Estudio bíblico de Efesios 1:5-6

Efesios 1:5-6

Estamos pasando por una de las cumbres de Efesios. Nos encontramos en la eternidad pasada, cuando Dios planeó la iglesia. No nos encontrábamos allí para darle nuestras sugerencias sobre como llevar a cabo su plan. Así que es Dios quien nos está contando como lo hizo. Él ha hecho tres cosas por nosotros al planear la iglesia. En primer lugar, hemos dicho que nos eligió, y ésa ya es difícil de asimilar; en segundo lugar, el Padre nos predestinó para ocupar la posición de hijos; y en tercer lugar, el Padre nos aceptó en Su Hijo amado.

Creemos que una de las mejores ilustraciones que podemos tener de este tema, la encontramos en el libro de los Hechos de los apóstoles, capítulo 27, versículos 22 al 24. Recordemos que el apóstol Pablo, después de haber padecido una tormenta huracanada y cuando su barco estaba inclinado peligrosamente, listo para hundirse, cuando los marineros ya habían arrojado algo de los aparejos de la nave, Pablo dijo al capitán de la nave: "Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave, pues esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, y me ha dicho: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; además, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo". Eso era elección de Dios. Dios había escogido que ninguno de los que había en ese barco, se perdiera. Un poco más tarde, Pablo encontró a un grupo de marineros que estaban tratando de abandonar el barco en un pequeño esquife para llegar a tierra de esa manera. Pero, Pablo dijo al capitán y a los soldados: "Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros". (Hechos 27:31) Bueno, el capitán de la nave podría haberle dicho a Pablo: "Un momento. Ya me has dicho que ninguno perecería"; y él estaba en lo correcto, eso es lo que Pablo había dicho. Y ésa era la parte de Dios: nadie perecería. Pero la condición era que si aquellos no permanecían en la nave, los demás no podrían salvarse. Y ésa era la parte del hombre; ellos debían permanecer en el barco.

Alguien lo explicó de esta manera: en la puerta del cielo, del lado nuestro, se puede leer: "Yo soy la puerta, el que por mi entre será salvo; entrará y. . . y hallará pastos". (Juan 10:9) "Pero luego, cuando usted pasa al otro lado de la puerta, cuando usted entra al cielo, puede mirar hacia atrás y ver que en esa misma puerta dice: "Escogidos en Él, antes de la fundación del mundo". Pero, amigo oyente, ya que yo todavía no he visto el otro lado de la puerta, le doy a Dios el derecho de planificar Su iglesia.

Ahora, Dios ha planeado la Iglesia; después de todo, éste es Su universo y la Iglesia es Su Iglesia. ¿Y cuál es este plan? Como decía el versículo 4, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de él. Y dice el versículo 5 de Efesios 1:

"Por su amor, nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad"

Otra versión traduce la última parte de este versículo de la siguiente manera: "según el buen propósito de su voluntad". Ahora, nos encontramos en una sección muy importante. Nos encontramos en el párrafo de nuestro Bosquejo General titulado Dios el Padre planeó la iglesia. (1:3-6). Nadie edificaría una casa sin haber preparado previamente un proyecto. Ahora surgen las preguntas: ¿Cuál es el proyecto de Dios? ¿Qué hizo Dios al planear la iglesia? La gran magnitud de su obra puede resumirse en la siguiente afirmación: Él hizo tres cosas: (1) Nos escogió en Cristo. (2) Nos predestinó para ser adoptados como hijos, y (3) Impartió Su gracia sobre nosotros en el Amado.

Necesitamos saber que hemos sido escogidos en Él y debemos mantenernos firmes hoy por Dios, y eso causará una diferencia en nuestra forma de vivir aquí en este mundo.

No podemos repetir con la suficiente frecuencia que la elección consiste en que Dios nos eligió en Cristo. Y enfatizamos nuevamente que los hombres no se pierden porque no hayan sido elegidos. Se pierden por ser pecadores. Ésa es la opción que ellos quieren, y la que han elegido. La voluntad libre del ser humano no es violada a causa de la elección de Dios. La persona perdida hace su propia elección. Agustín lo expresó así: "si no hubiera gracia por libre voluntad de Dios, ¿cómo puede Él salvar al mundo? Y si no hubiera voluntad libre en el hombre, ¿cómo puede el mundo ser juzgado por Dios? Escuchemos la enérgica declaración de Pablo en Romanos 9:14, "14¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? ¡De ninguna manera!" Si usted cree que hay alguna injusticia en Dios, sería mejor que cambiara de opinión.

