Estudio bíblico de Romanos 1:5-10

Romanos 1:5-10

Nos corresponde hoy comenzar nuestro estudio con el versículo 5 de este primer capítulo de la carta del apóstol Pablo a los Romanos. Y creemos que usted ya se ha dado cuenta de la gran importancia de esta sección de las Escrituras. Es realmente de suma importancia. El Dr. W. Kelly ha escrito lo siguiente en cuanto al capítulo 1 de esta epístola a los Romanos. Dice el Dr. Kelly: "Tome cualquier sección del Antiguo Testamento y compárela con estas primeras palabras en el capítulo 1 de Romanos. Cuán evidente e inmensa es la diferencia en propósito, carácter y alcance. Por ejemplo, ¿dónde encontraría usted algo como esto en los primeros cinco Libros de Moisés o en los Libros históricos que siguen? En vano busca uno un paralelo en los Salmos y Libros poéticos. Ni aún los profetas describen o predicen tal estado de cosas. Se dice cosas gloriosas en cuanto a Israel. La merced de Dios que también alcanzará y bendecirá a los no judíos. Liberación y gozo para la tierra y el resto de la creación que tanto ha sufrido. Todo esto y mucho más tenemos en forma abundante en los profetas y aún en los Salmos. Pero no hay nada allí que siquiera se parezca, aun en el tono, a la salutación del apóstol y su prefacio a los santos en Roma". Hasta aquí, lo que ha escrito el Dr. Kelly.

En nuestro programa anterior, al concluir, estuvimos estudiando los versículos 3 y 4, y vimos que el evangelio de Dios mencionado por el apóstol Pablo fue el evangelio prometido por los profetas del Antiguo Testamento. También notamos que fue el evangelio de Dios, originado por Él. El evangelio, estimado oyente, no fue idea de ningún ser humano, ni tampoco de Pablo. También vimos que el evangelio concierne a Su Hijo, Su Hijo Jesucristo. En otras palabras, el evangelio es todo en cuanto a Jesucristo. Su tema principal es una persona. Y esa es la diferencia entre la religión y la verdadera fe en Jesucristo. No se trata aquí de una religión, sino de una persona, y esa persona, es Cristo Jesús. Otro punto que hemos visto aquí, es que Pablo declaró que Jesucristo nació de una virgen. Lo que indicó por una parte, que según el aspecto físico, era del linaje, o sea, de la simiente de David; lo que demostró Su verdadera humanidad. Pero por otra parte, su nacimiento virginal demostró, declaró o señaló que era Hijo de Dios con poder. Todo esto es según el Espíritu de santidad por medio de la resurrección de los muertos. Es decir que la resurrección de Jesucristo lo confirmó todo. Si usted lee su Biblia, descubrirá que presenta al Señor Jesucristo en el poder de Su resurrección.

En los evangelios vemos a Jesucristo en los días de Su carne mientras caminaba por esta tierra, despreciado y desechado entre los hombres. Vemos Su debilidad cuando se cansó y se sentó junto a un pozo para descansar. Por último le vemos afrontando la vergonzosa e ignominiosa muerte en la cruz. La cruz es donde primero vemos a Jesús cuando venimos a Él para la salvación. Aunque fue "varón de dolores y experimentado en quebranto", llegó el tiempo cuando resucitó de los muertos. Eso comprueba que habló con exactitud cuando dijo: "vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo", en el capítulo 8 del evangelio según San Juan. De modo que, Su cuerpo salió del sepulcro. La muerte no pudo mantener como víctima a Jesús mi Salvador.

Sus días de caminar por las carreteras polvorientas de esta tierra, ya habían terminado. Murió y resucitó de los muertos con gran poder y Su resurrección demostró la veracidad de Su nacimiento virginal. Demostró que Él era y es el Hijo de Dios, y que Él era, quien dijo que era.

Hay otra gran verdad que creemos es necesario recordar, y es que Él es el Cristo resucitado que ahora está a la diestra de Dios en los cielos, intercediendo por Su Iglesia y dándole poder y consolación en Él. Estamos convencidos que muchos cristianos no son conscientes del pleno significado de Su persona y presencia en el cielo. Eso es algo que debe ser recobrado hoy en día. ¿Qué significa Cristo para usted hoy, estimado oyente? ¿Tiene usted contacto hoy con el Cristo viviente? Vemos mediante Su resurrección que Jesucristo vendrá de nuevo como Juez y Rey. Él es el Rey de reyes y Señor de señores. Va a reprimir el pecado y reinará en justicia sobre esta tierra. Juzgará la tierra. Juzgará a toda la humanidad.

