Estudio bíblico de Efesios 1:7-11

Efesioes 1:7-11

En este día, amigo oyente, regresamos a este maravilloso primer capítulo de la Epístola a los Efesios. Éste es el capítulo que muestra a la Iglesia como el cuerpo de Cristo. Dios el Padre planificó la Iglesia y ahora nos encontramos en una sección donde vemos que Dios el Hijo ha pagado por la Iglesia. Lo primero que notamos aquí es que hemos sido redimidos por Su sangre. Tenemos redención. Y en nuestro programa anterior examinamos las tres palabras griegas que se usan en el original griego del Nuevo Testamento y que son traducidas al castellano por la redención. Leamos nuevamente el versículo 7:

"En él tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia"

Un Dios justo perdona en base a que el castigo ya ha sido ejecutado. Ahora, ¿cuándo fue ejecutado? Cuando Cristo derramó su sangre hace más de 2.000 años. La imagen de Cristo derramando Su sangre en la cruz no resulta estético y no le agrada a la naturaleza refinada del hombre civilizado de la actualidad, en cambio al ser humano el pecado no le parece tan malo. Trata de ser sofisticado y se considera progresista y muy inteligente. Pero, amigo oyente, tenemos que reconocer que somos pecadores perdidos, y Dios no puede perdonarnos hasta que el castigo haya sido ejecutado. Y la buena noticia es que ese castigo ya ha sido ejecutado. Es por esa razón que en la Palabra de Dios uno encontrará el perdón mencionado junto a la sangre de Jesucristo. Porque el perdón depende de la sangre de Jesucristo. Aquí nos podemos dar cuenta de cuán valiosa es la sangre de Cristo. Lo hemos dicho anteriormente y lo repetiremos otra vez. Acérquese a Dios siendo nadie, y permita que Él le convierta en alguien. Él puede perdonarle sus pecados porque Él ya pagó el castigo por sus pecados, y ésa es la única forma en que usted y yo podemos obtener el perdón por nuestros pecados.

El Señor Jesucristo les dijo a Sus discípulos en el evangelio según San Lucas, capítulo 24, versículos 46 y 47: "Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos al tercer día; y que se predicara en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén". Y el apóstol Pablo dijo lo mismo en su carta a los Colosenses, capítulo 1, versículo 14: "en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados". Cuando Jesús se encontró con Pablo en el camino de Damasco, le dijo que se dirigiera a los no judíos, como dice el relato en los Hechos 26:18, "Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados". El derramamiento de la sangre de Cristo y Su muerte en la cruz es el fundamento del perdón, sin lo cual no lo hay. Dios no puede perdonar hasta que el castigo haya sido pagado.

La palabra para "pecados" es "paraptoma", que significa un delito o caída. El apóstol Pablo describió el primer pecado del hombre como una transgresión en Romanos 5:15. Y utilizó la misma palabra en Romanos, capítulo 4, versículo 25: "El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación". Así es que la palabra pecados incluye la lista completa de todos los pecados imputable al ser humano. Agustín lo expresó concisamente al decir: "Cristo compró a la iglesia impura para poder hacerla inmaculada". Cristo la compró con Su propia sangre y pagó el castigo por nuestro pecado.

Y como continúa diciendo el versículo 7, la redención y el perdón son otorgados "según las riquezas de su gracia". Ésa es una expresión interesante. Observemos que él no dijo "de" las riquezas de su gracia, sino "según" las riquezas de su gracia. Permítanos ilustrar la diferencia que existe aquí. Hace algunos años un millonario estaba jugando en un campo de golf y siempre le daba al caddie, su ayudante, una moneda. Como usted puede ver, él no estaba dando aquí según sus riquezas: estaba dando de sus riquezas. Si este hombre hubiera dado según sus riquezas, entonces su ayudante hubiera llegado a ser rico. Pues bien, de la misma manera, Dios nos ha redimido según las riquezas de Su gracia. Dios es rico en gracia, y Él está dispuesto a dar de acuerdo con Sus riquezas de gracia. Él ha tenido que concederme mucha gracia a mí, pero aún le queda suficiente para usted. Él tiene lo suficiente como para darnos a todos nosotros. Dios puede salvarle, guardarle, y todo ello debido a Su gracia.

