Estudio bíblico de 2 Tesalonicenses 3:1-7

2 Tesalonicenses 3:1-7

Al llegar a este último capítulo de esta carta de San Pablo, y para tener una visión panorámica de la epístola, vamos a recordar que en nuestro Bosquejo General dividimos a la carta en tres divisiones.

La Primera división lleva el título "La persecución de los creyentes en el presente: el juicio de los no creyentes en el futuro" (es decir, cuando Cristo venga), y que abarca el primer capítulo, versículos 1 al 12. En dicha división, después de una breve introducción, consideramos la persecución que sufrieron los creyentes en aquella ciudad, y los frutos espirituales que surgieron como beneficio para su desarrollo en la vida cristiana. A continuación examinamos el juicio de los malvados en la futura venida de Cristo. Destacamos el contraste entre el reposo que experimentarán los creyentes cuando llegue ese día, con el tremendo castigo que aguarda a los que, en su rebeldía y desobediencia rechazaron la oferta del mensaje de salvación del evangelio. El apóstol les animó con el pensamiento de que a pesar de las circunstancias presentes, Dios cumpliría su propósito en sus vidas y el nombre de Cristo sería honrado por la forma en que vivían su vida cristiana, demostrando un amor fraternal ejemplar y una conducta digna de la ética del evangelio.

La segunda división de esta carta lleva el título "El programa para el mundo en conexión con la venida de Cristo" y abarca el capítulo 2, desde el primer versículo hasta el versículo 12. Aquí consideramos el orden general de eventos, colocando en primer lugar al arrebatamiento de la Iglesia de esta tierra para estar en la presencia del Señor. El propósito de Pablo fue tranquilizar a los creyentes porque aparentemente habían circulado cartas y comentarios, incluso algunos atribuidos al apóstol, en el sentido que el Día del Señor estaba cerca. Pablo les aclaró que ese no era el caso y les detalló algunas señales que precederían al comienzo del período de la gran tribulación, como por ejemplo, una apostasía total en la Iglesia de esos tiempos y la aparición del llamado "hombre de pecado" o anticristo, lo cual traería consecuencias religiosas, políticas. También destacó el apóstol que ese tiempo se caracterizaría por la aparición de señales y milagros engañosos, falsos, pero de apariencia real y convincente, obrados por el poder de Satanás. Entonces el apóstol los tranquilizó, asegurándose que esa culminación de la maldad en la tierra que se desencadenaría en el período de la gran Tribulación y que resultaría en la aparición del citado anticristo, estaba siendo retenida por la influencia del Espíritu Santo. Y se volvió a poner el énfasis en el castigo de los que no creyeron en la verdad y se deleitaron en practicar el mal y la injusticia.

A partir del capítulo 2 y el versículo 13, tenemos la tercera y última división de esta segunda epístola a los Tesalonicenses, que en nuestro Bosquejo General hemos titulado "El carácter práctico de la venida de Cristo", que se extiende desde el 2:13 hasta el 3:18.

En la primera sección (2:13-17), en la parte final del capítulo 2, el apóstol resaltó la importancia de que los creyentes estuvieran establecidos en la Palabra, la Palabra de Dios. Pablo nos recordó que Dios consuela nuestros corazones y nos establece, nos afirma para que tanto en palabra como en obra hagamos lo que es bueno, es decir, lo que a Él le agrada. Esta actitud tiene que ver con la lealtad hacia la persona del Señor Jesucristo. En el capítulo 2 también, Pablo habló, en los versículos 13 y 14, de la hermosa posición que tenemos en Cristo, como elegidos de Dios. Les dijo a los tesalonicenses que le daba gracias a Dios porque El les había escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu. También dijo que nosotros somos llamados por Dios para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Esta es una verdad profunda, apasionante, emocionante.

Y hoy, en la segunda sección, (3:1-7) veremos que los creyentes deberían estar establecidos en su andar, en su vida. En nuestro próximo programa finalizaremos con la última sección (3:8-18), con el énfasis de que los creyentes deberían estar establecidos en su obra. Con esta última sección finalizará nuestro estudio de esta segunda carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses.

