Estudio bíblico de 1 Corintios 13:1-13

1 Corintios 13:1-13

En el día de hoy llegamos a este maravilloso capítulo 13 de la Primera Epístola a los Corintios. Y se encuentra en esta sección, que hemos denominado la "Concesión de los Dones". Recordemos las palabras del apóstol Pablo en el versículo 31: "Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente". Nosotros debemos procurar los dones mejores. Aunque el Espíritu Santo es soberano al conceder los dones, tenemos el derecho a pedirle a Dios el don que deseemos, deseando intensamente los dones mejores. Estimado oyente, usted tiene el derecho de pedirle a Dios que le conceda los mejores dones, con una actitud de sumisión a Su voluntad. Sobre todo, teniendo en cuenta que, indiferentemente del don que Él le conceda, esa capacidad espiritual será de beneficio y ayuda espiritual para los demás creyentes, es decir, para los demás miembros del cuerpo de los creyentes, para toda la iglesia.

El tema central de este capítulo es el amor, que es la energía de los dones. El capítulo 13 ha sido llamado el capítulo del amor de la Biblia. Ahora bien, Pablo dijo que había una manera en que los dones debían ser utilizados y ese era un detalle de suma importancia. Hay personas que han tratado de explicar lo que se ha dado en llamar propiamente, "el capítulo de amor de la Biblia". Pero hay algunos pasajes en la Biblia que se proyectan mucho más allá de nuestra comprensión y entendimiento. Este capítulo 13 es uno de ellos y también lo es Juan, capítulo 3, versículo 16. En este capítulo 13 de la Primera Epístola a los Corintios se utiliza la palabra amor, y ésta viene de la palabra ágape, usada en el griego original del Nuevo Testamento.

Y usted aquí, no tiene en realidad una definición del amor. Algunas veces, las definiciones son destructivas. Y el tratar de definir al amor podría constituir una seria violación de este capítulo. Cuando usted trata de definir una rosa, puede leer la descripción de una rosa tal como la encuentra en un libro de Botánica, por ejemplo. Pero esa definición en realidad no me describe a una rosa, tal como yo la percibo cuando la contemplo. ¿Alguien le ha descrito quizás un atardecer? Si usted ha podido observar un atardecer en alguna isla, por ejemplo, seguramente se habrá emocionado y le habrá resultado difícil describirlo. Seguramente le habrá costado encontrar las palabras apropiadas. Por lo tanto, este capítulo nos ofrece una muestra, una exposición del amor, y no una definición.

Quisiéramos destacar que hay tres palabras en el griego que se traducen por nuestra palabra amor. En primer lugar tenemos la palabra "eros", que se usa para describir pasión, la lujuria. Se usa para Afrodita y Eros, y como nosotros lo conocemos, para Venus y Cupido. En la actualidad, nuestra palabra "sexo" sería una adecuada traducción para esa palabra griega "eros", que no aparece en absoluto en el Nuevo Testamento. Luego tenemos la palabra "fileo" que quiere decir afecto, o cariño. La encontramos en una palabra como Filadelfia, y también en filántropo; sería, por ejemplo, el amor de hermano. Es el amor humano en su forma más elevada, es un amor noble.

Y luego, la palabra ágape es la más elevada para el amor en el Nuevo Testamento, y nos habla del amor divino. Es más que un amor en las emociones; es amor en la voluntad. Es la definición de Dios, porque Dios es amor.

Permítanos darle aquí un bosquejo de este capítulo, estimado oyente, y debemos decir una vez más que podría parecer una violación de este capítulo, pero el proceso de ver las partes que lo componen, nos ayudará a entenderlo. En los primeros tres versículos tenemos la preeminencia del amor, con respecto a su valor; en los versículos 4 al 7, tenemos los privilegios del amor, como una virtud; y en los versículos 8 al 13 vemos la permanencia del amor, con respecto a su victoria.

Recordemos que este capítulo continúa el pensamiento del capítulo 12, que trataba sobre la concesión de los dones. Este capítulo 13 nos habla de la energía de los dones espirituales. Porque todos los dones del Espíritu deben ser ejercitados en amor. Vamos a leer entonces el versículo 1 de este capítulo 13, de la Primera Epístola a los Corintios, en al que Pablo nos habló sobre

La preeminencia del amor - su valor

"Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe".

