Estudio bíblico de 1 Reyes 2:1-46

1 Reyes 2:1-46

En nuestro recorrido por el Primer Libro de los Reyes, llegamos hoy al capítulo 2. En este capítulo, David dio instrucciones a Salomón en cuanto a la religión y en cuanto a Joab, Barzilai y Simei. David murió y Salomón le sucedió como rey. Adonías fue muerto y Abiatar fue echado del sacerdocio. Y Joab y Simei también fueron muertos. Leamos los versículos 1 y 2, que encabezan el párrafo que contienen

Las instrucciones de David a Salomón

"Cuando llegaron los días en que David había de morir, le ordenó a Salomón, su hijo: Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate y sé hombre."

Las instrucciones que David le dio a Salomón revelan su actitud en cuanto a Salomón. El hecho que le haya exhortado a que fuera hombre, revela que David tenía poca confianza en un sucesor que había sido criado en el palacio rodeado de mujeres. David conocía la disciplina dura de las cuevas y la vida dura al aire libre. Salomón, estaba acostumbrado a las comodidades, al lujo y a la holgura. Las instrucciones que David le dio, pues, revelan algo de su propio carácter.

En primer lugar David dijo: "Yo sigo el camino de todos en la tierra". Éste es el destino del ser humano. El apóstol Pablo en su carta a los Romanos, capítulo 5, versículo 12, dijo: "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron". Ahora, por un hombre entró la muerte, y la muerte afectó a todos los hombres porque todos han pecado. El pecado de Adán ha sido pasado a todo ser humano. Si el Señor tarda en venir, nosotros también cruzaremos la puerta de la muerte. ¿Por qué? Porque éste es el camino de todos en la tierra. Éste es el final del sendero de la vida para todos los habitantes de la tierra. Éste no es un tema ciertamente agradable. Casi nunca se describe la muerte porque nadie quiere pensar en algo que resulte tan desalentador para la raza humana.

En el Salmo 23, versículo 4, David declaró lo siguiente: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento". Ahora, David no hablaba aquí del hecho de que había llegado a la hora de su muerte. Como alguien ya ha dicho: "El mismo momento que le da a uno la vida, comienza también a quitársela". David comparó a la vida como un tránsito a través de un valle. Mientras más ande uno por el valle, éste se va estrechando, se va haciendo más angosto. Y al final de este valle se encuentra la muerte. Usted puede encontrarse hoy en la plenitud de su salud, pero siempre existe la posibilidad de morir, antes de la puesta del sol.

Luego, David le dijo a Salomón: ". . . esfuérzate, y sé hombre". El Señor Jesucristo habló a la multitud que había salido para ver a Juan el bautista, en el capítulo 7 del evangelio según San Lucas, versículos 24 y 25. Leamos este pasaje: "Cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a hablar de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? O ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? Pero los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los palacios de los reyes están". Juan el bautista había sido criado en el desierto. Era un hombre duro y robusto. Nuestro Señor también lo era. No nos agradan algunas de las pinturas que le representan porque casi lo presentan como un hombre suave y delicado. Aunque algunas de las pinturas más recientes, sin embargo, han tratado de lograr una imagen más varonil. Si usted pudiera haber visto a Jesús cuando caminaba en la tierra, habría visto a un hombre fuerte y decidido. Tenía callos en las manos. Era carpintero. Era Dios, pero era también un verdadero hombre.

Salomón no era como su padre. Salomón no era tan varonil. David era fuerte y curtido por las dificultades de la vida, mientras que Salomón había sido criado en los palacios. Ahora, ¿Por qué Salomón tendría más adelante mil mujeres a su alrededor? La respuesta es muy obvia y tiene que ver con el ambiente en que se había formado. De modo que David, le dijo: "Te he hecho rey. Y quiero que actúes con energía". Éste es el mandato que David le dio a este joven que había sido criado rodeado de lujos, comodidades y placeres. No tenía la fortaleza de carácter de Juan el Bautista ni de nuestro Señor Jesucristo. Pero, ahora era el rey de Israel. Continuemos leyendo los versículos 3 y 4:

"Guarda los preceptos del Señor, tu Dios, andando en sus caminos y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; para que confirme el Señor la promesa que me hizo diciendo: Si tus hijos guardan mi camino andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás te faltará un descendiente en el trono de Israel."

