Estudio bíblico de Efesios 6:10-12

Efesios 6:10-12

Bien, llegamos ahora al tema concreto de este capítulo que es "la Iglesia como soldado", En los versículos 1 al 9 hemos considerado las relaciones del soldado cristiano, comenzando por su formación y relaciones en el hogar y continuando con sus relaciones en la sociedad. Ahora vamos a estudiar el párrafo que trata el tema de:

El enemigo del soldado

Hemos visto al cristiano en sus relaciones: le vimos en el hogar, y allí es donde Dios comienza con él. Y luego vimos que Dios tiene algo que decirle cuando sale al exterior, al mundo, donde puede ser un empleado o un jefe, y como un hijo de Dios tiene que contribuir al bienestar de la sociedad contemporánea. Tiene que producir algo de una forma o de otra.

Ahora tenemos que hablar del enemigo del soldado, porque se presenta una batalla en la cual tiene que luchar. Uno de los asuntos mal entendidos en el día de hoy es que el hijo de Dios se encuentra en una batalla, y que la batalla se está desarrollando a un nivel espiritual.

Si los deberes y responsabilidades normales no se cumplen fielmente, no podrá haber victorias espirituales en la esfera de las conquistas cristianas. Frecuentemente nos preguntamos porqué observamos, por una parte, una enseñanza sistemática de la Biblia y sus doctrinas y, por otra parte, un nivel de vida espiritualmente bajo. Parece que el conocimiento estuviera acumulado en la mente, pero no se transmitiera a los pies que transitan por esta vida. Existe un peligro en considerar que todo lo que necesitamos es acumular conocimientos y un vocabulario con el cual expresar elocuentemente los fundamentos de la fe cristiana, pero que al mismo tiempo podemos vivir vidas cristianas descuidadas, negligentes. Esta actitud implica no entender cuál es el lugar donde realmente se libra la batalla espiritual.

Muchos esperarían ver actuar al enemigo espiritual del soldado cristiano en ciertos lugares de dudosa reputación. Pero debemos reconocer que su principal área de actuación se encuentra en donde menos esperaríamos encontrarle. Y nos referimos a los círculos cristianos, sin excluir, por supuesto, a la iglesia. La batalla espiritual tiene lugar precisamente allí donde hay alguien exponiendo la Palabra de Dios, donde un grupo de cristianos o una congregación cristiana se apoya en esa Palabra. Ése es el lugar que el diablo quiere destruir y, por la tanto, donde se desarrolla esa lucha espiritual.

¿Sabe usted cuál era el lugar más peligroso donde uno podía haber estado la noche en que Jesús fue arrestado? ¿Era entre los fariseos? ¿En los sectores marginales de aquella sociedad donde abundaban los maleantes y criminales? No. El lugar más peligroso para estar era el aposento alto donde se encontraba Jesucristo. ¿Y sabe por qué? Porque allí era donde aquella noche se encontraba Satanás. El relato Bíblico nos indicó que entró en Judas Iscariote para traicionar a Jesús. Allí estaba el enemigo. Si pudiéramos escucharles hoy, estamos seguros de que tanto Judas Iscariote como Simón Pedro nos darían testimonio del hecho que aquel era el lugar más peligroso, el más vulnerable para estar aquella noche en Jerusalén. Es necesario que reconozcamos el lugar donde se está desarrollando la batalla espiritual.

Ahora, dijimos al comenzar nuestro estudio en esta epístola a los Efesios se podía comparar al libro de Josué. Que Josué era para el Antiguo Testamento, lo que el libro de Efesios es para el Nuevo Testamento. Josué condujo a los israelitas a través del río Jordán para entrar en la tierra de Canaán. Pero había enemigos en aquella tierra. Había batallas en las que luchar y victorias por conquistar.

El río Jordán no es una figura de nuestra muerte y la tierra prometida no es una figura del cielo. Ese río en realidad nos habla de la muerte y resurrección del Señor Jesucristo; y usted y yo, desde un punto de vista espiritual, podemos cruzar, por medio de la muerte y resurrección de Cristo, por el desierto de este mundo hacia Canaán, y esa experiencia tiene lugar en la actualidad. El hijo de Dios debería estar viviendo en el día de hoy en Canaán. Recordemos que Canaán no representa al cielo; no podría ser de ninguna manera porque cuando los hijos de Israel entraron en esa tierra, allí había enemigos con quienes enfrentarse y batallas en las que luchar. Usted y yo como creyentes, estamos, espiritualmente hablando, implicados como soldados en esa lucha. El enemigo ya ha sido identificado y la batalla se encuentra ante nosotros.

