Estudio bíblico de 1 Reyes 1:53

1 Reyes - Introducción - 1:53

Continuamos hoy nuestro recorrido por el Antiguo Testamento, y llegamos al Primer Libro de los Reyes, que es el segundo en la serie de tres libros dobles. Originalmente, los libros dobles constituían una sola obra. Un libro de Samuel, otro de Reyes, y el tercero, de Crónicas. La división que tenemos ahora, fue hecha por los traductores de la Septuaginta, o sea, los 70 que tradujeron el Antiguo Testamento del idioma hebreo, al idioma griego. Aunque el escritor es desconocido, sabemos que este libro fue escrito mientras todavía estaba en pie el primer templo. Jeremías ha sido considerado tradicionalmente como el autor, aunque la erudición moderna, asigna la paternidad literaria a un grupo de escritores que denomina "los profetas". La frase, "como David su padre", se encuentra 9 veces en el Primer Libro de los Reyes. Estamos siguiendo la línea de descendencia de David y cada uno de los reyes fue evaluado por la norma establecida por David. Fue una norma humana, pero los reyes ni siquiera fueron capaces de alcanzar esa norma. Algunas secciones de esta historia fueron lamentables. Como historia, revelan la decadencia y caída del reino: primero el reino fue dividido y después, cada uno de los reinos cayó.

Ahora, en cuanto a los versículos claves, éstos revelan el énfasis del libro y podemos decir que hay tres versículos claves y los tres se encuentran en el Segundo Libro de los Reyes. Los dos primeros, describen la decadencia y caída del reino del norte y se encuentran en el capítulo 17, versículos 22 y 23 del Segundo Libro de los Reyes, donde dice: "Y los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados que cometió Jeroboam y no se apartaron de ellos, hasta que el Señor apartó a Israel de delante de Su presencia, como lo había anunciado por medio de todos los profetas, Sus siervos. Así Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta el día de hoy."

Y el tercer versículo describe la caída del reino del sur y se encuentra en el capítulo 25 del mismo Segundo Libro de los Reyes, versículo 21 y dice: "Y el rey de Babilonia hizo que los mataran en Ribla, en tierra de Hamat. Así fue llevado cautivo Judá lejos de su tierra". El Primer Libro de los Reyes, relata la división del reino. Y el Segundo Libro de los Reyes, relata la ruina y caída del reino. Considerados los dos libros como una unidad, comienzan con el rey David y concluyen con el rey de Babilonia. Estos dos libros, describen el gobierno del hombre, sobre el reino de Dios y los resultados, por supuesto, no fueron buenos. Era necesario que el trono en la tierra actuase de acuerdo con el trono en el cielo, para que hubiera bendiciones para el pueblo. Sin embargo, como veremos más adelante, un plan puramente humano, tampoco podía conducir el plan de Dios a un fracaso. Estos dos libros de los reyes son, pues, una prolongación de la narración que comenzó en los dos libros de Samuel. En realidad, los libros de Samuel juntos con los libros de los Reyes, pueden ser considerados como una unidad, ya que estos cuatro libros relatan la historia de la nación de Israel desde su tiempo de mayor extensión, influencia y prosperidad bajo David y Salomón, hasta la división; y por último, el cautiverio y el exilio de ambos reinos.

La enseñanza moral en estos libros es mostrarle al hombre su incapacidad para reinar sobre sí mismo y sobre el mundo. En estos 4 libros históricos, tenemos una perspectiva muy gráfica del apogeo y caída del reino de Israel. Veamos ahora brevemente el bosquejo que seguiremos en nuestro estudio de estos dos libros de los reyes.

En primer lugar, tenemos la muerte de David, en los capítulos uno y dos del Primer Libro de los Reyes.

Tenemos luego, en segundo lugar, la gloria del reinado de Salomón, que abarca los capítulos 3 hasta el 11 del Primer Libro de los Reyes. Y dentro de esta división de la gloria del reinado de Salomón, tenemos en los capítulos 3 y 4, que Salomón pidió sabiduría. Los capítulos 5 al 8, nos hablan de la edificación del templo. Los capítulos 9 y 10 nos describen la fama de Salomón. Y el capítulo 11, nos narra las dificultades y la muerte de Salomón.

En tercer lugar, tenemos la división del reino, que abarca desde el capítulo 12 del Primer Libro de los Reyes, hasta el capítulo 16 del Segundo Libro de los Reyes.