David urgió a Salomón a que se mantuviera cerca del Señor y de la Palabra de Dios. Su consejo para este joven era muy importante. Ahora, sabemos que poco se dice con respecto al legado que David le dejó a Salomón; pero creemos que lo que David le transmitió, le permitió a Salomón llegar a ser uno de los más grandes reyes de la tierra. El hecho es que Salomón probablemente sea uno de los reyes más conocidos que jamás haya vivido. Y ésta es la heredad que David le dio a Salomón:

En primer lugar, transfirió la dirección de la nación, de la casa de Saúl y la tribu de Benjamín, a Judá y estableció la casa real de David. Ahora, éste es un tema de suma importancia, como usted bien podrá ver cuando lleguemos al Nuevo Testamento. El evangelio de Mateo, comienza con una declaración muy importante. Dice en el capítulo 1, versículo 1 de este evangelio: "Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham". Luego en el evangelio según San Lucas, capítulo 1 y versículos 31 y 32, el ángel Gabriel le dijo a María: "Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre". Vemos que solo un descendiente de David debía ocupar el trono de Israel.

En segundo lugar, David estableció a Jerusalén como la ciudad santa y como el centro religioso y capital nacional para todos los judíos. Y esto ha continuado hasta el día de hoy. Aun en sus años fuera de su tierra, el judío siempre ha considerado a Jerusalén desde esta perspectiva. Jerusalén era la ciudad favorita de David y él la convirtió en capital para la nación de Israel. Salomón embelleció la ciudad edificando el Templo, y la confirmó como el centro religioso de Israel. Sin embargo, debemos destacar que fue David quien hizo los preparativos para el templo.

Bien, en tercer lugar, David, prácticamente hablando, extirpó la idolatría e hizo que la adoración del Señor fuera universal en la tierra de Israel.

En cuarto lugar, conquistó a muchas naciones, las cuales pagaron un tributo a Israel y a su rey. Extendió los límites del país hasta Egipto al sur, y al río Éufrates en el norte y al oriente. David, en realidad, fue quien extendió los límites de Israel más allá de lo que jamás se habían extendido antes o después. La paz durante el reinado de Salomón fue posible porque David había derrotado a los enemigos de Israel.

En quinto lugar, aunque David fue un monarca oriental con un harén considerable, los matrimonios extranjeros de David fueron mayormente políticos y relativamente libres de la corrupción religiosa y moral. El tener un harén era la costumbre de aquel entonces, pero Dios no aprobó que David tuviera tantas esposas. Fue debido a ellas que se halló en dificultades todo el tiempo. Los muchos hijos que le nacieron de estas mujeres, causaron una aflicción y tristeza constante dentro del palacio. Fueron problemas que causaron miseria y tristeza a David durante toda su vida. Fue Salomón, y no David, el que resultó influenciado por una esposa extranjera. Es verdad que David cometió un pecado terrible, pero eso fue antes de su matrimonio con Betsabé. No hubo ni siquiera una sombra de escándalo después de eso.

Ahora, en sexto lugar, David era poeta y músico, alguien que se había ganado el cariño del pueblo como "El dulce cantor de Israel."

En séptimo lugar, David planeó el templo, el cual debía exaltar la vida religiosa de la nación y la adoración del Señor, aunque no le fue permitido edificar la casa del Señor.

En octavo lugar, aunque había todavía alguna rivalidad entre las diez tribus del norte y Judá y Benjamín en el sur, y siempre la hubo después de la muerte de Saúl y de su hijo Jonatán, David nunca tuvo ninguna dificultad seria al unir a todas las tribus bajo su gobierno, y al convertir a Jerusalén en la capital de la nación.

Y en noveno lugar, en el momento de la muerte de David, la nación no era inferior a ninguna otra en poder ni en proezas militares, y el pueblo disfrutó en una gran medida de paz y libertad. La paz que Salomón disfrutó durante su reinado fue una paz que había sido lograda por David durante su reino. Continuemos ahora con los versículos 8 y 9 de este capítulo 2 del Primer Libro de los Reyes:

"También tienes contigo a Simei hijo de Gera hijo de Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim. Pero él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por el Señor diciendo: No te mataré a espada. Pero ahora no lo absolverás, pues eres un hombre sabio y sabes cómo debes tratarlo para que sus canas desciendan con sangre al seol."

