Estudio bíblico de Ester 1:2-2:1

Ester 1:2-2:1

Continuamos hoy, estimado oyente, nuestro estudio del libro de Ester. Y en nuestro programa anterior, estuvimos hablando del rey Asuero, quien como dijimos, fue en realidad Jerjes. Y en consecuencia así lo llamaremos de aquí en adelante. Él había llamado pues, a los gobernadores y príncipes de 127 provincias. Leamos los versículos 2 y 3, de este capítulo 1:

"Que en aquellos días, fue afirmado el rey Asuero sobre el trono de su reino, el cual estaba en Susa, capital del reino. En el tercer año de su reinado, ofreció un banquete a todos sus príncipes y cortesanos; invitó también a los oficiales del ejército de Persia y de Media, gobernadores y príncipes de provincias"

Es decir, todos los líderes de esas provincias que cubrían una extensión desde la India, hasta Etiopía. Él era uno de los gobernantes del segundo gran reino mundial, que Daniel había mencionado, el imperio de los Medos y los Persas. Y aquí tenemos un gran banquete pagano en el palacio de este rey Jerjes. Éste fue un gran banquete. Ahora, ¿por qué lo hizo? Bueno, él estaba en los preparativos para una campaña contra Grecia. Y estaba llamando a todos estos líderes y gobernadores, con el propósito de convencerlos de la conveniencia de ir a la guerra contra Grecia. Imaginemos la suntuosidad de esa fiesta. Había 127 provincias en el reino, y de cada una de ellas el rey invitó a una delegación, ignoramos de cuántos miembros, así que probablemente asistieron a este banquete, de mil a dos mil invitados. Indudablemente, fue un evento de la máxima importancia para aquel período de la historia. Ahora, ¿cómo podría Dios intervenir en una escena como ésta? Bueno, lo haría por Su providencia. Fue como si Dios estuviera de manera invisible para los seres humanos, ocupándose de la protección de los suyos. Decían los versículos anteriores que el rey había invitado a los cargos de su reino y el versículo 4, nos dice para qué:

"Para mostrarles durante mucho tiempo, ciento ochenta días, el esplendor de la gloria de su reino, y el esplendor y la magnificencia de su poder".

Durante 180 días Asuero hospedó a esa gran cantidad de invitados. El padre de Luis XV de Francia estaba hablando con el preceptor y con el tesorero del reino sobre este banquete, y dijo que no podía comprender como el rey había tenido paciencia para tener semejante banquete. Y el tesorero, que estaba a cargo de las finanzas del reino, dijo que no comprendía como pudo financiarlo.

El banquete reveló la riqueza, el lujo y el carácter regio de esta corte oriental. El motivo era obvio. Había invitado a los príncipes y gobernadores de todas las regiones de su reino para obtener su apoyo incondicional para la campaña de conquista de Grecia, para poder convertirse en el soberano supremo del mundo de su época. Y, por supuesto, casi tuvo éxito en su intento. Creemos que habría conseguido su propósito si Dios ya no hubiera predicho que la operación resultaría un fracaso y de que el poder se desplazaría del este al oeste.

Jerjes quería que los príncipes y gobernadores supieran que él era capaz de pagar los gastos de la guerra que estaba contemplando provocar. Por ello desplegó las riquezas de su reino ofreciendo esta gran fiesta pagana. Porque aquel banquete era pagano desde el principio hasta el fin. Dios nos estaba presentando aquí una corte pagana, en las que se estaban tomando las decisiones que afectarían al mundo. Parecía que Dios había sido dejado de lado, pero Él quiere que sepamos que estaba por encima de esas circunstancias, y que iba a cumplir Su propio propósito. Ahora, en el versículo 5, de este capítulo 1 de Ester, leemos:

"Cumplidos estos días, ofreció el rey otro banquete por siete días en el patio del jardín del palacio real a todo el pueblo que había en Susa, capital del reino, desde el mayor hasta el menor".

Jerjes llevó el banquete a su punto culminante en los últimos siete días. Aparentemente, implicó en la fiesta a una multitud de gente durante los siete días finales en el patio del jardín. Continuemos con el versículo 6:

"El pabellón era blanco, verde y azul, sostenido por cuerdas de lino y púrpura, en anillas de plata sujetas a columnas de mármol; los reclinatorios eran de oro y de plata, sobre un pavimento mosaico de pórfido y de mármol, de alabastro y de piedras preciosas".

