Estudio bíblico de Eclesiastés 12:1-14

Eclesiastés 12

En nuestro estudio de hoy, amigo oyente, llegamos al capítulo 12 de este Libro de Eclesiastés que nos presenta un punto de vista pesimista en cuanto a la vida. Hemos visto que Salomón había realizado un experimento en la vida. Probablemente fue el único hombre que ha vivido, y que debido a sus grandes recursos económicos pudo realizar un experimento en todas estas áreas diferentes de la vida. Él trató de encontrar una solución y satisfacción a la vida, aparte de Dios. La expresión clave que encontramos repetida una y otra vez en este Libro es la de debajo del sol. En su primer experimento, Salomón trató de encontrar la solución en la naturaleza, lo que llamaríamos en el día de hoy, las ciencias naturales.

Hay gran cantidad de personas que piensan que si uno regresa a la naturaleza puede encontrar la solución a los problemas. Hoy se produce un gran éxodo de gente que sale del casco urbano de la ciudad hacia los suburbios y aún más lejos, al campo o a las montañas, lugares donde compran o alquilan un piso o casa. El propósito es huir del ruido, la contaminación o el agobio que producen las grandes concentraciones urbanas. Ahora, esto no resolvió los problemas de Salomón, ni tampoco resolverá los nuestros. Así que Salomón probó la filosofía y la sabiduría; el placer, el materialismo, es decir, el tratar de vivir para el "ahora", y después el fatalismo. Y trató de vivir para sí mismo, es decir, que probó el egoísmo. Más adelante intentó la religión y encontró el ritual, pero sin una realidad espiritual. Entonces trató de encontrar la respuesta en las riquezas, pero la codicia hace que el corazón humano sea insaciable. Nunca está satisfecho. Luego Salomón trató de llevar la vida del moralista, pero comprobó que era una existencia insípida. Ésta es la razón por la cual muchos jóvenes se han rebelado contra ese tipo de vida.

Y llegamos ahora a la última conclusión a la que ha llegado Salomón. El último párrafo lo podemos titular:

Una figura poética de la ancianidad

Este capítulo incluye algo para los jóvenes y para las personas mayores. Así que en este capítulo encontraremos esas dos etapas extremas de la vida. Leamos entonces el versículo 1 de este capítulo 12 de Eclesiastés.

"Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos placer"

A la luz del hecho de que nada debajo del sol puede satisfacer el corazón humano, Salomón dijo: "Volveos a Dios". Salomón estaba exhortando a los jóvenes que, en su juventud, tomaran una decisión de acercarse a Dios. Al continuar con el relato quedan en evidencia los motivos para tomar esa decisión.

Salomón iba a pintar un cuadro de la edad avanzada, un cuadro que no resultaría muy atractivo. No obstante, es un cuadro real de los seres humanos en la época de la ancianidad. Quizás los jóvenes al leerlo se pregunten si en realidad esa etapa de sus vidas será así. Pero luego, al llegar a cierta edad, tendrán que reconocer que esta descripción de la ancianidad es exacta.

Algunos escépticos dicen: "Yo creo en una religión para aquí y ahora. No estoy interesado en una religión del más allá". Pues bien, aquí en estas páginas tenemos una religión para el aquí y ahora, para esta vida presente, que implica estar debidamente relacionado con Dios y vivir para Él. ¿Por qué? Bueno, miremos al cuadro que Salomón pintó de la tercera edad, cuadró que pintó con mucho realismo. Bueno, escuchemos lo que dijo aquí en el versículo 2, de este capítulo 12 de Eclesiastés:

"Antes que se oscurezcan el sol y la luz, la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia"

¿Quiere decir acaso, que los astros que brillan en los cielos se van a apagar? No, estimado oyente, quiere decir que su vista no será tan buena como cuando era joven. Y tendrá que recurrir a la ayuda de las gafas para leer.

Y el tiempo pasa, y las malas experiencias se suceden una tras otra. Y dice aquí: "Y vuelvan las nubes tras la lluvia". Una persona puede salir y divertirse mucho, pero después tiene que dedicar dos, o tres o cuatro días para descansar porque el cuerpo humano necesita un mayor tiempo de recuperación física. Luego nos dice el versículo 3:

"Cuando tiemblen los guardias de la casa y se encorven los hombres fuertes; cuando cesen de trabajar las que muelen, porque habrán disminuido, y se queden a oscuras las que miran por las ventanas"

Aquí tenemos una descripción del cuerpo, del cuerpo físico en la ancianidad. ¿Cuáles son, entonces, esos guardas de la casa? Creemos que se está refiriendo a las piernas. La persona mayor pierde firmeza y tiene tendencia a tambalearse.

