Estudio bíblico de Génesis 49:16-50:26

Génesis 49:16-50:26

En nuestro programa anterior, pudimos ver cómo se reunieron los hijos de Jacob junto al lecho de muerte de éste, para escuchar el mensaje de despedida que el anciano patriarca tenía para cada uno de ellos. Nuestro estudio de hoy continúa con dichos mensajes, que tenían un carácter profético. Leamos, en los versículos 16 al 18, la

Profecía sobre Dan

Iba a necesitar la salvación del Señor porque sería una de las tribus que realmente llevaría la iniciativa en la rebelión, como veremos más adelante en el curso de nuestro estudio.

"Dan juzgará a su pueblo, como una de las tribus de Israel. Sea Dan serpiente junto al camino, víbora junto al sendero, que muerde los jarretes del caballo, y cae su jinete hacia atrás. ¡Tu salvación espero, oh Señor!"

Leamos ahora, en el versículo 18, la

Profecía sobre Gad

"A Gad salteadores lo asaltarán, mas él asaltará su retaguardia."

Estos también serían como valerosos guerreros, situada en la zona norte. En realidad, Dan era la que estaba situada más hacia el norte, de manera que la extensión de la tierra de Israel sería descripta con la frase "desde Dan hasta Beerseba".

Los versículos 20 y 21, exponen la

Profecía sobre Aser y Neftalí

"En cuanto a Aser, su alimento será sustancioso, y él dará manjares de rey. Neftalí es una cierva en libertad, que pronuncia palabras hermosas."

Aser estaría situada en tierra fértil y productiva, a lo largo de la costa norte de Canaán. Neftalí, fue comparada con una cierva, por moverse libremente por las montañas. En el libro de los Jueces, Débora, una de las Jueces, en un cántico de victoria, les evocó arriesgando sus vidas.

Leamos ahora, desde el versículo 22 al 26, la

Profecía sobre José

"Rama fecunda es José, rama fecunda junto a un manantial; sus vástagos se extienden sobre el muro. Los arqueros lo atacaron con furor, lo asaetearon y lo hostigaron; pero su arco permaneció firme y sus brazos fueron ágiles por las manos del Poderoso de Jacob (de allí es el Pastor, la Roca de Israel), por el Dios de tu padre que te ayuda, y por el Todopoderoso que te bendice con bendiciones de los cielos de arriba, bendiciones del abismo que está abajo, bendiciones de los pechos y del seno materno. Las bendiciones de tu padre han sobrepasado las bendiciones de mis antepasados hasta el límite de los collados eternos; sean ellas sobre la cabeza de José, y sobre la cabeza del consagrado de entre tus hermanos."

Aunque José había sido llevado de la tierra de Canaán a Egipto, permanecería como un testigo de Dios en este país. Más adelante, sus hijos Efraín y Manasés, serían colocados en el territorio que, más tarde en la historia, correspondería a Samaria, que en la época de Cristo sería considerada territorio de los Gentiles y una zona muy apropiada para el testimonio del Evangelio, y donde el Señor Jesucristo mismo predicó. El Evangelista Juan registró su ministerio a los Samaritanos, que comenzaría hablando con una mujer junto a un pozo.

Las dos tribus que se originaron en José, de sus hijos Efraín y Manasés, llegarían a ser importantes hasta tal punto, que de ellas surgiría la división del futuro reino. De ahí su poder e influencia.

Observemos que Jacob estaba tratando de vincular a José y a las dos tribus que surgirían de él al Dios de Israel, el Creador y el Redentor. ¿Y por qué? Es que estas tribus, especialmente Efraín, conducirían a Israel a la idolatría. Jeroboan, que lideraría la rebelión y colocaría los dos becerros de oro en las fronteras de Israel, vendría de la tribu de Efraín. Por ese motivo las palabras de Jacob, en su lecho de muerte, eran una apelación a volver al Dios de sus padres.

Leamos a continuación la

Profecía sobre Benjamín

"Benjamín es lobo rapaz; de mañana devora la presa, y a la tarde reparte los despojos."

