Estudio bíblico de Proverbios 2:1-22

Proverbios 2:1-22

Amigo oyente, volvemos hoy al Libro de Proverbios y vamos a observar lo que dice el capítulo 2. Confiamos en que usted ya se habrá dado cuenta que los dichos que se encuentran aquí en Proverbios no se han reunido en este libro de una forma descuidada o por casualidad. Aquí se cuenta una historia, cuyos eventos están relacionados. Tenemos ante nosotros un desafío, un reto presentado a un joven para que llegue a ser una persona sabia. Se le recomienda que escuche, que incremente su conocimiento. Él tiene que comenzar a aprender de su padre y de su madre en el hogar y esa es la lección básica antes de que entre en la escuela. Y esa primera lección básica le será de utilidad aun cuando en el futuro adquiera conocimientos más avanzados. Esa lección fundamental es la siguiente; "El temor del Señor es el principio de la sabiduría" (como leímos en 1:7)

Ahora, la forma de saber acerca del Señor es `por medio de Su Palabra. Hay muchas personas que dicen que para entender la Palabra de Dios hay que tener un alto grado de inteligencia. Estimado oyente, permítanos decir que nada está más alejado de la verdad. Dios no dice que eso es lo esencial. Sin embargo, en este capítulo donde el joven comienza, se pondrá en claro que si él ha de conocer la voluntad y la palabra de Dios, tendrá que estudiar. No puede entretenerse ni andar con titubeos, ni andar recogiendo margaritas a lo largo del camino de la vida; tendrá que aplicar su corazón a la sabiduría. En consecuencia, tendrá que estudiar la Palabra de Dios.

Leamos ahora el versículo 1 de este capítulo 2 de Proverbios, que comienza a hablar sobre

La fuente de la sabiduría

"Hijo mío, si recibes mis palabras y guardas en ti mis mandamientos"

Aquí dice: hijo mío. Evidentemente este es el consejo que se le da al joven. EL comenzó como un niño en el hogar. Luego creció lo bastante como para hacer frente a la vida y entonces recibe consejo de una persona sabia. Su vida en el hogar como un muchachito, luego su crecimiento, ahora haciéndole frente a la vida, y recibe este consejo de parte de una persona sabia en el andar de la vida. Aparentemente ésta podría haber sido la primera lección que él recibe en el colegio. Desgraciadamente él no aprendería esto en algunas escuelas contemporáneas.

La frase prosigue: Hijo mío, si recibes mis palabras. Las Palabras de Dios tienen que ser recibidas. Sus mandamientos han de ser guardados o acumulados con las cosas más valiosas de nuestra vida.

Cierto hombre tenía una caja de seguridad en un banco e iba allí regularmente cada semana. Iba para contar lo que allí había atesorado. Le agradaba ir al lugar donde se encontraban sus riquezas. Había acumulado algunas acciones y bonos, y le encantaba ir a mirarlos. Y hemos oído de una mujer que poseía valiosas joyas. Le agradaba sacarlas de su alhajero y admirarlas. Esa es la manera en que la Palabra de Dios debería ser guardada, atesorada. Recordemos esta recomendación de atesorar sus mandamientos.

Leamos ahora el versículo 2:

"Haciendo estar atento tú oído a la sabiduría; si inclinas tu corazón a la prudencia"

Aquí dice inclina tu oído. O sea, mantener el oído abierto. Algo tiene que entrar por la puerta del oído, pero su destino final es el corazón. Cuando la Palabra de Dios llega al corazón, produce entendimiento. Ahora, él no ha terminado con este mandamiento, y continúa insistiendo en el desafío. Leamos el versículo 3:

"Si invocas a la inteligencia y pides que la prudencia te asista"

Observemos lo que nos está diciendo aquí. Pedro lo expresó de la siguiente manera en su primera carta 2:2, diciendo: desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación. Se refiere el apóstol a la Palabra de Dios. ¿Ha visto usted, estimado oyente, alguna vez a un bebé cuando su mamá le está dando el biberón? El pequeño está acostado observando lo que su mamá le está trayendo y mueve todo lo que tiene, sacude sus manos, mueve sus pies, y su boca está deseando ansiosamente la leche de ese biberón. Y el hijo de Dios debería igualmente actuar de esa manera frente a la Palabra de Dios. En cuando a la situación espiritual de los cristianos en la actualidad, diremos que allí donde hay un movimiento de renovación, usted puede notar que hay un renovado interés en la Palabra de Dios. Aquí dice "Si invocas a la inteligencia", y ¿cuál es ese conocimiento o inteligencia? Recordemos que el temor del Señor es el principio de la sabiduría.

