Estudio bíblico de Filipenses 3:2-6

Filipenses 3:2-6

En los primeros 9 versículos del capítulo 3, de esta epístola a los Filipenses, que estamos estudiando, encontramos que la conversión del apóstol Pablo fue un acontecimiento tremendo. El ya había cambiado los esquemas de vida de su pasado, como mencionamos en nuestro programa anterior.

Vamos a leer entonces el versículo 2 de este capítulo tercero de Filipenses:

"Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los que mutilan el cuerpo."

Pablo aquí no se estaba refiriendo a los animales. Podemos comprender mejor su pensamiento si retrocedemos en la Biblia y nos dirigimos a la profecía de Isaías, que pronunció advertencias contra los profetas falsos de su tiempo. Leamos en 56:10, que dice: Sus guardianes son ciegos, todos ellos son ignorantes; todos ellos son perros mudos, que no pueden ladrar; soñolientos y perezosos, aman el dormir. Isaías estaba advirtiendo a su pueblo contra los profetas falsos que estaban intentando consolar al pueblo y le estaban diciendo a la gente que las cosas iban bien, en vez de advertirles del inminente desastre. El reino del norte ya había sido conducido al cautiverio porque los falsos profetas les habían transmitido un falso sentido de seguridad. Y Dios estaba advirtiendo al reino del sur para que no hicieran lo mismo. Estaba llamando a los profetas falsos "perros mudos". No hablaban, no describían la realidad tal como era. Aquí se llama perros a quienes no declaraban públicamente todo el consejo de Dios.

Tenemos el mismo peligro en nuestra sociedad de la abundancia, (o del consumo). La palabra clave hoy es "comodidad". Buscamos lugares cómodos para vivir y para cuando viajamos. Disfrutamos de todas las comodidades que nos podemos permitir. El deseo de comodidad ha sido trasladado a la Iglesia. Existe el peligro de simplemente consolar a las personas de la congregación porque eso es, precisamente, lo que a ellas les gustaría encontrar en el ministerio cristiano.

Un destacado miembro de una comunidad cristiana a quien un pastor pudo atender dejó su iglesia diciendo que el pastor nunca le transmitía mensajes de consuelo y estímulo. Más tarde el pastor descubrió que en sus actividades en los negocios no actuaba siempre con ética. En realidad, algunos le consideraban muy poco ético. Sinceramente, él no necesitaba mensajes de consuelo y estímulo. Necesitaba mensajes de advertencia. Y eso era lo que no le gustaba. Quizás pensó que su pastor sabía algo sobre sus asuntos comerciales, lo cual no era el caso. Porque al pastor no le agradaba predicar mensajes dirigidos a un solo individuo, sino exponer fielmente lo que la Palabra de Dios decía. Y ese no es, en algunas ocasiones, un mensaje consolador.

Cuando el autor de estos estudio fue una vez al médico, hizo lo que pudo para mostrarse evasivo frente a él. Le dijo que conocía a alguien que tenía los mismos problemas que él, que le dieron cierta medicación y se recuperó. Pero después de examinarlo, el médico le dijo: "Prof. McGee, si usted necesita medicación, yo se la daré, pero no creo que usted la necesite. Usted tiene problemas". Bueno, ese no fue un mensaje muy consolador. Y hablándole sinceramente, el médico le dijo: "Le voy a decir la verdad, porque si no lo hago, usted no tendrá confianza en mí. Usted tiene cáncer". Nos decía el Profesor McGee que le ha estado agradecido desde entonces. Porque él quería oír la verdad. Estimado oyente, ¿no quiere usted oír la verdad?

En la época de Isaías había muchos profetas falsos que estaban consolando a la gente, cuando debían haber estado advirtiéndola. Por ello hemos visto que fueron comparados con perros mudos. Es que un perro ovejero está constantemente en actitud de alerta ante el peligro. Si un león, o un oso, hacen una incursión en el rebaño, el perro ladrará como si se hubiera vuelto loco y si puede, empujará al rebaño para llevarlo más lejos. El perro entonces advertiría sobre cualquier tipo de peligro. Pero los profetas falsos no pronunciaron ninguna advertencia. En consecuencia, el reino del sur había sido adormecido y se molestaba por los esfuerzos de Isaías para despertarlo.