No somos salvos por ser buenas personas, por hacernos miembros de una iglesia, o por sentir alguna inclinación de volvernos a Dios. Él dice que somos salvos porque Él extiende Su misericordia sobre nosotros. Y se lo tuvo que decir incluso a Moisés. Moisés no alegó méritos propios como para ser el líder que condujo a los israelitas fuera de Egipto, ni se consideró indispensable. Dios había dicho que Él tendría misericordia y compasión de quien Él quisiera. Dios le dijo a Moisés que iba a escuchar y contestar su oración, pero no porque él fuera Moisés, porque la elección no depende del deseo ni del esfuerzo humano sino de la misericordia de Dios.

Estimado oyente, yo estaré un día en el cielo, pero no por méritos personales o por haber sido una buena persona. Si usted me conociera como me conozco a mí mismo, usted me descalificaría. Y si yo le conociera como usted se conoce a sí mismo, también le descalificaría. Ambos somos pecadores y los méritos o logros personales no cuentan para nada. El único motivo por el cual estaremos allí en el cielo será la gracia de Dios. Hasta que usted y yo estemos dispuestos a venir a Él tal como somos y estamos, sin nada que ofrecer, y le permitamos que nos convierta en nuevas personas, nunca seremos salvos.

Es al pecador perdido a quien Dios está dispuesto a extenderle su misericordia.

No diga usted que su problema son los problemas intelectuales con la historia de la Biblia. Nuestro problema es que la Biblia condena el pecado en nuestras vidas. Dios le salvará cuando su corazón esté dispuesto a volverse a él. Dios lo planeó de esta manera para llevarnos a usted y a mí algún día al cielo. Y cuando lleguemos allí, comprobaremos que Él fue quien así lo hizo.

Y ahora, en el versículo 5, llegamos a la siguiente cosa que Dios hizo por nosotros: Por su amor, nos predestino. Algunos dirán que no sabían que se podía hablar de la predestinación y del amor conjuntamente, en el mismo versículo. Pero aquí están. El amor de Dios está implicado en esta palabra que ha infundido temor a muchos. La palabra "predestinación" viene del griego prooriso y significa literalmente "definir, marcar, separar. Significa delinear el horizonte". Si usted se encuentra al aire libre, en una zona muy llana y mira a su alrededor, en ciertos lugares sólo podrá ver nada más que el horizonte. Es como si usted estuviera colocado en esa área. Cuando se refiere a Dios, la predestinación tiene que ver con el propósito de Dios para aquellos que Él elige.

La palabra "predestinación" nunca se usa en referencia a personas que no son salvas. Dios nunca predestinó a nadie para que se perdiera. Si usted se pierde, estimado oyente, es porque ha rechazado el remedio provisto por Dios. Es como si tuviéramos a un enfermo que se está muriendo, a quien el médico le ofrece cierta medicina que le puede curar. Y el hombre podría mirar sorprendido al médico y decirle que no le cree. Podría extender su mano para recibirlo pero no lo hace. Cuando ese hombre muere: el informe médico dirá que murió de cierta enfermedad, y es verdad. Pero él tenía a su disposición un remedio y murió porque no lo quiso tomar. Dios ha provisto un remedio. Ahora, repetimos, Dios nunca ha predestinado a nadie para que se pierda. Aquí es donde entra en juego su voluntad, su libre albedrío y usted tiene que decidir por usted mismo que opción elegirá.