Pablo les dijo a esos filósofos de Atenas: "Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos". Es precisamente debido al hecho de que Jesucristo resucitó de los muertos, que usted, estimado oyente, tendrá que comparecer ante Él. Usted, comparecerá ante Jesús como alguien que ha confiado en Él como su Salvador, o de otra manera tendrá que comparecer para ser juzgado por Él en el día del juicio. La condenación de Dios caerá sobre usted por el solo hecho de no haberle aceptado como su Salvador. La resurrección es pues, la garantía de que usted tendrá que presentarse ante el Señor Jesucristo. No puede comparecer ante Él en su propia justicia. Si lo hace así, lo único que le espera es ser condenado a una eternidad perdida, a menos que confíe en el Señor Jesucristo como su Salvador.

Bien, leamos ahora, el versículo 5 de este capítulo 1 de la epístola del apóstol Pablo a los Romanos:

"Por quien recibimos la gracia y el apostolado para conducir a todas las naciones a la obediencia de la fe por amor de su nombre"

Dios nos salva, estimado oyente, por Su gracia. Ése es el método de Dios para la salvación. Nadie podría ser salvado si Dios no fuera bondadoso. Dice aquí: "Por quien". Ahora, Dios el Padre es la fuente y el Hijo es el medio. "Por quien recibimos" puede referirse a todos los apóstoles, pero especialmente a Pablo como el apóstol a los no judíos.

Ahora, "La gracia" y "el apostolado" son dos palabras de gran prominencia que Pablo usa aquí. "La gracia" es el término general que se refiere a la totalidad, mientras que "el apostolado" es el término específico que le auto limita. "Gracia" es la gran palabra del gran apóstol. Todas las cosas de Dios le habían venido por medio de "la gracia", tanto su salvación como su apostolado. "La gracia" es el favor inmerecido de Dios. Por medio de Su "gracia", Dios da el cielo a pecadores que merecen el infierno.

Ahora, aunque la palabra "apostolado" se refiere solamente a aquellos que eran técnicamente apóstoles; todo creyente es en realidad un "enviado" por Dios. La palabra "apóstol" significa "enviado", y es alguien que es "enviado", es un testigo con un mensaje. Nosotros también hemos recibido "la gracia y el apostolado". Si usted, estimado oyente, ha aceptado a Jesucristo como su Salvador personal, debe estar ocupado en hacer algo para la proclamación de la Palabra de Dios a otros. Ése es el trabajo de los que han recibido "la gracia y el apostolado".

Ahora, leemos aquí en este versículo 5, también: "Para la obediencia a la fe en todas las naciones". Y esto quiere decir, literalmente: "A la obediencia a la fe". La obediencia procede de la fe como un resultado o fruto directo. Cronológicamente y lógicamente, también, la fe viene primero y luego la obediencia. El apóstol Pablo en el camino a Damasco preguntó primero: "¿Quién eres, Señor?" Ahora, eso condujo a su salvación; y luego preguntó: "¿qué quieres que yo haga?" La fe salvadora conduce a la obediencia. El hecho es que la fe es la obediencia. Esta epístola principia con la obediencia y termina con la misma nota. Escuche usted lo que dice en el capítulo 16, versículo 26: "Pero se ha manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe". Ahora, esta expresión aquí ? todas las gentes ? son los gentiles o no judíos, contrastados con los judíos.

La obediencia de la fe es muy importante. Dios nos salva por la fe, no por las obras que hagamos. Pero después que nos ha salvado, Él quiere hablarnos en cuanto a nuestras obras, sobre nuestra obediencia para con Él. La fe salvadora le hace a uno obediente a Jesucristo. Quizá alguien diga, "Bueno, ¿hay alguna diferencia de fe?" Ciertamente la hay; la diferencia de fe radica en su objeto. El objeto de nuestra fe debe ser Jesucristo. La fe salvadora es una fe que confía y cree en Él.