Ahora, en cuarto lugar, tenemos la cautividad de Israel por Asiria, que se encuentra en el capítulo 17 del Segundo Libro de los Reyes. Y en último lugar, tenemos la decadencia y la cautividad de Judá por Babilonia, que abarca los capítulos 18 al 25 del Segundo Libro de los Reyes.

Este es pues, el bosquejo que seguiremos en nuestro estudio de estos dos libros de los Reyes. Estamos, pues, listos ya para comenzar el capítulo 1 del Primer Libro de los Reyes. El tema es el golpe de estado de Adonías, y la coronación de Salomón como rey. Al ser estos libros una continuación de la narración anterior de los libros de Samuel, en este capítulo se relatan los siguientes eventos: David en su ancianidad, fue cuidado por Abisag. Adonías, intentó usurpar el trono. David, renovó su juramento a Betsabé y entonces, Salomón, por nombramiento de David, fue ungido por Sadoc y Natán. El pueblo triunfó. Adonías huyó a los cuernos del altar y luego fue despedido en paz por Salomón. El capítulo principia con un versículo triste. Leamos, pues, el primer versículo de este capítulo 1 del Primer Libro de los Reyes, que comienza a hablar de

La debilidad de David y el complot de Adonías

"Cuando el rey David era viejo y avanzado en días, lo cubrían de ropas, pero no se calentaba."

David era un hombre ya anciano. Es difícil pensar en él como un anciano. Siempre pensamos en David como un joven pastor. Es difícil pensar en él ahora, como un anciano senil, que necesitaba asistencia especial. Su hijo Adonías se aprovechó de esta condición y trató de apoderarse del trono haciéndose rey. Por supuesto, esta acción no estaba de acuerdo con el plan de Dios. Y hubo una larga serie de intrigas. La intriga, a propósito, fue una de las características del reino de David.

Veamos ahora, quien era Adonías. Aquí en el capítulo 1 del Primer Libro de los Reyes, se menciona por primera vez a Adonías. Leamos ahora los versículos 5 y 6:

"Entonces Adonías hijo de Haguit se rebeló, diciendo: Yo reinaré. Se hizo de carros, de gente de a caballo y de cincuenta hombres que corrieran delante de él. En todos sus días su padre nunca lo había reprendido diciéndole: ¿Por qué haces esto? Además, era de muy hermoso parecer, y había nacido después de Absalón."

Adonías se rebeló. Él era el cuarto hijo de David, nacido en Hebrón. Su madre era Haguit, una de las mujeres de David. Esa palabra "se rebeló" tiene el sentido de enaltecerse a sí mismo. Y es interesante porque hay un versículo en las Escrituras que habla de esto y que podría colocarse a continuación; y es el siguiente, en el evangelio según San Lucas, capítulo 14, versículo 11, dice: "Cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido", palabras del Señor Jesucristo mismo. Cualquiera que se enaltece, será humillado. Esto es lo que ocurriría en cuanto a Adonías, porque ciertamente, él se enalteció a sí mismo. Las Escrituras nos cuentan muchas cosas en cuanto a Adonías. Era un joven muy orgulloso. Tenía muy alto concepto de sí mismo. Era engreído y nos es posible encontrar en él algunas de los mismos rasgos que tenía su medio hermano Absalón, que, como usted recordará, había encabezado una rebelión contra David. Y ahora, Adonías también habría encabezado una rebelión contra su padre si no se hubiera hecho algo para evitarla. Ahora, David nunca tuvo fama de ser un padre que disciplinara a su familia. Mantenía una vida familiar bastante desorganizada. Una especie de caos organizado reinaba en el palacio de David, y Adonías simplemente se aprovechó por completo de la situación. El era hermano de Absalón y esto nos dice mucho en cuanto a él. David nunca lo reprendió. Cuando hacía lo malo, creemos que David simplemente consentía con una sonrisa, así como lo hacen los padres indulgentes de hoy. Continuemos ahora con el versículo 7 de este capítulo 1 del Primer Libro de los Reyes:

"Adonías se había puesto de acuerdo con Joab hijo de Sarvia y con el sacerdote Abiatar, los cuales lo ayudaban."