Así le sucede a muchas sociedades en la actualidad, que están en la misma condición, que están instaladas en la comodidad, en la abundancia, en la actitud de obtener lo mejor con el mínimo esfuerzo, en tomar las cosas con calma y en pasarlo bien. Nos parece que alguien tendría que empezar a ladrar un poco.

Pablo advirtió en este pasaje de Filipenses 3:2, guardaos de los perros, es decir, cuidado con aquellos que están constantemente consolando, estimulando y no están exponiendo la Palabra de Dios.

También dijo Pablo guardaos de los malos obreros. Es era otro grupo que en realidad abusaba de ellos. No eran personas honestas.

Y añadió: guardaos de los que mutilan el cuerpo. Les estaba diciendo a los israelitas que ellos ya no representaban a la verdadera circuncisión. Se estaba refiriendo a los legalistas, a aquellos que estaban intentando obligar a los cristianos a cumplir la ley de Moisés para obtener la salvación, y para vivir una vida de santidad.

Continuemos leyendo el versículo 3 de este tercer capítulo de Filipenses.

"Nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en los esfuerzos humanos"

¿Qué quiso decir Pablo con Nosotros somos la circuncisión? Él lo aclaró al final de su carta a los Gálatas 6:15, donde escribió: 15porque, en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada ni la incircuncisión, sino la nueva criatura. La antigua circuncisión había llegado a su fin. Dios no estaba interesado en un simple cumplimiento externo. La verdadera circuncisión era la del corazón. Es el nuevo nacimiento espiritual, que es una nueva actitud del corazón hacia Dios. La verdadera circuncisión es estar en Cristo, unido a Cristo.

Veamos la frase no teniendo confianza en los esfuerzos humanos. No tenemos confianza en nuestra vieja naturaleza. Confiamos en Cristo solamente. No recurrimos a nosotros mismos para obtener la salvación, ni podemos vivir la vida cristiana con nuestra vieja naturaleza. Podemos vivirla con Cristo en nosotros.

Estos legalistas seguirían a Pablo en sus viajes misioneros. Después de que él se iba de un lugar, se encontraban con los creyentes, insinuando a aquellos nuevos convertidos que era lógico que Pablo predicase que no había que tener confianza en los esfuerzos humanos, que no había que confiar en rituales ni sacrificios, y que la ley no salvaba, porque él no tenía antecedentes adecuados en el judaísmo, como ellos tenían. Le acusaban veladamente de predicar lo que predicaba, por ser ignorante y fracasar en estar a la altura de los requisitos de la ley. Decían estos legalistas, entonces, que ese era el motivo de la desconfianza de Pablo en los esfuerzos humanos por cumplir la ley.

Entonces Pablo se dispuso a responder a esas insinuaciones. Leamos el versículo 4 de este capítulo 3 de Filipenses:

"Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en esfuerzos humano, yo más"

Pabló aclaró que nadie tendría más razones que él para confiar en los ritos y esfuerzos humanos. El estaba dispuesto a comparar su propia vida religiosa con la de cualquier otro hombre, sabiendo que podía estar a la altura de él, e incluso, superarlo.

Después, el apóstol procedió enumerar siete elementos de conducta en los cuales confió en otra etapa de su vida, y que constituían una religión en todo el sentido de la palabra. Si alguien podía haberse salvado por medio de la religión, Saulo de Tarso habría sido ese hombre. Leamos los versículos 5 y 6 de este capítulo 3 de Filipenses:

"Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia que se basa en la Ley, irreprochable."