Y continúa diciendo el versículo 3 y pidas. Otra versión dice "si alzas tu voz". Y otra dice "pide con todas tus fuerzas inteligencia y buen juicio". Nos gustaría ver a jóvenes reclamando algo tan necesario. Leamos ahora el versículo 4:

"Si la buscas como si fuera plata y la examinas como a un tesoro"

Cuando los hombres están buscando minas de plata, no se fijan en los sacrificios que tienen que hacer, y muchos de ellos han encontrado la muerte tratando de descubrir el preciado metal. Muchos han tenido que hacer viajes largos, corriendo riesgos y realizando enormes esfuerzos, cruzando todo un país para comercializarla. De esta manera deberíamos nosotros procurar el conocimiento, el conocimiento de la Palabra de Dios. Deberíamos buscarlo con la misma ansia que si estuviéramos extrayendo ese mineral de la tierra, buscando algo de gran valor. Y dice el versículo 5 de Proverbios 2:

"Entonces entenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios"

Aquí se está hablando de algo que es más que simplemente una lectura devocional. Sabemos de personas que han estado leyendo la Biblia para sus momentos devocionales de meditación por años, y no han avanzado en su conocimiento del texto Bíblico. Uno no puede aprender la Palabra de Dios simplemente adoptando una actitud aparentemente piadosa y poniéndose a leer unos pocos versículos de la Biblia. La verdadera forma de aprenderla es atesorarla, leerla o escucharla con atención, aplicarla al corazón (al centro de nuestros pensamientos y emociones), ansiar reclamarla y recibirla como el alimento básico y buscarla como si fuera un metal precioso o un tesoro escondido. Cuando tenemos esa actitud hacia la Palabra divina, entonces aprenderemos mucho de ella. Y entenderemos cuál es el "temor reverente del Señor" y el "conocimiento de Dios" que se mencionan en este versículo 5.

Cierto joven estaba hablando en una ocasión acerca de un examen bastante difícil que tenía que rendir en el seminario, y era acerca de cierto libro de Teología. Era un libro bastante aburrido y no se parecía por lo cierto en nada a una novela de misterio. Y uno de los jóvenes estaba quejándose acerca de eso. Él dijo: "Profesor, este es uno de los libros más secos que yo he leído". A lo cual, el profesor le contestó: "Entonces humedécelo con un poco del sudor de tu frente". Y así es como son las cosas, estimado oyente, según Dios dice, y no hay ninguna clase de atajo o fórmula mágica para aprender los secretos de la Palabra de Dios. No hay ninguna fórmula piadosa de aprenderla. No hay ningún sustituto para el esfuerzo personal, como el que realizan aquellos que trabajan para extraer de las entrañas de la tierra un preciado tesoro. Y esa tarea no requiere una inteligencia privilegiada. Porque además del esfuerzo que ponemos de nuestra parte, el Espíritu de Dios nos ayuda a comprender el mensaje de la Biblia, y a trasladar su enseñanza a nuestra vida práctica. Bueno, escuchemos lo que se nos dice aquí en el versículo 6, de este capítulo 2, de Proverbios; dice:

"Porque el Señor da la sabiduría y de su boca proceden el conocimiento y la inteligencia."

Si usted quiere sabiduría, estimado oyente, tiene que pedírsela a Él. Recordemos lo que dijo el Apóstol Pablo, en su Primera Epístola a los Corintios 2:9-10, Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo examina, aun lo profundo de Dios. Así que si Dios nos revela la verdad divina por medio de Su Espíritu, quiere decir que El está aquí hoy para ser nuestro Maestro. Y, estimado oyente, esa es la razón por la cual muchas personas que no tienen ningún doctorado, ni han podido estudiar teología, sin embargo tienen un conocimiento de la Palabra de Dios que muchos otros no pueden lograr.