Ahora, cuando Josué entró a esa tierra, allí había tres enemigos que se le enfrentaron. En primer lugar estaba la ciudad de Jericó, que se destacaba inmediatamente en el camino a recorrer. Jericó representa el sistema de valores del mundo actual. Lo que Jericó era para Josué, el mundo de hoy lo es para el creyente. A Josué se le indicó que debería marchar alrededor de la ciudad, y no que luchase contra ella. No podemos vencer al mundo luchando contra él. Sería un error utilizar ese método. Dice 1 Juan 5:4-5, "4porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 5¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" La única manera en que podemos vencer al mundo es por medio de nuestra fe y confianza en Dios. También dice la misma 1 Juan 2:15, "No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él". Los elementos del sistema del mundo son transitorios, y el hijo de Dios no debería amarlos, hasta el punto de apegarse a ellos. Nuestra experiencia en el mundo debería parecerse a la de los israelitas en Canaán aprendiendo, por supuesto, de sus errores.

El segundo enemigo enfrentado con Josué fue la pequeña ciudad de Hai. Ahora Hai, representa la carne, la parte física, nuestra vieja naturaleza. Josué pensó que sería muy fácil triunfar sobre Hai y por tanto envió a un pequeño contingente. Y entonces sufrieron una tremenda derrota. Cuando los derrotados soldados regresaron, Josué se postró en tierra sobre su rostro y comenzó a lamentarse y a orar ante Dios. Vemos en Josué 7:10-11, que Dios le dijo: "Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro? Israel ha pecado". Y ese pecado tuvo que ser confesado y dejado de lado antes de que Dios les diera la victoria a los israelitas. Y eso es lo que usted y yo tenemos que hacer si queremos vencer a nuestra vieja naturaleza.

Hay muchos creyentes que creen vivir una vida de victoria y están andando alrededor de Jericó en el día de hoy, haciendo sonar la trompeta, de la misma manera en que lo hicieron los hijos de Israel, y diciendo: "Yo no hago esto, yo no hago aquello". En realidad, han sido derrotados por la su vieja naturaleza carnal. Son dominados por el temperamento, por el mal genio. Son dominados por el pecado de la calumnia, de la mentira. Cierto cristiano preguntó en una ocasión: "¿Por qué es que yo continúo teniendo una tendencia natural a mentir?" Bueno, eso es lo que esa naturaleza vieja hace con naturalidad. Tenemos que evitar que las inclinaciones de esa naturaleza obtengan una victoria sobre nosotros. No olvidemos que esa antigua ciudad de Hai, representa a esa naturaleza propensa al pecado.

Ahora, en tercer lugar, Josué tuvo que enfrentarse a un tercer enemigo: los gabaonitas. Estos eran individuos bastante astutos. El episodio está relatado en Josué 9:4-11. Ellos en realidad vivían muy cerca de donde se encontraban los hijos de Israel, pero como usted bien puede recordar, engañaron a Josué, y tomaron sacos viejos sobre sus asnos, y odres viejos de vino, rotos y remendados, y zapatos viejos y recosidos en sus pies, con vestidos viejos sobre sí, y todo el pan que traían para el camino era seco y mohoso. Con todo esto, quisieron aparentar que habían hecho un viaje muy largo y llegaron así ante Josué y le dijeron que habían oído hablar mucho de ellos, de cómo Dios les había liberado de Egipto, de sus victorias sobre otros pueblos, y le expresaron su deseo de firmar un tratado con ellos. Estimado oyente, ésa es la forma en la cual el diablo se acerca a nosotros hoy, logrando que sus servidores sean atractivos y convincentes.

Recordemos que el apóstol Pablo escribió lo siguiente en Segunda de Corintios 11:14-15; "14Y esto no es sorprendente, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. 15Así que, no es extraño si también sus servidores se disfrazan de servidores de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras". Y en la misma carta, en 6:17 el apóstol Pablo añadió: "Por lo cual, Salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor".