Tenemos la certeza que aquí las "lenguas angélicas" significan elocuencia. Nunca hemos escuchado hablar a un ángel, pero pensamos que Pablo sí los escuchó. Es que la elocuencia más grandiosa, sin amor, no significa absolutamente nada. El Dr. Scroggy lo expresó de esta manera: "El idioma sin amor es como un ruido sin melodía". Y el Dr. McGee dijo: "Parlotear sin caridad es como un ruido sin alma". Usted puede cantar como un serafín, pero sin amor, no se diferenciaría de un sonido infernal. El amor es lo que da sentido, profundidad y realidad, y hace que la elocuencia resulte significativa, que tenga sentido. Leamos ahora el versículo 2:

"Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy".

El primer versículo hablaba del amor tal como surge del corazón, y aquí en el versículo 2, surge de la mente, y es el amor como un acto del intelecto. El conocimiento solo no es suficiente. El amor debe añadirse a ese conocimiento. La inteligencia sola no es bastante. El amor debe acompañar a esa inteligencia. Ésta es la triste condición en que se encuentran algunos cristianos en la actualidad. Tienen un conocimiento de la Biblia, una comprensión de las verdades de la Biblia, pero demuestran tener una falta de amor. Luego vemos el tercer punto que Pablo presentó en el versículo 3, que dice:

"Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve".

Este amor es un acto de la voluntad. O sea que el amor implica al corazón (v.1), a la mente (v.2) y a la voluntad (v.3). El amor es un fruto del Espíritu Santo. Aunque debemos desear intensamente los mejores dones, ellos han de ser ejercitados, llevados a la práctica con amor, y sólo el Espíritu de Dios puede logarlo.

Permítanos mirarlo de esta manera. Usted puede escribir una lista de ceros. El primer cero representa la elocuencia; el segundo la profecía; el tercero el conocimiento; el cuarto la fe; el quinto el sacrificio; el sexto el martirio; todos estos ceros siguen sin ser nada más que ceros. No equivalen a nada. Pero si usted coloca un número uno a la izquierda de esa fila de ceros, entonces cada uno de los ceros adquiere un valor. Estimado oyente, el amor es el elemento que necesito ser añadido a cada uno de los dones del Espíritu. Sin el amor, un don resulta inútil, no tiene ningún valor.

Leamos ahora el versículo 4, que presenta

Los privilegios del amor - su virtud

"El amor es sufrido, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante"

El amor es sufrido, eso quiere decir que es paciente y amable. El amor resulta imposible sin la bondad. El amor sin bondad es como una primavera sin flores, un fuego sin calor. Recordemos lo que dijo el apóstol Pablo, en su carta a los Efesios, capítulo 4, versículo 32; dice: "Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo". Usted puede notar pues, que ése es el lado positivo. Y ahora vamos a ver el lado negativo.

Dice además aquí, el amor no tiene envidia. Es decir, se conforma con lo que tiene. Todos sabemos que la vida en el día de hoy está llena de desigualdades. Algunas personas son ricas, tienen muchísimos recursos y, a veces algunos creyentes dicen: "¿Por qué Dios bendice a esa persona con tanta riqueza y no me da algo a mí?" Bueno, el amor reconoce que existen desigualdades sociales y las acepta, se muestra satisfecho con lo que tiene. Recordemos que la primera muerte en el mundo fue causada por la envidia, cuando Caín mató a su hermano.

Haremos bien en reflexionar sobre el ejemplo de Juan el Bautista, que no sintió envidia cuando el ministerio de Jesús aumentaba en popularidad entre el pueblo. En el evangelio según San Juan, capítulo 3, versículo 30, el dijo del Señor Jesucristo: "Es necesario que él crezca, pero que yo disminuya". Cuando consideramos que cada uno de nosotros tiene una porción diferente en la vida, y cada uno tiene una función diferente que cumplir para el Señor, debiéramos recordar las palabras de Jesús a Pedro, en Juan 21:22, hablando del apóstol Juan: "Si yo quiero que él se quede hasta que yo vuelva, ¿a ti, qué? Tú, sígueme". Bacon dijo hablando de la envidia, que es el sentimiento más vil y lo más depravado de todas las cosas.

