Estudio bíblico de Salmos 34-35

Salmos 34 y 35

Ahora, el Salmo 34 se inicia con una explicación que forma parte del texto inspirado. Allí dice "Salmo de David, cuando mudó su semblante delante de Abimelec, y él lo echó, y se fue". Y creemos que este es un buen lugar para ilustrar algo que los críticos han utilizado para desacreditar la Palabra de Dios, y por lo cual han provocado que muchas personas de poca instrucción bíblica se hayan apartado del creer en la integridad y la infalibilidad de las Escrituras. La ocasión que dio origen a este salmo fue un incidente que ocurrió realmente en la vida de David, relatado en el capítulo 21 del Primer libro de Samuel, en los versículos 10 al 15. Allí se relata que Saúl estaba persiguiendo a David, y este joven David se encontraba huyendo para poder salvar su vida, ocultándose en una cueva en la montaña, tratando de huir de este rey. El se encontraba en esa región desértica hacia el mar Muerto, y no hay muchos que pueden sobrevivir en esa zona. Si usted puede visitar ese lugar se dará cuenta que ese no es un lugar adecuado para andar por allí solo. David pudo sobrevivir en ese lugar desértico pero llegó a un estado de agotamiento y su fe se debilitó. Pensó que iba a ser destruido y entonces se dirigió hacia el oeste, a la tierra de los filisteos, él penetró en esa zona hacia el oeste. El rey de ellos lo recibió, pero algunos de los que rodeaban al rey no se fiaban de David. Dice 1 Samuel 21:11: Y le dijeron a Aquis sus siervos: "¿no es éste David, el rey de la tierra? ¿no es éste de quien cantaban en las danzas, diciendo: "Hirió Saúl a sus miles, y David a sus diez miles? Al oír esto David se preocupó mucho y tuvo mucho miedo a Aquis, rey de Gat. Se dio cuenta de que se encontraba en grave peligro allí en territorio enemigo y entonces fingió perder la razón en público, portándose como un loco. Así que dicho rey, disgustado por tener a un loco en su presencia, ordenó que le echaran del palacio. En consecuencia, David salvó su vida en esa ocasión. Cuando huyó, regresó al desierto de Israel para esconderse. Posiblemente se encontraba en una cueva y en ese lugar seguro quizás pensó: "Yo debería haber confiado en Dios". Y este Salmo entonces, surgió de esa situación.

Ahora, si nosotros leemos la información que tenemos en 1 Samuel 21, observaremos que el rey de Gat fue llamado Aquis, y en el Salmo 34, se nos dice que era Abimelec. En esto se basan los críticos para decir que es evidente que este no es un Salmo inspirado de David, y que estamos frente a un error en la Biblia. El problema de algunos críticos es que solo comprueban aquello que les interesa. Resulta que Abimelec era un título real y no el nombre propio del rey era Aquis. Encontramos la misma situación en Egipto, donde cada rey de Egipto se llamaba Faraón, que era un título oficial, y no el nombre propio de cada rey. (Y lo mismo ocurría entre los amalecitas donde cada gobernante se llamaba Agag, que era un título real como Faraón y como César entre los romanos. Aparte, cada uno de ellos tenía su propio nombre) O sea que en este caso del título del Salmo 34, no se trata de un error, y los que así lo han señalado han puesto en evidencia su falta de conocimiento. Y lo mismo ha ocurrido con otros supuestos errores que los críticos han pretendido encontrar en la Biblia. Así que al considerar este Salmo, pensemos en la experiencia personal de David. Leamos entonces el versículo 1:

"Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca".

Cuando usted está en dificultades, ¿se siente desanimado o derrotado? Así fue como se sintió David. Él estaba corriendo, huyendo y parecía que esa carrera nunca llegaría a su fin. Así que comenzó a sentirse descorazonado, pensando que en cualquier momento podrían matarle. Pero a peor de su situación pudo decir: Bendeciré al Señor en todo tiempo. Estimado oyente, hacemos bien en alabar a Dios cuando las cosas nos van bien. Pero ello no resulta tan fácil cuando la situación se complica cada vez más. En su caso, David pudo aun añadir: su alabanza estará de continuo en mi boca.

