Estudio bíblico de Salmos 69-72

Salmos 69, 70, 71 y 72

En nuestro estudio de hoy, llegamos al Salmo 69. Y este es un gran Salmo Mesiánico. Es otro salmo de David y es un poema único, pues trata sobre los años silenciosos de la vida del Señor Jesús. En el título del salmo encontramos una mención a "Los Lirios" de los valles, la Rosa de Sarón. Junto con el Salmo 22, es el salmo más citado en el Nuevo Testamento. El Salmo 22 trata sobre la muerte de Cristo y este Salmo 69 trata sobre la vida de Cristo. El salmo 22 fue el salmo más citado en el Nuevo Testamento y el Salmo 69, el segundo más citado. Fue citado varias veces en el evangelio de Juan, así como también en la Epístola del apóstol Pablo a los Romanos; en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, y en el libro de los Hechos de los apóstoles. Debemos decir además, que hay muchas referencias acerca de este Salmo que no son realmente citas textuales. Ha sido clasificado como un Salmo imprecatorio, porque en los versículos 22 al 28, encontramos lo que se describe como una oración imprecatoria, es decir, que se expresa el deseo de que alguien sufra un mal o un daño. Sin embargo, esta sección fue citada frecuentemente en el Nuevo Testamento. Este Salmo, como hemos destacado en nuestro Bosquejo, habla de los años de silencio en la infancia y juventud de Cristo, período del cual no tenemos prácticamente ninguna información. El doctor Lucas nos dio una referencia de cuando Él tenía doce años de edad, pero no tenemos más información hasta cuando Él tuvo treinta años. ¿Y qué ocurrió durante ese período? Bueno, este Salmo nos da algunos detalles. Vemos algunos de los días oscuros en Nazaret y sus horas oscuras en la cruz. La oración imprecatoria es realmente un clamor por justicia. Este es el salmo de Su humillación y rechazo. Comenzamos con El allí en el norte, en Nazaret. Escuchamos al principio una nota triste, como el sollozo del corazón de un niño pequeño, de un adolescente, de un joven. Leamos pues, el primer versículo de este Salmo 69:

"¡Sálvame, Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma!"

Observemos cuánto sufrió Él. Los sufrimientos físicos que Él padeció en la cruz ya fueron muchos, pero creemos que lo que El sufrió en esta tierra fue casi insoportable. Quizá, muchos de nosotros habríamos terminado con nuestra vida, si hubiéramos tenido que pasar por lo que Él pasó en esta tierra.

Durante esas últimas tres horas que El pasó en la cruz, se convirtió en el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Allí, Dios lo trató como al pecado mismo. Él había sufrido mucho durante Su vida, en realidad no había para nosotros ningún valor salvador en esos sufrimientos. Él ocupó el lugar de humillación, y lo hizo voluntariamente. Las limitaciones que Cristo tuvo como ser humano, fueron limitaciones que El se impuso a sí mismo. Ahora, a nosotros por ejemplo, me gustaría saber mucho más de lo que sabemos hoy. Nos agradaría aumentar nuestro conocimiento. Pero en contraste con esa actitud, cuando el Señor Jesús se convirtió en un hombre, se redujo a sí mismo, se humilló a sí mismo. En ese estado elevó Su clamor, como podemos ver también ahora en el versículo 2, que dice:

"Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; he llegado hasta lo profundo de las aguas y la corriente me arrastra".

Estas fueron las corrientes del sufrimiento que comenzaron cuando el Señor nació en un establo, que era probablemente parte de un mesón. El establo fue un lugar mejor para nacer porque nadie pudo ver lo que ocurrió en aquella noche, excepto los animales que allí se encontraban. Ellos fueron mejores testigos que el grupo morboso de gente que llenaba la posada. Pero allí en el establo comenzó su vida de sufrimiento.

Y luego vamos a Nazaret donde Él creció. Y en el versículo 3 se nos dice:

"Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios".

Durante esos treinta años hubo ocasiones en que sus ojos se enrojecieron de tanto llorar. ¿Por qué? Leamos el versículo 4:

"Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me odian sin causa; se han hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por qué. ¿Y he de pagar lo que no robé?"

