Estudio bíblico de 2 Corintios 8:8-9:5

2 Corintios 8:8 - 9:5

En el día de hoy, amigo oyente, comenzamos nuestro estudio en el versículo 8 de este capítulo 8 de la Segunda epístola a los Corintios que estamos estudiando. A modo de introducción diremos que los capítulos 8 y 9, según nuestro bosquejo general, tratan el tema de "La colecta para los creyentes pobres de la iglesia de Jerusalén". Desde el 8:1-6, hemos considerado una sección titulada "El ejemplo del dar cristiano". Y finalizamos nuestro programa anterior en el versículo 7, donde comenzaba una sección titulada "Una exhortación al dar cristiano", que se extenderá hasta el versículo 15 de este capítulo 8.

En el versículo 7, el apóstol Pablo estaba elogiando a los creyentes de Corinto, diciéndoles que ellos sobresalían en todo: en fe, en facilidad de palabra para testificar acerca de su fe en Cristo, en sus conocimientos, en su dedicación y disposición para servir, y en su amor por el apóstol Pablo y por los demás apóstoles. Entonces Pablo les pidió que procurasen sobresalir también en esa obra, en esa gracia de dar.

Por otra parte, Pablo era sensible a la autoridad que le reconocían las iglesias que él había fundado y prefería que la motivación de los creyentes para contribuir a los necesitados no fuera el resultado de mandamientos externos, sino que surgiera de la devoción y el amor sincero al Señor. Comenzamos, pues, nuestra lectura de hoy y vamos a ver lo que Pablo dijo en el versículo 8, de este capítulo 8:

"No hablo como quien manda, sino para poner a prueba, por medio de la diligencia de otros, también la sinceridad del amor vuestro".

Pablo estaba diciendo aquí que el hecho de dar no se debía a que había que cumplir una ley o por una costumbre arraigada, por rutina o por seguir un rito. Sabemos que hay buenos expositores y maestros Bíblicos que dicen que debemos dar el diezmo. (El diezmo era el diez por ciento percibido de los productos del campo que se llevaba cada año al templo en Jerusalén. Para mayor comodidad la Ley preveía la satisfacción del diezmo en dinero.) Obviamente el diezmo era básico en los tiempos del Antiguo Testamento. Sin embargo, si examinamos el tema cuidadosamente comprobaremos que el pueblo de Israel entregaba tres diezmos. Uno de ellos era realmente para el sostenimiento económico del gobierno, y equivaldría a lo que hoy llamamos impuestos. También cabe destacar que el Nuevo Testamento guardó silencio en cuanto al diezmo aparte de tres incidentes: el incidente de Lucas 18:9-14, en el cual Cristo les reprochó a los Fariseos su observación legalista del mismo; el reproche de Jesús a los escribas y fariseos en Mateo 23:23, por colocarlo por encima del amor y la justicia de Dios; y la cita final se refiere al incidente en el cual Abraham entregó los diezmos a Melquisedec, rey de Salem. Es por eso que creemos que el apóstol Pablo no consideró al diezmo como la base de lo que los cristianos debían dar. Incluso en este versículo que acabamos de leer, al establecer los principios del dar cristiano, enfatizó que no los estaba considerando como un mandamiento, como una imposición para los Corintios ni para nuestros días.

Pablo expuso las razones por las cuales les estaba pidiendo que contribuyeran con sus ofrendas o donaciones. El dijo que quería poner a prueba, por medio de la dedicación de otros, (refiriéndose al ejemplo de los Macedonios) la sinceridad del amor de los Corintios. Y continúa siendo cierto también hoy, que la prueba del amor de un creyente a su Señor, es su motivación y actitud al dar. Ésta es, pues, el área más sensible de la vida cristiana porque confronta los sentimientos y actitudes hacia Dios, y los sentimientos humanos hacia nuestros bienes materiales.

Ahora, el versículo 9, de este capítulo 8, de la Segunda epístola a los Corintios, dice:

"Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico, para que vosotros con su pobreza fuerais enriquecidos".