La predestinación tiene que ver sólo con los que son salvos. Y lo que esto quiere decir es que cuando Dios comienza con cien ovejas, Él va a finalizar con cien ovejas. Regresemos una vez más a la carta a los Romanos y allí encontramos un pasaje que es citado con frecuencia. Se encuentra en el capítulo 8 de esa epístola, en los versículos 28 y 29, que dicen: 28Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. 29A los que antes conoció, también los predestinó para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Como acostumbraba a decir el Dr. Torrey, "ésta es una almohada donde el corazón cargado puede descansar. Los que fueron llamados de acuerdo con su propósito son predestinados para ser transformados según la imagen de Su Hijo. Estamos hablando aquí de personas salvas. Romanos continúa explicando como se lleva esto a cabo. Leamos el versículo 30: 30Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. Es decir, que cuando Dios comienza con cien ovejas, Él va a finalizar con cien ovejas. Ahora, hay que admitir que ése es un buen porcentaje, porque aquellos que cuidan ovejas nos han dicho que ya quisieran ellos alcanzar un porcentaje de un 65 por ciento de supervivencia sobre el grupo inicial de ovejas, porque con esa cantidad ya podrían ganar dinero. Y entonces nos preguntamos ¿qué perjuicio habría en que se perdiera una oveja?

El Señor Jesucristo contó una parábola sobre un hombre que tenía 100 ovejas y una pequeña se había perdido. Esto se parece a lo que nos sucede a muchos de nosotros, que nos perdemos después de haber sido salvos. Eso no quiere decir que perdemos nuestra salvación, pero con toda seguridad nos apartamos de una relación de compañerismo con El buen Pastor. Algunos creyentes se han alejado tanto que realmente temen haber perdido la salvación. Pero la pequeña oveja perdida es aún una oveja aunque se encuentre alejada y perdida. Dijo el profeta Isaías 53:6, "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas. . ". Ésa es nuestra propensión, ésa es nuestra tendencia, ésa es la dirección que llevamos. Nosotros no vamos hacia Dios: más bien nos alejamos de Él y nos vamos a lugares apartados, alejados completamente de Él. ¿Y qué hace el pastor? Bien, Él sale a buscar a esa oveja perdida. Seguramente ningún granjero saldría de su casa en una noche fría, durante alguna tormenta o quizá bajo la nieve, para buscar a una oveja perdida. Más bien, diría: "Bueno, habrá que dejarla ir". Pero, gracias a Dios, estimado oyente, que nosotros tenemos un Pastor que nunca adoptaría esa actitud. Él sabe que comenzó con cien ovejas, y va a terminar con cien ovejas. Ahora, supongamos que ha llegado el día futuro en el que Él deba contar estas ovejas allá arriba en el cielo. Pues allí estarán todas ellas, sin faltar ni siquiera una. Eso es lo que quiere decir predestinación. Yo no sé en cuanto a usted, estimado oyente, pero amamos esa Palabra. Ésa es la garantía de Dios que tenemos. Bien dijo Jesús en Juan 16:27 y 28: "27Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen; 28yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano". Recordemos siempre que si las ovejas son salvas, no lo serán por ser ovejas inteligentes porque, por cierto, son animales bastante torpes. Si están en un lugar seguro es porque tienen un pastor maravilloso. Ésta es realmente una hermosa y reconfortante verdad.

Ésta es la segunda cosa que Él hace por nosotros. Pero Él también nos ha predestinado para ser adoptados hijos Suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad. Adopción, quiere decir que hemos sido colocados en la posición de hijos crecidos. Ya hemos tratado este tema cuando estudiamos la carta a los Gálatas. Y creemos que ello implica dos cosas muy importantes. En primer lugar, que nosotros hemos sido regenerados por el Espíritu Santo. Como dijo el apóstol Pedro en su primera carta 1:23, el hijo de Dios ha sido renacido no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Ha nacido a una nueva relación. Esto es lo que el Señor Jesús quiso decir cuando habló con Nicodemo y le dijo que él debería nacer de nuevo. Ahora, en segundo lugar, la adopción quiere decir algo más. Quiere decir un lugar de posición y de privilegio. Cuando somos salvos, nacemos en la familia de Dios como pequeñas criaturas en Cristo; pero además, se nos da la posición de un hijo adulto. Nos encontramos en una posición en la cual podemos comprender la Palabra del Padre, porque Él nos ha dado el Espíritu Santo como nuestro Maestro.

Los niños pequeños a veces no pueden comprender lo que decimos, pero, amigo oyente, Él nos ha colocado ahora en una posición donde podemos comprender lo que Él dice. ¿Y cómo? Bueno, el apóstol Pablo dijo en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 2, versículo 12: "Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido". Y todo esto ha sido hecho por medio de Cristo Jesús. Porque, como dijo el apóstol Pablo a Timoteo en su primera carta, 2:5, "5pues hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre". Leamos ahora el versículo 6, del capítulo 1, de la epístola a los Efesios que estamos considerando, que dice:

"Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado."