Los gabaonitas representan al diablo. Ellos engañaron a Josué y él hizo un tratado con ellos: Fueron los únicos que le causaron problemas. En el caso de la ciudad de Hai, el pecado tuvo que ser confesado y tratado severamente antes de que Dios les diera la victoria, y ésa es la manera en que podemos derrotar a la vieja naturaleza humana. ¿Y qué diremos en cuanto a los gabaonitas? Josué hizo una alianza con ellos y le causaron graves dificultades. Si nos alineamos del lado del enemigo espiritual, seremos derrotados. Entonces, ¿qué podemos hacer? Bueno, no lo podemos vencer por nosotros mismos. No estamos a la altura de semejante enemigo. No podemos hacerle frente al diablo. La Biblia ni siquiera nos dice que debemos luchar contra él. Pero sí nos dice que Dios luchará por nosotros. El versículo 10 de este capítulo 6 de la epístola a los Efesios inicia este importante párrafo que vamos a leer con las siguientes palabras:

"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en su fuerza poderosa."

Para tener ahora una visión panorámica de la situación que se describe, escuchemos lo que dicen los versículos 10 al 12, de este capítulo 6, de la epístola a los Efesios, en otra versión: "Por último, fortaleceos con el gran poder del Señor. Poneos toda la armadura de Dios para que podáis hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que gobiernan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales". Ahora, para comentar este pasaje con mayor detalle, leamos el versículo 11, de Efesios 6:

"Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo"

¿De qué estaba hablando Pablo aquí? Pues sobre la maldad espiritual, de aquello que es satánico. Acercándose ya al final de su epístola, el apóstol dijo; "Por último, fortaleceos en el Señor y en su fuerza poderosa". Usted no puede derrotar al diablo con sus propias fuerzas. El Señor es el único que puede proporcionarnos el poder necesario. Dice el versículo 12:

"Porque no tenemos lucha contra seres humanos, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes."

Pablo continuó diciendo que el enemigo contra quien el cristiano tiene que luchar no es humano. El enemigo es espiritual, y la guerra es espiritual. Es por este motivo que necesitamos un poder espiritual. Es bueno observar que la naturaleza carnal del creyente no es el enemigo contra quien hay que luchar. El creyente debe considerar muerta a esa naturaleza y rendirla a Dios. El camino que conduce a la victoria sobre la naturaleza carnal está expuesto en Romanos 6. El luchar contra esa naturaleza, conducirá a la derrota, y Pablo registró tal experiencia en Romanos 7.

Sólo la armadura de Dios puede resistir la estrategia y ataque de Satanás, quien dispone de toda clase de armas que, por su efectividad, podrían compararse a los modernos misiles. Necesitamos un sistema defensivo eficaz si hemos de vencer en esa lucha. Es por ello que es tan importante reconocer que no luchamos contra un enemigo humano. No tenemos que luchar contra otros seres humanos, porque el enemigo, como dijimos, es espiritual, así como la lucha. El diablo es el enemigo de cada creyente en Cristo y aquel contra quien hay que luchar. El camino hacia la victoria sobre el diablo es obedecer la orden de colocarse toda la armadura de Dios, y resistir, como leímos en el versículo 11.

Así que nos encontramos en una batalla espiritual. El diablo tiene en formación de batalla a sus fuerzas, organizadas por categorías. Se nos dice que luchemos contra ellas. Esta lucha nos habla de un combate cuerpo a cuerpo con las fuerzas de la maldad espiritual. El versículo 12 de otra versión dice: "Porque no estamos luchando contra gente de carne y hueso, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, que tienen mando, autoridad y dominio sobre este mundo lleno de oscuridad". Ésta es nuestra guerra, que se desarrolla en la actualidad.

