. Y le dijo Amnón: Levántate y vete."

Este hecho terrible ocurrió en la casa del mismo David. Cuando Amnón terminó con Tamar, la echó. Y pasamos al versículo 19 y leemos:

"Entonces Tamar tomó ceniza y la esparció sobre su cabeza, rasgó el vestido de diversos colores que tenía puesto, y con las manos sobre la cabeza, se fue gritando.

Tamar fue arrojada de la casa y ahora vemos que se había puesto cilicio y ceniza, lo cual era una expresión de dolor y vergüenza. Y prosigamos con los versículos 20 y 21:

"Su hermano Absalón le dijo: ¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues calla ahora, hermana mía; es tu hermano. Que no se angustie tu corazón por esto. Tamar se quedó desconsolada en casa de su hermano Absalón. Cuando el rey David oyó todo esto, se enojó mucho."

David se enfadó por lo que ha ocurrido, pero aparentemente no hizo nada para corregir la situación. David fue como muchos otros hombres en la Escritura; un padre indulgente, que crió muchos hijos que resultaron ser malas personas. Eso ha sucedido muchas veces. Esto fue lo que ocurrió con el anciano Elí, sumo sacerdote de Dios. Fue un padre indulgente, con una piedad sin carácter, y sus hijos fueron desobedientes y practicaban la extorsión utilizando la religión, que finalmente fueron muertos por los filisteos cuando el arca fue capturada.

Luego, llegamos a Samuel: Se crió en el mismo ambiente que se habían criado los hijos de Elí. Uno creería que habiéndose formado en un ambiente corrupto, Samuel fuera más estricta en su disciplina y que hubiera mantenido alguna autoridad y control sobre sus propios hijos. Pero no ocurrió así. Y sus hijos resultaron también corruptos y malos.

Y ahora llegamos aquí al rey David. Había conocido a Samuel y a los hijos de Samuel. Uno creería que habría sido más severo con sus hijos, pero no lo fue. Él también fue un padre indulgente. En cuanto a este caso aquí, es evidente que David no hizo nada. Lo único que ocurrió, fue que se enojó mucho por lo que Amnón hizo a su hermana Tamar. Aunque, después de todo, ¿qué ejemplo había dejado David a sus hijos? Las consecuencias de su pecado habían comenzado a manifestarse.

Ahora, el problema principal hoy, estimado oyente, en los hogares cristianos, se debe a la falta de ejemplo de disciplina, por parte de los padres. Si usted es cristiano y tiene en su hogar un hijo problemático, no pase su tiempo regañándole o sermoneándole. Esto no tendrá ningún efecto positivo sobre él. Déle más bien un ejemplo y disciplina. Haga algo antes de perderle. Comience lo antes posible a hacer algo, porque sino un día la relación entre ambos llegará a ser distante y ya no habrá comunicación.

Otro factor negativo en David era el hecho de que tenía muchas mujeres y muchos hijos. Como rey tenía a su cargo muchas responsabilidades y, seguramente, muy poco tiempo para criar y formar a sus hijos. El problema con muchos padres cristianos es que no se dan cuenta que necesitan pasar cierto tiempo en la educación de sus hijos. Debo confesar que si me fuera posible volver a empezar de nuevo, y hacer las cosas otra vez, pasaría más tiempo con mis hijos. Ahora, no vaya usted a creer que usted está criando a un angelito. Hay muchos padres que tratan a sus hijos como si fueran un cruce entre una orquídea y una pieza de porcelana fina. Creen que si les castigan o aplican disciplina, y nos referimos a una disciplina en la cual se pueda percibir un profundo amor por ellos, se van a romper, o se van a partir. Pero, en el libro de Proverbios, capítulo 23, versículo 13, leemos: "No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá". Pero aquí en el caso de David, vemos que él no hizo nada en cuanto al problema creado por Amnón. Por lo tanto, ¿qué sucedió? Leamos el versículo 22 de este capítulo 13 del Segundo libro de Samuel:

"Pero Absalón no dijo a Amnón ni malo ni bueno, aunque Absalón aborrecía a Amnón porque había forzado a su hermana Tamar."

