Estudio bíblico de Isaías 4:1-5:12

Isaías 4:1 - 5:12

Estamos considerando hoy, amigo oyente, el libro de Isaías, y vamos a ver lo que nos dice el capítulo 4. Este capítulo es una continuación de una profecía completa que comienza en el capítulo 2 y finaliza en el capítulo 5. En estos capítulos tenemos un resumen de todo el libro de Isaías, porque el profeta tocó todos los temas que después trataría en el resto del libro.

Este capítulo 4 es el más breve del libro; tiene sólo seis versículos. Aquí tenemos una descripción de las condiciones que prevalecían en la época de la cautividad babilónica, y, también de las mismas condiciones que estarán presentes durante el período de la Gran Tribulación, inmediatamente antes del establecimiento del reino mesiánico.

La estructura de este capítulo es muy sencilla. El primer versículo es el único que describe las condiciones existentes durante la época del período de la Gran Tribulación, o de los últimos días. Y el resto del capítulo presenta ante el lector, la preparación necesaria para entrar al reino. Esta sección es, por supuesto, enteramente anticipatoria. Ahora, este capítulo 4, versículo 1, dice:

"En aquel tiempo, siete mujeres echarán mano de un hombre, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan y nos vestiremos de nuestras ropas. Solamente permítenos llevar tu nombre. ¡Quita nuestra deshonra!"

Estas condiciones prevalecerán a causa de las espantosas bajas de la guerra. En todas las guerras ha habido víctimas y estas condiciones existirán en el período de la gran tribulación. En otras palabras, debido a que la población masculina estará tan diezmada por la guerra, la población femenina será mucho más numerosa, hasta el punto de que siete mujeres estarán dispuestas para compartir un hombre en aquellos días. Y, no sólo eso, sino que todas ellas estarán dispuestas a trabajar. Suponemos que el hombre no tendrá que hacer nada más que llevar las cuentas para ellas, y asegurarse que cada una de ellas comparta las necesidades que existen en la casa. Esta descripción nos revela las difíciles condiciones que existirán en ese período. En cierto modo podemos decir que en algunos países que han tenido que participar en la última guerra mundial y en otras sucesivas guerras, ya han existido estas condiciones de escasez de hombres. Por ejemplo, en Estados Unidos se ha notado esa situación después de la segunda guerra mundial, y después de la guerra de Vietnam. En un determinado momento el número de mujeres superaba al de los hombres en 80.000. En el versículo 2, pues leemos:

"En aquel tiempo el renuevo del Señor será para hermosura y gloria, y el fruto del país para grandeza y honra, a los sobrevivientes de Israel."

La frase "en aquel tiempo" se refiere al Día del Señor. Esta frase aparecerá una y otra vez en Isaías (y en todos los profetas), y será mencionada también en el Nuevo Testamento. Especialmente el profeta Joel tuvo algo que decir sobre el Día del Señor. Comienza como todos los días de los hebreos, con la puesta del sol. Comienza con la oscuridad y avanza hacia el amanecer. Y el Día del Señor comienza con la gran tribulación y continúa en el reino del milenio.

En este versículo hay también una referencia al Señor Jesucristo, porque Él es "el renuevo". Hay unas 18 palabras hebreas traducidas por la palabra "renuevo". Todas ellas se refieren al Señor Jesucristo, y aquí la palabra renuevo significa "retoño". Más adelante, en este mismo libro, veremos más menciones similares como, por ejemplo, que Él es como una tierna planta verde que ha brotado en la tierra seca del desierto. Ahora, en el versículo 3, de este capítulo 4, leemos:

"Y acontecerá que el que quede en Sión, el que sea dejado en Jerusalén, será llamado santo: todos los que en Jerusalén estén registrados entre los vivientes"

Habrá aquellos que pertenezcan al pueblo de Dios, tanto judíos como no judíos, que sobrevivirán al período de la gran tribulación. Aquellos que sufran el martirio, por supuesto, serán resucitados al final de ese período. En Mateo 24:13, el Señor lo expresó de una manera que siempre ha parecido un poco extraña, pero Él estaba mirando al final del período de la gran tribulación cuando dijo: "mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo". Ahora, bien, ellos fueron sellados al comienzo del período de la Gran Tribulación para asegurar que pasarían a través del mismo. El Pastor es capaz de guardar a los Suyos, a Sus ovejas, y, por tanto, éstas van a resistir hasta el fin. Tenemos la misma idea expresada en Apocalipsis 7, que habla de una gran multitud de personas que fueron selladas al principio de la gran tribulación y que sobrevivirán a este período. Ahora, el versículo 4, de este capítulo 4 de Isaías dice:

"Cuando el Señor lave la inmundicia de las hijas de Sión y limpie a Jerusalén de la sangre derramada en medio de ella, con espíritu de juicio y con espíritu de devastación."

