Estudio bíblico de Romanos 1:18-23

Romanos 1:18-23

Continuamos hoy nuestro estudio en este primer capítulo de la epístola del apóstol Pablo a los Romanos, y comenzaremos hoy, con el versículo 18, considerando la revelación de la ira de Dios contra toda injusticia. Leamos este versículo 18, que encabeza un párrafo que podríamos titular

Una revelación natural de Dios

"La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad"

Éste es el principio de una nueva sección. Es una revelación de la ira de Dios contra toda injusticia. Es una revelación del pecado del hombre, empezando aquí con el versículo 18 y siguiendo hasta el capítulo 3, versículo 20. El hecho universal es que el hombre es pecador. El axioma que se puede apuntar aquí es que el mundo es culpable ante Dios y todos necesitan de justicia. En esta sección, el apóstol Pablo no trató de comprobar que el hombre era pecador. Si usted trata de leer esta porción de esa manera, no comprenderá el verdadero sentido. Pablo simplemente expuso el hecho de que el hombre es pecador. Pablo no solamente mostró que hay una revelación de la justicia de Dios, sino que también hay una revelación de la ira de Dios contra el pecado del género humano.

La primera parte de este versículo, dice: "Porque la ira de Dios se revela". Si usted quiere saber en verdad lo que realmente es la salvación, es necesario que sepa cuán malo es el pecado. El Dr. Stifler dijo: "El pecado es la medida de la salvación". Es que la ira de Dios es Su sentimiento, más que Su castigo por el pecado. Es Su santa ira. La ira es la antítesis de la justicia y se usa aquí como correlativo.

La frase "está siendo revelada" constituye la respuesta de Dios a quienes afirman que el Antiguo Testamento presenta a un Dios de ira, mientras el Nuevo Testamento presenta a un Dios de amor. Hay una revelación continua, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, de la ira de Dios. En estos tiempos modernos se revela en nuestra sociedad contemporánea. Éste es el desagrado constante e insistente de Dios ante la maldad. Él no cambia. Dios, estimado oyente, es misericordioso, no porque es indulgente con el pecado, sino porque Cristo murió. El evangelio no ha cambiado la actitud de Dios hacia el pecado. El evangelio ha hecho posible que Él acepte al pecador. El pecador debe tener, o bien la justicia, o la ira de Dios. Ambas se revelan desde el cielo.

¿Quiere usted saber cuán malo es el pecado? Mire los casos de enfermedades venéreas a su alrededor, por ejemplo. Nadie, estimado oyente, nadie puede evitar las consecuencias del pecado. El juicio de Dios es revelado desde el cielo contra todo pecado e impiedad. La impiedad es lo que está contra Dios. Es la negación del carácter de Dios ? la irreligiosidad ? el desconocimiento de la existencia misma de Dios. Eso es pecado.

La "injusticia" que aquí se menciona, es contra el hombre y la impiedad es contra Dios. Ahora, ¿Qué significa esto? Significa la negación de la soberanía de Dios. Es la acción del alma. El hombre que bajo los efectos del alcohol sale a la autopista conduciendo de forma temeraria, viola todos los reglamentos de tráfico y mata a alguien, es injusto, peca contra su prójimo. Otro ejemplo es el hombre que es falso en sus tratos comerciales, que también es injusto con su prójimo. Y Dios, estimado oyente, aborrece la injusticia y la juzgará. Hay muchos que impiden con su maldad que se conozca la verdad, pero la ira de Dios será revelada. Aquellos que detienen la verdad divina por vivir pecando, caerán bajo el juicio de Dios. Y pasamos ahora a considerar la revelación de la persona y el poder de Dios en la creación. Leamos los versículos 19 y 20, de este primer capítulo de la epístola a los Romanos:

"Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó: Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hechas, por lo tanto, no tienen excusa".