Ahora, si usted, estimado oyente, quiere una norma o un modelo para dar, aquí lo tiene. El modelo es el Señor Jesucristo mismo. Él era rico y se hizo pobre. Él descendió aquí a la tierra y asumió un lugar de pobreza. ¡Imaginemos lo que se debe sentir al estar viviendo en el cielo, venir aquí a esta tierra, nacer en un lugar como Belén, vivir en Nazaret, morir en una cruz fuera de los muros de la ciudad de Jerusalén, y luego ser sepultado en la oscuridad de esa tumba! Él era rico pero se hizo pobre por usted y por mí. Leamos los versículos 10 y 11, de este capítulo 8:

"En esto doy mi consejo, porque esto os conviene a vosotros, que comenzasteis antes, no solo a hacerlo, sino también a quererlo, desde el año pasado. Ahora, pues, llevad también a cabo el hacerlo, para que así como estuvisteis prontos a querer, también lo estéis a cumplir conforme a lo que tengáis"

Esto nos indica que los Corintios habían hecho una promesa y habían comenzado a contribuir para esta colecta un año antes. El consejo de Pablo era que terminasen lo que habían comenzado, cumpliendo de esa manera la promesa que habían hecho. Sin embargo, recordemos que las palabras de Pablo no constituían un mandamiento. No se nos ha ordenado que hagamos promesas. Este versículo simplemente nos dice que si hemos hecho una promesa, si nos hemos comprometido para algo concreto, debemos llevarlo a cabo. Después de todo intentamos cumplir nuestros compromisos humanos en todos los órdenes de nuestra vida.

Y en el versículo 12 se nos dice:

"porque si primero está la voluntad dispuesta, será aceptado según lo que uno tiene, no según lo que no tiene".

Aquí tenemos un detalle importante. Cada uno debiera dar según lo que tenga, según sus posibilidades, y tendría que hacerlo de buena voluntad. Dios no espera que alguien contribuya más allá de sus recursos.

Este principio está en la misma línea de lo que Pablo había dicho en su primera carta a los Corintios 16:2, donde dijo lo siguiente: que el primer día de la semana, cada uno de vosotros aparte y guarde según haya prosperado. Siguiendo esta norma, el modelo que nos dejaron los creyentes de Macedonia y la ofrenda entregada en el templo por la viuda pobre, (como vimos en nuestro programa anterior) en un sentido numérico serían fáciles de igualar, pero desde el punto de vista de la entrega y dedicación personal, tanto de los Macedonios como de la viuda, esos ejemplos serían difíciles de superar. Pero, escuchemos ahora lo que dijo el apóstol aquí el versículo 13:

"No digo esto para que haya para otros holgura y para vosotros escasez"

Pablo estaba diciendo que no debiera colocarse una carga pesada sobre nadie, mientras que al mismo tiempo otros disfrutan de una situación desahogada. Así, establecía un principio de igualdad para el intercambio material entre las iglesias. Y continuó diciendo en el versículo 14, de este capítulo 8 de la Segunda epístola a los Corintios:

"sino para que en este momento, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad"

Pablo sin duda había aprobado los esfuerzos de la primera iglesia cristiana en Jerusalén para satisfacer las necesidades materiales de todos, por el método de tener todo en común, es decir, que compartían lo que tenían. De esa manera se preocupaban los unos por los otros. Trasladado el principio general a la época de los Corintios, y a la nuestra, aquellos que poseían recursos abundantes debían contribuir más, para que no se colocase una carga demasiado pesada sobre los que vivían en condiciones precarias. Dice el versículo 15:

"como está escrito: El que recogió mucho no tuvo demasiado, y el que poco, no tuvo escasez".

Pablo dio el ejemplo del tiempo en que los judíos que viajaban por el desierto recibían el maná del cielo. Cada uno debía recoger la cantidad suficiente para un día. Ahora, Supongamos que una mañana un hombre, al levantarse, observara que toda la tierra está cubierta con el maná, y entonces decidía traer varias canastas para recoger la mayor cantidad posible. Podía hacerlo así, recogiendo con codicia mucho más de lo que necesitaba. ¿Qué sucedía entonces? Que después que él y su familia hubieran comido la ración que necesitaban para aquel día, a la mañana siguiente descubriría que lo que había sobrado se había echado a perder. Porque Dios había dispuesto que cada uno recogiera únicamente lo necesario para la alimentación de un día, y nada más.

