Estudio bíblico de Gálatas 6:11-18

Gálatas 6:11-18

Nos encontramos hoy en el sexto y último capítulo del libro de Gálatas, y nos hallamos leyendo los últimos versículos también de esta Epístola. Estamos en la última de las secciones de la Carta, que es la conclusión firmada del apóstol Pablo.

En nuestro programa anterior hemos considerado ampliamente el principio establecido en el versículo 7 que decía: "7No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará". Dijimos que teníamos aquí uno de esos destacados pasajes de la Escritura, que pensamos necesita ser considerado en la actualidad. Pablo está presentando aquí un gran principio, una ley inmutable que opera en todas las esferas de la vida. En el sector de la agricultura, una persona siembra trigo, y eso es lo que cosecha, trigo. Puede sembrar arroz y entonces cosechará arroz. Usted nunca puede conseguir peras del olmo, por ejemplo. El principio que tenemos entonces es que lo que usted siembra, eso es lo que va a cosechar. En la esfera de lo moral, usted también cosechará lo que siembre. En el Evangelio de Mateo 13, el Señor Jesucristo contó acerca de un sembrador que salió al campo a sembrar. Y también destacó que un segador salió a cosechar. El principio establecido en este versículo es inmutable, invariable, inalterable y no puede ser revocado. No se puede modificar en ninguna de sus partes y es aplicable a cada esfera, a cada sector y área de la vida. Por ello, lo que se cosecha pertenecerá al mismo tipo de semilla que se siembra. En ese sistema no se producen errores ni mutaciones que alteren la relación de lo que se siembre y lo que se coseche. Finalmente, pusimos ejemplos de grandes personajes de la Biblia que cosecharon lo que sembraron: hablamos sobre Abraham, Jacob, Jocabed (la madre de Moisés), el rey David, los reyes Acab y Jezabel, y el apóstol Pablo.

Antes de comenzar con esta nueva y última sección de la carta a los Gálatas vamos a leer el versículo 10 y a recordar lo que dijimos sobre él:

"Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y especialmente a los de la familia de la fe".

Aquí el escritor dio un paso más diciendo que tenemos que hacer el bien. Ahora, reconocemos que el mensaje integral de algunas creencias religiosas tiene su énfasis principal en hacer el bien. Pero aquí hay que añadir que se necesita tener el fundamento correcto bajo esas buenas obras. Y ese fundamento correcto es el evangelio de la gracia de Dios y el vivir controlado por el Espíritu de Dios. Cuando uno vive sujeto al Espíritu, se produce en nuestra vida el fruto del Espíritu. Entonces, estimado oyente, usted va a hacer el bien. De esa manera usted hará el bien a todas las personas, y especialmente a los otros cristianos.

Ahora llegamos a la última de las grandes secciones de la carta a los Gálatas, titulada:

Una conclusión firmada

Esta sección comienza aquí en el versículo 11 del capítulo 6, y se extiende hasta el versículo 18. En esta parte final tenemos tres escrituras. La primera, es la letra misma del apóstol Pablo. Leamos el versículo 11:

"Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano".

Las letras grandes con las que Pablo escribía, no se refieren a una carta larga. Esta carta a los Gálatas tiene solo 6 capítulos, mientras que la carta a los Romanos (que trata prácticamente el mismo tema) tiene 16 capítulos. Así que ésta no puede ser calificada como una carta extensa. Lo que aquí se dijo fue que él escribió con letras de gran tamaño, lo cual es propio de personas con una vista deficiente. Este detalle confirma que el "aguijón en el cuerpo" mencionado en Segunda de Corintios 12:7 consistía en un problema en sus ojos.

Cuando Pablo escribió la Carta a los Romanos, la dictó a un secretario. Y al finalizar dicha carta le dijo a su secretario: "si quieres incluir tus saludos, hazlo". Y así, en Romanos 16:22, tenemos el saludo del secretario en los siguientes términos: "Yo Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el Señor".

Sin embargo, cuando Pablo escribió a los Gálatas, estaba enfadado. Había oído que estaban mezclando el evangelio con la ley y cuando esto se hace, el evangelio de la gracia de Dios es totalmente destruido. Entonces, no pudo esperar a que llegara el secretario. Así que se sentó y les escribió él mismo. Y como no podía ver claramente, les escribió con letras grandes. Sus comentarios fueron breves y concisos, debido al gran tamaño de las letras. Y es por eso que les dijo a sus lectores: "mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano".

Leamos lo que dijo el apóstol dijo en el versículo 12, de este capítulo 6, de su epístola a los Gálatas, que comienza un párrafo titulado:

El testimonio de Pablo

"Todos los que quieren agradar a la gente, esos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo"

Ejerciendo presión y recalcando la circuncisión entre los no judíos, los judaizantes esperaban evitar el enojo y la ira de los judíos que no eran cristianos. Los judaizantes eran los legalistas de su tiempo. En realidad, el que predique el legalismo no tendrá problemas. Apela al ser humano natural porque la ley fue dada para refrenarlo. Por cierto, muchos de nosotros pensamos que la vieja naturaleza pecaminosa debería estar limitada. Cada persona desea que en la sociedad humana todos las demás ciudadanos obedezcan la ley

Francamente, también nos agrada una ley que podamos obedecer. Por ejemplo, en una carrera de vallas, a todos los corredores les gusta poder saltar limpiamente superando las vallas, pero no quieren que éstas sean demasiado altas para su capacidad de superarlas. Ese tipo de legalismo es popular. Ahora, la gracia de Dios no es popular. El corazón humano la encuentra repulsiva. Es la ofensa que produce la cruz de Cristo.