Hay una revelación original de Dios. El universo en el cual vivimos nos habla de dos cosas en cuanto a Dios: de Su Persona y de Su poder, que han sido visibles desde el tiempo en que el mundo fue creado. Ahora, ¿Cómo pueden ser vistas las cosas invisibles? Pablo hizo esta declaración paradójica para inculcar a sus lectores que lo que algunos llaman "la luz oscura o confusa de la naturaleza", es una falsedad concebida por los seres humanos. La creación es una luz clara de la revelación, que declara que hay un Dios invisible. La creación es uno de los métodos por los cuales Dios se revela; es la primera revelación. El Salmista dijo en el Salmo 8, versículo 3 "Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste". Luego, en el Salmo 19, versículos 1 al 3, se dice: "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz". Y en el capítulo 14 del libro de los Hechos, versículo 17, dijo el apóstol Pablo: "Si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones". Y una vez más, en el capítulo 17 de los Hechos, versículo 29, dijo Pablo: "Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres".

Recordemos la frase "su eterno poder y Deidad", de nuestro capítulo de hoy. Su poder y Su persona. La creación revela el poder y la existencia inmutables de Dios. El Dr. Denney escribió: "Hay aquello dentro del hombre que capta tan bien la significación de todo lo que está afuera, como para alcanzar un conocimiento instintivo de Dios". Estimado oyente, hay suficiente revelación de Dios en la creación, como para haber guardado de idolatría al hombre antiguo y de ateísmo al hombre actual. Hendrik van Loon declaró lo siguiente, cuando hizo su primera visita al Gran Cañón, en los Estados Unidos y dijo: "Vine aquí ateo. Pero me voy creyente". El Salmo 14, versículo 1, dice: "Dice el necio en su corazón: No hay Dios". Y la palabra para necio en este versículo se refiere a alguien que habla con ignorancia, imprudencia o presunción.

La última parte del versículo 20, dice: "De modo que no tienen excusa". La creación revela con tanta claridad a Dios que el ser humano no tiene excusa. Esta sección revela la base histórica del pecado del hombre. No surgió debido a la ignorancia del hombre. Fue una rebelión voluntaria del hombre ante la luz clara.

Hasta aquí Pablo nos ha dicho que hay una revelación natural de Dios. La naturaleza tiene lo suficiente en ella, como para que el hombre no se desvíe. La naturaleza revela que hay un Dios y que tiene poder. La revelación natural de Dios debe traer al hombre al lugar donde se doblegue ante su Creador. Y cuando el hombre se doblega ante Dios, se dará cuenta que hay una revelación especial de Dios, y es la Palabra de Dios la que revela que el Creador vino a la tierra, se hizo Hombre, caminó en la debilidad de la humanidad, y luego sufrió y murió en la cruz para revelar el amor de Dios. Estimado oyente, usted no encontrará el amor de Dios en la naturaleza. ¿Quién no se siente absorto al contemplar la belleza del arco iris? por ejemplo. Sin embargo, cuando junto con ese arco iris sentimos la furia de una tormenta y una tempestad sobre nosotros, no podemos sentarnos a contemplar la belleza de los colores del arco iris. La naturaleza no es siempre buena. La naturaleza puede ser muy cruel cuando envía sus tempestades, los huracanes, los tornados y terremotos. Si usted se detiene junto al cráter de un volcán, bastará solamente un paso para que entre en la eternidad, debido a la ley de gravedad. Y el amor de Dios, amigo oyente, no le interceptará en ninguna parte mientras usted cae. ¿Por qué? Porque el amor de Dios se revela únicamente en un lugar, y ese lugar es la cruz de Cristo.

Si usted pudiera convencerme que Dios fue simplemente un espectador de este mundo, y que todo lo que hizo fue crearlo para demostrar Su gran poder, pues, yo estaría dispuesto a volverle la espalda. Pero, Dios, estimado oyente, no se detuvo en la creación del universo únicamente. Él reveló también Su amor. Su amor para con los pecadores, fue mostrado por Jesucristo cuando Él murió en la cruz llevando en su propio cuerpo los pecados del género humano. ¡Qué verdad más gloriosa es ésta! Ahora, Pablo habla en cuanto a aquellos que tenían una revelación natural de Dios. Los versículos siguientes nos describen

La respuesta del ser humano

Si usted lee cuidadosamente el texto, verá que se mencionan 7 pasos descendentes que la humanidad siguió desde el jardín del Edén. Leamos los versículos 21 al 23:

"Pues habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias. Al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Pretendiendo ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes de hombres corruptibles, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles".

