Estudio bíblico de Daniel 3:3-16

Daniel 3:3-16

Regresamos hoy, amigo oyente, al tercer capítulo del libro de Daniel. Anteriormente dijimos que en el primer capítulo, las costumbres paganas fueron juzgadas; en el segundo capítulo la filosofía pagana fue juzgada y vemos que en este tercer capítulo, el orgullo pagano fue juzgado. Recordamos también el contenido total de este capítulo, que incluye los siguientes eventos: el decreto de Nabucodonosor de imponer una idolatría universal, y en incidente de los tres jóvenes hebreos que fueron arrojados en el horno de fuego por no adorar a la estatua de oro. El material que cubriremos hoy está distribuido de la siguiente manera: tenemos la construcción de la estatua de oro (versículos 1 y 2), la dedicación de la estatua de oro (versículos 3 al 7), los tres jóvenes se negaron a adorar a la imagen (versículos 8 al 12), los tres jóvenes declararon el poder de Dios (versículos 13 al18).

Aquí se nos presenta a la imagen de oro, que fue un suntuoso despliegue de riqueza y trabajo dedicados a la construcción de esta impresionante estatua.

Algunos eruditos creen que Nabucodonosor construyó esta imagen en memoria de su padre, Nabopolasar. Otros están igualmente convencidos de que la hizo para honrar a Bel, el dios pagano de Babilonia. Pero en realidad, lo más probable fue que la hiciera para sí mismo. Daniel había declarado que él estaba representado por la cabeza de oro en esa imagen del sueño. Ahora, en vez de humillarse a sí mismo ante Dios, ese sueño causó que Nabucodonosor se llenara de un orgullo excesivo; así es que, él construyó una imagen hecha completamente de oro, para representar el reino que él había construido.

Recordemos las medidas de la estatua: 27 metros de altura y dos metros y medio de ancho. Babilonia estaba situada en una llanura, sin montañas a su alrededor. Aunque para su tiempo era una ciudad de edificios altos, la gran altura de la imagen la hacía visible desde una gran distancia. El campo de Dura era como un aeropuerto, llano y amplio, y permitía que una gran multitud se reuniera para adorar a la imagen, que era en realidad como adorar al rey.

Todos los altos cargos y funcionarios del gobierno estaban presentes para la dedicación de la imagen. Sólo la alta jerarquía del reino estaba invitada, y querían convencer a la gente de la importancia de este proyecto. Éste era el primer paso de un lavado de cerebro. Estos burócratas constituían un gran grupo de personas.

Ahora, ¿qué pensamientos tuvo Nabucodonosor para sentirse impulsado a construir esta imagen? Podríamos llegar a tres conclusiones. (1) En primer lugar, la construcción de esta estatua mostró la rebelión de Nabucodonosor contra el Dios de los cielos, que le había dado a él ese dominio mundial. En ved de gratitud, esta empresa constituyó un acto concreto de rebelión. (2) En segundo lugar, mostró su orgullo, al hacer una imagen que evidentemente mostraba su deseo de deificarse a sí mismo. Más adelante, los emperadores romanos también intentarían lo mismo. (3) Y en tercer lugar, obviamente, Nabucodonosor estaba buscando un principio unificador para unir a todas las tribus, lenguas y pueblos de su reino, para formar un gran gobierno totalitario. En otras palabras, él estaba intentando instituir una religión mundial. Ésta no fue otra cosa que una repetición de la torre de Babel. O sea, lograr que todos los habitantes del mundo pertenecieran a una misma religión.

Una vez recordado el contexto, vamos a comenzar nuestra lectura hoy, en el versículo 3, de este capítulo 3 de Daniel, donde se inicia el relato de la ceremonia de:

La dedicación de la imagen de oro

"Se reunieron, pues, los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces y todos los gobernadores de las provincias, para la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor."

Había llegado el día de la dedicación de la estatua. Todos estaban presentes excepto Daniel. Creemos que Daniel tenía una buena y legítima razón para su ausencia. Probablemente se encontraba de viaje en asuntos de estado. Él ocupaba esa posición única de ser el consejero principal del rey, que ahora era el gobernante del mundo de aquella época.

La vista que ofrecía la imagen de oro en la llanura de Dura, era realmente impresionante. La vista se parecería hoy a la de un cohete colocado en la lanzadera espacial a punto de despegar. Debía ser un espectáculo atractivo para contemplar. Ahora, los versículos 4 al 6, de este capítulo 3 de Daniel dicen:

"Y el pregonero anunciaba en alta voz: Se os ordena a vosotros, pueblos, naciones y lenguas, que al oír el son de la trompeta, la flauta, la cítara, el arpa, la lira, la zampoña y todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado; y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiente."

