Estudio bíblico de 2 Corintios 10:1-11:5

2 Corintios 10:4 - 11:5

En el día de hoy regresamos al capítulo 10 de esta Segunda epístola a los Corintios, que comenzamos en nuestro programa anterior. Dentro de la tercera gran división de la carta, titulada "El Llamamiento del apóstol Pablo", nuestra sesión de hoy cubre "la autenticación del apostolado de Pablo" (cap. 10) y parte de "la vindicación del apostolado de Pablo" (cap. 11). Estamos en una maravillosa sección que trata con la lucha, la guerra espiritual que tiene que llevar a cabo el creyente. Pablo tenía una gran perspectiva del campo de batalla en su totalidad. Había que obtener el cielo, y evitar ir al infierno. Y de esa manera es como Pablo actuó. Escuchemos ahora lo que dijo, porque él iba a hablar de unas armas que necesitamos. Nosotros necesitamos primero reconocer que la lucha es espiritual y que las armas también lo son. Leamos nuevamente el versículo 4:

"porque las armas de nuestra milicia no son carnales, (no son del mundo) sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas"

Este versículo es una especie de paréntesis, y aquí ni siquiera enumeró cuáles eran esas armas. Una guerra espiritual implica que tenemos un enemigo que es espiritual, y un enemigo espiritual requiere armas espirituales. Nuestro enemigo no es de la carne. Se nos dice que tenemos algunas armas que son poderosas, es decir, muy efectivas. ¿Podremos identificarlas?

Nuestra primera arma es la Palabra de Dios. Necesitamos tener confianza en la Palabra de Dios. La Biblia la llama "la espada del Espíritu". Y se nos dice aquí que éstas son destructivas, son útiles para refutar argumentos. Es decir, el razonamiento, la filosofía y la sofisticación de los griegos. Ellos eran grandes en filosofía. Pablo pudo entrar en Corinto, baluarte de la filosofía y la religión, con el arma de la Palabra de Dios. Ésa fue precisamente el arma que él usó. En Efesios 6:17, él también escribió: "Tomad también el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios". Pablo desenvainó su espada, dependió de esa hoja desnuda y dijo: "El evangelio es el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree".

La segunda arma es la presencia del Espíritu Santo. Pablo reconoció su propia debilidad humana. El sabía que había sido sellado por el Espíritu Santo y que podía actuar siendo reforzado por el poder del Espíritu Santo. También tenemos otra arma: la oración. Reconocemos que se dice poco sobre la oración en cualquiera de estas dos cartas a los Corintios. Sin embargo, Pablo verdaderamente creía en la oración. En su carta a los Efesios 6:18, la mencionó como una de las armas ofensivas, cuando dijo: Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velad en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.

Luego él dijo algo más en el versículo 5, de este capítulo 10, de la Segunda epístola a los Corintios. Leamos este versículo 5:

"derribando argumentos, especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo"

En esta batalla espiritual, los soldados tienen éxito. Y cuando decimos eso, no queremos decir que resultan victoriosos. Dios obtiene la victoria y entonces, cuando tenemos éxito la gloria es toda para el Señor. En esta misma Segunda epístola a los Corintios, en el capítulo 2, el versículo 14, dice: "Pero a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo". ¿Y cómo? "En Cristo Jesús y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar la fragancia de su conocimiento".

Ahora nosotros no vamos a poder ganar a todos para Cristo, estimado oyente, pero podemos predicar y divulgar la Palabra de Dios. Le damos gracias a Dios por la puerta abierta que es la radio. Le damos gracias a Dios por la puerta abierta que tenemos para testificar en nuestro tiempo. No somos victoriosos, pero sí podemos tener éxito, y eso es lo que Pablo quiso decir. En los versículos 6 y 7, dijo Pablo:

"y estando prontos a castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta. Miráis las cosas según la apariencia. Si alguno está persuadido en sí mismo de que es de Cristo, esto también piense por sí mismo: que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo".

