Estudio bíblico de Job 1:1-5

Job 1:1-5

En primer lugar vamos a tener unas palabras de introducción. Comenzamos hoy nuestro estudio del Libro de Job y éste es un Libro notable y de gran profundidad. Es el primero de los libros poéticos. En esta serie de libros que estamos comenzando hoy, tenemos además del Libro de Job, los libros de Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares y Lamentaciones. La clasificación de "libros poéticos" se refiere a la forma y no a un contenido imaginativo o irreal. Tampoco debemos interpretar con el término poético como si fuera una obra que tiene rima. La poesía hebrea se forma por medio de la repetición de una idea, a lo cual se llama paralelismo. Ahora, el diálogo en el Libro de Job, es poético. Toda la conversación se desarrolla en forma poética. Si usted ha leído alguna vez La Ilíada o La Odisea de Homero, podrá comprobar que son ejemplos de literatura secular de esta forma hebrea.

Ahora, este Libro es algo realmente notable, como ya hemos dicho. Hay muchas cosas interesantes que se pueden decir de él. ¿Quién fue su autor? Pues bien, se ha sugerido que Moisés podría haber sido su autor. Hay otros que opinan que fue Esdras quien lo escribió; otros dicen que Salomón; y hay otros que mencionan a Job y también a uno de los amigos de Job llamado Eliú. Él fue uno de los consoladores deprimentes de Job. Hay quienes creen que fue este hombre Eliú quien lo hizo. La idea de que fue Eliú quien lo hizo esta basada en los versículos 16 y 17, del capítulo 32 de Job, que dicen lo siguiente:

"Yo, pues, he esperado, pero ellos no hablaban; antes bien, callaron y no volvieron a responder. Por eso yo también responderé mi parte; también yo declararé mi juicio".

Estas palabras no fueron dichas en el contexto de la conversación, pero el autor estaba expresando sus propios pensamientos en primera persona. Después de estas palabras, la conversación se reanudó, y era Eliú el que estaba hablando. Este detalle podría indicar que él fue el escritor de este libro.

Hay algo más que es de interés acerca de este Libro; y es que no sabemos el período en el que vivió Job; no sabemos ni siquiera dónde vivió. Sabemos que se dice en el texto, en el primer versículo, que Job estaba en la tierra de Uz. Parece que no se ha podido determinar el lugar concreto donde estaba la tierra de Uz. Es interesante que el tiempo de la escritura del libro y el lugar donde se desarrolló la acción, detalles esenciales en otros libros, aquí no se den.

Nuestra sugerencia es que este libro fue escrito durante el período de los patriarcas. Es posible que Job haya conocido a Jacob. El hecho de que el libro de Job no hace referencia a la ley de Moisés ni a ninguno de los eventos registrados en el libro de Éxodo parecería indicar que fue escrito antes del Éxodo.

A continuación incluimos una lista de argumentos que nos inclinan a colocar a Job en la época de los patriarcas;

1. Tenemos el hecho de la duración de la vida de Job. Se nos dice al final de este libro, en el capítulo 42, versículos 16 y 17:

"Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Job murió muy anciano, colmado de días".

Sabemos que en la época de los patriarcas, el período de vida de la gente abarcaba muchísimos años, como en el caso de Job. Esto lo situaría a él en ese período que hemos mencionado.

2. En este Libro encontramos que Job actuaba como el sumo sacerdote en su familia. Como aquí no se hace ninguna mención de los hijos de Israel, o de ningún otro sacerdocio, evidentemente esta historia tuvo lugar antes de que ellos comenzaran a existir.

3. Elifaz era descendiente del hijo mayor de Esaú, tal como consta en Génesis, capítulo 36, versículo 10. Esta circunstancia podría indicar que Job fue contemporáneo de Jacob.

Este Libro está considerado como una importante obra filosófica. En el se presentan y resuelven numerosos problemas. Veamos algunos ejemplos.

1. El libro de Job plantea el problema de por qué los justos sufren. Podríamos decir que nos da una de las razones por las cuales los justos sufren. No creemos que ésta sea la enseñanza principal del libro, aunque muchos eruditos adoptan esta posición.

2. Este libro fue escrito para desaprobar las calumnias de Satanás contra la humanidad.

3. También fue escrito para que Job se revelara a sí mismo.

4. El libro de Job enseña paciencia. Usted recuerda que Santiago nos dijo en 5:11: Habéis oído de la paciencia de Job. Ahora bien, ¿fue Job paciente? Sinceramente, es difícil describirlo como un hombre paciente. Al leer el libro, no se oye nada sobre la paciencia de Job. Consideraremos esto cuando lleguemos al final del libro.