El profeta Zacarías en 13:1, dijo: "1En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia."

Como podemos apreciar, el pueblo de Dios debe estar preparado para entrar en el reino. Y esto nos lleva a formular una pregunta pertinente. Cada año en que nos encontramos en el umbral de un nuevo año, decimos que vamos a hacer mejor las cosas. Hemos estado diciendo lo mismo por años. Nuestra pregunta es estimado oyente: ¿Está usted preparado para ir al cielo? Supongamos que en este mismo momento, tal como está usted, Dios lo lleva al cielo. ¿Es usted apto para entrar al cielo? No podemos responder por usted, por supuesto, pero creo que hace falta mucho trabajo de reparación para que estemos preparados para el cielo. Y en esto consiste la vida: es como una escuela de preparación para le eternidad. Muchas personas cometen el error de pensar que esta vida lo es todo. En esta tierra tiene lugar una preparación para la eternidad. Supóngase que Dios lo toma y lo lleva al cielo tal como está en este instante, ¿cree usted que se sentiría como un pez fuera del agua? Nos tememos que si en este mismo momento fuéramos llevados allí, nos sentiríamos así. Pero lo maravilloso es que, como dijo 1 Juan 3:2, "aún no se ha manifestado lo que hemos de ser". Porque sabemos que cuando Cristo venga, seremos semejantes a Él. Y Él tendrá que hacer en nosotros algunos cambios. Ahora, notemos lo que dice aquí el versículo 5, de este capítulo 4 de Isaías:

"Y creará el Señor sobre toda la morada del monte Sión y sobre los lugares de sus asambleas, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de llamas de fuego. Y sobre todo, la gloria del Señor, como un dosel"

La gloria de Dios estará entonces sobre toda casa de Su reino, no solamente sobre el templo. Ésta será, estimado oyente, una realidad gloriosa. Y note usted ahora lo que dice aquí el versículo 6:

"Y habrá un resguardo de sombra contra el calor del día, y un refugio y protección contra la tempestad y el aguacero."

Es decir, que la nación de Israel en aquel día, al fin, tendrá seguridad, esa paz que hoy evidentemente no tiene. Así que esta profecía no está siendo cumplida. Los judíos no se encuentran de regreso en la tierra, como decía la profecía de Zacarías 3.10, viviendo en paz y "cada uno debajo de su vid y de su higuera".

Observemos que la paz siempre sigue a la gracia, misericordia y limpieza. El problema nunca ha sido un determinado partido político, ni un país extranjero. El problema se encuentra en el corazón humano. La guerra surge porque ya se encuentra en el corazón del hombre. El hombre es una criatura guerrera, belicosa, porque es un pecador y se niega a tratar esa realidad. Y habrá una guerra después de otra hasta que el corazón humano sea cambiado.

Bien, llegamos ahora al

Capítulo 5

El tema es la canción de la viña; y los seis lamentos que la siguen. Este capítulo finaliza la sección que comenzó en el capítulo 2. Los primeros 7 versículos constituyen la canción de la viña, que nos habla de los pecados de la nación de Israel y del cautiverio que se aproximaba. Del versículo 8 en adelante se nos presentan los seis lamentos o los seis pecados específicos que traerán el juicio de Dios sobre la nación. Se especifica el castigo para cada uno de los pecados. Vamos pues a considerar

La canción de la viña

Aquellos que han leído la canción de la viña en hebreo nos dicen que es, sin duda alguna, una de las canciones más maravillosas que jamás se han escrito. No hay otra obra similar que pueda rivalizar con ella. Es una sinfonía musical, y es absolutamente imposible reproducirla en otro idioma. Es en realidad una verdadera canción y comparable con cualquiera de los salmos.

La viña representa a la casa de Israel (v. 7). Así, la viña se convierte en una de las dos figuras de la Biblia que han sido tomadas del mundo de la botánica para representar a toda la nación de Israel. La otra figura utilizada en las Sagradas Escrituras es la higuera.