Luego el apóstol Pablo dijo aquí en el versículo 13:

"Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la Ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para jactarse de la señal que llevaríais en vuestro cuerpo".

Obligando a los no judíos a circuncidarse, los judaizantes conseguirían el mérito de colocarlos bajo la ley.

Lo interesante era que aquellos que decían que vivían bajo la ley no la estaban cumpliendo en realidad. Muchos que proclaman vivir de acuerdo con las enseñanzas del Sermón del Monte actúan con hipocresía. Eso es lo que hemos comprobado en nuestra experiencia al tratar con muchos tipos de personas.

A veces nos hemos encontrado con personas que declaran que el Sermón del Monte es su religión. A algunas les hemos preguntado que tal les va al tratar de cumplir sus demandas. Y nos han respondido que lo estaban intentando. Pero eso no es lo que ese Sermón requiere, porque establece normas muy severas que no admiten una actitud de "intentarlo" simplemente. O una las cumple, o no las cumple. Tratando de obtener una respuesta más comprometida les hemos preguntado si obedecían realmente sus requisitos y nos han contestado que sí. Estrechando un poco más el círculo les hemos dicho que haríamos preguntas concretas sobre la manera que cumplían algunas de las normas del Sermón del Monte. Nos referimos a la afirmación que el Señor hizo de que si alguno se enfadaba con su hermano sería sometido a juicio. Nos respondieron que podrían tener algunos problemas pero que creían que podrían arreglárselas para cumplir esa norma. Entonces intentamos saber la opinión sobre la declaración del Señor de que si alguien miraba a una mujer para codiciarla, ya había cometido adulterio en su corazón. Aquí reconocieron que les habíamos enfrentado a una imposibilidad de cumplir esa norma. Ante esta respuesta les dijimos que si nosotros fuésemos ellos, cambiaríamos esa religión por otra que pudiéramos cumplir. Por ello destacamos aquí la falta de sinceridad de aquellos que proclaman estar viviendo de acuerdo con los elevadísimos principios expuestos en el Sermón del Monte, porque a la hora de la verdad, quebrantan algunos de ellos, al no poder cumplirlos. Lo que tales personas necesitan es la gracia y misericordia de Dios. Pero hay muchos que piensan de esta forma, sin detenerse a pensar en las contradicciones a las que se enfrentan, al no poder cumplir efectivamente aquello en lo que dicen creer. Ante tal forma de pensar, el apóstol Pablo pronunció la gran declaración que leeremos a continuación en el versículo 14:

"Pero lejos esté de mí jactarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo"

Así fue que entre Pablo y el mundo había una cruz. Ésta debería ser la posición de todos los creyentes en la actualidad. Tiene que ver más con la forma en que determinamos nuestra conducta que con otro asunto. Nadie podrá jactarse de estar cumpliendo el Sermón del Monte, de pertenecer a cierta iglesia, de tener un cargo en la iglesia, de ser un maestro o un predicador. Nadie podrá enorgullecerse de nada. El creyente sólo se jactará, se sentirá honrado por la cruz y por Aquel que allí murió, es decir, el Señor Jesucristo. Ahora Pablo dijo en el versículo 15 de Gálatas 6:

"Porque, en Cristo Jesús, no tiene valor el estar o no circuncidado; lo que importa es ser parte de una nueva creación".

El apóstol Pablo presenta ahora algo aquí que para nosotros es la segunda escritura que encontramos en este pasaje.

La circuncisión era como un tipo de letra o escritura de la religión y la Ley. Era algo así como una escritura en el cuerpo. Era simplemente una marca distintiva de que usted estaba bajo el pacto de Abraham. No tuvo ningún otro provecho, después de la llegada de Cristo. Sería como llevar hoy un escudo o distintivo que indica que uno pertenece a una determinada asociación, fraternidad o a cualquier otra institución, cumpliendo así un requisito para formar parte de la misma. Pero, el llevar tal insignia puede convertirse en algo sin sentido o valor, dependiendo de su relación con esa institución. Lo esencial después de la llegada de Cristo, es que el Espíritu de Dios venga a su vida y le convierta en una nueva criatura, en una nueva creación unida al Señor Jesucristo. Y esto sólo sucede cuando usted deposita su fe en Él.