5. Creemos que el propósito principal del libro de Job es el de enseñar arrepentimiento. Si usted no está de acuerdo con esta conclusión, le rogamos que nos acompañe hasta que lleguemos al final del libro, y después saque sus propias conclusiones.

Usted puede ver que cuando los hombres escriben hoy un libro sobre el arrepentimiento, siempre buscan a un personaje que ha tenido un comienzo pecaminoso. Por ejemplo, tenemos a Manasés, el rey más impío del reino de Judá. Estudiamos su historia en los libros históricos del Antiguo Testamento, y vimos que se arrepintió. Debemos decir que nos agrada pensar en esa clase de arrepentimiento.

También tenemos a Saulo de Tarso, el mayor enemigo que tuvo el Señor Jesucristo; él también se arrepintió. Otra persona fue San Francisco de Asís, un noble libertino de su día, pero que también se arrepintió.

Ahora, Dios no eligió a un hombre como los que acabamos de citar para enseñar sobre el arrepentimiento. Él podía haberlo hecho, pero buscó posiblemente al mejor hombre que haya vivido en la época del Antiguo Testamento. Y eligió a esta clase de persona para mostrarnos que éste necesitaba arrepentirse. Al final del Libro, en 42:5 y 6, Job le dijo a Dios: De oídas te conocía; mas ahora mis ojos te ven. Por eso me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza. Y esto debería enseñar hoy a cada creyente, a cada uno de los que escuchan estas palabras, nos debería enseñar que no importa lo buenos que creamos ser, necesitamos vernos como Dios nos ve. Como dijo el profeta Isaías en 64:6, nuestras obras justas son como trapo de inmundicia. Esto pues, debería enseñarnos que necesitamos arrepentirnos.

Como dijimos anteriormente, esta es una gran obra filosófica. Tennyson dijo de este Libro que era "el poema más grandioso, ya sea de la literatura moderna o de la antigua". Carlysle, el gran filósofo escocés dijo hablando del libro de Job: "Yo considero a este libro uno de los más grandes que el ser humano haya escrito". Y Martín Lutero dijo: "Éste es el más magnífico y sublime que cualquier otro Libro de las Escrituras". El Dr. Morehead lo dijo de esta manera: "El Libro de Job es uno de los poemas más ilustres que existen".

La sección de prosa de este libro es un gigantesco y magnífico drama que abarca el cielo y la tierra. Ello no quiere decir que sea una ficción. En este sentido es importante destacar que Job ha sido citado como un personaje histórico en las Sagradas Escrituras, como podemos ver en Ezequiel 14:14, 20 y Santiago 5:11. Y el apóstol Pablo citó del libro de Job en Primera de Corintios 3:19.

Muchos escritores han utilizado este libro como argumento para sus obras. Hace unos años, se presentó una obra teatral llamada "J.B" escrita por H.G. Wells y A. MacLeish. Este último intentó hacer una analogía entre el libro de Job y el hombre contemporáneo, y sinceramente hablando, pensamos que no alcanzó su objetivo, aunque mencionó los conflictos y penurias de la humanidad en el día de hoy, y sabía mucho sobre ese tema. Pero creemos que él no sabía lo suficiente acerca de Job y del gran propósito que él tenía. En su obra se habló de la desesperación y también de la esperanza del hombre en esa obra. Pero, más allá de ello, no creemos que exista ninguna analogía. Porque el libro de Job revela a un hombre que estaba muy consciente de Dios, pero que no encontraba nada malo en sí mismo, y era ciertamente una persona muy egoísta en lo que concernía a su propia justicia y mantuvo su postura ante aquellos que le rodeaban. El creía que ante Dios, el estaba en una posición buena y correcta. De hecho, quiso presentarse delante de Dios para defenderse a sí mismo. Pero cuando lo hizo, descubrió que tenía que arrepentirse.

Podemos darnos cuenta que esta situación no representa al hombre de nuestra época para nada. Diversas explicaciones surgen hoy para explicar las situaciones por las que muchos requieren ayuda profesional especializada. Los traumas infantiles originados en la relación de padres e hijos ocupan un lugar destacado. Estos factores son importantes y constituyen parte del problema. Sin embargo, no debería cargarse la culpa sobre otros. El ser humano de nuestra época, en general, se niega a admitir la culpa por sus deficiencias, incapacidades y pecados. Está claro que al mencionar al "pecado", algunos dirán que introducimos un elemento religioso, es que creemos que la raíz de los problemas humanos se encuentra en el alejamiento de la criatura con respecto a su Creador. El hombre actual trata de desplazar la responsabilidad a otras personas y factores. No suele aceptar la responsabilidad personal suya ni de sus propias acciones.