Antes de Su muerte el Señor pronunció la parábola de la viña, que obviamente se refería a toda la casa de Israel (como podemos ver en Mateo 21:33-46). En Isaías, el profeta anunció el cautiverio inminente del reino del norte bajo el dominio de Asiria y del cautiverio del reino del sur bajo el dominio de Babilonia. En Mateo, el Señor Jesucristo mostró que Dios había dado a Israel una segunda oportunidad, con el regreso a Jerusalén de los cautivos que habían estado por 70 años en Babilonia. Pero el rechazo del Hijo de Dios daría paso a una dispersión más extensa y grave.

Escuchemos entonces la canción de la viña. Leamos el versículo 1, de este capítulo 5 de Isaías:

"Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil."

Cuando aquí dice "mi amado" se refiere al Señor Jesucristo. Él es el Mesías de Israel y el Salvador del mundo.

Y después mencionó el profeta a una "ladera fértil". No había nada malo en la tierra; el problema era la viña misma, es decir, con la vid. El versículo 7 aclararía que la viña era la casa de Israel; concretamente, el reino de Judá. No se refiere a la iglesia o a algún otro grupo. Aquí no hay lugar para otra suposición o conjetura.

Este pasaje es, otra vez, como si Dios nos estuviera invitando a la sala del tribunal para considerar Sus acusaciones contra Israel. Y, estimado oyente, en el momento en que usted le escuche a Él acusando a Israel, usted mismo se sentirá condenado. Y dice el versículo 2:

"La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre y había hecho también en ella un lagar; y esperaba que diera uvas buenas, pero dio uvas silvestres."

Dios tomó a la nación de Israel liberándolos de la esclavitud en Egipto y los colocó en la tierra prometida. Él esperó que los israelitas produjeran frutos de justicia y les exigió que honraran y trajeran gloria a Su nombre. Y ellos fracasaron vergonzosamente. Continúa diciendo el versículo 3:

"Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad entre mí y mi viña."

Dios le estaba pidiendo a esta gente que juzgara, que comparara la diferencia entre Dios e Israel. Y hablando sinceramente, estimado oyente, cuando usted observa su propia vida, ¿está usted preparado para quejarse ante Dios? Uno puede gemir y lamentarse cuando tiene alguna enfermedad grave. Y hasta puede pensar que el Señor está siendo injusto con uno. Pero es en esos momentos, quizás en un hospital, cuando tiene la oportunidad de considerar su propia vida, y darse cuenta que Dios no está equivocado; que el que está equivocado es uno y, entonces, debe afrontar esa realidad. Tenemos que liberarnos de la idea de que, de alguna manera, somos algo especial. Dios no está tratando de causarnos algún mal. Usted y yo somos los equivocados. Dios no es injusto. Escuchemos lo que dice el versículo 4:

"¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diera uvas buenas, ha dado uvas silvestres?"

Dios declaró que por Su parte había hecho previsiones para que ellos produjeran frutos de justicia. Bajo esas circunstancias, el fracaso de los israelitas se convirtió en un hecho muy grave. Escuchemos ahora lo que dicen los versículos 5 y 6:

"Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado y será consumida; derribaré su cerca y será pisoteada. Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella."

Ésta fue una predicción clara de los próximos cautiverios de ambos reinos. Por unos 500 años Dios había mantenido a las grandes naciones del mundo fuera de Palestina, que era el puente de unión de tres continentes. Es como si hubiera puesto una muralla alrededor de los israelitas. Dios no permitió que nadie les causara daño, aunque muchas veces Él pudo haberlos juzgado. Pero Dios dijo: "Vosotros sois mi viña. Os he protegido, pero ahora estoy derribando la muralla". Y así fue que primero Siria, luego Asiria y después Babilonia entraron masivamente en la tierra de Israel y la dejaron devastada. Y a pesar de todo lo que se ha hecho en esa tierra en la actualidad, es un lugar que tiene un aspecto de desolación. Dios la había juzgado.

Y añade el versículo 6: Y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella. Por más de mil años las lluvias tempranas (o del otoño) y las tardías (o de la primavera) no cayeron. Por tal motivo la tierra está tan desolada en la actualidad. Creemos que las lluvias tempranas han comenzado, pero no las tardías. Veamos ahora lo que dice el versículo 7:

"Ciertamente la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá, planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y hubo vileza; justicia, y hubo clamor."

