Estudio bíblico de Génesis 42:15-43:15

Génesis 42:15-43:15

Habiendo retenido a Benjamín en casa, y a causa del hambre en la tierra, Jacob envió a sus otros diez hijos a Egipto para buscar grano. Terminábamos nuestro programa anterior cuando, ya iniciada la entrevista con José, éste les hablaba con dureza, acusándoles de ser espías, con el objetivo de conseguir información sobre el resto de la familia. Al menos se enteró que su padre vivía y que su hermano menor había quedado con él.

Leamos los versículos 15 al 17

"En esto seréis probados; por vida de Faraón que no saldréis de este lugar a menos que vuestro hermano menor venga aquí. Enviad a uno de vosotros y que traiga a vuestro hermano, mientras vosotros quedáis presos, para que sean probadas vuestras palabras, a ver si hay verdad en vosotros. Y si no, ¡por vida de Faraón!, ciertamente sois espías. Y los puso a todos juntos bajo custodia por tres días."

José estaba tratando de crear las circunstancias para ver a su hermano más joven, Estos hombres eran hermanos suyos solo par parte de su padre, pero Benjamín era su hermano por parte de padre y madre y tenía deseos de verlo. Para dar peso a sus palabras e intimidar a sus hermanos les hizo recluir en prisión.

Continuemos leyendo desde el versículo 18 al 22:

"Y José les dijo al tercer día: Haced esto y viviréis, pues yo temo a Dios: si sois hombres honrados, que uno de vuestros hermanos quede encarcelado en vuestra prisión; y el resto de vosotros, id, llevad grano para el hambre de vuestras casas; y traedme a vuestro hermano menor, para que vuestras palabras sean verificadas, y no moriréis. Y así lo hicieron. Entonces se dijeron el uno al otro: Verdaderamente somos culpables en cuanto a nuestro hermano, porque vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no lo escuchamos, por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. Y Rubén les respondió, diciendo: ¿No os dije yo: No pequéis contra el muchacho y no me escuchasteis? Ahora hay que rendir cuentas por su sangre."

Si hubiera habido alguna cosa que pudiera haber dado a sus hermanos una idea sobre quien era realmente aquel gobernador de Egipto, era la frase "Yo temo a Dios". En aquel tiempo había otra gente que conocía a Dios, además de Jacob y su familia. Por ello, ese detalle probablemente no llegó a despertar el interés de sus hermanos y quizás, les hizo desconfiar un poco de ese hombre. Al menos él les dio testimonio de su Dios. Observemos que José nunca desaprovechó una ocasión de hablar de Dios y ya vemos que aún en ese encuentro lo hizo así. Siempre atribuyó a Dios el mérito de ser Aquel que le guiaba. De todos modos, la declaración de que el temía a Dios debía haber animado a sus hermanos a creer que, al menos, les trataría con justicia.

Estos hombres adultos, algunos de ellos habrían sobrepasado los 50 años, se dieron cuenta de que se encontraban en una situación difícil. Estaban siendo interrogados por alguien que decía temer a Dios, pero estaban atemorizados porque no sabían realmente qué iba a hacer con ellos. Y José, con el pretexto de comprobar su honestidad, les ordenó traer a su hermano menor. Y entonces, con los recuerdos de cómo habían tratado a su hermano José, cuando le vendieron impulsados por su envidia, con insensibilidad a sus súplicas y desesperación, se despertaron sus conciencias y se dieron cuenta que estaban a punto de recibir de Dios el pago de su pecado y crueldad. Quizás eso fue lo que José quiso lograr; una crisis de arrepentimiento, pues confesaron su pecado. Es interesante observar cómo Rubén había tratado de evitar la venta de José.

Continuemos leyendo los versículos 23 al 25, que nos cuentan cómo fue

Simeón dejado como rehén

"Ellos, sin embargo, no sabían que José los entendía, porque había un intérprete entre él y ellos. Y se apartó José de su lado y lloró. Y cuando volvió a ellos y les habló, tomó de entre ellos a Simeón, y lo ató a la vista de sus hermanos. José mandó que les llenaran sus vasijas de grano y que devolvieran el dinero a cada uno poniéndolo en su saco, y que les dieran provisiones para el camino. Y así se hizo con ellos."

Ellos estaban hablando en hebreo, por lo tanto José les entendía. Aunque habían estado utilizando un intérprete, ya que José hablaba como un egipcio. Fue así que José se conmovió profundamente y se apartó del grupo por un momento. Luego, les sometió a otra dura prueba. Tendrían que dejar a uno de ellos en calidad de rehén, No sabemos por qué decidió que quedase Simeón. Quizás, cuando José se ausentó un momento de la sala, sus hermanos le eligieron. Y José, que no aceptaría dinero de ellos, les devolvería el pago realizado, dejándoles, incluso, provisiones para el viaje de regreso.