Joab, el general o ministro de defensa que había sido leal a David por muchos años, ahora entregó su lealtad a Adonías. Se puede comprender su situación; estaba cuidando de sí mismo y preparándose para el futuro. David ya era un anciano y dentro de poco tiempo moriría. Y Joab quería asociarse con el grupo triunfante. Y el único que se presentaba para apoderarse del trono era Adonías. Joab había influido muchísimo en el palacio y en la corte de David. Había sido el hombre de confianza de David desde el mismo principio y creemos que había sido muy leal a David. Y no creemos que ni siquiera en ese momento, hubiera permitido que Adonías alzara la mano contra David, pero deseaba que alguien llegara entonces al trono. Y ninguno de los otros hijos de David parecía ser un candidato probable. Ahora, esto nos parece interesante porque no creemos que Joab hubiera elegido a Salomón como futuro rey. Creemos que David quería que Absalón fuera su sucesor, y no Salomón. Después de todo, probablemente David hasta consintió con una sonrisa cuando Adonías dio algunos pasos para llegar al trono; pues se parecía mucho a Absalón. Notemos, sin embargo, que había algunos que no estaban de acuerdo con Adonías como rey. Leamos el versículo 8 de este primer capítulo del Primer Libro de los Reyes:

"Pero el sacerdote Sadoc, Benaía hijo de Joiada, el profeta Natán, Simei, Rei y todos los grandes de David no seguían a Adonías."

Vemos también que Adonías organizó un banquete. También en aquella época éste era un buen medio para obtener el apoyo de gente para un proyecto. Leamos el versículo 9:

"Mató Adonías un día ovejas, vacas y animales cebados junto a la peña de Zohelet, que está cerca de la fuente de Rogel, y convidó a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los hombres de Judá, siervos del rey."

La intención de Adonías era anunciar durante este banquete que él era el rey. Debemos notar que como hijo primogénito, probablemente tenía derecho al trono. Se nos dice que era mayor que Salomón y según las normas de la época, el hijo mayor siempre era el príncipe heredero y el sucesor. Y como Absalón había muerto, colocaba a Adonías en la línea sucesoria.

Fue un paso atrevido, ése de enviar invitaciones a los hijos del rey, especialmente a la luz del hecho de que Salomón no recibió ninguna invitación y quedó excluido. Y aquí es cuando Natán, el profeta, empezó a tomar algunas medidas. Leamos el versículo 10:

"Pero no convidó al profeta Natán ni a Benaía ni a los grandes, ni a su hermano Salomón."

Adonías sabía que Natán se uniría al bando de Betsabé. Natán era quien había guiado a David durante ese período terrible del gran pecado de David. Betsabé, por supuesto, era la madre de Salomón. Y entonces Natán se dirigió a ella. Continuemos con el versículo 11, para conocer

El plan de Natán y Betsabé

"Entonces Natán dijo a Betsabé, madre de Salomón: ¿No has oído que Adonías hijo de Haguit se ha proclamado rey sin saberlo David, nuestro señor?"

En realidad, Adonías empezó a obrar a espaldas de David. No consultó con David de ninguna manera. Entonces Natán quiso tomar algunas medidas, y como lo veremos, comenzó a actuar. Primeramente vemos que le dijo a Betsabé, aquí en el versículo 13:

"Ve, preséntate ante el rey David y dile: Rey y señor mío, ¿no juraste a tu sierva, diciendo: Salomón, tu hijo, reinará después de mí, y él se sentará en mi trono? ¿Por qué, pues, reina Adonías?"

Cuando nació el segundo hijo de David y Betsabé, ya que el primer hijo había muerto, David le había jurado a Betsabé que ese hijo sería el próximo rey. Ese hijo era Salomón, pero en ese momento era evidente que David no estaba haciendo nada para hacerle rey. No creemos que David realmente quería que Salomón fuera rey. No creemos que sintiera un gran entusiasmo por convertirle en rey. Sigamos adelante con el versículo 14, del capítulo 1 de este Primer Libro de los Reyes:

"Mientras estés allí hablando con el rey, yo entraré detrás de ti y reafirmaré tus palabras."

Natán estaba diciendo que David debía ser avisado en cuanto a lo que estaba ocurriendo. Le aconsejó a Betsabé que fuera donde está David y le informase de todo. Luego prometió confirmar las palabras de ella. Natán quería alertar a este rey senil sobre que estaba ocurriendo en su propio palacio. Leamos los versículos 15 y 16:

"Entonces Betsabé entró en la habitación del rey. El rey estaba muy viejo y Abisag, la sunamita, lo servía. Betsabé se inclinó e hizo una reverencia al rey. El rey dijo: ¿Qué te pasa?"