Hay Uno que llevó la carga de todos nuestros pecados, pero hasta que usted y yo reconozcamos que somos pecadores y nos acerquemos a Él, estimado oyente, estamos echándole la culpa únicamente a los excesos o carencias de quienes intervinieron en el proceso de formación, sean los padres, o tutores encargados de la educación.

El hombre de nuestro tiempo se encuentra en un verdadero apuro y está en una situación desesperada, pero su gran problema es que le está atribuyendo la responsabilidad a otros y no se puede dirigir a ningún lugar donde pueda encontrar el consuelo que necesita y ansía recibir. En cambio, se ha rodeado de todos los recursos del materialismo y secularismo.

El problema es que muchos de nuestros contemporáneos no tienen a Dios en sus conciencias. No saben que tienen un Salvador a quien acudir. El caso del patriarca Job fue diferente. Él era muy consciente de Dios y confiaba en Él. El hecho fue que, como veremos más adelante, Dios le hizo pasar a Job por una experiencia extremadamente dura y dolorosa que finalmente le conduciría hasta Su misma presencia.

El hombre de nuestros días está pasando por una experiencia difícil de sobrellevar, incluso en una sociedad afluente. A pesar de todos los artilugios y comodidades disponibles en la actualidad, el ser humano se halla completamente a la deriva en el medio de un vasto mar, aferrado a un pequeño resto de madera que quizás proviene de un naufragio. No sabe dónde se encuentra ni hacia donde se dirige. Y eso es algo que causa temor. En realidad, esta condición está obligando a algunas personas a pensar en que allá en algún lugar, hay Alguien, un Ser trascendente. Incluso existe cierto reconocimiento de la persona de Jesús. Pues, bien, así nos estamos acercando a la realidad, pero aun así no se aprecia la totalidad de esta realidad espiritual hasta que alguien no viene a Jesucristo como un pecador, para aceptarle como Su Salvador.

Hoy en día escuchamos mucho acerca de compromiso, dedicación y entrega a Cristo. Y de paso quisiéramos preguntarle estimado oyente: ¿Cuál es su dedicación? Si usted piensa que es nada más que el acercarse a Él hoy y decirle que lo va a convertir en su Señor, como muchos dicen; eso en realidad, no será suficiente. Él dijo que muchos se acercarían a Él en el día del juicio diciéndole: "Señor, Señor" pero Él no les reconocería como suyos. Primero Él tiene que ser su Salvador. Él murió por usted. Si usted no comienza contemplándole en la cruz, no comenzará en absoluto una relación con Dios.

Hemos dedicado algún tiempo a estas reflexiones porque las consideramos necesarias para una comprensión mejor de este libro. Ya dijimos que Job tenía conciencia de la presencia de Dios durante todo el período que duraron sus problemas. Él no estaba a la deriva en el sentido que las personas de nuestro tiempo se encuentran. Lo que Job no podía entender era por qué Dios permitió que él tuviera que soportar esas tragedias familiares y sufrimientos. El patriarca no reconoció que necesitaba arrepentirse, hasta que Dios le sometió a ese proceso.

Y nos gustaría presentar ahora un bosquejo del libro de Job. Es algo bastante sencillo. Tenemos aquí un gran Drama y es presentado en los primeros dos capítulos en el estilo de prosa. Luego, tenemos el Diálogo, en forma de poesía, desde el capítulo 2:11 hasta el último capítulo 42:6, donde veremos que Job tuvo una conversación tremenda con sus amigos. Y luego tenemos, finalmente el Epílogo, donde vemos a Dios entrando en la escena, que está también en forma de prosa, del capítulo 42:7, hasta el final del Libro.

Volvamos ahora al Drama. Tenemos aquí cinco escenas. La primera escena se desarrolla en la tierra de Uz, y donde se presenta a Job como un hombre muy próspero que goza de mucha tranquilidad, en 1:1-5. Luego tenemos la segunda escena; y aquí nos dirigimos hacia el cielo para escuchar las acusaciones de Satanás ante Dios, y contra Job, en 1:6-12. La tercera escena tiene lugar nuevamente en la tierra de Uz y vemos que comienzan a presentarse los problemas para Job: perdió a sus hijos y su riqueza en 1:13-32. Luego, la escena nuevamente tiene lugar en el cielo, capítulo 2:1-6, y aquí tenemos otra vez a Satanás ante Dios. Luego, finalmente y en otra escena, volvemos a la tierra de Uz, en 2:7-10 y vemos que Job perdió su salud y también la compasión o simpatía de su esposa. Llegamos así en este capítulo a contemplar un drama en el cielo y en la tierra. Pasemos a la escena primera, en

Job 1:1-5

Que nos lleva, en el versículo 1 a la

Tierra de Uz

"Había en el país de Uz un hombre llamado Job. Era un hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal".