No es necesario adivinar de quién estaba hablando el profeta aquí. La viña se refería a toda la nación de Israel, y este versículo lo especifica con claridad. En esa viña, Dios, como dice este versículo esperaba juicio, y hubo vileza; justicia y hubo clamor. A continuación llegamos a la sección de este capítulo que habla de:

Los seis lamentos

Una vez más Dios iba a explicarse con todo detalle. Se mencionan aquí 6 lamentos, y cada uno de ellos nos habla de cierto pecado por el cual Dios estaba juzgando a Israel. Si usted quiere aplicar estas palabras a su vida a la vida de su pueblo, puede hacerlo. Pero la interpretación es para Israel; para ellos ya se ha cumplido. Sin embargo, podemos aplicar esas palabras a nuestras propias vidas. Leamos lo que dice el versículo 8:

"¡Ay de los que juntan casa a casa y añaden campo a campo hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra?"

Éste fue el primer pecado de Israel. Y, ¿cuál fue? Bueno, este pecado fue la codicia en sus ojos. En Colosenses 3:5 se nos dijo que la codicia es idolatría. Son los grandes negocios que tratan de acumular más y más riquezas a costa del pequeño comerciante. Eso es lo que ocurrió en Israel. Así fue como el pequeño comerciante desapareció. Esta modalidad se siguió para que se pudieran acumular grandes fortunas. La única excusa que uno puede dar para tal expansión es la codicia insaciable por obtener más propiedades y posesiones. Y Dios juzgaría al pueblo por ello.

Aquí tenemos una historia triste. La imagen es la de un gran complejo de granjas. En los tiempos de Isaías la gente se dedicaba a la agricultura. Formaban grandes corporaciones, grandes complejos. Esto no lo hacían para beneficiar al pequeño comerciante, sino para acumular riqueza. Y todo aquello a lo cual uno se entrega completamente, se convierte en su religión. Y hay muchas personas hoy que están adorando en el altar de la codicia.

La codicia es un dios con aspecto de tacaño. Fue un factor que produjo la caída de Israel y por el cual Dios les juzgó. En vez de seguir las instrucciones de Dios, ellos comenzaron a extraer todas las riquezas del suelo. Hoy estamos haciendo lo mismo. Estamos viviendo en un mundo que está realmente mermado en su energía. Estamos buscando petróleo frenéticamente, o cualquier energía que pueda utilizarse. ¿Por qué? Porque los hombres son codiciosos y la codicia está agotando las riquezas de la tierra. Y esto es un juicio de Dios. Luego, leemos en los versículos 9 y 10:

"Ha llegado a mis oídos de parte del Señor de los ejércitos, que las muchas casas han de quedar asoladas, sin morador las grandes y hermosas. Tres hectáreas de viña sólo producirán un tonel de vino, y diez medidas de semilla producirán sólo una."

Dios simplemente les estaba diciendo que aunque ellos ampliaran sus tierras, el rendimiento no sería grande porque habría una hambruna que diezmaría los frutos de la cosecha. Así que las grandes extensiones de terreno no producirían, en absoluto, una cosecha abundante.

A la tierra en que usted y yo vivimos se le está acabando la energía. En algunas regiones escasea el petróleo. Nos estamos quedando sin tierras cultivables. El tema de la ecología ha adquirido gran importancia. La contaminación está destruyendo una gran parte de la tierra. Continuemos viendo el juicio que Dios mandó sobre Israel en aquel día. Leamos los versículos 11 y 12:

"¡Ay de los que se levantan de mañana para correr tras el licor, y así siguen hasta la noche, hasta que el vino los enciende! En sus banquetes hay liras, arpas, panderos, flautas y vino, pero no miran la obra del Señor, ni consideran la obra de sus manos."

Éste fue el segundo lamento, el segundo pecado. Aquí se mencionan a la embriaguez y al placer como pecados, y ellos conducen a un embotamiento de toda percepción espiritual.

El crecimiento del alcoholismo, que afecta a personas cada vez más jóvenes es una de las mayores causas de accidentes, y de gran parte de enfermedades físicas y trastornos mentales. Ya en la época de nuestro relato causó estragos y fue rebajando el nivel moral de la nación, hasta destruir, como un cáncer, sus partes vitales. Este aumento de la falta de control de las personas sobre fuerzas o elementos químicos que ellas saben que las están destruyendo, es una noticia de actualidad que debería llamarnos a muchas personas a una reflexión seria con respecto a Dios, que es el único que tiene poder para liberarlas de esa destructiva esclavitud.

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