Estimado oyente, éstas son cosas acerca de las cuales muchos aun hoy se enorgullecen; pero ninguna de ellas puede salvarle. Vamos a examinarlas una por una:

(1) Circuncidado al octavo día. Este era un rito básico en el sistema mosaico. O sea que en el octavo día sus padres le llevaron al templo o a la sinagoga, para que fuera circuncidado. El apóstol aclaró que tenía unos padres piadosos, que le criaron de acuerdo con las normas de la ley de Moisés. Recordemos que el Señor Jesús también tuvo unos padres piadosos que le llevaron al templo para circuncidarle.

Una de las cosas que nos perjudicaron o reprimieron a algunos de nosotros en los primeros años de nuestro ministerio, fue el hecho de no haber sido criados en un hogar cristiano. Algunos hemos tenido padres que no aparecerían por la puerta de una iglesia, aunque nos permitieron asistir a la Escuela Dominical. Pero en nuestros hogares nunca se oyó una oración o la lectura de la Biblia. Cuando el autor de estos estudios fue a estudiar al Seminario, ni siquiera conocía los libros de la Biblia. Y se encontraba con otros compañeros que habían sido criados en hogares cristianos, que parecían saber tanto sobre la Biblia. Dijo que se sentía en desventaja, como si se hubiera perdido algo. Bueno, Pablo no tuvo esa desventaja. El pudo decir de sí mismo circuncidado al octavo día lo cual indicaba que tuvo unos padres fieles a su fe.

(2) del pueblo de Israel. Probablemente algunos de los judaizantes eran mestizos, nacidos, por ejemplo, de madre judía y de padre de otra raza. Pero Pablo no lo era. El era de la raza israelita. Creemos que cualquiera hubiera podido comprobar su genealogía en el templo de aquella época. Pablo tenía una genealogía, unos antecedentes y sabía a qué raza y pueblo pertenecía.

(3) de la tribu de Benjamín. Esto fue como decir que pertenecía a la mejor familia. Benjamín había sido el hijo favorito de Jacob. Raquel había dado a luz a Benjamín al morir, y le llamó "hijo de mi aflicción", pero Jacob le puso el nombre "hijo de mi mano derecha". Raquel había sido el punto brillante en su vida antes de Peniel, y cuando había mirado al pequeño Benjamín en la cuna, lo había contemplado como el hijo de Raquel. Benjamín se convirtió en su mano derecha, en su bastón, aquel en quien se apoyaba. También el primer rey de Israel vino de la tribu de Benjamín. Su nombre era Saúl, y en mi opinión, a Saulo de Tarso le pusieron el nombre de aquel rey. Así que Pablo pudo afirmar con orgullo que el provenía de la tribu de Benjamín.

(4) Hebreo de hebreos. Esto significa que era un líder. Estaba en el nivel más alto del círculo religioso. En el lugar más elevado.

(5) En cuanto a la Ley, fariseo. Los Fariseos representaban lo mejor de Israel. Eran un partido religioso-político, y su objetivo era establecer el reino. Habían surgido en algún momento antes del cautiverio o durante el mismo. Se adherían a los principios fundamentales. Creían en la integridad de las Escrituras Sagradas, en los ángeles, en la resurrección y en los milagros. También eran extremadamente nacionalistas en su posición política.

Creemos que el motivo por el cual cuando Jesús estaba en esta tierra, enviaron a Nicodemo para verle fue que los Fariseos pensaron: este es un profeta que ha salido de Galilea. Si podemos enganchar nuestro carro a su estrella, llegaremos lejos, porque sabemos cómo manipular a Roma. Los Fariseos creían que podrían traer el reino a través de una manipulación política. Querían establecer el reino de Dios sobre la tierra. Así que Pablo pudo decir que era un Fariseo.

(6) en cuanto a celo, perseguidor de la Iglesia. Pablo creía que cuando perseguía a la Iglesia estaba haciendo la voluntad de Dios. Los otros Fariseos se quedaron tranquilos cuando habían echado a los cristianos de Jerusalén, pero Pablo estaba decidido a dar con ellos en cualquier lugar del mundo. Ese era precisamente su propósito cuando se encaminaba hacia Damasco, en el día de su conversión.

