Estudio bíblico de Proverbios 1:1-5

Proverbios 1:1-5

Llegamos hoy, amigo oyente, al primer capítulo del Libro de Proverbios, y estamos seguros que usted ya lo ha comenzado a leer. Es posible que algunos no lo consideren una historia emocionante, pero lo es. Esperamos poder llevar el paso del Espíritu de Dios al recorrer este libro, porque en él tenemos un verdadero mensaje para cada uno de nosotros. Está enfocado hacia los jóvenes de ambos sexos. Es que tiene un mensaje especial para la juventud. En la actualidad, como en todas las épocas, los jóvenes están buscando respuestas a los interrogantes de la vida.

Al introducirnos en este libro deseamos que usted observe que esta obra no ha sido preparada de manera poco sistemática, sin una planificación previa. Tiene un mensaje concreto. Conocemos a muchísimas personas que creen que pueden escoger unos proverbios sueltos de diversas partes del libro. Esto se puede hacer, por supuesto, pero la verdad es que cuando elegimos uno de ellos y lo consideramos, lo deberíamos leer en el párrafo al que pertenece, para examinarlo en su debido contexto. Por ejemplo, un diamante o una esmeralda, pertenecen al marco de oro o plata en que han sido engastados. Y en esta ocasión el engaste o marco es el libro de los Proverbios.

Ahora, hay algunos que tienden a leer el Libro de Proverbios de la misma manera en que un hombre dijo que leía el diccionario. Este hombre dijo: "A mí me gusta mucho leer el diccionario. Pero las historias son realmente breves". Bueno, estimado oyente, quizá usted sienta lo mismo acerca de este Libro de Proverbios, pero esperamos que al acompañarnos en su estudio, lo vea de una manera diferente. Ahora, escuchemos lo que dice aquí en el versículo 1:

"Los proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel"

Ahora, estas palabras identifican al mismo comienzo del Libro a su escritor, el rey Salomón. Evidentemente Salomón reunió muchos proverbios de otras fuentes. El fue el editor de todos los proverbios y al autor de algunos. También se nos ha dicho que escribió más proverbios que no aparecen en este libro.

Esta primera sección que tenemos ante nosotros presenta un contraste entre la sabiduría y la necedad o insensatez. La sección abarca los capítulos 1 al 9.

Leamos ahora los versículos 2 al 4, donde la idea gira alrededor del

El niño en el hogar comenzando su vida

"Para aprender sabiduría y doctrina, para conocer razones prudentes, para adquirir instrucción y prudencia, justicia, juicio y equidad; para dar sagacidad a los ingenuos, y a los jóvenes inteligencia y cordura."

Hay diez palabras que se han utilizado en esta sección que parecen ser sinónimos y, por supuesto, están relacionadas entre sí, pero no son iguales. Nos gustaría tomar cada una de estas palabras y ponerlas bajo el microscopio para poder observarlas. Y entonces comprobaremos que ellas no son simplemente sinónimas, ni tampoco se han acumulado aquí para hacer un comienzo impresionante. Se nos ha dicho que cada palabra de Dios es pura así que examinemos algunas de ellas.

Aquí dice que los proverbios son para aprender sabiduría. ¿Qué se quiere decir con sabiduría? La palabra sabiduría en la Biblia significa "la capacidad para usar el conocimiento correctamente". Aparece en este libro 37 veces. Es una palabra importante en las Sagradas Escrituras. Significa la utilización correcta del conocimiento. Hay muchas personas brillantes intelectualmente, que tienen conocimientos, pero les falta la sabiduría. No parecen usar su conocimiento correctamente.

Y vamos a añadir algo más. La sabiduría en el Antiguo Testamento, para el creyente de hoy, quiere decir, Jesucristo. En la Primera Epístola a los Corintios, capítulo 1, versículo 30, se nos dice: Pero por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, ? y tomemos nota ? sabiduría, justificación, santificación y redención. Observemos que la sabiduría es el número uno. Cristo es la sabiduría para el creyente del día de hoy. Y conocer la sabiduría es conocer a Jesucristo. Pablo dijo en Filipenses 3:10 que su ambición era conocerle a Él". Estimado oyente, sería ideal que la misma ambición de conocer a Cristo pudiera apoderarse hoy de su alma y de la mía. Realmente la necesitamos.