Hay un mundo demoníaco alrededor nuestro y que se está manifestando en nuestro tiempo. Si hubiéramos dicho esto en otras épocas, podrían habernos respondido que estábamos dando lugar a la imaginación y a la fantasía. Sin embargo, en la actualidad, el demonismo es un tema popular que se expone abiertamente en los medios de difusión. Hay sectas e iglesias Satánicas en varias ciudades y en esos grupos suceden fenómenos muy extraños. Algunos oyentes a veces preguntan si tales fenómenos son reales o no. Si usted no cree en esos extraños sucesos, abra bien los ojos para ver lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Hay personas que están siendo atraídas y atrapadas en toda clase de actividades demoníacas. Es que hay fuerzas espirituales actuando en el mundo, fuerzas malignas actuando contra la iglesia. Están obrando contra el creyente, contra Dios y contra Cristo. No trate usted de minimizar estos hechos. Están ocurriendo y usted y yo, humanamente hablando, no estamos a la altura de ellos.

El hecho de que hay un enemigo espiritual que vencer está bien ilustrado en el capítulo 10 del libro de Daniel. Daniel había estado orando durante tres semanas. Dice en Daniel 10:2-3, "2En aquellos días yo, Daniel, estuve afligido por espacio de tres semanas. 3No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con perfume, hasta que se cumplieron las tres semanas". Finalmente vino un ángel y le tocó diciéndole, como vemos en 10:11-12, "Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que he de decirte y ponte en pie, porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando. 12Entonces me dijo: Daniel, no temas, porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido". Si esto fue cierto, entonces Daniel tenía todo el derecho de preguntarle: "Entonces, ¿dónde has estado durante estas tres semanas?" Escuchemos lo que el ángel continuó diciéndole, según el versículo siguiente, el 13: "13Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia". Él estaba en conflicto con un demonio, y tuvo que regresar por refuerzos. Estaba teniendo lugar una batalla espiritual, y nosotros tenemos hoy una lucha similar.

Hemos dicho que estos poderes están organizados. En nuestro pasaje de Efesios 6 los principados son los demonios que tienen una supervisión o vigilancia sobre naciones. Corresponderían con los generales de un ejército. Las potestades serían demonios a nivel individual que quieren poseer a los seres humanos. Los gobernadores de las tinieblas de este mundo serían los demonios que están a cargo de los asuntos terrenales de Satanás. Y las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales serían los demonios en la esfera celestial que están a cargo de los asuntos religiosos.

Satanás tiene entonces un grupo bien organizado y jerarquizado para manipular acontecimientos del mundo. El sufrimiento, el dolor y las tragedias de la vida forman parte de su obra en la sombra. Satanás es la causa de los grandes problemas del mundo actual.

Tenemos entones al enemigo localizado e identificado. Es Satanás, que encabeza a las fuerzas demoníacas. Ahora tenemos que reconocer donde tiene lugar la batalla. A veces tenemos la impresión de que si vemos a una iglesia bien instalada en su propio edificio, con una buena asistencia a los servicios religiosos y con una adecuada situación financiera, entonces toda va bien. Las preguntas que habría que plantearse son: ¿están los miembros de esa iglesia siendo formados en el conocimiento de Cristo? ¿Está siendo enseñada la Palabra de Dios? ¿Hay en esa iglesia un espíritu de amor y cooperación entre sus miembros? No tendría que haber una tendencia a la aplicación literal de normas humanas, sino un ejercicio de desarrollar una relación adecuada entre aquellos que son hermanos en Cristo. Porque donde haya un espíritu de crítica o amargura y resentimiento, el Espíritu de Dios no puede actuar.

A veces las apariencias, los números en asistencia a ciertas actividades no constituyen fieles indicativos de la realidad espiritual. No somos conscientes que se está llevando a cabo una guerra espiritual y de que las personas necesitan estar fundamentadas en la Palabra de Dios. Hay una manifestación demoníaca que es evidente en el hecho de que tantas personas sean arrastradas por toda clase de cultos y sectas con creencias falsas. Como resultado de esta situación confusa, la Palabra de Dios parece descender a un nivel de insignificancia en algunos círculos y organizaciones cristianas. Y éste es evidentemente la obra del enemigo espiritual. Estimado oyente, ¿está usted haciendo frente a dificultades, a hechos inexplicables o difíciles de aceptar, a situaciones complejas que parecen no tener una solución humana? Le invitamos a dirigirse a Dios en oración, reclamando la provisión de Su guía, Su consuelo y Su fuerza. Recuerde el primer versículo que hemos leído hoy y que dice Fortaleceos en el Señor y en su fuerza poderosa.

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