Este pasaje contradice la teoría o la hipótesis de la evolución. El hombre no está avanzando ni física, ni moral, ni intelectual, ni espiritualmente. La propensión del hombre es ir hacia abajo. Claro que esto contradice todas las antologías de la religión, las cuales comienzan presentando al hombre en un estado primitivo, como algún tipo de cavernícola con pocas cualidades intelectuales, que lentamente comenzó a progresar intelectualmente, lo cual finalmente empezó a acercarle a Dios. La verdad es que el hombre se está alejando de Dios y el mundo probablemente se halle más lejos de Dios en el día de hoy, que lo que jamás se haya encontrado en toda su historia. La realidad es que toda tribu primitiva tiene alguna tradición que comprueba el hecho de que en el principio, sus antepasados conocieron a Dios.

El Dr. Vincent lo expresó de la manera siguiente: "Creo que se puede comprobar de hecho que cualquier tipo de gente inclusive los salvajes más viles, en cualquier período de su vida, sabían mucho más que lo que hicieron, y que sabían lo suficiente como para poder progresar cómodamente y poder desarrollarse, si sólo hubieran hecho lo que ningún hombre hace; si sólo hubieran hecho lo que sabían que debían hacer y que podían hacer".

Ningún tipo de gente ha vivido jamás conforme a la luz que han tenido. Ni siquiera el salvaje ha hecho eso. La tradición revela que alguna vez, en el principio, adoraban al Dios vivo y verdadero. Pero, cuando conocieron a Dios, se alejaron de Él. Los siete pasos o estados sucesivos que conducen a la oscuridad son los siguientes:

Primero, "Pues habiendo conocido a Dios" y aquí debiéramos leer mejor "conociendo a Dios" Ahora, esto no quiere decir un conocimiento personal o íntimo, sino que le conocieron como una Persona y que vieron Su poder en la creación. Por toda la Escritura se enseña que el hombre tuvo una revelación primitiva de Dios, y que se apartó de ella. La caída del hombre en el huerto de Edén es una caída del conocimiento de Dios y de una comunión con Él. Cayó de la esfera del conocimiento de Dios y de la esfera de la comunión con Dios.

El segundo paso fue que, "no le glorificaron como a Dios". No le dieron su debido lugar y el hombre llegó entonces a ser independiente, autosuficiente y altivo. No es extraño, pues, que los hombres proclamasen en un momento de la historia que Dios estaba muerto. En el pasado la familia humana no sugirió que Dios estaba muerto; simplemente le volvieron la espalda a Dios y convirtieron al hombre en su dios.

El tercer paso es, "ni le dieron gracias". El dejar de dar gracias a Dios revela que el hombre ha roto su relación con Dios. El dar gracias es parte integrante de la vida cristiana. El apóstol Pablo dice en su primera carta a los tesalonicenses, capítulo 5, versículo 18: "Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús". La ingratitud constituye uno de los peores pecados. Shakespeare dijo: "Aborrezco más la ingratitud en un hombre que la mentira, la vanidad, la murmuración, la borrachera o cualquier otra mancha de vicio". El Señor Jesús, estimado oyente, sanó a diez leprosos, pero solamente uno volvió para darle las gracias.

Ahora, el cuarto paso que conduce a la oscuridad lo tenemos aquí en estas palabras: "sino que se envanecieron en sus razonamientos". El verbo para "se envanecieron" se deriva de la misma raíz de la palabra de los judíos para ídolos ? mataia. Cuando el hombre rehúsa retener a Dios en sus pensamientos, entones la vanidad llena el vacío. El hombre se envanece en sus imaginaciones y uno de los resultados es la hipótesis de la evolución. Al ser descartado el Dios de la creación, el hombre imagina toda clase de filosofías en cuanto a la creación del mundo.

El quinto paso está en la frase, "y su necio (no inteligente) corazón (lugar de emoción, juicio y voluntad) fue oscurecido", o sea, recibió tinieblas espirituales. Aquí se trata de la rebelión intelectual contra Dios que continúa aún en el día de hoy. Esto conduce a la inhabilidad para distinguir o discernir entre la verdad y el error. Este es el motivo por el cual, muchos de los intelectuales de nuestros días, se han entregado completamente a ideologías ateas. Habiendo rechazado la revelación de Dios, aceptan los razonamientos de los hombres.