La sabiduría aquí, por lo tanto, es Cristo. Y es la habilidad de poder usar el conocimiento acertadamente. Conocer a Cristo es no actuar con insensatez, es ser una persona sabia. Estimado oyente, puede que usted no sea alguien brillante, pero cuando reciba a Cristo y le conozca, entonces tendrá sabiduría.

La segunda palabra que tenemos es doctrina o instrucción; aparece unas 26 veces en este libro. Lo interesante es que a veces la misma palabra en hebreo es traducida por la palabra "corregir" o "castigar". Por ejemplo, podemos leer en Proverbios, capítulo 13, versículo 24, que dice: El que no aplica el castigo, aborrece a su hijo; el que lo ama, lo corrige a tiempo. Así es que el "corregir" aquí, quiere decir en realidad, "dar instrucción" Por lo tanto la palabra "instrucción" significa enseñar por medio de la disciplina, y esta es una verdad que se ha perdido de vista en la actualidad.

Nuestra sociedad contemporánea está verdaderamente descentrada y no sintonizada con la Palabra de Dios. A veces se nos dice que la única razón por la cual se pone a los criminales en la cárcel es para disciplinarlos y para reformarlos. Ese nunca fue el propósito en el trato con los delincuentes de acuerdo con la Palabra de Dios. Al tratar con los criminales. El propósito era juzgarlos y castigarlos. No se dio ninguna otra razón. Por otra parte, cuando usted está tratando con un hijo, tiene que disciplinarlo porque eso es parte de su instrucción. Usted tiene que corregirle. Tiene que enseñarle por medio de la disciplina. Su propósito no es castigarle ¿Y qué quiere decir todo esto? Usted tiene que enseñarle a él por medio de la disciplina y no por medio de penalidades o castigos. Escuchamos decir con frecuencia: "Ese niño debe ser castigado". No. Ese no es el propósito. Lo hace para enseñarle por medio de la disciplina. Nuestros propósitos se encuentran hoy confundidos: disciplinamos a los delincuentes y castigamos a nuestros hijos. Necesitamos regresar a los propósitos de Dios. Y hablando de las escuelas, con el crecimiento estado de agresividad, violencia y abusos de alumnos contra profesores, y de alumnos entre sí, no podemos decir en ninguna manera que los métodos actuales, tanto en el hogar como en la escuela, son adecuados y efectivos.

A un padre se le preguntó. ¿Les pega usted a sus hijos? "Bueno, contestó él: solo en defensa propia". Esta expresión no es una salida humorística sino que refleja una preocupante y creciente realidad, como es la violencia de hijos contra padres. Parece que se han invertido los papeles y los hijos instruyen a los padres sobre lo que tendrían que hacer y sobre cómo deben ser tratados. Es cierto que muchos padres necesitan recibir lecciones sobre disciplina, y sobre lo que deberían haber hecho en su momento, pero no precisamente de los hijos.

Recapitulando entonces, la instrucción consiste en enseñar por medio de la disciplina. Y Dios, nuestro Padre Celestial, es excelente en enseñarnos de esa manera. Aprendemos mucho cuando Su mano ha ejercido sobre nosotros la disciplina.

Además se nos dice en este pasaje que los proverbios son para conocer razones prudentes o dichos profundos. El conocer y entender implican inteligencia. También en el día de hoy tenemos otra palabra: "discernimiento". Hoy necesitamos reconocer que Dios espera de nosotros, que utilicemos nuestra inteligencia. Él espera que nosotros utilicemos el sentido común.

En el versículo 3 tenemos la palabra justicia. Implica rectitud, un comportamiento correcto. Cierto profesor de Sociología en la universidad, que solía enseñar a sus alumnos que lo correcto era relativo, tenía por costumbre preguntar a sus alumnos con una sonrisa de satisfacción: Pero bueno, ¿qué es correcto? Bueno, podemos contestar que aunque quizá no lo conocíamos antes, como estudiantes que éramos, lo sabemos hoy y podemos decir que lo correcto es lo que Dios define como correcto. Fue Dios quien separó la luz de las tinieblas. Nosotros no podemos hacer que salga el sol o que se ponga. Solo Dios está controlando el funcionamiento del universo. El hizo la luz y la oscuridad. El es entonces el que declara lo que es correcto y lo que no lo es.

Usted puede decir hoy: Bueno, ¿es correcto hacer esto? Es correcto, está bien, estimado oyente, si Dios dice que está bien. Alguien dirá: "Y, ¿está mal hacer esto?" Bueno, es malo si Dios dice que lo es. Lo bueno y lo malo en el día de hoy no son términos relativos excepto en la mente del ser humano de nuestro tiempo.