Tenemos un buen ejemplo de un hombre que tuvo afecto por otro y que nunca lo envidió, ese fue Jonatán. Aunque él era el príncipe de la corona, nunca le tuvo envidia a David, aun sabiendo que éste ocuparía el trono en lugar suyo.

Ahora, leemos aquí que El amor no es jactancioso. O sea que, no hace alarde ni ostentación de sí mismo. Hay cierta vulgaridad en cuanto a la jactancia.

Ahora, dice aquí el resto del versículo: El amor no se envanece, no es arrogante. Quiere decir, que no está viajando en el aire. Que no está inflado y, repentinamente, se queda sin aire. Y cuando el aire ha salido, no queda nada porque, en realidad, no había nada. Continuemos leyendo el versículo 5:

"no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor"

Ahora, también leemos que el amor no hace nada indebido, indecente. Quiere decir que no actúa de forma peculiar, extraña. Usted sabe que en la carta del apóstol Pedro, se nos ha dicho que nosotros los creyentes, somos personas escogidas, algo especial. Pero que no debemos actuar de una manera extraña, rara, con brusquedad. Debemos practicar la cortesía, actuar respetuosamente, con educación. Quiere decir que nosotros debemos hacer uso de la cortesía hoy, no debemos ser rudos. No debemos actuar como personas extrañas. En nuestros días tenemos mucho de lo que se considera religión sin amor. Pero el amor no se comporta indebidamente.

Ahora, continuamos leyendo que el amor no busca lo suyo. Es decir que trata de averiguar sobre los motivos. Y se pregunta: ¿Por qué estoy haciendo esto? Debiéramos examinarnos a nosotros mismos, investigando nuestros propios motivos. ¿Lo estoy haciendo por amor a Cristo? Eso es lo importante. Ése es el secreto de nuestro servicio.

También vemos que el amor no se irrita. O sea que, no tiene un mal temperamento. El ser provocado es el vicio de los virtuosos. Y parece que ése es el defecto de muchos de nosotros en la actualidad.

Ahora, vemos también que el amor no guarda rencor. Hay muchos a quienes les gusta arrojar tierra, suciedad sobre otros, por medio del cotilleo, y son muy sugerentes en la manera en que hacen comentarios sobre los demás. Y podemos ver que el versículo 6, de este capítulo 13 de la Primera Epístola a los Corintios, dice:

"no se regocija de la injusticia, sino que se alegra de la verdad".

¿Qué es lo que alegra su corazón, estimado oyente? ¿Lo malo o lo bueno? Debería ser lo bueno. Si usted oye algo malo sobre alguien a quien considera enemigo, o que no le cae bien, ¿se alegra usted? o ¿le entristece que su enemigo sufra? Y dice el versículo 7:

"Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta".

Ahora, dice aquí que el amor todo lo sufre. Esto transmite la idea de protección. Es como poner una sombrilla sobre los demás. También dice que el amor todo lo cree. Eso no quiere decir que el amor es insensatamente crédulo, pero sí quiere decir que el amor no mira a la gente con sospecha.

Y escuchemos lo siguiente: el amor todo lo espera. Éste es el optimismo del amor.

Todo lo soporta. O sea que, permanece fuerte y firme en medio de las pruebas.

De aquí aprendemos que el amor es un nombre abstracto, pero que no debe permanecer abstracto, sino transformarse en algo concreto. Debe traducirse en vida y acción. Debe expresarse en acción por medio de la paciencia, la bondad, sin envidia y sin jactancia. Y ahora llegamos al versículo 8 y aquí tenemos

La permanencia del amor - su victoria

"El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará".

El amor nunca deja de ser. Es por eso que al final del capítulo, en el versículo 13 dice: "Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor". O sea que, el amor es permanente.