Usted se da cuenta que Pablo nunca hubiera tenido tantas dificultades con el legalismo de su época, si él hubiera presentado el evangelio como sólo un competidor en el campo religioso. Pero observemos que el apóstol Pablo no estaba proclamando que su mensaje era sólo un poco mejor que el judaísmo. Estaba afirmando que el judaísmo equivalía a nada, que era ineficaz para vivir la vida cristiana y que el rito de la circuncisión no tenía ningún valor. Que no tenía ninguna importancia si uno se circuncidaba o no. El apóstol Pablo estaba afirmando que la letra, la escritura del Espíritu Santo en la vida de una persona, dándole una nueva naturaleza, ero lo esencial, lo que realmente tenía valor. Llegamos luego a la tercera y última letra o escritura en este capítulo 6, de la epístola a los Gálatas, y la encontramos aquí en los versículos 16 y 17:

"A todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios. De aquí en adelante nadie me cause molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús".

Vemos que el apóstol les deseo paz y gracia a todos los que vivieran de acuerdo con esa regla, es decir, a aquellos que habían hecho realidad en su vida el mensaje de la salvación por la gracia de Dios, solamente por medio de la fe. La bendición fue entonces pronunciada para los Gálatas cristianos y para los judíos que habían creído en dicho mensaje.

Aquí el apóstol Pablo les pidió que dejaran de causarle problemas y dificultades y les ofreció a sus críticos una prueba final, decisiva: las marcas del Señor Jesús. Observemos la palabra "marcas". El apóstol Pablo estaba hablando de las marcas de su cuerpo. Corresponde a la palabra griega "stigmata", que significa "cicatrices". Si uno quería ver la letra o escritura de Jesús, podía mirar el cuerpo de Pablo. Usted sabe que en el cuerpo del Señor Jesucristo había cinco heridas, y Pablo fue golpeado por todo el cuerpo. Ésa era su stigmata. En Segunda de Corintios 11:23 al 27 nos dijo: "23¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos, más abundante; en azotes, sin número; en cárceles, más; en peligros de muerte, muchas veces. 24De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. 25Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he sido náufrago en alta mar; 26en caminos, muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; 27en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez". Ahora las stigmata representaban los sufrimientos de Pablo, que él había soportado por causa del Señor Jesús.

En la época de Pablo, la palabra stigmata era usada en tres formas. Cuando un esclavo huido era encontrado y traído nuevamente a su amo, era marcado en su frente. También los soldados que pertenecían a compañías famosas tenían los nombres de sus comandantes tatuados en sus frentes, Y así también, los devotos de la diosa pagana tenían su nombre marcado en sus frentes, y en el tiempo de Pablo había mucho de este culto en Asia Menor y por todo el Imperio Romano. Pablo dijo: "Llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús". Fue como si él en realidad hubiera dicho: "Os he escrito desde mi profunda emoción y con gran convicción. Si queréis saber si yo creo verdaderamente en aquello que os he escrito, y si estas verdades son una realidad en mi propia vida, leed en mi cuerpo, mirad las cicatrices".

En algunos lugares donde se cría ganado existen muchas cercas y los ganaderos suelen identificar al ganado por la marca de su propietario. Y hablando de marcas distintivas Pablo enfatizó que la señal o marca de la circuncisión no les había costado nada y era solamente una marca exterior. Para los cristianos no tenía ningún valor, aunque él mismo había sido circuncidado. Pero él llevaba esas otras honrosas marcas del Señor Jesús en su cuerpo, marcas que formaban parte de su vida. Y yo creo que en nuestro tiempo el Señor Jesús aún se inclina para escribir, no ya sobre las arenas cambiantes y transitorias del suelo del templo, sino sobre las vidas de aquellos que le pertenecen. El recuerdo de su hierro candente para marcar estará presente en nuestros corazones por toda la eternidad. ¿Llevamos con orgullo Sus marcas, y estamos dispuestos a soportar las críticas y la deshonra por causa de Jesús?

Y en el versículo final de esta carta a los Gálatas, el versículo 18, Pablo escribió:

"Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén".

Y así Pablo concluyó esta gran carta encomendando a sus hermanos de Galacia a la gracia de Dios.

Y esto es también lo que decimos nosotros al concluir así nuestro estudio de este libro de la Biblia. Dios mediante, en nuestro próximo programa, volveremos al Antiguo Testamento para comenzar nuestro estudio del libro de los Salmos. Así que le invitamos a que nos acompañe. Al despedirnos, oramos por usted, pidiéndole a Dios que el estudio de esta epístola a los Gálatas haya sido de provecho espiritual en su vida de relación con Dios y de estímulo para reflexionar sobre el estado actual de su vida cristiana. Porque las instrucciones y amonestaciones del apóstol Pablo a los Gálatas, aplicadas a nuestra situación en un mundo de cambiantes valores culturales y espirituales, deben llevarnos a una profunda reflexión.

Y estimado oyente, si usted aún no ha permitido que Dios establezca una relación con usted, es decir que no ha comenzado la vida cristiana, le invitamos a recurrir al único medio para hacerlo, que es aceptar por fe la obra del Señor Jesucristo en la cruz. Esa cruz que fue presentada en las últimas palabras del apóstol Pablo como la clave para convertirnos en hijos de Dios, y como el elemento central para vivir la verdadera libertad, identificados y unidos al Señor Jesucristo, y controlados por el Espíritu de Dios. Estimado oyente, le invitamos a trasladar esta experiencia a su propia vida. Realmente, merece la pena.

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