Éste era, pues, el hogar de David. Ésta era la vida de David en casa. Vemos que su pecado comenzó a acarrearle consecuencias. Dios dijo que tampoco nos libraremos de las consecuencias del pecado. Absalón esperó por el momento oportuno. Estaba esperando el día cuando le fuera posible vengarse de Amnón. Y como veremos ahora, ese día llegaría. Veamos ahora como

Amnón fue muerto por Absalón

Ahora, no pensamos entrar en detalles aquí, pero llegó el día cuando Absalón mató a Amnón. Absalón esperó dos años antes de actuar. Tenía esquiladores en Baal-hazor, e invitó a los hijos del rey que le acompañaran a la fiesta organizada en conexión con el esquileo. Leamos el versículo 28 de este capítulo 13 del Segundo libro de Samuel:

"Absalón había dado orden a sus criados diciendo: Os ruego que miréis cuando el corazón de Amnón esté alegre por el vino; y al decir yo: Herid a Amnón, entonces matadlo. No temáis, pues yo os lo he mandado. Esforzaos, pues, y sed valientes."

Ahora, considerando que Absalón no había mostrado ninguna señal de querer vengarse, David permitió que Amnón fuera y asistiera a la fiesta. Una vez allí y cuando llegó el momento en que el corazón de Amnón estaba alegre por el vino, lo mataron, tal como ordenara Absalón.

La primera noticia que David recibió era que todos sus hijos habían sido muertos. Pero Jonadab, le dijo que sólo Amnón había sido muerto. Leamos entonces, los versículos 33 al 35, en los cuales continuó diciendo Jonadab:

"Por tanto, ahora no haga caso mi señor, el rey, de ese rumor que dice: Todos los hijos del rey han muerto, pues solo Amnón ha muerto, y Absalón ha huido. Entre tanto, alzando sus ojos el joven que estaba de atalaya, miró y vio a mucha gente que venía por el camino que estaba a sus espaldas, del lado del monte. Entonces dijo Jonadab al rey: Son los hijos del rey, que vienen; tal como tu siervo había dicho."

Absalón, en realidad, era quien había tramado el asesinato de Amnón. Y por ello tuvo que huir. Leamos ahora los versículos 36 y 37:

"Cuando acabó de hablar, llegaron los hijos del rey, y alzando su voz lloraron. También el mismo rey y todos sus siervos lloraron con muy grandes lamentos. Pero Absalón huyó y fue a refugiarse junto a Talmai hijo de Amiud, rey de Gesur. Y David lloraba por su hijo todos los días."

Ahora, la madre de Absalón era hija del rey de Gesur, y ésta fue una de las razones por las cuales Absalón huyó para refugiarse junto a él. Como ya hemos señalado anteriormente, David se equivocó al casarse con esta mujer extranjera. Recordemos que se había casado con ella cuando por un tiempo su fe se debilitó y se retiró de su tierra. Ella había dado a luz a dos hermosos hijos; uno de ellos era Absalón y el otro, Tamar. Aparentemente David no había ejercido ninguna disciplina sobre este chico tan agresivo. En cierto modo, David era responsable, por no haber tomado el asunto en sus manos cuando Amnón violó a Tamar. Como Absalón vio que su padre no había hecho nada, aguardó entonces el momento oportuno y por último se sintió justificado para actuar por su cuenta. Y leemos los versículos finales de este capítulo 13, versículos 38 y 39:

"Así huyó Absalón, se fue junto a Gesur y estuvo allá tres años. Y el rey David deseaba ver a Absalón, pues ya se había consolado de la muerte de Amnón."