Usted, amigo oyente, habrá observado quizá, a alguna persona entrada en años, que tiene que ser ayudada a subir y bajar de un autobús o de un coche. Aunque sus amigos le digan que está disfrutando de una buena salud, siempre hay alguien que trata de ayudarle para realizar una de esas tareas. Porque la persona ya entrada en años no es tan ágil y rápida como era antes.

Las personas de esta edad, cuando comienzan a bajar escaleras, a veces gimen. Esto nos recuerda lo que escribió el apóstol Pablo en 2 Corintios 5:4, "Los que estamos en esta tienda de campaña gemimos con angustia". (otra versión dice "suspirando y agobiados".) Es que las piernas ya no les responden como antes. El tratar de subir y bajar escaleras comienza a ser una molestia y aparecen los dolores en las rodillas. Pronto se ve la necesidad de contar con la ayuda de un bastón.

¡Qué cuadro, pues, el que tenemos aquí ante nosotros, amigo oyente! Y Salomón continuó describiendo un cuerpo en estado de decaimiento general. Después dijo: "y se encorven los hombres fuertes". Aquí él se estaba refiriendo a los hombros, que ya no pueden permanecer erguidos como antes, en la época de la juventud y la madurez y comienzan a encorvarse, adoptando una postura que, en esas condiciones, resulta más cómoda para el cuerpo.

Y luego continúa esta descripción con la frase: "cuando cesen de trabajar las que muelen, porque habrán disminuido". Los que muelen son los dientes. Aquí se alude a la pérdida de los dientes y la persona pasa a depender más del dentista para prevenir o hacer frente al desgaste natural, para reponer las piezas dentales, colocarse puentes o dentaduras postizas.

Y la descripción de este versículo se completa con la frase "y se queden oscuras las que miran por las ventanas". Aquí se refiere a la pérdida progresiva de la vista. Así que estas ventanas del cuerpo comienzan a oscurecerse. Las cosas ya no se ven tan brillantes como se veían antes. Luego, en el versículo 4, de este capítulo 12 de Eclesiastés, dice:

"Cuando las puertas de afuera se cierren, y se vaya apagando el ruido del molino; cuando se escuche la voz del ave, pero las canciones dejen de oírse"

La primera frase "cuando las puertas de afuera se cierren" es casi una descripción poética que se refiere a la pérdida del sentido del oído.

Seguimos leyendo en el mismo versículo 4: "cuando se escuche la voz del ave". A las personas jóvenes ni siquiera el despertador las despierta por la mañana. Tampoco les molesta el ruido que hacen los niños, y les agrada escuchar la música al máximo volumen. Sin embargo, a las personas mayores, cualquier pájaro cantando al amanecer las puede despertar.

Luego nos dice al final del versículo 4 "pero las canciones dejen de oírse". Evidentemente las personas mayores ya no pueden cantar en la forma en que lo hacían antes. Incluso los cantantes, aquellos que alguna vez tuvieron voces magníficas, van perdiendo la calidad y la potencia de sus voces.

Y así, Salomón continuó hablando de la ancianidad. Y entonces él llegó a un punto que consideramos trágico, porque ahora vamos a observar los efectos psicológicos. Leamos ahora el versículo 5:

"Cuando se tema también a las alturas, y se llene de peligros el camino, y florezca el almendro, y la langosta sea una carga, y la alcaparra pierda su efecto; porque el hombre va a su morada eterna, y rondarán por las calles quienes hacen duelo"

Dice aquí la primera frase "cuando se tema también a las alturas". Es decir, que a los ancianos ya no les gusta viajar como cuando eran jóvenes. Y las cosas pequeñas les preocupan, cosas que en otras épocas no les molestaban, considerándolas insignificantes.

Después dijo el escritor: "Y se llene de peligros el camino". Las cosas ya no se disfrutan como se disfrutaban en el pasado. Hay personas ancianas a las que les encantaba viajar y recorrer grandes distancias, por todo el mundo. Cuando eran jóvenes no se preocupaban tanto de la forma en que viajaban, ni del estado de los vehículos, ni del medio de transporte utilizado. Les gustaba la aventura de lo imprevisible, las situaciones nuevas, la improvisación y el cambio de planes. Pero cuando pasan los años, las cosas cambian y entonces se preocupan por detalles que antes no les preocupaban y, de todas formas, se sienten inseguras o experimentan temor ante cualquier alteración del plan previsto, o ante cualquier situación que pueda representar un peligro.