Este versículo fue citado en Juan 15:25, que dice: "Sin causa me odian". Vemos que el Señor citó este versículo y se lo aplicó a sí mismo. Sus enemigos le odiaron sin ningún motivo, es decir, que su odio no tenía ninguna justificación. Romanos, capítulo 3, versículo 24, dice: justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús. El ser justificados gratuitamente es lo mismo que ser justificados son ningún motivo, sin una causa; o sea, que el Señor no encontró en nosotros ningún mérito. El no nos vio y se dijo: "bueno, como son buenas personas, voy a salvarles". Más bien, habrá visto que somos pecadores y nos justificó sin ningún otro motivo. Ahora, este salmo nos dice que los enemigos odiaron a Jesús sin causa, le odiaron sin motivo para que nosotros fuéramos justificados sin ningún motivo. Escuchemos ahora, lo que dice el versículo 5, de este Salmo 69:

"Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son ocultos".

¿Cómo puede aplicarse eso al Señor? Debemos recordar que Él vino a la tierra como un ser humano. Él era santo, inocente, sin contaminación, totalmente separado del pecado y las acciones de los pecadores. Pero en las últimas horas en que ocupó la cruz, Dios lo trató como pecador. Es a esto a lo que se resistió en el jardín de Getsemaní cuando oró diciendo: Padre, pasa de mí esta copa. ¿Qué copa? La copa del pecado, que era la copa de la maldad mía y la suya. El pecado que fue colocado sobre El le resultó terrible. Ese pecado, para nosotros, es natural. Pero para él fue espantoso, porque El era santo. Ahora, los versículos 6 y 7, dicen:

"No sean avergonzados por causa mía los que en ti confían, Señor de los ejércitos; no sean confundidos por causa mía los que te buscan, Dios de Israel, porque por amor de ti he sufrido afrenta; confusión ha cubierto mi rostro".

Había dos razones para que El soportara esto: (1) Sus enemigos le odiaron por ser quien era, de la misma manera que los pecadores no salvados odian hoy a la persona que ha sido justificada y (2) El vino para ocupar en esta tierra un lugar humilde. Ahora, escuchemos los que dice el versículo 8:

"Extraño he sido para mis hermanos y desconocido para los hijos de mi madre".

Eso nos dice algo que no conoceríamos de otra manera. María había tenido otros hijos. Lo cual confirma el relato de los Evangelios. El se convirtió en un extraño para su madre y para sus hermanos. Porque ellos se habían enterado de que la gente decía que José no era Su padre, que José era el padre de ellos, pero no lo era de Él. ¿Cree usted que a Él le tocó crecer en un hogar feliz? Realmente, creemos que aquel no fue un hogar feliz.

Observemos la frase desconocido para los hijos de mi madre. Aquí no dice "para los hijos de mi padre" porque José no era Su padre. Así que fue como un extraño, porque ellos eran hermanastros. Aquí vemos que este versículo enseña el nacimiento virginal de Cristo. Y dice el versículo 9:

"Me consumió el celo de tu Casa y los insultos de los que te vituperaban cayeron sobre mí".

Este es el versículo que el Señor también citó en referencia al templo en Jerusalén. Allí en el templo El encontró que se vendían animales para las ofrendas, así como pudo ver a los que cambiaban el dinero. El hizo un látigo de cuerdas y les expulsó del templo, diciéndoles, como registró Juan 2:16 y 17: ?Quitad esto de aquí, y no convirtáis la casa de mi Padre en casa de mercado. 17Entonces recordaron sus discípulos que está escrito: «El celo de tu casa me consumirá». Aquellos hombres religiosos, ocupados en asuntos económicos propios, se encontraban lejos de Dios. Y el versículo 10 añadió:

"Lloré, afligiendo con ayuno mi alma, y esto me ha sido por afrenta".

Cuando Él se ponía a ayunar, Sus hermanos lo ridiculizaban por hacerlo. Quizás hasta le decían que estaba fingiendo. Luego Él dijo algo más, aquí en el versículo 11:

"Me vestí, además, con ropas ásperas y me convertí en proverbio para ellos".

¿Y sabe usted cual era ese proverbio? Se había corrido la voz que era un hijo ilegítimo. Podemos imaginarnos como le hubiera llamado en la actualidad. Veamos lo que dice ahora, el versículo 12:

"Hablaban contra mí los que se sentaban a la puerta, y se burlaban de mí en sus canciones los bebedores".

Aquellos que se sentaban a la puerta eran los funcionarios de la ciudad, los jueces. O sea que los ciudadanos más importantes de la comunidad también hablaban en contra de él. Nazaret era un pueblo pequeño que no aceptaría al Señor Jesús porque no creían que El era el Hijo de Dios.