Esta es una extraña profecía. Benjamín estaba muy identificado con Judá. Tanto que, en la división del reino, se fue con la tribu de Judá. La tribu de Benjamín fue la única que se quedó con la casa de David.

Los últimos versículos del capítulo, del 28 al 32, relatan las

Palabras finales de Jacob y su muerte

"Todas estas son las doce tribus de Israel, y esto es lo que les dijo su padre cuando los bendijo. A cada uno lo bendijo con la bendición que le correspondía. Después les ordenó y les dijo: Voy a ser reunido a mi pueblo; sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón heteo, en la cueva que está en el campo de Macpela, que está frente a Mamre, en la tierra de Canaán, la cual Abraham compró juntamente con el campo de Efrón heteo, para posesión de una sepultura. Allí sepultaron a Abraham y a su mujer Sara; allí sepultaron a Isaac y a su mujer Rebeca, y allí sepulté yo a Lea. El campo y la cueva que hay en él, fueron comprados de los hijos de Het."

La muerte de Jacob no era el final de todo. El iba a reunirse con su pueblo. Quería que su cuerpo fuese sepultado en la cueva que Abraham había comprado. Deseaba tener la certeza de que permanecería en aquella tierra hasta el día en que fuese resucitado de los muertos.

Vemos que Jacob conocía muy bien la historia de su propia familia. Y no era que estuviese interesado en ser enterrado junto a Lea (después de todo Raquel estaba enterrada en Belén), pero él anhelaba que su cuerpo reposase allí donde sería resucitado de los muertos en el día de la resurrección, para estar presente cuando Dios cumpliese Sus promesas a la nación de Israel.

Leamos el versículo 33, el último de este capítulo:

"Cuando Jacob terminó de encargar estas cosas a sus hijos, recogió sus pies en la cama y expiró, y fue reunido a su pueblo."

Es interesante observar que, hasta el último momento, Jacob mantuvo sus pies sobre la tierra. Comenzó su vida como un hombre dominado por sus pasiones carnales. Nació asiendo el talón de su hermano, por lo que fue llamado suplantador. Vivió haciéndole el honor a su nombre. Se aferró a todo aquello que pudo, tratando de ser siempre el primero. En un principio, hasta tuvo que arrastrarse y humillarse, y obtuvo lo que quiso por cualquier método. Como joven, tuvo que valerse por sí mismo, con sus propias fuerzas y capacidad. Dependió de su inteligencia e ingenio. Pensó que podía bastarse a sí mismo y que no necesitaba a Dios. Era autosuficiente, obstinado, presumido, agresivo, despreciable y vil.

En Peniel, Dios le había dejado cojo, pues tuvo que quebrantarle para poseerle. Desde aquel incidente, tuvo que andar cojeando, apoyándose en su bastón. En esta escena, poco antes de su muerte, estaba sentado en su lecho, apoyado en su bastón. Como su hora había llegado, puso de nuevo los pies en la cama y se acostó para morir. Y éste fue Jacob. Había recorrido un largo camino durante toda su vida. Concluyó su existencia con un acto de fe, esperando el día en que fuese resucitado de los muertos en aquella tierra lejana, de acuerdo con la promesa de Dios. Como dice el autor de la carta a los Hebreos 11:13;

"Todos estos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto y aceptado con gusto desde lejos, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra."

Continuamos ahora con el último capítulo del libro del Génesis, el

Capítulo 50

que nos habla del entierro de Jacob en Canaán, de la muerte y entierro de José en Egipto, y que cierra el libro con un velo de tristeza. Hemos ya destacado el énfasis de esta obra en la muerte. Hablando con Adán sobre cierto árbol del huerto, Dios le había dicho; "El día que de él comas, ciertamente morirás". Más tarde, el apóstol Pablo escribió, en su carta a los Romanos 5:12; " . . . así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron". Es que el libro del Génesis es un ejemplo claro del hecho del pecado y de la realidad de la muerte. Comienza con Dios y Adán en el jardín del Edén y termina con un féretro en Egipto. Así, se relata la entrada del pecado en la familia humana, pero también se registra la fidelidad de Dios al proporcionar al hombre un camino que conduce a la vida.