Allí no hubo ninguna libertad de adoración en esta ceremonia de dedicación. Cuando la orquesta comenzara a tocar, los presentes tendrían que postrarse y adorar la imagen. Allí no quedaba lugar para la religiosidad personal, espontánea. Toda la ceremonia estaba fijada de antemano.

Aquí tenemos algunos instrumentos que ya son conocidos en nuestro tiempo: tenemos a la trompeta y la flauta, como instrumentos de viento; instrumentos de cuerda como el arpa, la lira, y el salterio, que era como una caja prismática de madera, más estrecha por la parte superior, donde está abierta, y sobre la cual se extienden muchas hileras de cuerdas metálicas, y la zampoña, que era un instrumento rústico a modo de flauta, o compuesto por muchas flautas, o parecido a una gaita. Y la descripción terminó diciendo "y todo instrumento de música", lo cual indica que había instrumentos de varios tipos que no están incluidos en la lista.

Lo importante en aquella ceremonia fue que era más que la dedicación de un monumento, porque la gente fue obligada a adorar. Sin embargo, la adoración verdadera es una expresión del corazón; no puede ser impuesta a la fuerza. Así que sería más exacto decir que aquella gente participó en una forma exterior de adoración.

En aquella ocasión la música fue utilizada para apelar a la parte física de las personas. La música espiritual es una gran ayuda para la adoración. Sería bueno que tuviéramos la capacidad de discernir, en el tema de la adoración, cuál es la música espiritual, inspirada por Dios, y cual no lo es.

El apóstol Pablo tuvo mucho que decir acerca de la importancia de la música para el creyente en relación con la adoración. En su carta a los Efesios, capítulo 5 versículo 19, dijo: "19hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones". Y además, en la carta a los Colosenses, capítulo 3 versículo 16, dijo: "16La palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros. Enseñaos y exhortaos unos a otros con toda sabiduría. Cantad con gracia en vuestros corazones al Señor, con salmos, himnos y cánticos espirituales".

Sin embargo, en el mismo principio, la música apareció con un mal comienzo. Fue mencionada en la línea de descendencia impía de Caín, en el libro del Génesis, en el capítulo 4, versículo 21 donde leemos: "Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta".

Cuando la música o el ritual agradan a la carne a la parte física, degradan al ser humano en vez de elevarle, y no constituyen una ayuda para la verdadera adoración. Podemos decir incluso que anulan a la adoración, porque embotan los sentidos. Sin embargo, la música puede también elevar el nivel de una reunión de adoración. Puede ser un verdadero ministerio espiritual y una gran bendición.

Por ello insistimos en la importancia de la música, que puede ser un estímulo o un estorbo para la adoración, por la gran influencia que puede tener la melodía y el sonido en las personas. Hay que tener en cuenta que cierta música puede transmitir los valores del sistema mundano, ya sea por tratar de imitar algunos estilos que estén de moda, o por carecer de una letra que constituya una expresión de adoración en sí misma.

Volviendo ahora a Babilonia, vemos que Nabucodonosor había establecido un castigo terrible para los que se negaran a adorar a la estatua. La música ayudó a preparar el ambiente para aquella adoración mundana, y podemos estar seguros de que todos en aquella multitud se postraron ante la imagen, con la excepción de tres jóvenes. Leamos el versículo 7 de este tercer capítulo de Daniel:

"Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, la flauta, la cítara, el arpa, el salterio, la zampoña y todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado."

Esta reunión de dedicación era un acto externo de adoración, y fue prácticamente unánime. Posiblemente había muchos que no estaban convencidos interiormente, pero no demostraron ninguna evidencia visible de que estuvieran en contra de lo que estaba ocurriendo. Estamos seguros de que estaban intentando interiormente justificar su posición con algún tipo de razonamiento.

También nosotros cuando queremos justificar una determinada actitud o conducta acerca de la cual nuestra propia conciencia nos ha reprochado, la racionalizamos. Es decir, que buscamos una razón, una circunstancia, una situación, un antecedente que justifique esa actitud o conducta.

Leamos ahora el versículo 8 de este tercer capítulo, que comienza el párrafo que nos relata el incidente en el que:

Los tres jóvenes hebreos no adoraron a la estatua

"Por esto, en aquel tiempo algunos hombres caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos."