También dice aquí que los borrachos se burlaban de Él en sus canciones y con comentarios denigrantes para El y Su madre. Pero esa era Su vida en Nazaret. Debió de ser sumamente desagradable. ¿Y por qué El soportó todo eso? El fue criado en un pueblo donde fue llamado hijo ilegítimo para que usted y yo pudiéramos convertirnos en hijos legítimos de Dios. Nadie en el cielo podrá señalarme o decir que no soy un hijo de Dios. ¿Y sabe por qué? Porque el Hijo de Dios llevó esa carga sobre Él por mí en la cruz. EL pagó el castigo por mis pecados. No tenemos siquiera una noción aproximada de lo que El tuvo que soportar durante treinta años para que usted y yo pudiéramos tener un título reconocido como hijos legítimos de Dios. Y dice el versículo 13:

"Pero yo a ti oraba, Señor, en el tiempo de tu buena voluntad; Dios, por la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación, escúchame".

Este versículo fue citado en la Segunda Carta del apóstol Pablo a los Corintios 6:2. Ahora, los Evangelios nos dijeron que Jesús oró. Pero este salmo nos dijo qué oró. Leamos entonces los versículos 14 al 19 de este Salmo 69:

"Sácame del lodo y no sea yo sumergido; sea yo libertado de los que me aborrecen y de lo profundo de las aguas. No me arrastre la corriente de las aguas, ni me trague el abismo, ni el pozo cierre sobre mí su boca. Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia; mírame conforme a la multitud de tus piedades. No escondas de tu siervo tu rostro, porque estoy angustiado. ¡Apresúrate, óyeme! ¡Acércate a mi alma, redímela! ¡Líbrame por causa de mis enemigos! Tú sabes mi afrenta, mi confusión y mi oprobio. Delante de ti están todos mis adversarios".

Aquí vemos Su aflicción, pero también la certeza de Su liberación y victoria. Ni el foso ni el abismo pudieron retenerle. El fue librado de esos lugares.

Los próximos dos versículos nos hablan sobre las horas oscuras del Señor en la cruz. Leamos los versículos 20 y 21:

"Los insultos han quebrantado mi corazón y estoy acongojado. Esperé a quien se compadeciera de mí, y no lo hubo; busqué consoladores, y ninguno hallé. Me pusieron además hiel por comida y en mi sed me dieron a beber vinagre".

Y luego, tenemos la oración imprecatoria en el versículo 22, que dice:

"Sea su banquete delante de ellos por lazo, y lo que es para bien, por tropiezo".

Esto fue citado en la carta del apóstol Pablo a los Romanos 11:9,10. Algunos consideran que estas oraciones imprecatorias no son cristianas. Pero ya que se encuentran también citadas en el Nuevo Testamento con referencia a aquellos que han rechazado a Cristo, no vemos nada contrario a la fe cristiana en ellas. Y tenemos que estas oraciones imprecatorias han sido mal entendidas. Cuando nosotros las situamos en su propio contexto, vemos que forman parte del juicio pronunciado por los que han vuelto la espalda a Dios y están perdidos. Ahora, el versículo 25, dice:

"Sea su palacio desolado; en sus tiendas no haya morador"

Estas palabras fueron citadas por el apóstol Pedro en el Libro de los Hechos de los Apóstoles 1:20, con referencia a Judas Iscariote. Luego leemos en los versículos 26 al 28, de este Salmo 69:

"Porque persiguieron al que tú heriste y cuentan del dolor de los que tú llagaste. ¡Pon maldad sobre su maldad y no entren en tu justicia! ¡Sean borrados del libro de los vivientes y no se han inscritos en el libro de la vida"

En Apocalipsis 3:5, el Señor Jesucristo hizo una referencia acerca de borrar el nombre del libro de la vida. Aparentemente hay un libro de la creación y cuando nacemos, somos registrados en ese libro. Dice el Salmo 139:16, Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar ni una de ellas. También hay un libro de vida para aquellos que han sido salvados. Y hay un libro de obras. No hay aquí ninguna sugerencia de un nombre borrado del libro de la salvación. Y hay muchas explicaciones sobre este pasaje. Una de ellas afirma que cuando uno nace, es inscrito en el libro de Dios de los vivientes, como si fuera una especie de candidato para la salvación. Cuando alguien es borrado de ese libro, es que ha cruzado cierta línea rechazando a Cristo, y ya no es un candidato para la salvación. Aquí en el salmo 69, el "libro de los vivientes" es obviamente el libro de la creación y la frase no sean escritos con los justos significa que los nombres de las personas aludidas no serán escritos en el libro de la salvación.

Este Salmo finaliza con un glorioso canto de alabanza. Leamos el versículo 30:

"Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza".