Estamos tratando el tema de la obra de Dios el Hijo a favor de la iglesia. Esa obra es triple: (1) Cristo nos redimió por Su sangre; (2) Él ha revelado el misterio de Su voluntad; y (3) Él nos recompensa con una herencia.

Hemos examinado las palabras griegas para la redención y vimos que implicaban el pago de un precio que era la sangre de Cristo: podemos tener perdón porque Él pagó el precio. Sabemos que, figurativamente hablando Cristo fue al mercado donde estábamos en venta con el grupo de esclavos del pecado y nos compró a todos. Él va a usarnos para Sí mismo y entonces establece una relación personal. También vimos que nos compró para ponernos en libertad. Y hay que destacar que la palabra para redención en el versículo 7 de este capítulo 1 de Romanos, "apolutrosis", significa que Dios nunca le pregunta qué ha hecho usted por Él. Y esto es precisamente lo maravilloso de la gracia de Dios; cuando Dios le salva por Su gracia, no le pone en deuda con Él. Dios le compró para ponerle a usted en libertad.

Alguien podría preguntar: ¿pero no tenemos que servirle? Es verdad. Pero sobre una base diferente, es decir, en base a una nueva relación; una relación de amor. En Juan 14:15, leímos que el Señor Jesús les dijo a Sus discípulos: "Si me amáis, guardad mis mandamientos". No les dijo: "como he muerto por vosotros, tenéis que cumplir mis mandamientos". Les dijo, si me amáis. Así que, si hoy usted le ama, Él quiere que usted le sirva. Si usted no le ama, olvídese de este tema del servicio. Hoy oímos hablar mucho de tener un compromiso con Cristo. Estimado oyente, usted y yo tenemos muy poco que comprometer ante Él. Tenemos que responder con una actitud de amor hacia Él y esto implica una base totalmente diferente. Nosotros le amamos porque Él nos amó primero.

Ahora llegamos a la segunda obra de Dios el Hijo a favor de la iglesia, Él reveló el misterio de Su voluntad. Leamos los versículos 8 al 10, de este primer capítulo de la epístola a los Efesios

"Que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia. Él nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en el cumplimiento de los tiempos establecidos, así las que están en los cielos como las que están en la tierra."

¿Qué es un misterio en las Sagradas Escrituras? No es una novela o historia de misterio, ni algo sobre lo cual uno se hace preguntas o le anda dando vueltas. Un misterio en las Sagradas Escrituras quiere decir que Dios estaba revelando algo que hasta ese momento Él no había revelado. Hay dos elementos que siempre entran en un misterio del Nuevo Testamento: (1) No puede ser descubierto por medios humanos, porque es siempre una revelación de Dios; y (2) es revelado en el momento oportuno y no ocultado, y se revela lo suficiente para establecer el hecho sin que se hagan conocer todos los detalles.

Hay unos once misterios mencionados en el Nuevo Testamento. Pero aun considerando tales misterios, ¿sabe usted que Dios no nos ha dicho todo? Hay muchas cosas que Dios no nos ha revelado. Hay muchas preguntas que yo quisiera hacerle a Dios. Hay muchas personas que nos escriben haciéndonos muchas preguntas, y nosotros tratamos de contestarlas. Bien, yo tengo muchas preguntas también, y no tengo a quién hacérselas porque nadie conoce las respuestas. Pero algún día, amigo oyente, Él nos las revelará.

Bien, entonces, un misterio es algo que Él no ha revelado previamente y nos lo está dando a conocer. Así, ahora tenemos este maravilloso misterio que no fue revelado en el Antiguo Testamento. Vamos a recordar los versículos 8 y 9 para ampliar de alguna manera, leyéndolos de otra versión: "que Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento. Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo". Ahora, ¿cuál es el misterio de Su voluntad? En primer lugar, es algo revelado conforme a sabiduría y prudencia. No es algo sencillo o simple. Los que nos escriben nos dicen que presentamos el evangelio de una forma comprensible para la gente. Y apreciamos esas opiniones porque eso es lo que debemos hacer. Pero tenemos que decir aquí también, que hay temas profundos de la sabiduría de Dios, que ni usted ni yo podemos explorar fácilmente, o misterios en los cuales no podemos penetrar en absoluto. Por tanto, tenemos que utilizar toda la agudeza mental que tenemos, para poder tratar de comprender algo de los grandes propósitos de Dios, y del plan de Dios. Y Dios quiere que conozcamos estas cosas porque ahora este misterio ha sido revelado.