Ahora aquí en el capítulo 3 el Apóstol Pablo dijo que había ciertas responsabilidades propias de los creyentes. Como Pablo les dijo a los creyentes de la ciudad de Éfeso en su carta 4:1, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados. Aquí veremos que les dijo lo mismo a los creyentes tesalonicenses. Se trata, como el título de esta división así lo indica, del aspecto práctico de esta carta, o sea, del llevar a las últimas consecuencias de la vida práctica la esperanza de la llegada del Señor Jesucristo.

Comencemos, pues, nuestra lectura de hoy con los versículos 1 y 2 de este capítulo 3 de 2 Tesalonicenses, que comienzan a destacar que

Los creyentes deberían estar establecidos en su obra

"Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, y para que seamos librados de hombres perversos y malos, pues no es de todos la fe."

Lo que Pablo estaba diciendo aquí, es que la Palabra de Dios capacita al creyente para vivir en este mundo de maldad. La Palabra es la que establece firmemente al creyente en su andar por esta tierra.

En la frase Por lo demás, hermanos, vemos que se estaba acercando a la conclusión de su carta.

Y vemos el ruego orad por nosotros. La oración es algo en lo cual cada creyente se puede implicar. No creemos que la oración sea un don del Espíritu. Es algo que todos los creyentes deberían practicar. Cada trabajo u obra que se lleve a cabo, para tener éxito, tendría que estar respaldada por la oración. Todo predicador del Evangelio y de la Palabra, cada maestro de la Palabra que está siendo usado por Dios, tiene personas que están orando por él. Pablo estaba pidiendo a los Tesalonicenses que oraran por él, para que el mensaje del Señor se difundiera rápidamente. Pablo tenía un ministerio único. Era un misionero, y un predicador del evangelio tal como los que conocemos hoy. Realmente, la palabra "evangelista" en el Nuevo Testamento, significa "misionero". El era también un pastor y un maestro de la Palabra. El desempeñó todas esas funciones, y las había ejercido todas ellas entre los Tesalonicenses. Les había guiado al Señor, les había enseñado; después, en estas cartas que les escribió estaba actuando como pastor. No solo les estaba instruyendo en la Palabra, sino que también estaba intentando consolarlos y aconsejarlos. Y una de sus pedidos a ellos fue que oraran. Así que, como hemos leído, les escribió: orad por nosotros, para que la Palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros.

Usted no puede orar hoy por el apóstol Pablo, pero puede orar por nosotros. Apreciaremos sus oraciones a favor de este programa, que se transmite a 180 países en sus respectivos idiomas. La cantidad de correspondencia que genera el programa es enorme y necesitamos la sabiduría y la guía de Dios para contestar a las numerosas preguntas que se nos formulan. Nuestra oración es que la Palabra sea honrada y se difunda para la gloria de Dios. La Palabra de Dios tiene que ser exaltada en la actualidad. Oremos para que los cristianos la exalten en sus propias vidas. A veces nos preocupa que aquellos que profesan creer en la Palabra de Dios le prestan muy poca atención. Por ello, oremos para que aquellos que manifiestan creer en esta Palabra, se introduzcan en ella en profundidad para conocer realmente lo que dice, que tiene una enorme relevancia para sus vidas y para el mundo que nos rodea.

La obra de un evangelista es como la de un obstetra. Interviene en la gestación, el parto, el puerperio y su responsabilidad, por supuesto, es de enorme importancia. Pero después se deja al recién nacido en manos del pediatra. El se ocupará de que la dieta del niño sea la correcta, así como de que reciba la atención médica adecuada. Podríamos comparar al pastor de una congregación con el pediatra. Y esto nos lleva a considera la gran importancia de orar por los pastores de las iglesias. El tiene de que ocuparse de los cristianos se desarrollen, saliendo del período de la infancia espiritual, y su labor, por supuesto, incluye tratar con los cristianos problemáticos o conflictivos.