Mi fe en el Señor Jesucristo es una fe salvadora. La fe salvadora es lo que nos trae al lugar donde nos rendimos al Hijo de Dios, al que nos amó y se dio a Sí mismo por nosotros.

La doctrina verdadera es importante, sumamente importante, pero hay una disciplina y una manera de actuar que tiene que acompañarla. Usted no puede ser la sal de la tierra sin combinar sus dos elementos. ¿Ha considerado usted, alguna vez amigo oyente, los elementos que hay en la sal? La sal se compone de dos sustancias venenosas: el sodio y el cloruro. Cada una de ellas, tomada aisladamente, podría envenenarnos. Pero, los dos elementos combinados constituyen la sal, substancia muy importante para la salud. El creer y el obedecer van juntos, estimado oyente, para que podamos ser la sal de la tierra. Pues bien, el evangelio es para la obediencia a la fe, amigo oyente, y es de esa fe salvadora de la que Pablo habla aquí. Continuemos ahora, con el versículo 6 de este capítulo 1 de la epístola a los Romanos. Continúa diciendo Pablo:

"entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo. A todos los que estáis en Roma, amados de Dios y llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo".

Tomemos esta expresión final del versículo 6: "Llamados a ser de Jesucristo". La palabra que se traduce aquí por "llamados" se refiere a quienes se les ha extendido una invitación. Los llamados son los que han oído y han escuchado el mensaje. Los llamados son los que han oído. Hay quienes no oyen. El Señor Jesucristo dejó esto bien claro, cuando dijo: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen". Es así de sencillo. Jesús llama y usted responde. Si usted ha respondido, se halla entre los elegidos. El apóstol Pablo aseguró a los hermanos en Roma, que ellos estaban comprendidos dentro de la gracia del evangelio y como tales fueron "llamados a ser de Jesucristo".

El Dr. Stifler, un estudioso de la Biblia, señaló cuatro características en esta sección de seis versículos que hemos considerado, los cuales debemos observar con cuidado antes de seguir al próximo versículo:

1. La primera característica es que: Pablo tiene un mensaje de acuerdo con las Escrituras.

2. La segunda, es que: El mensaje es del Cristo resucitado.

3. La tercera, es: El mensaje es universal.

4. La cuarta es que: El mensaje es para la obediencia a la fe.

Y ahora Pablo regresa a la introducción. Pasemos ahora al versículo 7:

"A todos los que estáis en Roma, amados de Dios y llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo".

Observemos ahora, que dice aquí: "Amados de Dios" y así como ellos son los "llamados de Jesucristo", también son los "amados de Dios". Dios amó a los hermanos en Roma. Y es maravilloso considerar que aun en medio de las dificultades Dios nos ama. El hijo de Dios hoy en día debe regocijarse y descansar en el amor de Dios para con él o para con ella, el cual es un amor íntimo y personal.

Tenemos también en este versículo 7, la expresión: "Llamados a ser santos". Y esta es una frase que debe leerse: "santos llamados". Y éste es el nombre para cada creyente. Un santo no es uno que ha sido exaltado, sino alguien que exalta a Jesucristo. Vea usted el versículo 1, donde dijimos que Pablo no fue llamado para llegar a ser apóstol, sino que se convirtió en un apóstol en el momento de ser llamado. Una persona pasa a ser llamada santa cuando Jesucristo se convierte en su Salvador. No es que sea santa debido a su carácter o conducta ejemplar, sino por su fe en Cristo Jesús y el hecho de haber sido separada, apartada para Él únicamente por su posición en Cristo Jesús. Sin embargo, los santos deben portarse como santos. No hay ningún creyente nombrado en la Biblia a quien se le identifique individualmente como un santo. En su carta a los Filipenses, en el capítulo 4, versículo 21, cuando el apóstol Pablo dijo: "Saludad a todos los santos", y se estaba refiriendo a toda la Iglesia. En el original griego esta palabra es "hagios" y es la misma que se traduce como las "santas" Escrituras en el versículo 2.

Tenemos luego aquí en este versículo 7, esta expresión: "Gracia y paz". Y estas palabras constituyen la introducción formal en todas las epístolas del apóstol Pablo. Nunca las encontramos en orden inverso. Es necesario aceptar la gracia, antes que se pueda experimentar la paz. La gracia ? charis ? era la forma no judía de saludar, mientras que la paz ? shalom ? fue la forma judía para saludar. Pablo las combinó. Y llegamos ahora a la primera división, después de la introducción. Leamos el versículo 8, que nos introduce al párrafo titulado:

El propósito de Pablo

"Primeramente doy gracias a mi Dios, mediante Jesucristo, por todos vosotros, porque vuestra fe se divulga por todo el mundo".