Leamos ahora el relato del viaje en que

Los nueve hermanos regresaron a su casa

Leamos los versículos 26 al 28:

"Ellos, pues, cargaron el grano sobre sus asnos, y partieron de allí. Y cuando uno de ellos abrió su saco para dar forraje a su asno en la posada, vio que su dinero estaba en la boca de su costal. Entonces dijo a sus hermanos: Me ha sido devuelto mi dinero, y he aquí, está en mi costal. Y se les sobresaltó el corazón, y temblando se decían el uno al otro: ¿Qué es esto que Dios nos ha hecho?"

La conclusión de este incidente inesperado les hizo concluir que Dios les estaba juzgando. En circunstancias normales, hubiera sido una excelente noticia descubrir que les habían devuelto el dinero. Pero en este caso no fue así. Ya estaban metidos en un aprieto con este duro gobernador de Egipto, que les había puesto las cosas tan difíciles. Así que esta circunstancia no hizo más que aumentar su preocupación.

Podríamos preguntarnos por qué no volvieron a Egipto inmediatamente. ¿Qué hubiéramos hecho en su lugar? Creo que ellos pensaron que si regresaban podrían hacer su situación aún más difícil porque el gobernador hubiera podido acusarles de robar el dinero. Y así, para no arriesgarse, decidieron reanudar el viaje a casa, con la intención de devolver el dinero cuando regresasen a Egipto.

Leamos ahora, desde el versículo 29 al 35:

"Cuando llegaron a su padre Jacob en la tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había sucedido: El hombre, el señor de aquella tierra, nos habló duramente y nos tomó por espías del país. Pero nosotros le dijimos: Somos hombres honrados, no somos espías. Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno ya no existe, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán. Y el hombre, el señor de aquella tierra, nos dijo: Por esto sabré que sois hombres honrados: dejad uno de vuestros hermanos conmigo y tomad grano para el hambre de vuestras casas, y marchaos; pero traedme a vuestro hermano menor para que sepa yo que no sois espías, sino hombres honrados. Os devolveré a vuestro hermano, y podréis comerciar en la tierra. Y sucedió que cuando estaban vaciando sus sacos, he aquí que el atado del dinero de cada uno estaba en su saco; y cuando ellos y su padre vieron los atados de su dinero, tuvieron temor."

Al descubrir que el dinero de cada uno estaba en su saco, pensaron que se trataba de una trampa y tuvieron miedo. Continuemos leyendo los versículos 36 al 38 y veamos la reacción de Jacob:

"Y su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José ya no existe, y Simeón ya no existe, y os queréis llevar a Benjamín; todas estas cosas son contra mí. Entonces Rubén habló a su padre, diciendo: Puedes dar muerte a mis dos hijos, si no te lo traigo; ponlo bajo mi cuidado, y yo te lo devolveré. Pero Jacob dijo: Mi hijo no descenderá con vosotros; pues su hermano ha muerto, y me queda sólo él. Si algo malo le acontece en el viaje en que vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol."

¡Pobre anciano Jacob! Ya no era aquel hombre presumido que conocimos en el pasado, ni tampoco era el hombre de fe que veremos más adelante. Pero estaba adquiriendo madurez. Ahora ya no se jactaba sino que se le veía muy pesimista, hasta el punto de decir: "Todas estas cosas son contra mí". Su hijo José nunca hubiera dicho tal cosa. José, en cambio, habría dicho lo mismo que el apóstol Pablo escribiría, muchos años más tarde, en sus cartas a los Romanos 8:28,

"Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito."

Y en su carta a los Filipenses 1:6,

"Estando convencido precisamente de esto; que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús."

La vida de Jacob había encontrado un refugio en la vida de Benjamín. Es que José fue su hijo favorito, por ser el primogénito de su amada Raquel. José se había ido, lo cual fue una muy dolorosa experiencia. Ahora se enfrentaba a la posibilidad de perder a este otro hijo de Raquel y dijo, que si eso ocurriese, se moriría. Creo que, en efecto, hubiera sucedido así. Porque su vida estaba ligada absolutamente a la de Benjamín. Este era el hijo de su mano derecha, y recordemos que éste era el significado de su nombre, y que había nacido mientras su madre moría en el parto. Era como el bastón para Jacob en su ancianidad, en quien se había apoyado Jacob durante los últimos años. Por eso Jacob dijo que no le permitiría viajar a Egipto. Y mientras esta escena tenía lugar, el pobre Simeón permanecía en la cárcel.

Pasemos, ahora, a considerar

Génesis 43:1-15

Aunque, según hemos visto, Jacob no tenía ninguna intención de enviar a Benjamín con sus hermanos a Egipto, la gravedad de la escasez le obligó a cambiar de idea. Si el hambre hubiese remitido, creo que Simeón hubiera permanecido recluido en la prisión de Egipto por el resto de su vida o, al menos, hasta que José le liberase.