(7) en cuanto a la justificación que se basa en la Ley, irreprochable. Observemos que él no dijo que estaba sin pecado, o que era perfecto; dijo que era intachable. En Romanos 7:7 el apóstol Pablo nos contó su historia, diciendo: Pero yo no conocí el pecado sino por la Ley; y tampoco conocería la codicia, si la Ley no dijera: «No codiciarás» Pablo no se atribuyó una perfección exenta de pecado. Este mandamiento le mostraba a él su pecado.

Ahora, si alguien quebranta el mandamiento "no robarás", usted tendrá consigo alguna evidencia del delito o dejará sus huellas digitales en el escenario del robo. Lo mismo podría decirse de un asesinato; Usted tendría el cuerpo del delito en sus manos. Y es imposible cometer adulterio, sin que alguien más lo sepa. Pero usted puede codiciar y nadie será tan sabio como para leer su pensamiento. Si Pablo se hubiera mantenido en silencio, podríamos pensar que había alcanzado en estado de perfección impecable, pero él mismo con mucha sinceridad dijo que no había llegado a ese estado. En Romanos 7:11 llegó a decir que el pecado se aprovechó del mandamiento de la ley, le engañó y por medio de él, le dio muerte.

En la frase en cuanto a la justicia que se basa en la ley, irreprochable lo que Pablo quiso decir era que él había traído el sacrificio apropiado para su pecado, para obrar rectamente ante Dios. Pablo era sincero. Desde el punto de vista de la ley, era un santo. Tenía todo el derecho a decir: Si alguno piensa que tiene de qué confiar en esfuerzos humanos, yo mas.

Sabemos que un comerciante tiene que llevar un libro de control llamado el Libro Mayor, en el cual se detallan el "debe y el haber". Estas fueron las cosas que Pablo hizo en el "haber", en el saldo positivo, en los aspectos positivos de su conducta. La suma total era tan considerable que en un principio había pensado que le colocaban en una posición favorable ante Dios. Creyó que era un saldo positivo para él.

En el lado del "débito" se encontraba la persona a quién odiaba, que era Jesucristo. Impulsado por aquel odio, Pablo estaba tratando de eliminar a los seguidores de Jesucristo.

Entonces, un día el Señor Jesús se encontró con Pablo en el camino que conducía a Damasco. Desde aquel día Pablo cambió su sistema de contabilidad. Lo que hasta entonces había sido un débito (o sea Cristo, la persona que odiaba) se convirtió en un crédito, en un saldo positivo. Y lo que había considerado un crédito, un saldo positivo, (o sea, su cumplimento de la Ley y sus méritos personales) se convirtió en un débito, o sea en un cargo. Fue realmente un cambio revolucionario el que aquel hombre experimentó. Por ello dijimos que cambió todos sus esquemas de vida.

Él tenía todo eso y nos dice que eso no lo salvó a él, ni tampoco le satisfizo. Y en el día de hoy, hay multitudes de personas que con la mejor intención, se están apoyando en tradiciones y ritos religiosos, que realizan obras meritorias a favor de los demás, pero que no han tenido un encuentro personal con Dios para tratar directamente la cuestión del pecado. Estimado oyente, mientras le sugerimos leer el resto de este muy interesante capítulo 3, de la epístola a los Filipenses y de esta forma, estar preparado para sacar el mayor provecho posible de este estudio bíblico, le invitamos a pensar en la actitud y en las conclusiones a las que llegó el apóstol San Pablo. En nuestro próximo programa, Dios mediante, veremos lo que en realidad le ocurrió al Apóstol Pablo. Al despedirnos, dejamos con usted las palabras de Pablo en el versículo 7, que comentaremos en nuestro próximo encuentro. Dijo Pablo: Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por amor de Cristo.

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