Al llegar al capítulo 9:6, nos encontraremos con la siguiente declaración: "El que siembra escasamente, escasamente también segará; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará". Ahora, uno de estos días usted se dará cuenta que Dios ha comenzado a tratarlo a usted de la misma manera en que usted lo está tratando a Él, porque pensamos que Dios registra todo. Él no nos está colocando bajo la ley, porque quiere que nuestro dar, nuestro contribuir sea una obra de gracia, una pasión, un deseo de compartir.

Leamos a continuación el versículo 16, que comienza un párrafo que podríamos describir como

Una explicación del dar cristiano

"Doy gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma preocupación por vosotros"

Pablo estaba diciendo que había enviado a Tito para recoger las donaciones de ellos, pero Tito ya tenía la misma preocupación de Pablo por recoger una ofrenda para los creyentes pobres de Jerusalén; es decir, que ya había concebido en su corazón esa obra de gracia. Ahora, desde el versículo 17, hasta el versículo 19, leemos lo siguiente:

"pues a la verdad recibió la exhortación; pero estando también muy solícito, por su propia voluntad partió para ir a vosotros. Y enviamos juntamente con él al hermano cuya fama en el evangelio se ha divulgado por todas las iglesias. Y no sólo esto, sino que también fue designado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para llevar este donativo, que es administrado por nosotros para gloria del Señor mismo y para demostrar vuestra buena voluntad".

El acompañante de Tito, grandemente respetado, era probablemente un miembro de las iglesias de Macedonia. Ambos llevarían las donaciones a Jerusalén. La motivación de Pablo en este esfuerzo era honrar al Señor. Nos queda aquí un ejemplo para que nuestro dar no esté motivado por destacarnos o enorgullecernos ante los demás, sino para traer honra y gloria a la causa de Dios. En el versículo 20, Pablo continuó diciendo:

"Evitamos así que nadie nos censure en cuanto a esta ofrenda generosa que administramos"

Pablo aclaró que actuarían con honestidad en el uso de aquel dinero, para evitar cualquier motivo de crítica o desprestigio, administrando cuidadosamente aquella gran cantidad de dinero. Y dijo en el versículo 21:

"procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres".

Ésta es una de las áreas más sensibles en la obra del Señor. Todas las organizaciones cristianas debemos tener sumo cuidado en la administración de los fondos entregados por los cristianos, para que ellos puedan tener la certeza y la confianza de que el apoyo financiero recibido se destina a la difusión de la Palabra de Dios, de acuerdo con el deseo expresado por los donantes, y de que los que los administran actúan con el nivel más alto posible de integridad.

Y dijo también Pablo en los versículos 22 y 23:

"Enviamos también con ellos a nuestro hermano, cuya diligencia hemos comprobado repetidas veces en muchas cosas, y ahora se muestra mucho más diligente por la mucha confianza que tiene en vosotros. En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador para con vosotros; y en cuanto a nuestros hermanos, son mensajeros de las iglesias y gloria de Cristo".

Además del creyente mencionado en el versículo 18, y de Tito, una tercera persona fue agregada al grupo. Probablemente era también otro representante de las iglesias de Macedonia. Su presencia ayudaría a otorgar mayor seguridad y confianza al transporte y distribución de una considerable suma de dinero. Al mismo tiempo, Pablo estaba también afirmando que todos podrían confiar en Tito. Y continuó diciendo en el versículo 24:

"Mostrad, pues, con ellos, ante las iglesias, la prueba de vuestro amor y de nuestro motivo de orgullo respecto de vosotros".

Pablo estaba urgiéndoles a que mostrasen una prueba de su cariño. Cuando las personas hablan en serio, habrá más evidencias concretas que declaraciones de intenciones, que la expresión de tópicos o que una vana palabrería. Y las contribuciones de los Corintios serían una expresión tangible de su amor cristiano.

Llegamos así a

2 Corintios 9:1-5

El tema continúa siendo el mismo, o sea, la colecta para los creyentes pobres de la iglesia en Jerusalén. En el capítulo 8 vimos la obra de gracia del dar, y ahora tenemos aquí una exposición de lo que es el dar cristiano. Desde las primeras palabras de este capítulo, es evidente el gran interés de Pablo por que los Corintios completaran el proyecto de contribución económica que habían ansiosamente iniciado. Él no había considerado necesario escribir acerca de la necesidad de enviar ayuda a los creyentes de Jerusalén, porque los Corintios habían acordado con verdadero entusiasmo implicarse en este servicio social. El interés de ellos había sido divulgado por Pablo entre los Macedonios el año anterior, quienes a su vez se habían sentido estimulados. La diferencia entre los Macedonios y los Corintios, estribaba en su diligencia y prontitud por llevar a cabo el proyecto hasta su finalización. Más lentos en sus comienzos, los Macedonios terminaron rápidamente, en cambio, los Corintios, con su espíritu dispuesto, necesitaron ayuda para disciplinar su naturaleza humana más inconstante. Leamos los versículos 1 al 4, que continúan con la explicación del dar cristiano:

"En cuanto a la ayuda para los santos, es por demás que yo os escriba, pues conozco vuestra buena voluntad, de la cual yo me glorío entre los de Macedonia, pues les he dicho que Acaya está preparada desde el año pasado; y vuestra diligencia ha estimulado a la mayoría. Pero he enviado a los hermanos para que nuestro motivo de orgullo respecto de vosotros no sea vano en esta parte; para que, como lo he dicho, estéis preparados; 4no sea que si van conmigo algunos macedonios y os hallan desprevenidos, nos avergoncemos nosotros, por no decir vosotros, de esta nuestra confianza".

Pablo les dijo que se sentiría muy avergonzado si llegase allí, habiéndose enorgullecido de ellos ante otras personas, y descubriese que no hubieran contribuido a ese proyecto de recaudación de fondos. Una forma generosa de dar es una prueba del amor al Señor y de la dedicación, no solo de un cristiano, sino también de una iglesia. Es como un termómetro que registra la temperatura espiritual.

Recapitulando la situación, diremos que los creyentes de Corinto habían hecho una promesa de que contribuirían en alguna medida al alivio de la situación de precariedad que sufrían los creyentes de Jerusalén. En este sentido, toda promesa que se haga, tanto de hacer como de dar algo, debe considerarse como hecha entre esa persona y el Señor. Se cuenta de cierto hombre, hace muchos años, que era muy rico. Alguien le preguntó: "¿Cómo es que usted se ha hecho tan rico, cuando da usted tan generosamente para la obra del Señor?" "Bueno", él dijo: "cuando el Señor echa una palada hacia adentro, yo echo otra hacia afuera; y Dios tiene la pala más grande".

Bien, finalmente por hoy, leamos ahora en el versículo 5, de este capítulo 9, de la Segunda epístola a los Corintios. Dijo el apóstol Pablo:

"Por tanto, consideré necesario exhortar a los hermanos que fueran primero a vosotros y prepararan de antemano vuestra generosa ofrenda antes prometida, para que la misma esté lista como muestra de generosidad y no como de exigencia nuestra".

O sea que, Pablo estaba seguro que la ofrenda de esta iglesia, iba a ser una contribución generosa, la cual era una evidencia de la gracia de Dios actuando en los corazones de los creyentes. Y ésa es la forma en que Dios quiere que nosotros demos en el día de hoy.

Queremos finalizar hoy leyendo las siguientes palabras del pasaje de Segunda de Corintios 8:9, que leímos al principio de nuestra sesión y que ahora repetimos, leyéndolo de una versión diferente: "Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a vosotros se hizo pobre, para que vosotros por medio de su pobreza llegarais a ser ricos". Pocas declaraciones Bíblicas superan a este versículo como un resumen conciso y expresivo del evangelio. Del esplendor del cielo, Cristo vino a una tierra contaminada por las peores consecuencias del pecado y la maldad humanas. La encarnación del Hijo de Dios constituyó una renuncia incomprensible a la gloria. Aquel que lo tenía todo, se hizo pobre, asumiendo ante Dios la deuda del pecado y pagándola con Su vida. Los Corintios se beneficiaron directamente de Su generosidad. Al venir a este mundo, Dios se convirtió en lo que ellos eran, para que ellos pudieran llegar a ser lo que Él era y es, como resucitado de los muertos y ocupando Su lugar en el cielo. Y no sólo los Corintios, sino todo aquel que en Él crea y le acepte como su Salvador, puede recibir, por la gracia de Dios, la vida eterna y las riquezas espirituales aquí en la tierra, y las riquezas eternas después de la muerte. Esa es, estimado oyente, la invitación del mensaje del Evangelio. Es un mensaje de buenas noticias, es una buena noticia para usted. ¿Qué hará con ella?

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