Escuchemos lo que David dice aquí en el versículo 2 de este Salmo 34:

"En el Señor se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos y se alegrarán".

La actitud de David fue un testimonio para el Señor. Y leamos también el versículo 3:

"Engrandeced al Señor conmigo y exaltemos a una su nombre".

Quisiéramos que usted se uniera a nosotros en exaltar el nombre del Señor, porque encontraremos en uno de los Salmos que la Palabra de Dios y el nombre de Dios equivalen casi a lo mismo. Ambos son importantes. Nosotros queremos difundir la Palabra de Dios porque engrandece el nombre del Señor. Me gustaría decir con el Salmista, aquí en el versículo 3: Engrandeced al Señor conmigo y exaltemos a una su nombre al propagar hoy la Palabra de Dios.

Los primeros tres versículos constituyen una pura alabanza a Dios. Y después nos dio el motivo de su alabanza y dijo en el versículo 4:

"Busqué al Señor, y él me oyó y me libró de todos mis temores".

¡Qué experiencia y qué respuesta a la oración! Leamos ahora los versículos 5 y 6:

"Los que miraron a él fueron alumbrados y sus rostros no fueron avergonzados. Este pobre clamó, y lo oyó el Señor y lo libró de todas sus angustias".

Aquí vemos cuan agradecido se sentía David de la liberación de Dios. Y muchos de nosotros podemos dar gracias a Dios por la forma en que nos ha guiado. Y estamos seguros de que usted puede decir lo mismo. Leamos ahora el versículo 7:

"El ángel del Señor acampa alrededor de los que lo temen y los defiende".

El Ángel del Señor fue mencionado solo tres veces en los Salmos. La primera mención se encuentra aquí en este Salmo 34:7 y después, en el Salmo 35:5 y 6 tenemos al Ángel del Señor. No vamos a entrar aquí en mucho detalle porque ya hablamos de este tema en el libro de Josué; creemos que el ángel del Señor es Cristo mismo antes de su encarnación. Usted no encontrará al ángel del Señor en el Nuevo Testamento porque Él ya no es un ángel, sino un hombre. Así que cuando Él apareció en el Antiguo Testamento como un Ángel, creemos que era el Señor Jesucristo. Pues bien, Él dice aquí en el versículo 7 El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los defiende. En Hebreos 13:5 el Señor Jesús dijo, "no te desampararé ni te dejaré". Y en Mateo 28:20 dijo "Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo".

Después, David nos ha extendido una invitación. La podemos leer en el versículo 8:

"Gustad y ved que bueno es el Señor. ¡Bienaventurado el hombre que confía en él!"

Fue como si David hubiera dicho: "Si no creéis que lo que he dicho es cierto, probadlo vosotros mismos y veréis que el Señor es bueno". Feliz, dichosa es la persona que confía en el Señor. No hay experiencia como ésta.

David había sido perseguido por Saúl durante mucho tiempo. Se había escondido en cuevas y se había convertido en un hombre rudo, acostumbrado a la vida a la intemperie. Había contemplado la escena que describió en el siguiente versículo, el 10, que dice:

"Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan al Señor no tendrán falta de ningún bien".

David había visto a los cachorros del león hambrientos gimiendo por algo para comer. Y él también había visto que aquellos que buscaban al Señor no les faltaba nada. Si la leona podía cuidar a sus cachorros, Dios puede cuidar de usted y de mí también. Eso es lo que David aprendió por experiencia. Yo estoy tan cansado del cristianismo de hoy, que es sólo bueno para el servicio del domingo por la mañana. Mucha gente asiste a la iglesia, canta algunas canciones y después escucha el sermón. Y para algunos, eso es todo.

Ahora, David había descubierto por su propia experiencia que esto era cierto, que se trataba de una experiencia legal. Y pasando ahora al versículo 13 de este Salmo 34, leemos:

"Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño".

¡Cómo necesitamos aprender a llevar a la práctica este consejo, estimado oyente! Quizá usted también lo necesite. Leamos el versículo 15:

"Los ojos del Señor están sobre los justos y atentos sus oídos al clamor de ellos".