Tenemos ante nosotros una descripción del lugar. La plata, el oro, las joyas y las hermosas colgaduras nos muestran la riqueza de aquel reino. Fue una exhibición realmente llamativa. Las ruinas de aquellos palacios aún hablan de la riqueza de Persia. Hace años se celebraron los 2500 años del imperio Persa, que es el mismo imperio del que estamos hablando. Tal vez usted ni lo recuerde; pero en esa ocasión hubo un gran banquete; las revistas y los programas de televisión mostraron algo del gran despliegue de riqueza que tuvo lugar allí, y donde se gastó el equivalente a millones de Euros. Ahora, esto provocó muchas críticas, debido a la pobreza que sufría aquel país. Pero el banquete que organizó Jerjes, fue tan caro que superó toda imaginación, para influenciar a los asistentes y predisponerlos favorablemente para le inminente próxima campaña militar. Y en el versículo 7, leemos:

"Se bebía en vasos de oro, diferentes unos de otros, y el vino real corría en abundancia, como corresponde a la generosidad de un rey".

Este banquete, que fue una fiesta pagana desde el principio hasta el fin, terminó en una orgía. Y el versículo 8 dice:

"Pero el mandato era que a nadie se le obligara a beber, porque así lo había mandado el rey a todos los mayordomos de su casa: que se hiciera según la voluntad de cada uno".

Incluso estos reyes orientales, que ejercían un poder absoluto, nunca obligaban a nadie a beber, aunque ellos mismos bebían sin ningún control, como era el caso de este rey Jerjes, como veremos más tarde. Y en el versículo 9, se nos dice lo siguiente:

"También la reina Vasti ofreció un banquete para las mujeres en el palacio real del rey Asuero".

Ahora, la reina Vasti había hecho un banquete para las mujeres. Usted puede apreciar que los hombres y las mujeres no tenían banquetes juntos en esos días. Hubiera sido un incumplimiento de las costumbres sociales el que hombres y mujeres asistieran juntos a la misma fiesta. Las mujeres eran mantenidas en salas separadas. El banquete de los hombres era para tratas asuntos de importancia y, aparentemente, ellos no quisieron mezclar el sexo con negocios de estado. Jerjes estaba tratando de vender el proyecto de una guerra y entonces, la reina Vasti agasajó a las mujeres en otro banquete. Así que veamos lo que sucedió, leyendo el versículo 10:

"El séptimo día, estando el corazón del rey alegre por el vino, mandó a Mehumán, Bizta, Harbona, Bigta, Abagta, Zetar y Carcas, siete eunucos que servían delante del rey Asuero"

Eso quiere decir que él estaba borracho. El rey se había excedido con la bebida. En estos banquetes uno no tenía que beber si no quería, o podía beber todo lo que quisiera. Aparentemente, este rey no era una de esas personas abstemias, es decir, que no participaba en las bebidas alcohólicas y por tanto, se emborrachó. Así que en el séptimo día el rey estaba eufórico. Aquí encontramos al rey Jerjes bajo la influencia de la bebida, haciendo algo que quizá no hubiera hecho si hubiera estado sobrio. Les pidió a los jefes de los camareros que servían en su presencia que trajeran a la reina Vasti al banquete. Continuemos leyendo el versículo 11, donde pidió a los eunucos

"Que llevaran a la presencia del rey a la reina Vasti, con la corona regia, para mostrar a los pueblos y a los príncipes su belleza; porque era hermosa".

El rey ya había exhibido sus riquezas y el lujo que le rodeaba, y les había demostrado a sus invitados su capacidad para llevar a cabo la campaña que había proyectado. Entonces, bajo la influencia del alcohol, hizo algo contrario a las reglas de corrección de aquellos tiempos. Y fue intentar exhibir a Vasti, una mujer hermosa, para que la vieran los hombres asistentes a aquel banquete. Si no se hubiera encontrado ebrio, nunca hubiera hecho esto. Porque ésta era una actitud impropia de un caballero, un comportamiento descortés e indecoroso. Quiso que todos contemplaran a Vasti, como si fuera su tesoro más preciado, la joya más valiosa de su corona. Lejos estaba de suponer que iba a provocar un escándalo en la familia real. Veamos lo que ocurrió leyendo el versículo 12:

"Pero la reina Vasti no quiso comparecer a la orden del rey enviada por medio de los eunucos. Entonces el rey se enojó mucho. Lleno de ira"

Pensamos que cuando el rey hubo enviado a sus ayudantes a buscar a la reina, se habrá levantado y dicho a los comensales: "Tengo una gran sorpresa para ustedes; quiero que ustedes vean a la reina. Ella será traída ante ustedes con la corona real sobre su cabeza". Pero cuando la orden llegó hasta la reina, ella se negó a ir. Y a los pocos minutos uno de los camareros susurró en el oído del rey: "no desea venir". Y así fue como Vasti rechazó el pedido del rey, que se habrá visto obligado a improvisar una disculpa ante sus invitados. Imaginamos que en aquel momento aquella gran concurrencia habrá comenzado a murmurar, preguntándose qué clase de rey sería aquel, que no había sido capaz de hacer cumplir una orden a la reina.