El sexto paso es el siguiente: "Profesando ? una afirmación sin fundamento ? profesando ser sabios, se hicieron necios". Y ésta es otra declaración paradójica. La sabiduría jactanciosa de los hombres es locura para con Dios. La filosofía vana, según se afirma, es lo mejor del hombre, pero es locura para Dios. Y como dijo el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 1, versículo 21: "Puesto que el mundo, mediante su sabiduría, no reconoció a Dios a través de las obras que manifiestan su sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación".

Y el séptimo y último paso que conduce a la oscuridad, lo encontramos aquí en estas palabras del versículo 23: "Y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes del hombre mortal, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles". ¿No ha observado usted que el mundo de los no creyentes ha hecho caricaturas de Dios? Podemos verlo en las imágenes e ídolos de los paganos. Ello fue evidente, por ejemplo en la ciudad de Éfeso. Aquella ciudad del imperio romano alcanzó probablemente el más alto nivel de cultura y civilización que jamás ciudad alguna haya logrado. Sin embargo en el centro neurálgico de la ciudad se encontraba una de las imágenes más horribles que uno pudiera imaginarse, conservada en el templo de Artemis, equivalente a la diosa romana Diana, templo considerado una de las 7 maravillas del mundo antiguo. No era una imagen hermosa, como aparece en las esculturas griegas. Era como la oriental Cibeles, venerada en Roma con la gran Madre de los dioses, cruel, que tenía un tridente en una mano y un garrote en la otra. Y ésta fue la idea que el pueblo más culto y civilizado tenía de Dios. Alrededor de aquel templo de aquella deidad, ocurrían los mayores actos de inmoralidad y deshonestidad. Por ello decimos que los seres humanos se han apartado de la gloria de un Dios incorruptible y se volvieron a una imagen del hombre corruptible. Ello constituye una difamación contra Él. Y así, los griegos hicieron que sus dioses se parecieran a seres humanos. Los asirios, egipcios y babilonios, por su parte, hicieron que sus dioses tuvieran aspecto de bestias, aves y reptiles. Los romanos combinaron los dos métodos. La idolatría es, pues, una caricatura de Dios y constituye una calumnia y estigma contra Él.

El hombre no comenzó como idólatra. El salvaje del día de hoy es muy diferente al hombre primitivo. El hombre primitivo era monoteísta, o sea, que creía en un solo Dios. La idolatría no fue implantada sino hasta más tarde. La primera mención de la idolatría en la Biblia se hizo en la historia de Raquel cuando robó los ídolos de su padre (Génesis 31). También se mencionó en el libro de Josué, capítulo 24, versículo 2, donde leemos: "Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice el Señor, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños". Como puede verse, a través de los siglos, el ser humano descendió se fue degradando en vez de ascender y progresar. Y desde un punto de vista espiritual, se fue apartando de Dios. Es interesante leer las opiniones de Sir William Ramsay, quien fue durante un tiempo un beligerante no creyente. En su libro "Las ciudades de Pablo" opinó que en su experiencia y lecturas no pudo confirmar las suposiciones de la historia religiosa moderna; en cambio, sí pudo confirmar las afirmaciones del apóstol Pablo. Y añadió que, con raras excepciones, la historia de la religión entre los seres humanos es una historia de la degeneración. Él pensaba que había un hecho innegable en la historia humana; que el ser humano, se degeneraba por sí mismo y que progresaba en sus esfuerzos por mantener el cuerpo social puro y sano, únicamente en la medida en que albergara en su interior devoción y simpatía por la vida divina. Estimado oyente, la raíz del problema es que las personas se han alejado de Dios. Es por todo ello que nos parecen apropiadas las palabras de invitación del profeta Isaías 55:6 y 7: "¡Buscad al Señor mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano! Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será generoso en perdonar". ¿Y dónde tendrá lugar el encuentro con Dios? Al pie de la cruz, donde Jesucristo, su Hijo, murió, recordando que Él también resucitó para poder declarar justos a todos aquellos que, por la fe, vengan a Él.

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