Dios escucha y responde las oraciones. Quizás no lo haga en la forma en que lo esperamos, porque a veces la respuesta es negativa. Ahora, en el versículo 16, leemos:

"La ira del Señor está contra los que hacen mal, para eliminar de la tierra la memoria de ellos".

Aquellos que actúan con maldad, cuando se enfrentan con una desgracia, acuden inmediatamente a Dios y se ponen a orar, pensando que tienen derecho a recurrir a Dios solo en las situaciones límite de la vida. Pero esas personas no tienen ningún derecho a presentarse ante Dios para pedirle ninguna otra cosa que no sea la salvación. La única oración que Dios respondería en un caso así sería "Señor, sálvame". No haría falta que se desesperase implorando el perdón de Dios porque El tiene perdón en abundancia para todo aquel que se acerca a El confesándose pecador y confiando en Cristo como su Salvador. Y El perdonará sus pecados. Recordemos aquel breve mensaje registrado en los Hechos 16:31; Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo.

Continuemos leyendo el versículo 18:

"Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón y salva a los contritos de espíritu".

Si una persona está dispuesta a adoptar una actitud de humildad, y se acerca como pecador para confiar en Él, el Señor estará cerca. Es que El se encuentra cerca de todos aquellos que tienen un corazón quebrantado. Y dice el versículo 19:

"Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo librará el Señor".

Nadie está libre de problemas y angustias, indiferentemente de quién sea. Pero cuando somos hijos de Dios, podemos esperar la liberación de Dios. Realmente, el Señor es bueno. Tenemos que alabarle y exaltar Su nombre, como lo hizo el rey David.

Bien, llegamos ahora, al

Salmo 35

Tenemos aquí un Salmo que David escribió durante los días de la persecución por parte del rey Saúl. En primera Samuel 24 probablemente se contienen los antecedentes de este Salmo. Es una elocuente petición de David a un Dios justo, para que ejecute juicio sobre los enemigos de Dios y sobre los que persiguen a Su pueblo justo.

Hay aquellos a quienes les gusta decir que esta no es la clase de oración que un cristiano debería orar y que el Señor Jesús no se expresó de esta manera. Sin embargo, El en cierta ocasión, mencionó una parábola acerca de una viuda que fue ante el juez y le dijo: "Hazme justicia de mi adversario". Ese juez se demoró mucho en atender su caso, pero finalmente se ocupó de ella. Fue una parábola de contraste. Porque Dios no es un juez duro e insensible, Dios es compasivo y está ansioso de ayudar a Sus hijos. Así que nosotros haremos bien en exponerle nuestras quejas. Y el apóstol Pablo dio a los cristianos el siguiente consejo en Romanos 12:19: No os venguéis vosotros mismos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Usted y yo, estimado oyente, no tenemos que hacernos cargo de la venganza. Tenemos que dejar el asunto en las manos de Dios. El es el encargado de administrar justicia. El se hará cargo de ello mucho mejor que si lo hacemos nosotros.

Hablando con sinceridad, debo decir que yo he entregado a varias personas al Señor, en situaciones así. Situaciones que, humanamente hablando, yo habría arreglado de otra manera. Simplemente debemos poner esto en las manos del Señor. Y yo creo que el Señor obrará con justicia y si tiene que castigar a alguien, lo hará. Si uno buscase la justicia por su propia mano, esta actitud constituiría una falta de fe y confianza en Dios. Además, nuestra valoración de la justicia es imperfecta, defectuosa y corremos el riesgo de colocarnos fuera del propósito de Dios. Necesitamos aprender a recorrer el camino de la fe, aplicándolo a éstas y a todas las situaciones que despierten en nosotros resentimiento y el deseo de una acción inmediata. Cuando David escribió este salmo estaba en dificultades; estaba huyendo de Saúl. Sin embargo, cuando tuvo la oportunidad de matar a Saúl, no lo hizo. Y Saúl supo que David le había perdonado la vida. Y en el capítulo 24 del Primer libro de Samuel, Saúl le dijo a David, cuando éste perdonó su vida, él sabía que Dios le había entregado a él el reino, y admitió que David era más justo que él. Sin embargo, continuó tratando a David como a un enemigo en vez de traerlo a su casa en paz.