David estaba revelando aquí lo que parecía ser un espíritu vengativo, pero en realidad no fue así. Aunque Simei demostró muchas veces que era un traidor, David había hecho un juramento de no tocarlo. Simei aún vivía y David era un hombre de palabra. Sin embargo, entonces le aconsejó a Salomón que lo vigilara, y si revelase alguna actitud de traición, Salomón debería tratarlo como correspondía. Y a propósito, la hora llegaría, cuando Salomón tendría que tomar medidas extremas en cuanto a Simei; pero solamente después que Simei desobedeciera y revelase que era realmente un traidor. Leamos ahora los versículos 10 al 12, con el relato de

La muerte de David

"David durmió con sus padres y fue sepultado en su ciudad. Los días que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años: siete años reinó en Hebrón y treinta y tres años en Jerusalén. Salomón se sentó en el trono de David, su padre, y su reino fue muy estable."

La muerte de David introduce una nota triste en el relato sagrado. Había sido un gran hombre de Dios. Recordemos el primer hijo de David y Betsabé. Murió cuando tenía unos pocos días. David había dicho en cuanto a él: "Yo voy a él, pero él no volverá a mí". En este momento David había partido para estar con su hijo. Salomón, ahora que su padre ha muerto, llegaba al trono. En cualquier cambio de dinastía o soberano, siempre hay un tiempo de confusión y grandes cambios. Continuemos leyendo los versículos 13 y 14 de este capítulo 2 del Primer Libro de los Reyes, donde se relata

El acceso de Salomón al trono

"Entonces Adonías hijo de Haguit fue a ver a Betsabé, madre de Salomón, y ella le dijo: ¿Vienes en son de paz? Sí, de paz, respondió él; y en seguida añadió: Tengo algo que decirte. Habla?dijo ella."

Aunque Salomón entonces ocupaba el trono, Adonías todavía no había desechado la idea de ser rey. Y vemos que se acercó a Betsabé, la madre de Salomón, conservando aún este pensamiento. Ella no tenía mucha confianza en él y le preguntó por su misión. Y él le respondió que era una misión de paz. Ella, entonces, se dispuso a escuchar lo que tenía que decir. Y él dijo, aquí en los versículos 15 al 21:

"Él dijo: Tú sabes que el reino era mío y que todo Israel había puesto en mí sus ojos para que yo reinara; pero el reino fue traspasado y se le concedió a mi hermano, pues por voluntad del Señor le pertenecía. Ahora te hago una petición; no me la niegues. Habla, le dijo ella. Él entonces dijo: Te ruego que hables al rey Salomón (porque él no te lo negará), para que me dé Abisag, la sunamita, por mujer. Bien; hablaré por ti al rey?respondió Betsabé. Betsabé fue a ver al rey Salomón para hablarle por Adonías. El rey se levantó a recibirla y se inclinó ante ella; volvió a sentarse en su trono e hizo traer una silla para su madre, que se sentó a su diestra. Entonces ella dijo: Una pequeña petición pretendo de ti; no me la niegues. Pide, madre mía, que yo no te la negaré?respondió el rey. Y ella dijo: Que se le dé Abisag, la sunamita, por esposa a tu hermano Adonías."

Ahora, ésta es una declaración indebida, o impertinente que hacerle a la madre del rey. Simplemente le decía que él era más popular que Salomón. Ahora, siendo que el reino le había sido quitado, tenía una petición. Quería tomar a Abisag por esposa. Recordemos que Abisag era la joven que había cuidado a David durante sus últimos días. Y Adonías quería que se le diese a Abisag por esposa. Ahora, ésta era una petición bastante audaz y exigente. Pero Adonías sabía que Salomón no se lo negaría a su propia madre. Es por eso que fue a Betsabé en lugar de ir directamente a Salomón. Pero, veamos lo que Salomón respondió, aquí en los versículos 22 y 23 de este capítulo 2 del Primer Libro de los Reyes:

"¿Por qué pides a Abisag, la sunamita, para Adonías? Demanda también el reino para él, pues él es mi hermano mayor y ya tiene también de su parte al sacerdote Abiatar y a Joab hijo de Sarvia, le respondió Salomón a su madre. Y el rey Salomón juró por el Señor: Traiga Dios sobre mí el peor de los castigos, que contra su vida ha hablado Adonías estas palabras."