Pasamos ahora de la introducción formal a la personal; de la introducción pública a la íntima, al hablar Pablo a los Romanos en cuanto a su futura visita a Roma. Dice él: "Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo". Pablo quiso pronunciar, ante todo, una expresión de acción de gracias.

Como la Iglesia en Roma ya se había formado, las noticias se habían divulgado por todo el imperio y era conocido el hecho de que muchos se habían convertido a Jesucristo. Había tantos rumores que hasta el emperador se alarmó. Más tarde, empezó la persecución de la Iglesia, de modo que Pablo añadió la siguiente frase: "Vuestra fe se divulga por todo el mundo". Esta declaración revela la gran influencia de Roma sobre el mundo de aquel entonces, y revela también que la fe cristiana ya producía un impacto en la vida del imperio romano. Nos preguntamos estimado oyente, en cuanto al impacto y alcance de las noticias sobre nuestra fe en nuestro entorno social. Leamos ahora el versículo 9 de este primer capítulo del libro de Romanos:

"Dios, a quien sirvo en mi espíritu anunciando el evangelio de su Hijo, me es testigo de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones"

Es significativa la mención a sus oraciones. Pablo tenía una vida intensa de oración. Resulta interesante apuntar todas las veces que en todos sus escritos Pablo dijo que había orado por alguien. Evidentemente él tenía una larga lista de motivos de oración. Y aquí, destacó que oraba continuamente por los creyentes de Roma. Ahora, Pablo no escribió esta Epístola sino hasta unos veinte años después de su conversión, pero en ella se sinceró y abrió su corazón a los hermanos en Roma, puesto que muchos no le conocían personalmente. Leamos ahora el versículo 10, de este capítulo 1 de Romanos:

"Rogando que de alguna manera, si es la voluntad de Dios, tenga al fin un próspero viaje para ir a vosotros".

La intercesión constante en oración por ellos se veía aumentada por esta petición especial a favor de su proyectada visita a Roma, que había constituido un ferviente deseo de su corazón por largo tiempo. Sin embargo, observemos que sus deseos estaban subordinados a la Voluntad de Dios, es decir, al propósito supremo de Dios para su vida y la vida de las iglesias a las cuales predicaba y enseñaba. Y Pablo estaba orando por un próspero viaje a Roma. Y si usted lee el relato de su viaje, pues, no lo llamaría próspero en manera alguna. Puede usted ver los detalles en los capítulos 27 y 28 del libro de los Hechos. Fíjese usted que viajó como preso, se encontró en una tempestad, la nave se perdió y hasta fue mordido por una víbora. Pablo pidió que el viaje fuera posible y que las dificultades fueran quitadas para que él pudiera viajar a Roma. Se sometió a la voluntad de Dios, y el viaje que él hizo, lo hizo en la voluntad de Dios. Realmente el apóstol, como dijimos al principio, Pablo, desde el principio de esta carta se había identificado como un esclavo, que era el significado del término doulos, como un siervo, como alguien obligado a servir, como un esclavo de Jesucristo. Y destacamos que él eligió esa opción libre y voluntariamente. Fue una opción que escogió impulsado por amor a aquel Señor que en su gracia y misericordia le había salvado. Por tal motivo, Pablo reconoció el amor del Señor por Él, a pesar de haber sido un encarnizado perseguidor de la iglesia primitiva. Por ello pudo escribir en su carta a los Gálatas 2:20 y hablando de su Salvador, las siguientes palabras, "el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí". Realmente, Dios le había amado a él primero, mientras él odiaba a los cristianos y los acosaba continuamente. Por ello, podemos destacar también las siguientes palabras del apóstol Juan en su primera carta, 4:19, "Nosotros le amamos a él porque él nos amó primero".

Estimado oyente, el Señor Jesucristo le amó y se entregó a sí mismo por usted en la cruz. Él le amó primero. Y su tumba está vacía. Él vive. ¿No querrá usted corresponder a su amor?

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