La creencia que hoy prevalece es que la persona término medio es la que se convierte en la norma, en el modelo de referencia. Esa es una de las razones por las cuales hay hoy tanta deshonestidad, inmoralidad y corrupción. Porque, el bien y el mal se han convertido en términos relativos. Dios ha dicho que no lo son. Y tal como la luz y la oscuridad, el bien y el mal son términos absolutos.

Y en el versículo tres tenemos también la palabra juicio. Quiere decir que nosotros tenemos que juzgar, que emitir juicios. Es lo mismo que tomar una decisión. Durante su viaje por la vida el creyente llega a encrucijadas. Y tiene que tomar decisiones sobre qué rumbo seguir. Y cuando no sabemos qué decisión tomar, tenemos que consultar a Dios para tomar la decisión correcta. Y tenemos la seguridad de que el Señor nos va a dirigir de tal manera que no tengamos dudas ni cometamos errores.

Y en este versículo tres llegamos a la palabra equidad. Y esta palabra se refiere al principio más que a la conducta. Creemos que el hijo de Dios no ha sido colocado bajo ciertas reglas, pero también creemos que se nos han dado grandes principios, y que estos principios deberían guiarnos. Por ejemplo, cuando estábamos estudiando la Epístola del Apóstol Pablo a los Romanos, usted recordará que dijimos que allí se mencionaba el gran principio. Se encuentra en 14:22 y dice Dichoso el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Otra versión lo traduce así: dichoso aquel a quien su conciencia no lo acusa por lo que hace. El creyente tendría que sentir entusiasmo por lo que hace. Hay demasiada conducta cristiana que se realiza como su uno estuviera pisando cáscaras de huevo. Muchos cristianos dicen "bueno no sé si debería hacer esto o no". Estimado oyente, el principio establece que si usted adopta cierta conducta o un acto o acción concreta de una forma entusiasta, entonces no lo debería realizar en absoluto. Lo que hagamos, deberíamos hacerlo con una actitud de anticipación, emoción y alegría. Deberíamos estar plenamente convencidos de que esa es la acción correcta No tendríamos que tener escrúpulos de conciencia después de haber actuado. Por ello es feliz aquel que después de haber hecho algo no tiene remordimientos de conciencia. Si usted, al mirar atrás piensa, "ojalá no hubiera hecho esto", entonces fue un error que lo hiciera. En asuntos dudosos en los cuales la Biblia permanece en silencio, este es un gran principio que le guiará a usted en su conducta. Si usted puede recordar lo que hizo ayer y sentirse satisfecho delante de Dios por haber hecho algo o por haber actuado de cierta manera, entonces sabrá que usted hizo lo bueno y correcto.

Otro gran principio es que debemos compartir las debilidades, los unos con los otros, antes que simplemente complacernos a nosotros mismos. Deberíamos preguntarnos: ¿Esto que estoy diciendo o haciendo es una ofensa para mi hermano o hermana en Cristo? Esos son grandes principios de conducta que deberían guiar al creyente. Bien, sigamos adelante ya que hemos pasado bastante tiempo en esto.

El versículo cuatro nos continúa diciendo que los proverbios son para dar sagacidad a los ingenuos o inexpertos. O sea, que hay que actuar con prudencia. Implica ser sabio en lo que uno hace. Un hijo de Dios no debería actuar con insensatez.

Algunas decisiones individuales y familiares se toman a veces impulsivamente, imprudentemente y con el tiempo traen consecuencias desastrosas. Es en esos momentos críticos de la toma de decisiones donde se requiere una sabiduría que Dios solo puede dar, debemos aplicarla a esas situaciones concretas. Recordemos las palabras del Señor Jesucristo, pronunciadas cuando envió a los doce apóstoles a su primera misión evangelizadora a los judíos; palabras pronunciadas en Mateo 10:16. Dijo Jesús: Sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Estas palabras están dirigidas también a nosotros, para ser aplicadas en las más variadas circunstancias.

El versículo 4 continúa diciendo que los proverbios son para dar a los jóvenes inteligencia o conocimiento. Aquí esta inteligencia o conocimiento consiste en información útil para un joven. En cierto laboratorio científico de una Universidad, se había colocado un cartel que servía como lema de los estudiantes de ese lugar, y en el cual se leía lo siguiente: "Después del conocimiento, lo más importante es saber dónde hallarlo". Y esa es la razón por la cual es bueno tener la Biblia a mano y acostumbrarse a leerla, para poder encontrar en ella lo que desea saber sobre un determinado tema o asunto.