Lo que Adonías estaba haciendo realmente, era ponerse en acción para tratar de apoderarse del trono. Era un intento peligroso pero él era muy astuto en cuanto a todo. Adonías era el hermano mayor de Salomón, y Salomón, por supuesto, se había dado cuenta del paso que su hermano había dado para convertirse en rey antes que David hubiera nombrado a su sucesor. Aunque Betsabé, en su simplicidad, consideró que el pedido de Adonías era razonable, la mente aguda de Salomón percibió inmediatamente las intenciones y el complot de Adonías. Y las acciones de Adonías harían que Salomón ordenara su ejecución. Leamos los versículos 24 y 25:

"Ahora, pues, vive el Señor, quien me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David, mi padre, quien me ha dado una casa conforme me lo había prometido, que Adonías morirá hoy. Entonces el rey Salomón envió a Benaía hijo de Joiada, el cual arremetió contra él y lo mató."

Está claro que la muerte de Adonías fue un acto brutal; pero desde el punto de vista del rey, su muerte eliminaba a un aspirante que tramaba un plan para ocupar el trono. Y aquel era el momento clave para establecer en el trono a Salomón. Mientras Adonías viviera, seguiría conspirando contra Salomón en un esfuerzo por quitarle el trono. Ahora, habiendo eliminado a Adonías, Salomón reconoció la necesidad de promover a posiciones de influencia a aquellos que le habían apoyado. Veamos ahora, la separación de Abiatar, del sacerdocio. Leamos los versículos 26 y 27:

"Y el rey dijo al sacerdote Abiatar: Vete a Anatot, a tus heredades, pues eres digno de muerte; pero no te mataré hoy, por cuanto has llevado el Arca del Señor, delante de David, mi padre, y además has compartido todas sus aflicciones. Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio del Señor, para que se cumpliera la palabra que el Señor pronunció en Silo sobre la casa de Elí."

Abiatar, descendiente de Aarón fue apartado de su oficio sacerdotal y fue enviado a casa en deshonra porque había participado en la rebelión de Adonías. El único motivo por el cual no fue muerto, se debió a su lealtad hacia David durante la rebelión de Absalón. Y este acto interrumpió la descendencia de Elí en el sacerdocio, como le había sido anunciado por Samuel al propio Elí, de parte de Dios (según vimos en 1 Samuel 3) Consideremos ahora, la muerte de Joab. Leamos los versículos 28 hasta el 30:

"Llegó la noticia a Joab, y como también se había adherido a Adonías, si bien no se había adherido a Absalón, huyó Joab al tabernáculo de Jehová y se asió de los cuernos del altar. Se le avisó a Salomón que Joab había huido al tabernáculo del Señor y que estaba junto al altar. Entonces envió Salomón a Benaía hijo de Joiada, con esta orden: Ve y arremete contra él. Entró Benaía al tabernáculo del Señor, y le dijo: El rey ha dicho que salgas. No, sino que aquí moriré?respondió él. Benaía volvió con esta respuesta al rey, y le dijo: Así me respondió Joab."

Cuando Joab oyó lo que le había sucedido a Abiatar y a Adonías, optó por huir. Huyó al tabernáculo del Señor y se asió de los cuernos del altar. Ahora, éste siempre era un lugar de seguridad para los fugitivos. Salomón escogió a Benaía hijo de Joiada para ser el verdugo de Joab. Él salió en busca de Joab y le pidió que saliera fuera del tabernáculo. Ahora, Joab rehusó salir diciendo que prefería morir allí mismo. Pero, Benaía no quiso matar a Joab dentro del tabernáculo. Por tanto, regresó al rey y le contó lo que Joab había dicho. Y veamos la respuesta de Salomón, aquí en los versículos 31 al 34 de este capítulo 2 del Primer Libro de los Reyes:

"El rey le dijo: Haz como él ha dicho: mátalo y entiérralo, y aparta de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente. El Señor hará caer su sangre sobre su cabeza, porque él ha dado muerte a dos hombres más justos y mejores que él, a los cuales mató a espada sin que mi padre David supiera nada: a Abner hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general del ejército de Judá. Así pues, la sangre de ellos recaerá sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de su descendencia para siempre; pero sobre David y sobre su descendencia, sobre su casa y sobre su trono, habrá paz perpetua de parte del Señor. Entonces Benaía hijo de Joiada subió, arremetió contra él y lo mató; y fue sepultado en su casa en el desierto."