Parece aquí que David no había visto a Betsabé desde hacía mucho tiempo. Sigamos adelante con los versículos 17 hasta el 20 de este capítulo 1 del Primer Libro de los Reyes:

"Ella le respondió: Señor mío, tú juraste a tu sierva por el Señor, tu Dios, diciendo: Salomón, tu hijo, reinará después de mí y se sentará en mi trono. Pero ahora reina Adonías, sin que tú, mi señor y rey, todavía lo sepas. Ha matado bueyes, animales cebados y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, general del ejército; pero no ha convidado a Salomón, tu siervo. Entre tanto, rey y señor mío, los ojos de todo Israel están puestos en ti, para que les anuncies quién se ha de sentar en el trono después de mi señor, el rey."

David no había tomado ninguna medida para elegir de entre sus muchos hijos a un sucesor. Creemos que Adonías era atractivo y capaz, y que sin duda había muchos que querían que él fuera su próximo rey. Y continuó Betsabé hablando. Y veamos lo que ocurrió aquí en los versículos 21 hasta el 24 de este capítulo 1 del Primer Libro de los Reyes:

"De otra manera sucederá que cuando mi señor, el rey, duerma con sus padres, yo y mi hijo Salomón seremos considerados culpables. Mientras ella aún hablaba con el rey, llegó el profeta Natán. Le avisaron al rey diciendo: Aquí está el profeta Natán. Cuando él entró donde estaba el rey, se postró delante del rey rostro en tierra, y dijo: Rey y señor mío, ¿has dicho tú: Adonías reinará después de mí y se sentará en mi trono?"

Natán y Betsabé quisieron saber si David era quién había elegido a Adonías para reinar después de él, o no. Y David, por supuesto declaró que no lo había elegido. Luego David contestó sus preguntas. Leamos los versículos 28 hasta el 30:

"El rey David respondió diciendo: Llamadme a Betsabé. Entró ella a la presencia del rey y se quedó en pie delante de él. Entonces el rey hizo este juramento: ¡Vive el Señor!, que ha redimido mi alma de toda angustia, que como yo te he jurado por el Señor, Dios de Israel, diciendo: Tu hijo Salomón reinará después de mí y se sentará sobre mi trono en lugar mío; que así lo haré hoy."

Cuando David habló a Betsabé en cuanto a Salomón, observemos que dijo, "Tu hijo", en lugar de decir "nuestro hijo". Creemos que David no estaba muy interesado en este joven. Avancemos con los versículos 31 al 33 de este capítulo 1 del Primer Libro de los Reyes:

"Betsabé se inclinó ante el rey, con su rostro en tierra, y haciendo una reverencia al rey, dijo: Viva mi señor, el rey David, para siempre. Y el rey David dijo: Llamadme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaía hijo de Joiada. Ellos entraron a la presencia del rey, y él les dijo: Tomad con vosotros los siervos de vuestro señor, montad a mi hijo Salomón en mi mula y llevadlo a Gihón."

La mula era un animal sobre el cual montaban los reyes, mientras que el caballo era el animal de guerra. Usted notará que se mencionan cuatro caballos en cierto pasaje del libro de Apocalipsis, que representan la confusión y la guerra. La Biblia nos presenta al Señor Jesucristo regresando a esta tierra montado sobre un caballo blanco, lo cual también nos habla de guerra. Vendrá para reprimir toda la rebelión que ha habido en la tierra y ante Él se doblará toda rodilla. Cuando el Señor vino a la tierra por primera vez, no vino para luchar sino para ofrecerse a Israel como el Mesías. Vino para traer paz a las almas que confiarían en Él. Y recordemos que montó sobre un asno para entrar en Jerusalén. Ése era el animal sobre el cual montaban los reyes. Vemos que entonces se trajo a la propia mula de David, y Salomón iba a montar en ella. David también les dio algunas instrucciones adicionales que vemos aquí en los versículos 34 al 37:

"Allí lo ungirán el sacerdote Sadoc y el profeta Natán como rey sobre Israel; vosotros tocaréis la trompeta y gritaréis: ¡Viva el rey Salomón! Después iréis detrás de él, y vendrá a sentarse sobre mi trono y reinará en mi lugar, porque lo he escogido para que sea príncipe de Israel y de Judá. Entonces Benaía hijo de Joiada respondió al rey: Amén. Así lo diga el Señor, Dios de mi señor, el rey. De la manera que el Señor ha estado con mi señor, el rey, así esté con Salomón, y haga mayor su trono que el trono de mi señor, el rey David."