Luego, se nos dice aquí siguiendo con este versículo 5, "y florezca el almendro". Cuando florece el almendro, muestra flores blancas. Y eso quiere decir que la persona que está cercana a la ancianidad verá que su cabeza se llena de canas, sus cabellos se tornan grises, luego blancos. O si no, quizás se pierdan completamente por efectos de la calvicie.

Ahora, notemos lo que Salomón sigue diciendo aquí, en este mismo versículo 5, "y la langosta sea una carga". ¿Cómo puede una pequeña langosta llegar a ser una carga? Es que cuando llega la ancianidad, hechos o detalles pequeños que nunca molestaban, se convierten en una carga. Pongamos por ejemplo a los nietos. Si usted es ya un anciano y tiene nietos, por supuesto que usted los ama y le gusta pasar algún tiempo con ellos; pero después de unas horas, usted respira con alivio cuando sus padres se los llevan, ¿no es verdad? Porque las fuerzas fallan, la capacidad de resistencia ya no es la misma, y la paciencia se agota más rápidamente. Entonces hasta las pequeñeces se convierten en una carga.

Luego se nos dice aquí en este mismo versículo 5: "y la alcaparra pierda su efecto". Lo que sucede es que el organismo del anciano está tan debilitado que las propiedades estimulantes de esa planta llamada alcaparra ya no surten efecto. Además, se produce una pérdida del apetito.

Y finalmente dice este versículo 5, "porque el hombre va a su morada eterna y rondarán por las calles quienes hacen duelo". Al acercarse la muerte, el ser humano se encuentra próximo a la eternidad. Continuemos la descripción leyendo el versículo 6 de Eclesiastés 12:

"Antes que la cadena de plata se quiebre, se rompa el cuenco de oro, el cántaro se quiebre junto a la fuente y la polea o rueda se rompa sobre el pozo"

En este versículo tenemos una lista de órganos del cuerpo. Hacia el final de la vida, comienzan a dejar de funcionar o funcionan defectuosamente. Esa "cadena de plata" es la médula espinal. Ese "cuenco de oro" es la cabeza, la cavidad o receptáculo para el cerebro. El funcionamiento del cerebro decrece en eficiencia con el aumento de la edad, y en el momento de la muerte deja de funcionar por completo.

"El cántaro que se quiebra junto a la fuente", se refiere a los pulmones. "La polea o la rueda que se rompe sobre el pozo" es el corazón. Ya no se bombea sangre a través del cuerpo. Toda esta descripción es una imagen del deterioro de la ancianidad que, finalmente, conduce a la muerte. La vida no puede mantenerse sin el funcionamiento de estos órganos.

Luego, en el versículo 7, dijo el escritor:

"Antes que el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio."

El alma no duerme. Y nos gustaría que aquellas personas que usan versículos del libro del Eclesiastés para apoyar sus ideas sobre el sueño del alma, solo continuaran leyendo hasta que llegaran a este versículo. El cuerpo descansa, pero el espíritu, o el alma, regresan a Dios, que fue quien lo dio.

Reiteramos que el Nuevo Testamento nos asegura que estar ausente del cuerpo significa estar presente con el Señor (como vemos en 2 Corintios 5:8). El alma regresa inmediatamente a Dios. El cuerpo es simplemente un tabernáculo, una tienda de campaña en la que vivimos. Es como una envoltura externa. El alma va a estar con Dios.

Luego, en el versículo 8, de este capítulo 12 de Eclesiastés, leemos:

"¡Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad!"

Estimado oyente, la vida es un verdadero vacío si usted la está viviendo nada más que para aquí y ahora. Algún día usted descubrirá que todo lo que tiene en su mano es nada más que un puñado de cenizas, y que delante suyo, se encuentra toda una eternidad. Un escritor lo expresó de la siguiente manera: "Cuando era niño reía y lloraba, y el tiempo se arrastraba; cuando era joven soñaba y hablaba, y el tiempo andaba; cuando llegué a la madurez, el tiempo echó a correr; cuando llegué a la vejez, el tiempo voló veloz; y muy pronto, al seguir mi andar, el tiempo desapareció."