Leamos los versículos 1 al 3 del párrafo que relata el

Entierro de Jacob en Canaán

"José se echó sobre el rostro de su padre, lloró sobre él y lo besó. Y ordenó José a sus siervos médicos que embalsamaran a su padre; y los médicos embalsamaron a Israel. Y se requerían cuarenta días para ello, porque este es el tiempo requerido para el embalsamamiento. Y los egipcios lo lloraron setenta días."

Los Egipcios eran considerados expertos en asuntos funerarios. Hemos oído sobre las momias de Egipto pero aun no se ha descubierto el método que utilizaban para conservar los cuerpos. No solemos sonreír ante un funeral, pero no puedo evitar una sonrisa al imaginar el embalsamamiento del anciano Jacob, que le dejó convertido en una momia, que quizás se encuentre hoy en Hebrón.

Recordemos que Jacob había pedido que le sepultasen en la cueva de Macpela, impulsado por su esperanza terrenal. El creía que iba a resucitar en aquella tierra, y que estaría allí con la nación Israel.

La esperanza actual del creyente, es celestial, y como miembro de la iglesia de nuestro Señor Jesucristo, cree que será arrebatado con El en el aire para ser llevado a un lugar llamado la Nueva Jerusalén. Hay, pues, dos esperanzas, basadas en las Sagradas Escrituras y ambas son gloriosas.

Les llevó 40 días embalsamar el cuerpo. Evidentemente los métodos que seguían así lo requirieron. Los Egipcios estuvieron de luto por él y no creo que aquel fuese un llanto profesional. Porque él se había convertido en un gran personaje, espiritualmente hablando, respetado, además, por ser el padre de José. Este había sido el libertador pero pienso que su padre Jacob era, en ese tiempo, un verdadero santo de Dios.

Leamos los versículos 4 al 8;

"Y cuando pasaron los días de luto por él, habló José a la casa de Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia ante vuestros ojos, os ruego que habléis a Faraón, diciendo: Mi padre me hizo jurar, diciendo: He aquí, voy a morir; en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás. Ahora pues, te ruego que me permitas ir a sepultar a mi padre, y luego volveré. Y Faraón dijo: Sube y sepulta a tu padre como él te hizo jurar. Entonces José subió a sepultar a su padre, y con él subieron todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa y todos los ancianos de la tierra de Egipto, y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; sólo dejaron a sus pequeños, sus ovejas y sus vacas en la tierra de Gosén."

Y fue Jacob tan respetado, amado y honrado en Egipto que ésta fue, probablemente, la procesión fúnebre de mayor duración, que el mundo jamás haya visto, teniendo en cuenta el largo viaje desde Egipto hasta Hebrón, en Canaán. Uno podría preguntarse si Faraón les pidió que dejasen a los pequeños y a sus rebaños para asegurarse de que volverían. Seguramente no quería perder a José porque aun le necesitaba. Continuemos leyendo los versículos 9 al 13;

"Subieron también con él carros y jinetes; y era un cortejo muy grande. Cuando llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, hicieron allí duelo con una grande y dolorosa lamentación; y José guardó siete días de duelo por su padre. Y cuando los habitantes de la tierra, los cananeos, vieron el duelo de la era de Atad, dijeron: Este es un duelo doloroso de los egipcios. Por eso llamaron al lugar Abel-mizraim, el cual está al otro lado del Jordán. Sus hijos, pues, hicieron con él tal como les había mandado; pues sus hijos lo llevaron a la tierra de Canaán, y lo sepultaron en la cueva del campo de Macpela, frente a Mamre, la cual Abraham había comprado de Efrón heteo, junto con el campo para posesión de una sepultura."