Este es, sin duda, el capítulo más dramático del libro del Génesis. No recuerdo una escena más conmovedora que la aparición de Benjamín ante José.

El capítulo comienza a relatarnos cómo se decidió el viaje en que

Jacob envió a sus hijos a Egipto, incluyendo a Benjamín

Leamos los versículos 1 al 7:

"Y el hambre iba agravándose en la tierra. Y sucedió que cuando acabaron de comer el grano que habían traído de Egipto, su padre les dijo: Volved allá y compradnos un poco de alimento. Pero Judá le respondió, diciendo: Aquel hombre claramente nos advirtió: No veréis mi rostro si vuestro hermano no está con vosotros. Si envías a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y compraremos alimento; pero si no lo envías, no descenderemos; porque el hombre nos dijo: No veréis mi rostro si vuestro hermano no está con vosotros. Entonces Israel respondió: ¿Por qué me habéis tratado tan mal, informando al hombre que teníais un hermano más? Pero ellos dijeron: El hombre nos preguntó específicamente acerca de nosotros y nuestros familiares, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? Y nosotros contestamos sus preguntas. ¿Acaso podíamos nosotros saber que él diría: Traed a vuestro hermano?"

José les había presentado una propuesta que incluía hasta el mínimo detalle y los hermanos de José sabían que él lo había hecho en serio. Judá así se lo expresó a Jacob; sin Benjamín, el viaje sería inútil y ni siquiera podrían ver a José. La frustración de Jacob por la información dada por ellos era comprensible, pero la respuesta de sus hijos era muy razonable. ¿Cómo iban a imaginarse que José les exigiría llevar a Benjamín? Continuemos leyendo los versículos 8 al 10:

"Y Judá dijo a su padre Israel: Envía al muchacho conmigo, y nos levantaremos e iremos, para que vivamos y no perezcamos, tanto nosotros como tú y nuestros pequeños. Yo me haré responsable de él; de mi mano lo demandarás. Si yo no te lo vuelvo a traer y lo pongo delante de ti, que lleve yo la culpa para siempre delante de ti; porque si no hubiéramos perdido tiempo, sin duda ya habríamos vuelto dos veces."

Judá, pues, se ofreció como garante de Benjamín. Mi estimado oyente, tú y yo tenemos hoy un fiador. El vino precisamente de la tribu de Judá, El Señor Jesús tomó aquel lugar y se convirtió en mi Salvador; ocupó mi lugar y llevó mi culpa. Yo no era capaz de comparecer ante El con mis propios méritos. Yo no podía hacer frente a mi deuda con Dios, no podía hacer lo que El hizo. Entonces El intervino y, aceptando ser mi garante, dio su vida por mí. ¡Qué gran imagen de Jesús tenemos aquí!

Continuemos leyendo los versículos 11 al 15, últimos versículos asignados para hoy.

"Entonces su padre Israel les dijo: Si así tiene que ser, haced esto: tomad de los mejores productos de la tierra en vuestras vasijas, y llevad a aquel hombre como presente un poco de bálsamo y un poco de miel, resina aromática, mirra, nueces y almendras. Y tomad doble cantidad de dinero en vuestra mano, y llevad de nuevo en vuestra mano el dinero que fue devuelto en la boca de vuestros costales; tal vez fue un error. Tomad también a vuestro hermano, levantaos y volved a aquel hombre; y que el Dios Todopoderoso os conceda misericordia ante aquel hombre para que ponga en libertad al otro hermano vuestro y a Benjamín. En cuanto a mí, si he de ser privado de mis hijos, que así sea. Tomaron, pues, los hombres este presente, y tomaron doble cantidad de dinero en su mano y a Benjamín, y se levantaron y descendieron a Egipto y se presentaron delante de José."

Observemos que el alimento que les faltaba era el trigo; o sea que no les quedaba pan, el sustento vital. Aparentemente tenían bálsamo, miel, perfumes, mirra, nueces y almendras. Así que, con lo que quedaba Jacob dispuso que le llevasen un regalo. Al fin Jacob, resignado, permitió que Benjamín viajase a Egipto con sus hermanos mayores. Su última afirmación fue: "Si he de ser privado de mis hijos, que así sea". Con estas palabras reconocía el hecho de que, de ninguna manera podía oponerse a la Voluntad de Dios. Y a ese Dios Todopoderoso, confió la suerte de su hijo.

Decíamos al principio que éste era el capítulo más dramático del libro del Génesis. En nuestro próximo programa, pues, viviremos esa escena conmovedora de la llegada de Benjamín al palacio de José, en Egipto.

Allá lejos, en Canaán había quedado el anciano Jacob, tratando de apoyarse en la fe y en sus propias convicciones sobre el poder de Dios. Tal como los grandes personajes de la Biblia, en momentos de gran aflicción e incertidumbre. Tal como muchos hoy a quienes, habiendo agotado todos los recursos humanos, no les queda otra opción que confiar y esperar en un Dios Todopoderoso.

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