Él estaba diciendo aquí que ellos pertenecían a Cristo, tanto como cualquier otro. Y él estaba hablando a aquellos que en aquella iglesia eran críticos, que estaban en la oposición. Y dijo luego, en el versículo 8:

"Aunque me jacte algo más todavía de nuestra autoridad, la cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré"

Pablo estaba insistiendo en su autoridad como apóstol. Pero no tenían por qué avergonzarse por ello. Su propósito era el crecimiento espiritual de ellos, fortaleciéndoles en la fe, y no su destrucción. Luego en los versículos 9 y 10 dijo el apóstol:

"Para que no parezca como que os quiero amedrentar por cartas. A la verdad, algunos dicen que las cartas son duras y fuertes, pero que la presencia física es débil y la manera de hablar despreciable".

Pablo no deseaba que sus cartas fueran severas, que impusieran temor, y luego, que él se presentara ante ellos con una apariencia de debilidad o como una persona insignificante. Pensamos que Pablo no era lo que uno podría llamar una persona atractiva. Eso es algo que necesitamos reconocer. Cuando la gente escuchaba hablar a Pablo, resultaba obvio que él no estaba predicando con su propia energía física, con elocuencia, o con su magnetismo personal, sino con el poder del Espíritu de Dios. Creemos tenía la apariencia de ser un instrumento débil. Quizás era un caso parecido al de Sansón, en la época de los jueces, en el que resultaba evidente que la fuerza que demostraba tener no residía en sí mismo, sino que provenía del Espíritu de Dios.

Y luego él continuó diciendo en los versículos 11 y 12, de este capítulo 10:

"Esto tenga en cuenta tal persona, que así como somos en la palabra por cartas, estando ausentes, lo seremos también en hechos, estando presentes. No nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos manifiestan su falta de juicio al medirse con su propia medida y al compararse consigo mismos".

Él utilizó un tono humorístico en lo que estaba diciendo aquí. Hay muchas personas que se comparan entre ellas y llegan a la conclusión de que ya han alcanzado su objetivo de lograr un nivel espiritual alto. Al compararse con otros cristianos se ven como creyentes fieles, espirituales, superiores a los demás. Pero esos no son los modelos que tenemos que usar. Por otra parte hay cristianos que se mueven dentro de su pequeño grupo y al compararse con los demás, observan que tienen defectos más o menos similares, que tienen las mismas actitudes y limitaciones; entonces se sienten satisfechos y engreídos y no creen necesario cambiar para lograr un nivel espiritual mayor. Continuando ahora con el versículo 13, de este capítulo 10, dijo Pablo:

"Pero nosotros no nos jactaremos desmedidamente, sino conforme a la regla que Dios nos ha dado por medida al permitirnos llegar también hasta vosotros"

La queja de los creyentes de Corinto contra Pablo era que no fuera a visitarles. Decían que dedicaba tiempo a otros, pero que no iba a verles a ellos. Hay cristianos hoy que suelen quejarse de sus líderes por los mismos motivos. Pretenden que los que están a su cuidado espiritual estén pendientes de ellos, dispuestos a escuchar todo lo que piensan, sienten y viven. En cierto modo, se parecen a los niños, que requieren atención constantemente, y cuando uno desvía su atención a otras personas, reaccionan inmediatamente, protestando. No se dan cuenta que cuando un siervo de Dios dedica tiempo a mimar a otros de esa manera, está desperdiciando su tiempo; porque su deber es pasar su tiempo con aquellos que necesitan desesperadamente ayuda espiritual, y estudiando la Palabra de Dios para poder, a su vez, alimentar a todos espiritualmente. Pablo dijo entonces en los versículos 14 al 16, de este capítulo 10:

"Porque no nos hemos extralimitado, como si no hubiéramos llegado hasta vosotros, pues fuimos los primeros en llegar hasta vosotros con el evangelio de Cristo. No nos jactamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra regla. Así anunciaremos el evangelio en los lugares más allá de vosotros, sin entrar en la obra de otro para jactarnos de lo que ya estaba preparado".

Pablo les dijo que debían recordar que en primer lugar había ido a visitarles a ellos. Había sido el primero en comunicarles el Evangelio y para ello, había tenido que realizar un largo viaje. Les aclaró que su método no consistía en llegar, quedarse en un lugar y convertirse en el pastor de una iglesia. Él había sido llamado por Dios para ser un misionero, un maestro y predicador itinerante. Después de comenzar una obra estableciendo una iglesia, solía continuar viajando para hacer lo mismo en otra ciudad. Él siempre procuraba desplazarse a aquellas regiones que aún no habían sido alcanzadas con el testimonio del Evangelio, donde nadie había ido a comenzar una nueva obra. De esa manera, nunca edificaba su nueva obra sobre los trabajos comenzados por otros mensajeros, ni jactarse él mismo por lo que otros habían hecho. Y entonces, en los versículos 17 y 18, dijo:

"Pero el que se gloría, gloríese en el Señor. No es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba".