En el versículo 10 habla de reunir todas las cosas en Cristo, en el cumplimiento de los tiempos establecidos. Otra versión traduce: "con miras a una buena administración en el cumplimiento de los tiempos, es decir, de reunir todas las cosas en Cristo".

En primer lugar, no se está hablando aquí de un período de tiempo, como si el escritor se refiriera a una época. Escuchamos hablar acerca de la época o período de la gracia; ése sí es un período de tiempo. La expresión de nuestro pasaje "los tiempos establecidos", a veces traducida como "dispensación" "administración" o "economía" en realidad es un orden o un sistema que se pone en vigor, que se lleva a la práctica. Es una forma de hacer las cosas.

Por ejemplo, hemos oído hablar de cursos de economía doméstica, en el cual las personas aprenden como llevar las cosas en un hogar. Es decir que uno planea por ejemplo las comidas que va a tener hoy, las que tendrá en la cena del día de mañana, y lo que va a hacer más adelante, elaborando un calendario. También debemos decir que hay cursos de "Economía Política", es decir, sobre la forma de ejercer el gobierno de una nación y en ese sentido, cada país tiene su sistema de gobierno, así como diferentes maneras de organizar otros asuntos como, por ejemplo, el tráfico, la enseñanza, etc.

Así que al hablar de "administración" "sistema" o "economía" vemos que pueden encajar en un período de tiempo. Pero realmente se refieren a la forma en que Dios hace las cosas en cierta época en particular. Por ejemplo, es evidente que Dios trató con Adán en base a una relación diferente a la que trata con nosotros. Cualquiera puede reconocer que la situación en el jardín del Edén era diferente a la nuestra hoy. Y Dios trató con Adán de una manera diferente a como trata con nosotros en la actualidad.

Ahora bien, Dios ha tenido un solo método de salvar a la gente. Todo su plan se apoya sobre un método de salvación. Sin embargo, la aproximación, el planteamiento y el hombre bajo un determinado sistema han sido diferentes. Por ejemplo, Abel ofreció a Dios un cordero y así lo hizo también Abraham. Los sacerdotes del Antiguo Testamento ofrecieron a Dios corderos, y Dios consideró que estaba bien. Pero ésa no es la forma en que Dios nos dice que nos aproximemos a Él. Es que nosotros vivimos en una economía diferente.

Recordemos aquí que en este versículo se nos habla del cumplimiento de los tiempos establecidos. Ahora, ¿cuál es ese cumplimiento de los tiempos? Bueno, no podemos entrar en todos los aspectos de esa expresión, pero podemos decir que Dios está actuando e impulsando todas las cosas hacia el momento en que Cristo gobierne sobre todo en los cielos y en la tierra. Ésta es la "plenitud de los tiempos", el "pleroma", cuando todas las cosas estén bajo el gobierno y autoridad del Señor Jesucristo. Esa plenitud es como un vasto receptáculo dentro del cual siglos y milenios han estado cayendo. Todo el pasado, el presente y el futuro confluyen hacia el instante en que toda rodilla tendrá que doblarse y toda lengua confesar que Jesús es el Señor. Éste es el misterio que nos es revelado. El propósito de reunir todas las cosas en Cristo, en el cumplimiento de los tiempos establecidos, así las que están en los cielos como las que están en la tierra. Y como dice el escritor de Hebreos 2:8, aprendemos lo siguiente de Cristo, que Dios le sujetó todas las cosas, nada dejó que no le sea sujeto, aunque todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. Estas palabras dejan bien en claro que aún no hemos llegado a ese momento de la historia. Es que estamos viviendo en una economía diferente, en un orden diferente. Pero Dios nos ha revelado este acontecimiento que va a ocurrir, y que no había sido revelado en el pasado.