Aparentemente el rey había designado a personas para que observaran si se producía cualquier irregularidad en esta reunión. La mención de este versículo a "algunos hombres caldeos" podría indicar que ellos habían estado observando especialmente a estos tres jóvenes judíos. Quizás porque sentían celos o porque sentían algún rencor personal hacia ellos. Los únicos judíos que estaban implicados, por supuesto, eran los tres jóvenes hebreos que se encontraban entre los funcionarios del rey Nabucodonosor. Los otros judíos del cautiverio que no ocupaban posiciones de liderazgo no estaban presentes en este acto. Leamos entonces el relato Bíblico, en los versículos 9 al 12 de este tercer capítulo de Daniel:

"Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: ¡Rey, para siempre vive! Tú, rey, has dado una ley que todo hombre, al oír el son de la bocina, la flauta, la cítara, el arpa, el salterio, la zampoña y todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro; y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiente. Hay unos hombres judíos, a los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos hombres, oh rey, no te han respetado; no adoran a tus dioses ni adoran la estatua de oro que has levantado."

Esta debe haber sido una orquesta famosa en aquellos días, porque ésta fue la tercera vez que se nos dio una lista de sus instrumentos.

La acusación de los caldeos ante el rey fue muy formal y de acuerdo con el protocolo. Ellos presentaron una acusación directa contra los tres jóvenes hebreos mencionándolos pos sus nombres. No quedaba ninguna duda sobre a quienes se estaban refiriendo. Ahora, la insinuación de ellos de que estos jóvenes no habían respetado al rey, era completamente falsa. La negativa de los hebreos a adorar a la estatua no era un acto de deslealtad personal hacia el rey, sino que fue el reconocimiento de un poder más alto, porque ellos fueron obedientes a su Dios, lo cual quedaría en evidencia en la propia respuesta de ellos a su acusación.

Continuemos leyendo este interesante relato en el versículo 13, en el cual:

Los tres jóvenes hebreos declararon el poder de Dios

"Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajeran a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos delante del rey."

La descripción que aquí se hizo de la reacción del rey nos indica que aquel hombre tenía un verdadero problema psicológico. Probablemente sufría de histeria o de algún tipo de psicosis maníaco depresiva: en un momento se encontraba extremadamente airado y quizás al instante siguiente se encontraría desternillándose de risa. Y dice el versículo 14.

"Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios ni adoráis la estatua de oro que he levantado?"

El rey aquí les preguntó su la acusación que se había dirigido contra ellos era cierta. ¿Se habían atrevido a negarse a adorar a aquel dios pagano y la estatua que él había hecho construir? Continuemos leyendo el versículo 15 de este tercer capítulo de Daniel:

"Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que, al oír el son de la bocina, la flauta, la cítara, el arpa, el salterio, la zampoña y todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adoráis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiente, ¿y qué dios será el que os libre de mis manos?"

El rey les quiso dar a estos jóvenes otra oportunidad para que cambiaran de opinión, y se postraran ante la estatua. Su sumisión en ese momento habría sido una deshonra peor y una mayor vergüenza de lo que habría sido al principio. Entonces el rey recitó nuevamente el castigo por negarse a ese acto, y el error de mantener esa actitud. El rey había escuchado hablar de Dios antes, y les aseguró que Él no sería capaz de librarlos. Y, finalmente por hoy, leamos el versículo 16 de este tercer capítulo de Daniel:

"Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto."

Los tres jóvenes respondieron al rey pero no se dirigieron a él diciéndole "¡Rey, para siempre vive!".

Veamos la respuesta que ofrecieron al rey: "No es necesario que te respondamos sobre este asunto". Esta respuesta significaba que ellos ya habían sopesado cuidadosamente las consecuencias de negarse a obedecer al rey. Habían calculado el coste y no estaban siendo cautelosos al dar su respuesta; en otras palabras, no se estaban preocupando por su propio bienestar en la respuesta que le dieron al rey.

Los sabios en Babilonia habrían aconsejado a los hebreos que se postraran y adoraran a la estatua del rey. Pero Dios les había dicho: "No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas ni las honrarás, porque yo soy Jehová, tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia por millares a los que me aman y guardan mis mandamientos". (Éxodo 20:3-6). Estos jóvenes hebreos estaban siendo fieles a Dios, y requirió mucho valor por parte de ellos el adoptar esta posición pública.

Estimado oyente, si usted no ha leído este capítulo 3 de Daniel se estará preguntando que les sucederá a estos tres valientes jóvenes en Babilonia, al enfrentarse al rey más poderoso del mundo en esa época. Bueno, amigo oyente, vamos a tener que esperar hasta nuestro próximo programa, para responder a esta pregunta. A no ser que usted lea el resto de este capítulo 3 por sí mismo, para estar mejor informado del curso de los acontecimientos. De todas formas le agradecemos que nos haya escuchado hoy y le invitamos a continuar acompañándonos en nuestro próximo encuentro, y en el resto del recorrido que estamos realizando a través de la Biblia.

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