Leamos los versículos 38 y 39, para ver como

Salomón fue ungido rey

"Descendieron el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaía hijo de Joiada, los cereteos y los peleteos, montaron a Salomón en la mula del rey David y lo llevaron a Gihón. Tomó el sacerdote Sadoc el cuerno del aceite del Tabernáculo y ungió a Salomón; tocaron la trompeta y gritó todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón!"

Leamos también los versículos 40 y 41:

"Después subió todo el pueblo detrás de él; cantaba la gente con flautas y manifestaba tan gran alegría, que parecía que la tierra se hundía bajo sus gritos. Lo oyó Adonías, y todos los convidados que con él estaban, cuando ya habían acabado de comer. También oyó Joab el sonido de la trompeta, y dijo: ¿Por qué se alborota la ciudad con tanto estruendo?"

Y el mensajero que le trajo las noticias a Adonías concluyó diciendo lo siguiente, que leemos en los versículos 47 y 48:

"y aun los siervos del rey han venido a bendecir a nuestro señor, el rey David, diciendo: Dios haga bueno el nombre de Salomón más que tu nombre, y haga mayor su trono que el tuyo. Y el rey adoró en la cama, y ha dicho además así: Bendito sea Jehová, Dios de Israel, que ha dado hoy quien se siente en mi trono, y lo vean mis ojos."

David por fin puso su sello de aprobación sobre Salomón como rey. David era ya anciano y pronto su vida se extinguiría. Y veamos entonces, lo que ocurrió aquí en los versículos 49 y 50:

"Entonces se estremecieron todos los convidados que estaban con Adonías, se levantaron y cada uno se fue por su camino. Pero Adonías tuvo miedo de Salomón, se levantó y fue a asirse de los cuernos del altar."

Los convidados de Adonías tuvieron miedo y huyeron porque sabían que serían considerados como traidores. Y entonces Adonías, temiendo por su vida, huyó entonces al santuario del Tabernáculo para buscar asilo. Ahora, "los cuernos del altar" eran el único lugar donde un fugitivo, en aquel tiempo, podía encontrar seguridad para protegerse su vida de sus perseguidores. Y los versículos 51 y 52, dicen:

"Luego avisaron a Salomón: Adonías tiene miedo del rey Salomón, pues se ha asido de los cuernos del altar diciendo: Júreme hoy el rey Salomón que no matará a espada a su siervo. Y Salomón dijo: Si él es hombre de bien, ni uno de sus cabellos caerá en tierra; pero si se halla mal en él, morirá."

Salomón trató muy recta y bondadosamente a Adonías. Si Adonías se presentaba como un súbdito leal, pues, nada le sucedería. Y el versículo final, el versículo 53 dice:

"El rey Salomón mandó que lo trajeran del altar; vino él y se inclinó ante el rey Salomón. Salomón le dijo: Vete a tu casa."

Adonías fue entonces traído a su presencia y se sometió al nuevo rey. Salomón le mandó que regresara a casa, y luego le despidió en paz.

Hemos visto, pues, que en aquellos días en los cuales el rey David, por su edad, se hallaba en un estado de senilidad y relativo aislamiento, Dios controló las circunstancias y los planes humanos que podrían entorpecer Sus propósitos con respecto a la sucesión y descendencia del rey. Es que el mismo David, a pesar de sus errores, y seguramente a causa de ellos, se había encomendado a la dirección de Dios. Por ello pudo decir en su Salmo 37:5, "Encomienda al Señor tu camino, confía en él, y él hará". Y, en otras palabras, como dice otra versión: "Pon tu vida en las manos del Señor; confía en él, y él vendrá en tu ayuda". Estimado oyente, esperamos que usted también entregue su vida en las manos de Aquel que, por medio de la obra de Jesucristo en la cruz, puede hoy tomarle en Sus manos, guiarle por el camino de la vida, protegerle y fortalecerle, llenar de significado su vida en este mundo, y luego conducirle a la vida eterna.

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