Alguien podría preguntarse por qué Jacob no fue enterrado junto a Raquel, en Belén, que estaba a unos 30 Km, hacia el norte. La razón está expresada aquí. Abraham había comprado esa cueva y Jacob quiso ser sepultado junto a sus padres en un lugar de su propiedad, para asegurarse de que su cuerpo reposase en aquella tierra. Por consiguiente, fue sepultado al lado de los otros patriarcas, que habían compartido con él la misma esperanza de la resurrección. En el párrafo siguiente, leamos los versículos 14 al 17 y veamos que

José calmó los temores de sus hermanos

"Y después de sepultar a su padre, José regresó a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que habían subido con él para sepultar a su padre. Al ver los hermanos de José que su padre había muerto, dijeron: Quizá José guarde rencor contra nosotros, y de cierto nos devuelva todo el mal que le hicimos. Entonces enviaron un mensaje a José, diciendo: Tu padre mandó antes de morir, diciendo: Así diréis a José: Te ruego que perdones la maldad de tus hermanos y su pecado, porque ellos te trataron mal. Y ahora, te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró cuando le hablaron."

Evidentemente los hermanos se habían dirigido a Jacob antes de que éste muriese, para expresarle sus temores sobre su futuro. Temían que José se volviese contra ellos después de la muerte del padre. Así que Jacob les había dejado un mensaje para José, con la seguridad de que José no les perseguiría ni intentaría desquitarse. Y José se emocionó, porque ellos le estaban manifestando su arrepentimiento por lo que le habían hecho. Leamos los versículos 18 y 19:

"Entonces sus hermanos vinieron también y se postraron delante de él, y dijeron: He aquí, somos tus siervos. Pero José les dijo: No temáis, ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?"

Vemos aquí que la profecía que anunció que sus hermanos se postrarían ante él se cumpliría en varias ocasiones. También observamos que José siempre reconoció a Dios la gloria y el lugar que le correspondía. Llegamos ahora a un versículo notable, el 20:

"Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien para que sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente."

Mi estimado oyente, Dios tiene planes de gran alcance que tú y yo no podemos apreciar. En este sentido, yo debo confesar mi incapacidad para encontrar algún significado o sentido al enfrentarme con ciertos problemas. Y entonces me pregunto: ¿Por qué ha Dios permitido que sucediera esto? Debemos recordar que El tiene una visión de conjunto y un propósito bueno para nuestra vida. El no permitirá que a sus hijos les suceda nada que no tenga una buena finalidad, un resultado positivo, dentro de su plan para cada uno de ellos. Escuchemos las siguientes palabras de José en los versículos 21 al 23:

"Ahora pues, no temáis; yo proveeré por vosotros y por vuestros hijos. Y los consoló y les habló cariñosamente. Y José se quedó en Egipto, él y la casa de su padre; y vivió José ciento diez años. Y vio José la tercera generación de los hijos de Efraín; también los hijos de Maquir, hijo de Manasés, nacieron sobre las rodillas de José."

El último párrafo, versículos 24 al 26, nos presenta la

Muerte y sepultura de José en Egipto

"Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir, pero Dios ciertamente os cuidará y os hará subir de esta tierra a la tierra que El prometió en juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob. Luego José hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os cuidará, y llevaréis mis huesos de aquí. Y murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron y lo pusieron en un ataúd en Egipto."

Y así termina el libro del Génesis. Comenzó con Dios, creando los cielos y la tierra. y termina con un féretro en Egipto. ¿Qué le había sucedido al ser humano? El pecado se había introducido en la creación de Dios.

¿Y por qué José no fue transportado a Canaán para ser sepultado allí? Creo que resulta obvio que José había sido un héroe de Egipto, uno de los personajes más respetados de su historia y su familia no habría permitido, en aquel momento, trasladar su cuerpo fuera del país. Pero él dejó instrucciones para que trasladasen sus huesos a Canaán. Vemos en José la misma esperanza que tenía Jacob; era la confianza en que Dios les daría la tierra de Canaán. Ellos esperaban ser resucitados de los muertos en su propia tierra. José, creía que Dios resucitaría a su pueblo terrenal para heredar la tierra de la promesa.

La carta a los Hebreos menciona este último pedido de José como el acto supremo de fe de su vida; en 11:12, dice;

"Por la fe José, al morir, mencionó el éxodo de los hijos de Israel, y dio instrucciones acerca de sus huesos."

En el capítulo 13 del libro del Éxodo, comprobaremos cómo Dios honraría a José y respondería a su pedido. Moisés y el pueblo de Israel llevarían consigo los huesos de José cuando salieron de Egipto.

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