La tierra de Uz se encuentra en algún lugar del Medio Oriente, y más allá de este dato, no se sabe nada específicamente. Josefo, el historiador, arrojó un poco de luz sobre la ubicación de Uz. Según Génesis, capítulo 22, versículo 21, el primogénito de Nacor, el hermano de Abraham, se llamaba Uz, y se nos dice que él fue fundador de la antigua ciudad de Damasco. En realidad, ésta es la ciudad más antigua que ha estado habitada continuamente en el mundo. Así que creemos que Job vivió en algún lugar del desierto de Siria.

Ese mismo desierto fue el lugar donde más tarde el Señor envió al apóstol Pablo para que realizara algunos estudios de posgraduado y es que Dios preparó y disciplinó a muchos de Sus hombres en el desierto. Estimado oyente, figurativamente hablando, su desierto y mi desierto pueden estar situados en diferentes lugares geográficamente y en cualquier lugar del mundo. Esto no es lo importante. Lo esencial es que hay ciertas lecciones que Dios quiere que aprendamos en ese lugar.

Se nos dice aquí que este hombre era en realidad intachable, perfecto. Ahora, ¿qué quiso decir con esto de perfecto? Pues bien, quiso decir que él era perfecto en su relación con Dios, en el sentido en que ofrecía sacrificios (como veremos en el versículo 5) a favor de sus hijos. En aquellos días el sacrificio era un holocausto, que era una ofrenda en el que la víctima se quemaba completamente en el altar.

Leemos también que este hombre era temeroso de Dios. Job tenía un temor reverencial, un respeto, un concepto elevado y santo de Dios, y como resultado, odiaba el mal. En ese sentido era diferente al hombre y a la mujer de nuestro tiempo, que no tiene un conocimiento de Dios. Pero vamos a conocerlo un poco más. Leamos los versículos 2 y 3, de este capítulo 1 de Job:

"Le habían nacido siete hijos y tres hijas. 3Su hacienda era de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y muchísimos criados. Era el hombre más importante de todos los orientales".

Vemos que tenía una hermosa familia de diez hijos. Era un hombre muy rico y toda su familia vivía rodeada de lujo y comodidades. Ahora, esos camellos eran muy importantes por varias razones. Y parece que se dedicaba a los transportes. Pero él tenía las asnas por la leche que daban, que se consideraba una exquisitez en esos días. Luego, en el versículo 4, leemos:

"Sus hijos celebraban banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que comieran y bebieran con ellos".

Este hombre nadaba en la abundancia y tenía una vida fácil. Pero observemos que en medio de toda esta opulencia, había un temor en el corazón de Job. Leamos el versículo 5:

"Y sucedía que una vez pasados los días de turno, Job los hacía venir y los santificaba. Se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. Esto mismo hacía cada vez".

El detalle que aquí nos interesa es que Job no sentía que él necesitaba presentar un holocausto por sí mismo. Pensaba que estaba bien con Dios. Creía que quizá sus hijos o sus hijas no estaban tan cerca de Dios como deberían estarlo; de modo que ofrecía sacrificios por ellos. Él era como el sumo sacerdote en su propia familia.

Ahora bien, éste es el final de la primera escena y es una escena maravillosa, de un hombre rico, que tenía una hermosa familia, que vivía rodeada de abundancia. Pero él tenía un temor en su corazón. Y pensamos que hay muchos en el día de hoy que sienten lo mismo acerca de sus propios hijos e hijas. Este hombre reconoció que él no podía hacer frente a ese problema por sí mismo, y por tanto, se dirigió a Dios.

Estimado oyente, hay muchos padres y madres en nuestros días que están muy preocupados porque tienen un hijo o una hija que ha abandonado su hogar y que está con problemas o quizás, arrastrado por las drogas. Y muchos de estos padres no han podido dirigirse a Dios como lo hizo Job; y como resultado, están sobrellevando problemas demasiado complejos, que no pueden resolver. Ahora, Job supo a quién dirigirse con sus temores. Siguiendo la costumbre de su tiempo, ofreció sacrificios a favor de sus hijos. Aquellos holocaustos, que, como dijimos, eran sacrificios en los cuales la víctima se quemaba completamente en el altar, nos hablan de Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jesús entregó Su vida por usted, estimado oyente. Si usted acepta por la fe Su sacrificio, se convertirá en un hijo de Dios, y entonces tendrá a quien recurrir en los momentos de temor e incertidumbre, que nos agobian, y que no podemos enfrentar por nosotros mismos.

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