La primera vez que el Señor vino a la tierra, pasó por la humillación. Pero regresará al mundo para Su exaltación. Y Él tendrá a los redimidos en esta tierra. Ellos serán los únicos que permanecerán en esta tierra. Y los únicos que estarán en el cielo serán los redimidos. Estimado oyente, hay solamente dos clases de personas en este mundo en la actualidad: las personas que están pérdidas y las que se han salvado. Pecadores redimidos y pecadores que no han sido redimidos. Y usted puede distinguir fácilmente en cuál de los grupos está usted.

Luego vemos el programa de Dios para los pobres. Leamos el versículo 33:

"Porque el Señor oye a los necesitados y no desdeña a sus prisioneros".

Algún día, Dios traerá justicia a este mundo, pero la justicia no será una realidad hasta Él venga. Y llegamos ahora al

Salmo 70

Este es un breve Salmo de David, que contiene un clamor urgente por liberación. Su contenido puede encontrarse en los últimos cinco versículos del Salmo 40. Un crítico dijo que era un fragmento insertado aquí accidentalmente. Y estaríamos de acuerdo con el crítico; pero quitando la palabra "accidentalmente". Se le llama un Salmo para el recuerdo Ahora, ¿por qué ha sido repetido aquí dicho fragmento? Porque nuestra memoria no es muy buena, y Dios lo sabía. De modo que, aquí tenemos algunas cosas para recordar. Leamos el primer versículo de este Salmo 70:

"Acude, Dios, a librarme; apresúrate, Dios, a socorrerme".

Aquí tenemos el clamor por ayuda inmediata. Y el versículo 5 dice:

"Yo estoy afligido y menesteroso; apresúrate a mí, oh Dios. Ayuda mía y mi libertador eres tú; ¡Señor, no te detengas!"

Muchos de nosotros caemos en esta categoría de afligidos y necesitados y EL quiere que sepamos que es nuestro auxiliador. Él está de parte de aquellos que se encuentran en esta condición. Y ahora llegamos al

Salmo 71

que es una elegía y un salmo para la ancianidad. Es evidente que el salmista, posiblemente David, era un anciano cuando escribió estas palabras. Leamos los versículos 4, 5 y 9, donde vemos fe y confianza:

"Dios mío, líbrame de manos del impío, de manos del perverso y violento, porque tú, Señor, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud. No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabe, no me desampares"

Este es pues un poema apropiado para los ancianos. Luego, en el versículo 18, tenemos otra referencia a la vejez:

"Aun en la vejez y las canas, Dios, no me desampares, hasta que anuncie tu poder a la posteridad, tu potencia a todos los que han de venir"

Estimado oyente, si usted está viviendo la ancianidad, deseche los pensamientos deprimentes. Dios no lo ha olvidado a usted y le mantenido en esta tierra hasta ahora con un propósito. Si su salud se lo permite, lleve una vida lo más activa posible para el Señor. Llegamos ahora al

Salmo 72

Vemos que es un Salmo para Salomón. Los críticos dicen que Salomón escribió este Salmo, pero no lo creemos a causa del último versículo. Así que sería un Salmo de David para su hijo Salomón. Dicen los versículos 1 y 2:

"Dios, da tus juicios al rey y tu justicia al hijo del rey. Él juzgará a tu pueblo con justicia y a tus afligidos con rectitud".

Dice el versículo 7:

"Florecerá en sus días justicia y abundancia de paz, hasta que no haya luna".

La justicia es el punto básico débil o ausente en programas políticos. Algún día el Señor Jesús reinará con justicia y el salmo rescribe ese reino glorioso. Dicen los versículos 17 al 19:

"Será su nombre para siempre; se perpetuará su nombre mientras dure el sol. Benditas serán en él todas las naciones; lo llamarán bienaventurado. Bendito el Señor Dios, el Dios de Israel, el único que hace maravillas. ¡Bendito su nombre glorioso para siempre! ¡Toda la tierra sea llena de su gloria! ¡Amén y amén!"

Aparentemente Dios le dio a David una gran visión del reino y reinado de Cristo cuando toda la tierra esté llena de Su gloria. Esto era por lo que David había orado. Así que dijo, en el versículo 20:

"Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí".

David había expuesto ante Dios sus motivos de oración y su pedido se haría realidad. Por lo tanto, no tenía ya más por lo que orar. Dios mediante, en nuestro próximo programa, vamos a comenzar con la tercera sección de este libro de los Salmos, Pero, estimado oyente, le invitamos a establecer una relación con Dios que le permita acercarse a Él como su Padre celestial, sabiendo que El le oirá, y le responderá.

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