Ya que todo este proceso es para la gloria y honra de Dios, Pablo entonó esta hermosa doxología, este maravilloso salmo de alabanza. Todo se ha hecho en base a Su gracia y el propósito es la gloria de Dios. El comienzo es la gracia; la concepción es la adopción; y la recepción, es para su gloria y honra.

En la frase "nos hizo aceptos en el Amado", el Amado se refiere a nuestro Señor Jesucristo. Fue Él quien dijo en el evangelio según San Juan, capítulo 17, versículo 24: "Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado, porque me has amado desde antes de la fundación del mundo". Dios ve al creyente en Cristo y Él acepta al creyente de la misma manera en que acepta a Su propio Hijo. Y eso es maravilloso. Ésa es la única base por la cual yo podré estar en el cielo. No puedo entrar allí por mis propios méritos. Sólo puedo ser aceptado en el Amado. Dios ama al creyente, estimado oyente, de la misma manera en que ama a Cristo, porque el creyente está en Cristo, unido a Cristo. Y el Señor Jesucristo dijo en el capítulo 17 del evangelio según San Juan, versículo 23: "Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado".

Ésta es la obra triple que fue llevada a cabo aquí por Dios el Padre. Él nos escogió en Cristo. El Padre nos predestinó para ser adoptados hijos suyos. El Padre nos hizo aceptos en el Amado. Y todo esto es para la alabanza de la gloria de su gracia. Él es quien recibe la alabanza. Él es quien hizo todo.

¿Sabe una cosa, estimado oyente? Todo esto es por su bien y por el mío. Y me agrada disfrutar de esta verdad, y hablo de ella porque vale la pena hacerlo. Tiene mucho más valor que todos los chismes y habladurías que a veces se oyen en nombre de la religión. Cómo necesitamos ver la gracia de Dios revelada en Cristo.

En nuestro próximo programa comenzaremos a considerar el versículo 7, a partir del cual el tema gira alrededor del precio que el Hijo de Dios pagó por la iglesia. Por nuestro estudio de los libros del Antiguo Testamento, vimos la realidad del pecado en la naturaleza humana, que aleja a los seres humanos de su Creador, y como el pecado destruye a las personas interior y exteriormente. Especialmente en los libros de Éxodo, Levítico y Números, vimos como los sacrificios realizados en el altar prefiguraban la obra redentora de Cristo, realizada en el altar de la cruz, donde derramó Su sangre para que al creer en Él como nuestro Salvador, fuéramos librados del castigo del pecado y nos convirtiéramos en hijos de Dios. El conjunto de los hijos de Dios comenzó a formar este pueblo de Dios que llamamos la iglesia. Y todo este proceso se está llevando a cabo hoy en el mundo, tal como fue diseñado en la eternidad pasada, antes de la creación del mundo, nos escogió en Cristo para que lleváramos una vida santa, sin defecto en Su presencia. Y por su amor nos había destinado para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según la determinación bondadosa de su voluntad. Esta obra la llevó a cabo para que alabemos siempre a Dios por su gloriosa bondad, por su compasión y misericordia hacia quienes estábamos alejados de Él, es decir, por Su amor expresado en la obra del Señor Jesucristo en la cruz.

Por todo ello, estimado oyente, le invitamos a pensar en que Dios ha pensado en usted desde tiempos remotos. Su aparición en el mundo, su vida, no es un simple incidente biológico producto del azar. Independientemente de su situación en esta vida, usted tiene mucho valor para Dios. El Dios que le creó, quiere ser también Su Salvador. Y si usted, reconociendo su necesidad de la salvación da el paso de fe de creer en el Señor Jesucristo como Salvador, entonces, Dios le acepta como hijo. A partir de ese momento, su vida adquiere un nuevo significado, pues experimentara, por la obra del Espíritu Santo la acción de Dios en su vida, guiándole, dándole fuerzas para la vida diaria, y haciéndole experimentar por anticipado las bendiciones de la vida eterna.

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