Un pastor nos ha contado que conoció a una anciana que no había recibido más educación que la primaria o básica y que asistía a su iglesia llevando una Biblia muy usada. Esa mujer era capaz de discutir o intercambiar opiniones sobre temas Bíblicos y revelaba un gran discernimiento espiritual. Sabía más teología y tenía un conocimiento Bíblico mayor que muchos miembros de la iglesia, sin haber asistido nunca a un Seminario Teológico. Tampoco había seguido cursos formales de preparación Bíblica. Pero pasaba cada día cierto tiempo leyendo y examinando la Biblia y cuando tenía dudas en su estudio personal, oraba a Dios pidiendo su dirección. Es decir que tenía un corazón abierto a la Palabra de Dios, y la leía con verdadera ansia, dispuesta a que el Espíritu de Dios fuera su Maestro. Realmente, Dios respondía sus oraciones y le daba la sabiduría necesaria que ella, por las circunstancias de su vida, no había podido adquirir por sí misma.

Estamos viviendo ahora en días cuando no hay demasiado interés por la Biblia. Y en realidad, nos sorprende que haya tantas personas que quieran estudiar la Biblia siguiendo este programa de radio. El Dr. Ironside dijo en cierta ocasión, hace muchos años, lo siguiente: "Aun entre aquellos que dan gran importancia y valor a las verdades preciosas de la Biblia, el estudio diligente de la misma está disminuyendo". Y tememos que eso sea aun verdad en círculos que han estado tradicionalmente interesados en el uso y estudio de la Biblia. Pero por otra parte, en sectores que han estado normalmente apartados de la influencia de la Biblia, ha surgido un interés en su estudio. Por eso, bien dice el proverbio de este versículo 6, porque el Señor da la sabiduría y de su boca proceden el conocimiento y la inteligencia. ¿Y cómo podemos escucharle hablar? Con frecuencia solemos decir que la Biblia es la Palabra de Dios. El nos habla por medio de este libro.

Leamos ahora los versículos 7 y 8 de este capítulo 2 de Proverbios:

"Él provee de sana sabiduría a los rectos: es escudo para los que caminan rectamente. Él es quien guarda las sendas del juicio y preserva el camino de sus santos."

Muchos creyentes se encuentran como si estuvieran perdidos en la niebla y se preguntan hacia dónde dirigirse. Es evidente que el problema consiste en que están tan alejados de la Palabra de Dios. Aquí en este libro, en la Biblia, es donde Él está hablando. Su Palabra es como una sirena en la niebla. Como dice este proverbio, preserva el camino de sus santos, es decir, a quienes le son fieles, Eso es lo que Él hará, y no lo realizará al azar, desordenadamente, Por ello insistimos en que usted tiene que acudir a la Palabra de Dios. El versículo 9 dice:

"Entonces comprenderás qué es justicia, juicio y equidad, y todo buen camino."

Es triste observar en el día de hoy a tantas personas que están ocupando cargos públicos, que rigen los destinos de las naciones y que no están siendo guiados por el Señor. Y Él quiere guiarlos. Ah, si ellos sólo acudieran a El buscando Su sabiduría. Para el que tenga un profundo deseo de vivir controlado por el poder de la verdad revelada en la Palabra de Dios, Dios será como un escudo, porque El es un defensor de los suyos, manteniéndolos seguros a medida que transitan por los senderos del juicio y el discernimiento, protegiendo su camino.

Estimado oyente, escuchamos muchas veces a algunas personas que decir que nosotros sostenemos la verdad, pero lo verdaderamente importante es que la verdad nos sostenga y sujete a nosotros. Usted puede notar que existe una gran diferencia entre estas opciones. Y nos dice que en los días finales habrá quienes engañen con su palabrería. No nos interesa hablar con palabras ampulosas, redundantes, con grandes palabras que no tengan mucho significado, como tratando de dejar una buena impresión. Nadie aquí quiere mostrar jactancia por conocimientos en diferentes áreas como, por ejemplo, teología, conocimiento Bíblico, filosofía o psicología. Ya hay bastante de ello por ahí. Lo que necesitamos son personas que muestren una comprensión de justicia, juicio y equidad, y todo buen camino como dice este versículo 9.