Nosotros nos presentamos delante del Señor para que sea Él quien nos elogie. Ésta es realmente una palabra de advertencia. Un cristiano podía haber sido dotado para efectuar visitas a otros creyentes, y otro para ocupar el púlpito en la enseñanza o predicación. Por lo tanto nadie debía quejarse ni criticar al que ocupaba el púlpito porque no le visitase ni le dedicara mucho tiempo; más bien, debía darle tiempo para que estudiara y preparara sus mensajes. Y si lo hacía así, no tendría tiempo para andar de aquí para allá visitando a otras personas. Lo que se esperaba entonces en aquellos tiempos, y se espera también hoy, es que conozcamos cuál es el don o capacidad espiritual de una persona para ayudarle a desarrollar ese don, en vez de juzgarla si no está haciendo lo que nosotros queremos que haga. En resumen, Pablo les estaba diciendo a los creyentes de Corinto que él estaba haciendo precisamente aquello para lo cual Dios le había llamado. Y Dios le había encomendado la misión de un maestro y predicador, un misionero itinerante.

Llegamos así a

2 Corintios 11:1-5

Este capítulo presenta una vindicación del apostolado de Pablo. Aquí el apóstol escribió de una manera muy íntima y personal. Les recordó a los Corintios que estaban unidos al Cristo viviente, y expresó una profunda preocupación por ellos. Estamos convencidos más que nunca que éste es el mensaje que necesitamos en el día de hoy, y ha sido de mucho beneficio para mí, personalmente. Al estudiar esta epístola me he dado cuenta que tiene un verdadero mensaje para mi corazón.

Esta sección final de la epístola, que abarca los capítulos 10 al 13, se ocupa del llamamiento del apóstol Pablo. En este capítulo llegamos, pues, a una sección personal, como es una autenticación del apostolado de Pablo. En los primeros dos versículos, de este capítulo 11 de la Segunda epístola a los Corintios, dijo:

"¡Ojalá me toleraseis un poco de locura! Sí, toleradme, porque estoy celoso de vosotros con celo de Dios, pues os tengo prometidos a un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo".

En otras palabras, Pablo llegó a Corinto. Predicó el evangelio. Se formó una iglesia y él les había comprometido, a aquellos creyentes, en casamiento a un esposo, que era Cristo. Y continuó diciendo en el versículo 3:

"Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean también de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo"

No podemos enfatizar demasiado la gran necesidad de una mayor sencillez en la difusión de la Palabra de Dios. Existe siempre el peligro de que pongamos más énfasis en aparecer como intelectuales y, como resultado, la gente que escuche el mensaje no sepa exactamente de qué estamos hablando, no la impulse hacia un crecimiento espiritual, o no vea la relevancia de lo que escuche ante las necesidades de su vida diaria. Tomemos ejemplo de la sencillez con la que Jesús se comunicó con las personas de todos los niveles sociales y culturales.

Pues bien, Pablo estaba siendo un poco sarcástico en estos versículos. Estaba apelando a ese grupo minoritario que estaba tratando de crear problemas a Pablo y que estaban tratando de desacreditar su ministerio. Él ya les había explicado por qué no pasó más tiempo con ellos. No había recibido un llamamiento de Dios para ser el pastor de una iglesia. Era un "evangelista", un misionero itinerante que no quería establecer ninguna obra donde otros ya hubiesen colocado un fundamento. Viajaba tratando de llevar su mensaje a zonas donde no hubiera ninguna iglesia ni testimonio del Evangelio.