El cielo y la tierra no están afinados en la actualidad. No coinciden en el mismo tono. Nosotros estamos interpretando nuestra propia melodía. Pero llegará un día en el cual el cielo y la tierra estarán afinados y entonces, en una armonía perfecta todas las cosas que existen serán reunidas en Cristo Llegamos ahora a la tercera obra de Dios el Hijo a favor de la iglesia: Cristo nos recompensa con una herencia. Leamos el versículo 11 del capítulo 1 de Efesios, que dice lo siguiente:

"En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad"

Aquí tenemos otra hermosa verdad. Él nos da una herencia, es decir, que nos recompensa por algo que no hemos hecho. Es el plan y propósito total de Dios, que los creyentes tengan una parte en la herencia de Cristo. Ellos van a heredar con Cristo porque ellos están en Cristo, están unidos a Cristo. En la epístola a los Romanos, capítulo 8, versículo 17, Pablo dijo: "Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados". Luego, en su primera epístola a los Corintios, capítulo 3, versículos 21 al 23 dijo: "Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, Apolos o Cefas, sea el mundo, la vida o la muerte, sea lo presente o lo porvenir. Todo es vuestro, y vosotros sois de Cristo y Cristo de Dios". Ésa es una declaración tremenda por parte de Dios. No podemos comprenderla ni asimilarla, pero nos eleva del lugar en donde estamos sentados hasta el mismo cielo. Todas las cosas son nuestras. Cristo me pertenece a mí, Pablo también me pertenece a mí. Incluso la muerte misma puede pertenecerme. Todo es mío. Y es así porque Él me lo ha dado. Cristo es mío. Dios es mío. ¡Qué experiencia para nosotros!

A veces uno siente deseos de gritar ante una realidad tan maravillosa. Él ha predestinado todo esto. Él lo ha determinado. Y reiteramos que esta provisión, esta experiencia se refiere a las personas que han sido salvas. Recordemos que Dios nunca predestinó a una persona para que se perdiera. Él nos ha predestinado a nosotros para que recibamos una herencia. Y si Él no la hubiera predestinado para mí, yo nunca la habría conseguido. Es algo que no merezco. Es una recompensa que proviene de Su gracia y no de mis propios méritos. Ésta es la voluntad de Dios, y ésa es la única base en la cual todo esto se hace realidad. Es bueno, es correcto, y es lo mejor. ¿Por qué? Porque ése fue el propósito de Dios, estimado oyente, y usted no podría recibir algo mejor.

Así que, recapitulando, estas son las tres obras maravillosas que Cristo ha hecho por nosotros: nos redimió con Su sangre; nos ha revelado el misterio de Su voluntad; y nos recompensa con una herencia. ¡Qué hermoso es esto, yo no puedo perder! Él pagó por la iglesia, y yo le pertenezco porque Él pagó un precio.

Tenemos que decir que hoy la iglesia es muy importante para Él. Los planes humanos aquí en la tierra no tienen importancia. Nosotros pensamos que la tienen. Los seres humanos están corriendo de aquí para allá con un proyecto para el mundo actual, pero ellos ni siquiera estarán aquí en los próximos cien años. Esta generación ya habrá pasado a la historia. Pero los grandes planes de Dios serán llevados a cabo. Y tenemos que estar agradecidos a Dios por ello.

Y llegamos ahora al último tema básico de este capítulo 1, y por supuesto sólo podemos mencionarlo, porque ya el tiempo se nos acaba. En este primer capítulo de Efesios, que hemos titulado "La Iglesia es un Cuerpo", hemos visto que Dios el Padre planeó la iglesia, antes de la creación del mundo. Después consideramos que Dios el Hijo pagó el precio por la iglesia, derramando Su sangre en la cruz. Y en nuestro próximo programa veremos cómo Dios el Espíritu Santo protege a la iglesia. En tal sentido, el versículo 13 de este capítulo 1 dice que fuimos sellados con el Espíritu Santo. Un pasaje destacado en tal sentido es el de Primera de Corintios 12:13, en el cual el apóstol Pablo dijo: "porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo."

No olvidemos el énfasis de esta sección que hemos terminado, y seamos conscientes de que los acontecimientos humanos se han desarrollado hasta ahora y continúan moviéndose en la dirección señalada por las palabras que hemos leído, aproximándose al clímax de la historia humana, en el cual el Señor Jesucristo ocupará el lugar que le corresponde, cuando todas las personas y elementos sean puestos bajo Su autoridad y control. Mientras ese día no llega, estimado oyente, le invitamos a unirse a los planes divinos, estableciendo una relación con Dios por medio de Jesucristo.

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