Leamos ahora los versículos 10 al 12, que comienzan a hablarnos sobre

Los enemigos del joven

"Cuando la sabiduría penetre en tu corazón y el conocimiento sea grato a tu alma, la discreción te guardará y te preservará la inteligencia, para librarte del mal camino, de los hombres que hablan perversamente"

Estimado oyente, como dice el versículo 10, cuando la sabiduría de Dios penetre en su propio corazón y el conocimiento sea grato a su alma, usted no podrá ser engañado fácilmente. Si usted permanece cerca de la Palabra de Dios, no será desviado de su buen camino. Continuemos leyendo los versículos 13 al 15: El nos preservará

"De los que abandonan los caminos rectos para andar por sendas tenebrosas, de los que disfrutan haciendo el mal y se gozan con las perversiones del vicio, las sendas de los cuales son torcidas, y torcidos sus caminos."

Esta ha sido nuestra oración desde el mismo principio de nuestro ministerio y actividades de enseñanza, incluyendo los programas de radio. Y es la oración de todos aquellos que, de diversas maneras, enseñan y proclaman la Palabra de Dios. Todos necesitamos ser protegidos del engaño de los malvados que puedan acercarse inadvertidamente porque están por todas partes. En el libro de los Proverbios se le enseña al hijo de Dios que tiene dos clases de enemigos: la persona malvada y la mujer extraña, ajena.

Cuando el joven comienza a transitar por el camino de la vida, se le advierte sobre las personas malvadas. Vincularse a ellas, constituye un peligro para él, porque pueden presionarle para satisfacer sus propios intereses y desviarle del camino y propósito que Dios tiene para su vida.

Veamos ahora lo que dicen los versículos 16 al 22 de este capítulo 2, de Proverbios:

"Serás así librado de la mujer ajena, de la extraña que halaga con sus palabras, que abandona al compañero de su juventud y se olvida del pacto de su Dios, por lo cual su casa se desliza hacia la muerte, y sus sendas hacia los muertos. De los que a ella se lleguen, ninguno volverá ni seguirá de nuevo los senderos de la vida. Tú así andarás por el camino de los buenos y seguirás las sendas de los justos; porque los rectos habitarán la tierra y los íntegros permanecerán en ella. En cambio, los malvados serán eliminados de la tierra, y de ella serán desarraigados los prevaricadores."

En estos proverbios el joven es advertido aquí contra el hombre malvado y contra la mujer extraña. Ya sabemos quién es el hombre malvado, pero ¿quién es esta mujer extraña? En Israel, Dios había entregado una ley que establecía que ninguna mujer israelita podía dedicarse a la prostitución. Es posible que si alguna mujer lo hiciera, fuera expulsada de los límites del pueblo y clasificada junto con los pecadores, y más tarde en la historia, con los publicanos, que serían los agentes encargados de recaudar los impuestos. En este contexto, la extraña era la no judía que se introducía en el pueblo, porque se daba cuenta de que habría un lugar para que ella ejerciera su profesión. Así que la mujer extraña era una extranjera que se introducía en aquella sociedad israelita para ejercer la prostitución. Entonces en estos proverbios se le advertía al joven sobre ella. Y se le decía lo que le podría suceder y a lo que se exponía. EL versículo 19 dice el que se enreda con ella no vuelve jamás, ni alcanza los senderos de la vida. Aquí quiere decir que el joven perdería su salud. En aquellos días llevaba años curarse de las consecuencias de una enfermedad venérea y Dios advirtió a los jóvenes sobre esos peligros.

Al despedirnos hoy, queremos hacerlo con las palabras del Salmo 119, que dice: ¿Con qué limpiará el joven su camino? ¡Con guardar tu palabra! Y otra versión lo expresa de esta manera: "¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra".

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