Luego les dijo que él era un apóstol acreditado, que sentía por ellos un celo que venía de Dios. . ¿Por qué estaba este hombre dispuesto, quizá a pasar por loco ante ellos? Aunque él prefería hablarles acerca de Cristo antes de pasar tiempo defendiéndose a sí mismo, era evidente que en ese momento era necesario defenderse de este pequeño grupo, y por ese motivo estaba expresándose como si fuera un loco. ¿Cuál era el significado de esta palabra en el griego? Pues, incluía los significados de estupidez, o ignorancia, o egoísmo. Quería decir algo insensato, que no tenía ningún propósito. Es decir, que para Pablo el pasar tiempo defendiéndose no cumplía el propósito de su ministerio de propagar el Evangelio. Y sin embargo, tenía que hacerlo a causa de la oposición de este grupo crítico de Corinto. Y por ello él les pidió que le soportaran un poco de locura para que pudiera defender su apostolado.

En todo aquello podemos ver la actividad de Satanás. Durante la época de la primera iglesia cristiana, el diablo usó el método de la persecución, pero descubrió que no estaba deteniendo la expansión del cristianismo. En realidad la iglesia nunca creció tanto como lo hizo en esos primeros cien años después de Cristo. El cristianismo se extendió por todo el Imperio Romano y por el año 315, había llegado a cada rincón del Imperio. Y todo tuvo lugar durante el período de persecución.

Cuando el diablo vio que la persecución no detuvo el avance de la iglesia, cambió de táctica. Se unió a la iglesia. Comenzó a dañar a la iglesia desde dentro. Y aún lo hace en nuestro tiempo. Atacó la validez de la Palabra de Dios e intentó desacreditar al Evangelio. Y si ése método no funcionaba, trató de desacreditar al hombre que predicaba el Evangelio. Así fue que intentó desprestigiar a Pablo.

Pablo aclaró que prefería estar predicando el Evangelio antes que dedicar tiempo a defenderse a sí mismo. Pero, a causa de su celo por los Corintios, se ocupó en su defensa. Él les amaba y temía que fueran engañados por Satanás, así como Eva había sido seducida por él. Pablo sabía que el enemigo trabajaba para que los pensamientos de ellos fueran desviados de su compromiso puro y sincero con Cristo.

Y en el versículo 4, dijo Pablo:

"porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis".

En la actualidad aún nos enfrentamos con el problema de que se presente a otro Jesús, a otro espíritu, a otro evangelio. Hace ya muchos años, se estrenó una película llamada "Jesucristo, superstar", que negaba su deidad y presentaba a un Jesús que nunca existió. Es el Jesús que han concebido algunos. Si niegan Su nacimiento de una virgen, están hablando de otro Jesús, que no es el Jesús de la Biblia. Si no creen que realizó milagros, están pensando en un Jesús diferente porque Jesús en los Evangelios fue precisamente el que realizó milagros. El que murió por los pecados del mundo, lo cual esos críticos niegan. Niegan también que Él resucitara corporalmente de los muertos. Niegan que sea el Dios-hombre, como afirman las Sagradas Escrituras. Si todas estas creencias se niegan es que se está hablando de otro Jesús. Y dice el versículo 5, de 2 Corintios 11:

"Pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles"

Nosotros consideraríamos a Pablo como el más importante de los apóstoles. Él dijo que en nada era inferior a los eminentes apóstoles. El quería que aquellos Corintios supieran que él era tan apóstol como cualquiera de los otros. Simplemente porque él había llegado hasta ellos como un fabricante de tiendas, y porque se comportaba con la humildad y mansedumbre de Cristo, no quería decir que no fuera un apóstol con toda la autoridad que ello implicaba. Así que hemos visto como Pablo se vio obligado a defenderse. Pero, nos llama la atención que un hombre como Pablo, que soportando tantas presiones exteriores por la oposición del mundo de su época al avance del Evangelio y sufriendo, por otra parte, tantas presiones interiores a través de la oposición de algunos creyentes de Corinto, pudiera conservar la humildad, la bondad y el autocontrol, al mismo tiempo que, como apóstol, ejercía su autoridad espiritual. Fue obvio que, en su debilidad humana, el Espíritu de Dios actuó por medio de él con poder. El encuentro con Cristo en el camino de Damasco le transformó en una nueva persona que se puso a disposición de aquel que le había salvado. Estimado oyente, por la fe, usted también puede tener ese encuentro con el Señor Jesucristo, confiando en su obra redentora en la cruz. Es el encuentro que transforma la existencia en esta tierra por la obra del Espíritu Santo, y que nos hace vivir y disfrutar por anticipado, la experiencia de la vida eterna.

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