Elizabeth Barret Browning escribió un poema, lo tituló: "He amado una vez". Ella dijo en esa obra: "Ellos nunca amaron, los que soñaron que amaron una vez". Y luego en otra parte escribió: "El amor mira más allá de los límites del tiempo y del espacio. El amor se une a la eternidad en estrecho abrazo". Es que el amor no muere, el amor nunca es vencido, nunca se desilusiona, no sufre frustraciones. Sin embargo, podemos ver que el amor que es simplemente una pasión, se quema rápidamente como la paja, y pronto se consume. Ésa es una de las razones por las cuales hay tantos divorcios en el día de hoy. Esa pasión no era el amor que mantiene a dos corazones unidos. El amor es eterno, es permanente. Y el amor de Dios es esa clase de amor. ¡Qué maravilloso es! Su amor se proyecta más allá de los límites del tiempo y del espacio y se funde en un abrazo con la eternidad, como decía el poema que acabamos de leer. Cristo, nunca dejó de amar. No hay nada que usted pueda hacer para que Él deje de amarle. Ningún pecador ha cometido un pecado imperdonable. Usted puede encontrarse en un estado de incredulidad, pero Él aún le ama. Usted puede haber cometido un gran pecado, pero incluso en ese caso, Cristo le ama. Usted no puede evitar que Cristo le ame, estimado oyente. Usted puede protegerse de la lluvia con un paraguas, pero no puede evitar que siga lloviendo. Por ello, tampoco puede usted evitar que Dios le ame, aunque usted se cobije bajo el paraguas del pecado o la incredulidad.

Un día, las profecías se acabarán, es decir, se cumplirán. Se convertirán en historia, ya no serán más profecías. Las lenguas cesarán. El conocimiento desaparecerá. La ciencia de hoy será reemplazada por la ciencia del futuro. El conocimiento es progresivo y se va disipando. Y continúan diciendo los versículos 9 y 10:

"En parte conocemos y en parte profetizamos; pero cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará".

O sea que nuestro conocimiento es incompleto, e incompleta nuestra profecía. Pero tocarán a su fin cuando venga lo que es perfecto. Ahora, Pablo dijo en los versículos 11 y 12:

"Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando ya fui hombre, dejé las cosas de niño. Ahora vemos como por un espejo, veladamente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido".

Muchas personas dicen: ¿Podré conocer a los que amo cuando esté en el cielo? Por supuesto que sí, estimado oyente. Y ¿cuál es la prueba Bíblica de esa afirmación? Hemos leído que ahora vemos por espejo oscuramente, veladamente. Usted nunca ha podido verme a mí realmente. Muchos de ustedes nunca me han visto. Algunos quizá digan: "Sí, yo lo he visto". No, usted solamente vio algo vestido con ropa de la cual se distinguían un par de manos y una cabeza. Pero usted no me vio a mí. Yo nunca lo he visto a usted porque nosotros, como dice este pasaje, observamos todo como por un espejo, de manera borrosa, pero un día lo veremos todo como es en realidad, cara a cara y de frente, directamente. Nuestro conocimiento es ahora imperfecto, pero un día conoceremos todo del mismo modo en que Dios nos conoce a nosotros. Alguien le preguntó al Dr. G. Campbell Morgan, una vez: "¿Usted cree que conoceremos a nuestros seres queridos en el cielo? Y el Dr. Morgan de manera flemática le contestó: "No creo que seré más torpe en el cielo de lo que soy en la tierra, y aquí conozco a mis seres queridos". Ahora leamos el último versículo de este capítulo. Dice el versículo 13 de esta Primera carta a los Corintios:

"Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor".

El objetivo de la fe se cumplirá, así que ya no habrá necesidad de la fe. La esperanza se convertirá en realidad; por tanto no quedará nada por lo cual tener esperanza, así que la esperanza desaparecerá. Pero el amor, estimado oyente, permanecerá. Por ello, la más importante de estas tres, es el amor. Y la fe, la esperanza y el amor son las palabras más elevadas del vocabulario cristiano.

En este capítulo, Pablo no estaba describiendo un término abstracto, cuando se refería al amor. Él estaba escribiendo la biografía del Señor Jesucristo de quien se escribieron estas palabras que se encuentran en Juan 13:1: "Habiendo amado a los Suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin". El amor de Jesús es un amor eterno. Estimado oyente, el Señor Jesucristo nunca cesará de amarle. Él demostró Su amor entregándose para morir en la cruz, llevando sus pecados. Y si usted aún no ha experimentado este amor de una manera personal, le invitamos a creer en la eficacia de su muerte, y en Su resurrección de los muertos, para que Dios perdone sus pecados y le conceda la salvación, la vida eterna. Entonces, toda su vida actual y su vida futura, se verá transformada por la realidad del amor de Dios.

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