Aquí en este pasaje del versículo 2, vemos que Pablo pidió oración para que él y sus colaboradores fueran librados de personas perversas y malvadas. Cabe la posibilidad que entre aquellos que profesan ser cristianos, o que parecen ser cristianos, haya ese tipo de personas que pueden causar más problemas en una comunidad cristiana, que las dificultades provocadas por factores externos. A veces la propagación del evangelio puede ser estorbada más por personas que formalmente y oficialmente están vinculadas a la comunidad cristiana.

Y observemos también, que aquí en el versículo 2 no se está hablando de "fe" simplemente, sino de "la fe". Dice Porque no es de todos la fe. No todos tienen la fe. Es decir, que no todos creen o se adhieren a las doctrinas tales como los apóstoles las han enseñado. El fundamento de la iglesia se apoya en la doctrina que los apóstoles han dado a la iglesia. Y esto es lo que tenemos que enseñar y predicar.

Una cosa es creer en la verdad de la venida de Cristo, y esperar ansiosamente Su llegada, y otra es vivir de una manera digna que esté acorde con esa gran verdad.

Esto fue lo que Pablo estaba escribiendo a los Tesalonicenses. Si realmente deseamos intensamente Su venida, lo demostraremos por medio de nuestra relación con la Palabra de Dios, y por la forma en que transitamos por los caminos de la vida. Continuemos leyendo el versículo 3 de este capítulo 3 de 2 Tesalonicenses:

"Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal."

Esta es una hermosa realidad. Nosotros no hemos cumplido con El, pero sin embargo El nunca nos ha abandonado. El es fiel, es siempre fiel. Los cristianos tendrían que aferrarse con tenacidad a este breve versículo. El Señor es fiel y él le afirmará, estimado oyente.

Aunque ha sido una necesitad a través de toda la historia de la iglesia, especialmente en el día de hoy los creyentes necesitan ser afirmados en La Palabra de Dios. En nuestro tiempo, el hogar, grandes sectores del cristianismo, y las vidas de los creyentes se encuentran en desorden. Necesitamos ser afirmados. Y ¿cómo puede un creyente ser afirmado? Pues acudiendo a la Palabra de Dios, permitiéndole que ella ejerza su influencia en su vida. El Señor actúa por medio de Su Palabra. La Palabra de Dios nos mantendrá alejados del mal. Alguien ha dicho: "La Biblia nos mantendrá alejados del pecado, y el pecado nos mantendrá alejados de la Biblia". Continuemos leyendo el versículo 4:

"Y tenemos confianza respecto a vosotros en el Señor, en que hacéis y haréis lo que os hemos mandado."

A los creyentes se les ha mandado hacer ciertas cosas y hay mandamientos específicos para los creyentes. Y vimos este detalle cuando estudiamos la Primera Epístola a los Tesalonicenses. Recordemos que en el capítulo 5, encontramos 22 mandamientos, que los creyentes tienen que cumplir. El Señor Jesús dijo en Juan 14:15, Si me amáis, guardad mis mandamientos y todos aquellos que hemos examinado, son Sus mandamientos.

Pablo tenía su confianza puesta en el Señor en cuanto a esto, ya que dice: Y tenemos confianza respecto a vosotros en el Señor, en que hacéis y haréis lo que os hemos mandado. El los encomendó al Señor con la confianza en que ellos cumplían y continuarían cumpliendo lo que sus maestros les habían enseñado. Pablo creyó que esta iglesia de Tesalónica, que tenía un testimonio tan positivo continuaría manteniendo ese testimonio, esa magnífica reputación. Continuemos leyendo ahora el versículo 5 de este tercer capítulo de 2 Tesalonicenses:

"Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios y a la paciencia de Cristo."