Aunque la reina Vasti estaba perfectamente justificada en no haber querido acudir a la orden del rey, pensamos que debería haber reflexionado sobre las consecuencias de su actitud. Tendría que haber imaginado que su negativa podría causar un escándalo que perjudicara la posición de su marido. En aquellas circunstancias excepcionales, ella tendría que haber obedecido al rey, acudiendo al banquete. Leamos pues, los versículos 13 al 15, de este primer capítulo del libro de Ester:

"Consultó a los sabios que conocían los tiempos, ya que los asuntos del rey eran tratados con todos los que sabían la ley y el derecho. Los más cercanos al rey eran Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsena y Memucán, siete príncipes de Persia y de Media, los cuales formaban parte del consejo real, y ocupaban los primeros puestos en el reino. El rey les preguntó: Según la ley, ¿qué se debe hacer con la reina Vasti, por no haber cumplido la orden del rey Asuero, enviada por medio de los eunucos?"

En otras palabras, éstos eran los miembros de su gabinete. Ellos eran los príncipes que se reunían privadamente con el rey, tal como lo hacen los gabinetes de los presidentes en el día de hoy. Ahora, todo este asunto a nosotros nos puede parecer intrascendente y anecdótico, pero en aquella época no era un simple incidente. La reina se había negado a obedecer un mandato del rey. Y el gabinete tenía que ocuparse de esa crisis. Recordemos que estaban preparando una gran campaña militar, y en ese momento la reina había desobedecido una orden del rey. Imaginémonos el asombro producido por semejante negativa en un país y en una corte donde la autoridad del rey era absoluta. Los grandes allí reunidos debieron quedar horrorizados ante una afrenta tan atrevida. ¿Qué tendrían que hacer con ella? Parecía no haber una ley que pudiera aplicarse. Entonces el rey formuló una pregunta a sus consejeros. Leamos el versículo 16:

"Entonces dijo Memucán delante del rey y de los príncipes: No solamente contra el rey ha pecado la reina Vasti, sino contra todos los príncipes, y contra todos los pueblos que hay en todas las provincias del rey Asuero".

Hoy se dice mucho de que las mujeres de esa época eran simplemente propiedad del marido, como uno de sus efectos personales. Y eso era verdad en muchos casos, pero parece que esta mujer tenía mucha libertad y no había ninguna ley que la pudiera obligar a obedecer el mandato del rey de ir al banquete. Por tanto, el gabinete tendría que crear una nueva ley, severa y ejemplar, para hacer frente a la situación.

Continuemos pues, leyendo los versículos 17 y 18, de este capítulo 1 del libro de Ester:

"Porque esta acción de la reina llegará a oídos de todas las mujeres, y ellas tendrán en poca estima a sus maridos, diciendo: El rey Asuero mandó que llevaran ante su presencia a la reina Vasti, y ella no fue. Entonces las señoras de Persia y de Media que sepan lo que hizo la reina, se lo dirán a todos los príncipes del rey; y eso traerá mucho desdén y enojo".

Evidentemente, al trascender este incidente, habría sido un mal ejemplo, o mal precedente, y se alarmaron por las consecuencias que la desobediencia de la reina podría tener en sus propias casas, alterando las relaciones conyugales de los príncipes de todo el reino y provocando reacciones de rechazo o de solidaridad hacia la reina Vasti. Así fue que Memucan, uno de los príncipes, preocupado por la situación en su propia familia, llegó a la conclusión de que había que tomar medidas drásticas. Observemos la propuesta de este príncipe, leyendo el versículo 19:

"Si parece bien al rey, salga un decreto real de vuestra majestad y se inscriba entre las leyes de Persia y de Media, para que no sea revocado: Que Vasti no se presente más delante del rey Asuero; y que el rey dé su título de reina a otra que sea más digna que ella".

Tenemos que ser conscientes que el escenario del libro de Ester está en una corte pagana. Se promulgó una ley que no tenía nada que ver con la ley de Moisés. Era una ley nueva y extrema, pero era una ley de Los medos y los Persas. Notemos la reacción del rey y de los otros que estaban con él. Leamos los versículos 20 al 22:

"El decreto que dicte el rey será conocido en todo su reino, aunque es grande, y todas las mujeres darán honra a sus maridos, desde el mayor hasta el menor. Agradó esta palabra al rey y a los príncipes, e hizo el rey conforme al consejo de Memucán, pues envió cartas a todas las provincias del rey, a cada provincia conforme a su escritura, y a cada pueblo conforme a su lenguaje, diciendo que todo hombre afirmara su autoridad en su casa; y que se publicara esto en la lengua de su pueblo".