La oración imprecatoria de David, en la que deseaba que sus enemigos sufrieran algún mal o daño, no solo era personal sino también profética. La persecución contra David ilustra la situación de Israel durante el período de la gran tribulación. El clamor por su castigo justo será respondido cuando el Señor Jesucristo venga por segunda vez. El ejecutará el juicio y liberará a los elegidos de Dios. Escuchemos la oración de David leyendo los versículos 4 y 5 de este Salmo 35:

"Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida; sean vueltos atrás y avergonzados los que mi mal intentan. Sean como la paja delante del viento, y el ángel del Señor los acose".

Aquí podemos ver que David quería dejar esta situación en manos del Señor. Tenemos también la segunda mención del ángel del Señor, y ésta, con la del próximo versículo, son las únicas menciones al ángel, junto con la que vimos en el Salmo 34. Veamos ahora, los versículos 6 al 8:

"Sea su camino tenebroso y resbaladizo, y el ángel del Señor los persiga, porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo; sin causa cavaron hoyo para mi alma. ¡Véngale el quebrantamiento inesperado, y la red que él escondió lo atrape! ¡Caiga en ella con quebranto!"

Esto parece demasiado extremo. Es una oración imprecatoria, y creemos que no es coherente con la oración que un creyente tiene que hacer en la actualidad, ya que Dios nos ha dicho que tenemos que dejar estos asuntos en sus manos. Pero si usted cree que Dios no va a ejecutar venganza sobre los malvados, está equivocado. Él lo hará sin ser vengativo. Lo hará con justicia, con rectitud, y en santidad. Hacemos bien en presentarle nuestras quejas, porque Él actuará con justicia. Este es un gran salmo, que traerá consuelo a aquellos que se han sentido tratados injustamente. Escuchemos ahora lo que dijo David después de hacer esa oración. Leamos los versículos 9 y 10, de este Salmo 35:

"Entonces mi alma se alegrará en el Señor; se regocijará en su salvación. Todos mis huesos dirán: Señor, ¿quién como tú, que libras al afligido del más fuerte que él, y al pobre y menesteroso del que lo despoja?"

En este momento de su vida, David era un hombre pobre. Cuando él se encontraba en el exilio, vinieron a verle aquellos en su accidentada vida y en su pobreza. Pero Dios estaba con ellos y El libró a los afligidos de los poderosos que los explotaban. Y añadió en el versículo 16:

"Como aduladores, burladores y truhanes, crujieron contra mí sus dientes".

Los bufones de la corte en aquella época eran contratados para que divirtieran a los huéspedes en algún banquete. En este caso, se burlaban de David por haber huido y esconderse del rey Saúl. Quizás hasta se burlaron de él por haber vencido al gran gigante Goliat, y luego tenerle miedo a Saúl. Y el versículo 17 contiene una pregunta angustiosa:

"Señor, ¿hasta cuándo verás esto? Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones".

Estas palabras han sido pronunciadas siempre por aquellos que consideran que su dignidad ha sido pisoteada, que han sido deshonrados, difamados y tratados injustamente, o acosados por quienes ejercen autoridad sobre ellos. Estimado oyente, si este es su caso, le recordamos que cuando vivió en esta tierra, el Señor Jesucristo recibió ese mismo trato, hasta el extremo que entregó su vida por todos nosotros. Esa conducta humana no debería sorprendernos demasiado. Es una consecuencia natural de la maldad humana que, cuando se siente fuerte, aplasta a sus semejantes sin contemplaciones. Pero aquel que ha establecido una relación con Dios por haber confiado en el Señor Jesucristo como su Salvador, goza de la influencia del Espíritu de Dios, que en las circunstancias más opresivas de esta vida puede llenar el corazón de paz, mitigando el dolor de la injusticia y el abuso. Y en todos estos casos, estimado oyente, Dios está al tanto de su experiencia personal, e intervendrá en el momento oportuno. No le quepa a usted la menor duda.

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