El creyente tiene que andar o vivir en el amor de Dios. Estimado oyente, si usted se encuentra viviendo hoy bajo el calor de Su amor, el amor de Dios es derramado en su corazón y entonces usted sabe que El lo ama. Y usted puede manifestar ese amor por el poder del Espíritu, porque solo el Espíritu de Dios puede hacer que el amor de Dios sea real en nosotros. El amor es un fruto del Espíritu. Usted no puede amar de manera natural a cada persona, y además, en nuestra opinión, Dios no espera eso de nosotros. Pablo escribió en su carta a los creyentes de Filipo que nuestro amor tenía que nuestro amor abunde cada vez más en conocimiento y en buen juicio, lo cual implica que deberíamos ser cuidadosos acerca de amar a aquellos que nos rodean.

Observemos la frase y a la paciencia de Cristo. Esto no significa que usted deba dedicarse a discutir acerca de su opinión a favor o en contra del milenio, o si está a favor del arrebatamiento de la Iglesia antes o después del período de la Gran Tribulación, sino que usted tiene que estar esperando pacientemente la venida de Cristo. Realmente estos versículos contienen hermosas verdades para nuestra vida práctica de relación con nuestros hermanos en la fe. Leamos ahora el versículo 6 de este tercer capítulo de 2 Tesalonicenses:

"Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros."

Pablo no andaba con rodeos. Aquí le vemos usar un lenguaje directo y sin inhibiciones, al decir os ordenamos, hermanos.

El creyente no tiene que andar con los que se comportan en forma desordenada. Hay algunos que han insistido en que uno debe frecuentar todos los lugares y compañías posibles con el propósito de presentar a todos el mensaje del evangelio. Por desgracia, conocemos a algunos que por seguir esa norma de conducta han adquirido ciertos vicios o cedido en sus propios niveles de comportamiento cristiano. ¿Cómo cumplir entonces con nuestra misión de dar un testimonio cristiano a esas personas que necesitan ser regeneradas por el Espíritu Santo? Por supuesto que tenemos que comunicarles el mensaje, pero sin confraternizar con ellas, es decir sin asumir o adoptar todos los niveles de trato social de la amistad y la camaradería. Aunque a veces no nos lo parezca, esas personas, aunque nos lo reprochen, en el fondo nos respetarán por nuestra fidelidad a nuestras convicciones y principios, porque verán que somos coherentes y los llevamos a la práctica hasta sus últimas consecuencias, incluso hasta el límite de arriesgar una amistad.

Dios dejó bien en claro que teníamos mantener la prioridad de nuestra relación con El, y a quién teníamos que seguir. Finalmente por hoy, leamos el versículo 7 de este tercer capítulo de la segunda carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses:

"Vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos, pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros"

Muchos conocemos el refrán, "Dios los cría y ellos se juntan". Uno tiende a ser como los amigos que lo rodean y acompañan más frecuentemente. Por lo tanto, los cristianos deberían ser cuidadosos al elegir sus compañías y las personas con las cuales se asocian.

Vamos a interrumpir aquí nuestro estudio de hoy y continuaremos, Dios mediante, en nuestro próximo programa, cuando examinaremos la importancia de que los creyentes permanecieran firmemente establecidos, arraigados en su obra. También el apóstol, basado en el ejemplo personal que él y sus colaboradores les habían dejado, les recordaría ciertas normas elementales de ética cristiana, especialmente en cuanto a llevar una vida ordenada, y les advertiría en contra de llevar una vida ociosa, terminando con una norma de disciplina para aplicar en casos de desobediencia, especialmente para aquellos que pretendían eludir sus responsabilidades personales. El propósito de esta actitud enérgica era integrar a aquellos que pretendían vivir a su propia manera. Estimado oyente, le invitamos, pues a que nos acompañe en nuestro próximo encuentro, en el cual finalizaremos nuestro estudio de esta segunda carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses. También le sugerimos que vaya usted leyendo los versículos restantes de este capítulo, es decir, desde el versículo 8 hasta el final de esta carta, para familiarizarse con su contenido.

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