Ahora, después que Absalón mató a Amnón, huyó. David quería traerlo de vuelta, pero no lo trajo. David lo lamentó y eso fue todo lo que hizo. Creemos que Absalón se parecía más a como David que cualquier otro de sus hijos. Creemos que era la intención de David que Absalón le sucediera en el trono. Y el conocimiento de esa preferencia probablemente hizo que la ambición se desarrollara en la mente de Absalón. Y así concluimos nuestro estudio de este capítulo 13 del Segundo libro de Samuel. Llegamos ahora a

2 Samuel 14:1-13 David permitió a Abaslón que regresase

En este capítulo, Joab sobornó a una viuda de Tecoa para que influyera en el corazón del rey, y él permitiera que Absalón regresara a casa. Luego, le trajo a Jerusalén y fue presentado ante el rey Comencemos leyendo los primeros 7 versículos de este capítulo 14 del Segundo libro de Samuel:

"Conoció Joab hijo de Sarvia que el corazón del rey se inclinaba por Absalón, por lo que mandó a traer una mujer astuta de Tecoa, y le dijo: Te ruego que finjas estar de duelo y te vistas ropas de luto; no te unjas con óleo, sino preséntate como una mujer que hace mucho tiempo está de duelo por algún muerto. Luego te presentarás al rey y le dirás de esta manera. Y le explicó Joab lo que debía decir. Entró, pues, aquella mujer de Tecoa al rey, y postrándose sobre su rostro en tierra, hizo una reverencia, y dijo: ¡Socórreme, oh rey! ¿Qué tienes? le dijo el rey. Ella respondió: Yo a la verdad soy una mujer viuda; mi marido ha muerto. Tu sierva tenía dos hijos. Los dos riñeron en el campo, y como no había quien los separara, uno hirió al otro y lo mató. Y ahora toda la familia se ha levantado contra tu sierva, diciendo: Entrega al asesino de su hermano, para que lo hagamos morir por la vida del hermano a quien él mató, y matemos también al heredero. Así apagarán el ascua que me ha quedado, y dejarán a mi marido sin nombre ni descendencia sobre la tierra."

Joab se había criado en la vecindad de Tecoa y quizás había conocido a esta mujer desde mucho tiempo atrás. Sea como fuere, logró que ella influyera sobre los sentimientos de David contándole una triste historia. Ahora, así como David había empleado el engaño, ahora esta viuda le estaba engañando a él. Leamos ahora el versículo 11:

"Dijo ella entonces: Te ruego, oh rey, que te acuerdes del Señor, tu Dios, para que el pariente que quiera vengar la muerte de mi hijo no aumente el daño y no destruya a mi otro hijo. Él respondió: ¡Vive el Señor, que no caerá en tierra ni un cabello de la cabeza de tu hijo!"

Aquí vemos que David otorgó a aquel hijo imaginario de la viuda un perdón total. Y entonces ella aplicó el incidente a David y a Absalón. Leamos, finalmente por hoy, el versículo 13.

"La mujer añadió: ¿Por qué, pues, has pensado tú cosa semejante contra el pueblo de Dios? Porque diciendo el rey estas cosas se confiesa culpable él mismo, por cuanto el rey no deja volver a su desterrado."

La viuda de Tecoa estaba poniendo a David en el lugar de sus demandantes imaginarios. Lo que sus demandantes podrían hacerle a su hijo que quedaba, su único heredero, David estaba haciendo al pueblo de Dios al castigar a Absalón por el crimen que había cometido por enojo, y deseando hacer justicia por lo que se había hecho a su hermana Tamar. Ella estaba representando al pueblo de Israel como una madre viuda. Ella alegaba estar hablando en nombre de todo Israel, y posiblemente expresaba los sentimientos del pueblo. Porque Absalón era muy popular entre la gente y la gente pensaba que Amnón había recibido lo que se merecía. Y así, en nuestro próximo programa veremos que, aunque con poco entusiasmo, David permitiría que su hijo Absalón regresase.

Nos queda nuevamente la impresión de cuán reales fueron en la vida de David, aquellas palabras del apóstol Pablo en Gálatas 6:7, ya mencionadas en otra ocasión, "No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará". Nos queda esa advertencia a los creyentes, para que nos sometamos voluntariamente al Espíritu de Dios, para poder vivir, juzgar y proceder viendo la maldad y el pecado como Dios los ve, reclamando por la fe la victoria sobre el mal por los méritos de la obra de Cristo en la cruz y por el poder de Su resurrección.

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