El salmista dijo: "Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría". (Salmo 90:12) Y esa sabiduría es el Señor Jesucristo mismo. Alguien describió esto de la siguiente manera: "Tú sabes Señor que estoy envejeciendo". Y siguió diciendo: "El fuego de mi juventud comienza a arder sin llamas; de alguna forma tiendo a recordar y a hablar de los días buenos que comienzo a echar de menos. Tengo un humor cambiante, mandón, y pienso que todos deben obedecer mis órdenes inmediatamente. Ayúdame, Señor, a ocultar mis dolores y a darme cuenta de mis propias equivocaciones. Haz de mí una persona dulce, silenciosa, serena; en lugar de ser áspero, amargo y malo". ¡Que el Señor nos ayude a envejecer con dignidad! Luego, en los versículos 9 al 11, de este capítulo 12 de Eclesiastés, leemos:

"Cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo. Escuchó, escudriñó y compuso muchos proverbios. Procuró el Predicador hallar palabras agradables y escribir rectamente palabras de verdad. Las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos hincados las de los maestros de las congregaciones, pronunciadas por un pastor."

En ninguna manera deberíamos despreciar la sabiduría del pasado, ni negarnos a ser enseñados. Y el versículo 12, dice:

"Ahora, hijo, a más de esto acepta ser amonestado. No tiene objeto escribir muchos libros; el mucho estudio es fatiga para el cuerpo."

De acuerdo con la conclusión del escritor, la educación no resuelve los problemas de la vida. Leamos ahora el versículo 13, en el cual Salomón nos habló del

Resultado del experimento

"El fin de todo el discurso que has oído es: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre."

Aquí se destaca el mandato "Teme a Dios". Éste es el mensaje del Libro de los Proverbios así como el mensaje de este pasaje. A la luz del experimento realizado "debajo del sol", una actitud sabia es tener un temor de Dios que significa reverencia, adoración y obediencia hacia Él.

Y continuó diciendo Salomón "y guarda sus mandamientos", que implica satisfacer las condiciones de Dios para la salvación, a la edad que sea, fundamentada en la fe en Dios. Para Abel, hijo de Adán, implicó traer un cordero. Para Abraham significó creer las promesas de Dios. Para el pueblo de Israel implicó acercarse a Dios por medio de un sacrificio en el tabernáculo y en el templo. Para nosotros significa responder a la siguiente invitación: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo". (Hechos 16:31)

Leamos finalmente, el versículo 14 de este último capítulo 12 de Eclesiastés.

"Pues Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa oculta, sea buena o sea mala."

Aquí dice "Dios traerá toda obra a juicio". O sea que, Dios juzgará a cada individuo, porque cada uno es un pecador culpable delante de Dios. Cristo sufrió nuestro juicio; Él murió una muerte de juicio. Nuestros pecados están sobre Cristo por la fe en Él, o si no tendremos que presentarnos ante el Gran Trono Blanco para el juicio.

Al comienzo de este capítulo 12, leímos: "Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud". ¿Por qué? Por una razón muy concreta: porque en lo que respecta a la salvación las oportunidades de ser salvo son mayores; y en al tema del servicio usted tendrá algo que ofrecer a Dios. Las estadísticas demuestran que más personas vienen a Cristo cuando son jóvenes. Pero eso no quiere decir que las personas mayores no puedan aceptar a Cristo y ser salvas. Por nuestra experiencia, conocemos muchísimos casos de personas de avanzada a edad que comienzan a establecer una relación con Dios.

La segunda razón por la cual Salomón apeló especialmente a los jóvenes fue que, en cada época, ellos han tenido toda una vida de servicio para ofrecer a Dios. En la Biblia, aquellos que ofrecieron un verdadero servicio, que tuvieron algo que ofrecer a Dios, fueron hombres jóvenes. Recordemos José, Moisés, Daniel, Jeremías, Gedeón, David y Saulo de Tarso, Timoteo, y tantos otros hombres y mujeres que uno podría nombrar en el día de hoy.

Estimado oyente, no existe pues, ninguna respuesta a los problemas de la vida debajo del sol. Jesucristo es la única solución. ¿Por qué pues, no entregarse a Él ahora mismo? Él dijo, en Juan 6:37: "El que a mí viene, no le echo fuera". ¡Acuda usted a Cristo Jesús ahora mismo y sea salvo por toda la eternidad!

Y así concluimos nuestro estudio de este Libro de Eclesiastés. Dios mediante en nuestro próximo programa, continuaremos en el Antiguo Testamento y al despedirnos hoy le invitamos a que nos acompañe en nuestro estudio del Cantar de los Cantares.

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