Analizando el decreto vemos esto: en primer lugar la reina fue puesta a un lado, ya no sería más reina. Y la razón dada para tomar esa grave medida fue que ella se negó a obedecer al rey. Por tanto se publicó el decreto en el que se ordenaba que en el reino la esposa tenía que honrar a su marido y que éste ejercería la autoridad en la familia. Aparentemente, ésta no había sido la costumbre antes en el imperio de los Medos y los Persas. Pero ahora era una ley que no podía ser alterada o cambiada.

Esta ley reveló el carácter del rey Jerjes, tal como lo recuerda la historia profana. Recordemos que llevó su ejército, el más numeroso que jamás se había reunido, hasta las Termópilas. También comandó una flota de trescientos barcos que fueron destruidos en Salamina. Se cuenta que este hombre en un arranque de locura descendió al mar y ¡golpeó las olas con un cinturón, para destruir la flota enemiga! Ahora, un hombre capaz de hacer eso tenía evidentemente una grave perturbación mental. Así les sucedió a otros destacados líderes de otras épocas, como por ejemplo, Nabucodonosor, Julio César, Napoleón, etc.

Llegamos así a

Ester 2:1

El tema general es el concurso de belleza para elegir a una nueva reina. Leamos el versículo 1:

"Después de estas cosas, sosegada ya la ira del rey Asuero, se acordó éste de Vasti, de lo que ella había hecho, y de la sentencia contra ella".

El versículo comenzó diciendo después de estas cosas. ¿A qué cosas se refería? Bueno, seguramente se refería a los eventos relatados en el primer capítulo, y a la campaña contra Grecia, en la que Jerjes fue rotundamente derrotado. Después de su derrota regresó a su palacio profundamente abatido. A su desánimo había que añadir la ausencia de la reina y el hecho de que la ley de los Medos y los Persas no podía ser alterada, ni siquiera por el rey. La reina Vasti ya no podría ser más su reina.

Para saber algo de la campaña de Jerjes contra los griegos, debemos dirigirnos a la historia secular, pues la Biblia no incluyó ningún relato sobre esa campaña. Él había comandado un gran ejército contra los Griegos. El secreto de la fuerza de los Persas consistía en la utilización de grandes cantidades de soldados. Pero el soldado Persa, a nivel individual, no estaba tan bien entrenado como el soldado Griego. Los Griegos enfatizaban el valor del individuo y, como resultado, un soldado Griego podía ocuparse de diez soldados Persas. En consecuencia, los Griegos obtuvieron una victoria notable sobre el ejército Persa. Aquella fue una desafortunada derrota para Jerjes, pero Dios estaba controlando la situación. El poder estaba a punto de desplazarse de Persia, a Grecia.

Después de su derrota y en su soledad él andaba por el palacio de un lado para otro. Estaba pensando en Vasti, pero la ley promulgada en relación con la reina no podía ser cambiada. Él había puesto a un lado a aquella hermosa mujer y jamás la podría recuperar. Sus siervos sabían lo que pasaba por su mente, y le observaban, sabiendo que había que hacer algo.

La vida de las personas que no conocen a Dios presenta estas reacciones y características del rey Jerjes. Su trayectoria fue la de una persona que vivió fijando su propio rumbo. Cometiendo un error tras otro a nivel personal, en su vida de relación y en el ejercicio de su cargo. Está claro que el poder humano y las riquezas no pueden satisfacer la vida interior y, tarde o temprano, el aburrimiento, la tristeza y la depresión, van controlando el carácter y los actos de esa persona. Así sucede con todos, con los que han llegado muy arriba en la vida, con los que luchan por alcanzar una posición respetable en la sociedad, y con los que se esfuerzan por sobrevivir. Bien dijo el sabio autor del libro de Proverbios 14:12, Hay camino que al hombre le parece derecho, pero al final, es camino de muerte. Por lo tanto, estimado oyente, le invitamos a recibir al Señor Jesucristo como Salvador. Él es el camino que lleva a Dios. Él se presentó como el camino, la verdad y la vida. Él es el camino que lleva a la vida eterna. Y como hijo de Dios, al tener que transitar por los caminos de esta tierra, podrá usted dirigirse a su Padre celestial con las misma actitud y las mismas palabras con que lo hizo el poeta David en el Salmo 86:11: "Enséñame, oh SEÑOR, tu camino; andaré en tu verdad; unifica mi corazón para que tema tu nombre".

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