Ahora, Joab había sido un hombre sanguinario. Por último, fue muerto, por tomar parte en la rebelión contra Salomón. Y Benaía hijo de Joiada fue su verdugo. Ahora, la muerte de Joab dejaba un vacío en el ejército, entonces, Salomón tuvo que hacer un nombramiento en el ejército para ocupar el lugar de Joab, y otra designación para ocupar el lugar de Abiatar, el sacerdote. Y leemos en el versículo 35 de este capítulo 2 del Primer Libro de los Reyes:

"El rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada al frente del ejército, y a Sadoc el rey lo puso como sacerdote en lugar de Abiatar."

Veamos ahora, la muerte de Simei. Simei era otro traidor. David no le quiso hacer nada, porque le había dado palabra de que no le causaría ningún daño. Pero Salomón ahora limitó sus movimientos y le confinó. Leamos el versículo 36:

"Después mandó a llamar el rey a Simei, y le dijo: Edifícate una casa en Jerusalén y habita ahí, no salgas de allí a ninguna parte"

Salomón quería que Simei estuviera donde él pudiera vigilarle. A donde quiera que hubiera ido Simei, había sembrado la semilla de la rebelión. Y Salomón quería vigilar todas sus acciones. Y continuó Salomón hablándole a Simei, y le dijo aquí en los versículos 37 y 38:

"porque ten por cierto que el día que salgas y pases el torrente de Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre caerá sobre tu cabeza. Simei dijo al rey: Tu palabra es buena; como el rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo. Y habitó Simei en Jerusalén muchos días."

Salomón mandó que Simei construyera una casa en Jerusalén y se quedara dentro de los límites de la ciudad. Le prohibió regresar y vivir entre la gente de su propia tribu. Y Simei, por su parte, prometió obedecer los términos de Salomón. Y leemos en los versículos 39 y 40:

"Pero pasados tres años, aconteció que dos siervos de Simei huyeron junto a Aquis hijo de Maaca, rey de Gat. Alguien dio aviso a Simei diciendo: Tus siervos están en Gat. Entonces Simei se levantó, ensilló su asno y fue adonde estaba Aquis, en Gat, para buscar a sus siervos. Fue, pues, Simei, y trajo sus siervos de Gat."

Simei salió fuera de los límites de la ciudad. Hizo esto en una desobediencia abierta y directa a las órdenes de Salomón. A Salomón le informaron lo que Simei había hecho, y por tanto, el rey ordenó que le trajeran. Y leemos en los versículos finales, versículos 43 al 46, que Salomón le preguntó:

"¿Por qué, pues, no guardaste el juramento de Jehová, y el mandamiento que yo te impuse?. Dijo además el rey a Simei: Tú conoces todo el mal, el cual tu corazón bien sabe que cometiste contra mi padre David. El Señor, pues, ha hecho recaer el mal sobre tu cabeza. En cambio, el rey Salomón será bendito, y el trono de David permanecerá firme perpetuamente delante del Señor. Entonces el rey mandó a Benaía hijo de Joiada, el cual salió, lo hirió y lo mató. Y el reino fue confirmado en manos de Salomón."

Ahora, con la muerte de Simei, Salomón había completado las instrucciones que le fueron impartidas por su padre David. Salomón había removido así, la mayor parte de los contendientes al trono. Ahora, le era posible reinar en paz. Y tendría así, paz por muchos años. Pero el corazón humano, no está preparado naturalmente para preservar la paz. Pronto surgen las pasiones y los seres humanos vuelven a mostrar cuál es su verdadera naturaleza. Aquellos tiempos eran especialmente sensibles para que se desatasen, sin ningún control la envidia, el orgullo, y el ansia por detentar el poder. Hemos leído hoy algo más sobre la violencia y la muerte que, desgraciadamente, era una característica de aquellos tiempos. Vivimos hoy también en una espiral de violencia. Sólo Jesucristo, el Príncipe de paz, como resultado de su triunfo en la cruz, puede por el Espíritu de Dios, derramar una auténtica paz y el control divino sobre las pasiones humanas. Estimado oyente, ¿no querrá usted creer en el Señor Jesucristo, y dejarse controlar por el poder de Dios?

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