La última palabra que se utilizó en este versículo fue cordura o discreción. Ahora, ¿qué es lo que quiere decir cordura? Eso quiere decir seriedad, solicitud o consideración. Aquí se está pensando en los jóvenes en general. Que sean descuidados en esos aspectos del carácter. Es siempre agradable encontrar a cristianos amables, atentos, que a veces nos sorprenden que un detalle, con algo que ellos saben que necesitamos y que no tenemos. Y de esa manera revelan su solicitud y su preocupación por los demás. Son características que todos deberíamos tener y que honran a la fe cristiana que profesamos y, sobre todo, honran al nombre de Cristo.

Este Libro de Proverbios, como podemos comprobar, es sumamente práctico. Y teniendo en cuenta nuestra incapacidad natural para adquirir estas virtudes tan elevadas por nuestro propio esfuerzo, nos instruirá sobre lo que hace falta añadir a nuestro carácter cristiano, para que, con la ayuda del Espíritu de Dios, estas hermosas cualidades se incorporen a nuestra vida.

Ahora vamos a leer el versículo quinto de este primer capítulo de Proverbios, que encabeza un párrafo en el cual oiremos hablar de aquello que constituye

El desafío

"El sabio los escucha y aumenta su saber, y el inteligente adquiere capacidad"

Esta virtud que aquí se menciona ha sido la característica de todos los grandes hombres. Ellos nunca llegaron a un punto en el cual consideraron que ya habían aprendido todo.

A veces nos hemos encontrado, en todos los sectores de la sociedad, con personas que han alcanzado la fama por haberse destacado en el ejercicio de su profesión. Algunos de estos personajes revelan una gran arrogancia. No aceptan la menor sugerencia, o corrección, porque creen haber alcanzado la totalidad del conocimiento en su área profesional. Creen saberlo todo. Y con esa actitud, lo que demuestran es su falta de sabiduría, y su incapacidad para asimilar nuevos conocimientos. Algo que los caracteriza es que siempre están hablando de sí mismos, y demuestran no saber escuchar a los demás. Por ello este libro contiene una advertencia y nos recuerda que el que es verdaderamente sabio, escuchará e incrementará sus conocimientos.

Pero aquí se nos dice: Oirá el sabio, y continúa diciendo: y aumenta su saber, y el inteligente adquiere capacidad. Este, estimado oyente, es el desafío, el reto que caracteriza a la totalidad de este libro de los Proverbios. Salomón dijo que si una persona es inteligente, escuchará lo que se está diciendo en estos proverbios... Otra versión de este versículo 5 lo traduce de la siguiente manera. El que es sabio e inteligente los escucha y adquiere así más sabiduría y experiencia.

Estimado oyente, no se trata de escuchar lo que yo tengo que decir, sino de escuchar lo que el Espíritu de Dios tiene que decir en este Libro de Proverbios. Como estamos viendo ya desde este primer capítulo, esta obra expone grandes verdades, expresadas en oraciones breves. Y son verdades eminentemente prácticas, asuntos y temas de nuestra vida diaria, y que pueden enriquecer nuestra relación con Dios, nos enseñan a vivir con una conciencia tranquila, nos explican cómo ser sabios y prudentes en las decisiones importantes de la vida, y nos explican cómo vivir en armonía con nuestra familia y con nuestros amigos. En realidad, casi podríamos decir que estos proverbios son como un espejo que nos revela directamente y con sencillez, cómo somos en realidad, a la vez que nos advierten sobre las consecuencias de la insensatez y el orgullo. En otras palabras, nos ayudan a cumplir el propósito de Dios en nuestro andar por esta tierra.

Por todo ello, estimado oyente, insistimos en la lectura y estudio de la Biblia. En todos sus libros, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, Dios se revela de una manera directa a los seres humanos, que se encuentran alejados de Él y controlados por el pecado, llamándolos a establecer una relación con El por medio del Señor Jesucristo. Le invitamos a responder a esa revelación, a esa invitación, para que por la obra de Su Espíritu, pueda comenzar en usted una obra de liberación y transformación que afectará a toda su vida. Porque aunque ésta se termine, después de la resurrección vivirá usted eternamente en la presencia de Dios con todos aquellos que le pertenecen.

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