Estudio bíblico de Hebreos 7:1-2

Hebreos 7:1-2

Llegamos hoy, amigo oyente, en nuestro recorrido por esta epístola a los Hebreos, al capítulo 7. Entramos aquí a una sección en la que Pablo, creemos que él fue el escritor, demostró mucha preocupación por sus lectores, por su estado y nivel espiritual, así como por su crecimiento espiritual, para que pudieran cumplir el propósito de Dios en sus vidas y llegaran a alcanzar un estado de madurez. Este libro contiene verdades y consejos, así como advertencias basadas en la experiencia histórica de Israel y en una de sus instituciones, como por ejemplo, el sacerdocio. Se destaca también el uso de grandes personajes del Antiguo Testamento.

Recapitulando lo que hemos visto hasta el momento, diremos que nos encontramos aún en la primera gran división de las dos en que podemos dividir a esta epístola; la hemos titulado "Cristo es mejor que la economía del Antiguo Testamento", esta división se destaca por su contenido doctrinal y abarca los capítulos 1 al 10. Recordemos también que la segunda división se extiende desde el capítulo 11 al 13, y su contenido es práctico.

En esta primera división hemos visto que Cristo es superior a personajes como los profetas, los ángeles, Moisés, y Josué, Después destacamos que Él es superior al sacerdocio Levítico.

Una parte importante de esta epístola está representada por las señales de advertencia frente a ciertos peligros. En tal sentido sería oportuno recordar aquí lo que el apóstol Pablo escribió en su primera carta a los Corintios capítulo 10, versículo 11. Dijo allí el apóstol, hablando de las experiencias de los israelitas, desde el momento en que salieron de Egipto: "11Todas estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales". Hemos considerado cuatro de estas señales: (1) El peligro de dejarse llevar, de deslizarse espiritualmente, que implica ser arrastrado por la corriente e indica negligencia, que en cualquier área de la vida puede resultar trágico, pero que en el aspecto espiritual puede resultar aun mucho más trágico. (2) El peligro de dudar. Los israelitas habían creído en Dios lo suficiente como para salir de Egipto, pero no lo suficiente como para entrar en Canaán, la tierra prometida. Por ello Dios dijo que aquella generación de incrédulos moriría en el desierto. (3) El peligro de los oídos embotados. Podemos decir que, en su mayoría, ellos no tenían la clara percepción espiritual requerida para los temas profundos de la doctrina cristiana y como resultado, su conocimiento de la Palabra de Dios era precario. Tenían un cociente espiritual bajo y se encontraban en un estado de infancia espiritual. Y (4) el peligro de apartarse, abandonando las palabras que al principio habían aprendido acerca de Cristo. Dijimos oportunamente que para un constructor significaría dejar el fundamento y continuar por los andamios, o para un estudiante que ya avanzado, volver a las enseñanzas básicas elementales.

Y como el final del capítulo 6 se funde con el principio del capítulo 7, que comenzaremos a considerar hoy, recordemos otro pasaje emblemático del Antiguo Testamento, que citamos al leer el versículo 18 del capítulo 6, que dice: "los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros". Esto nos recuerda las ciudades de refugio que Dios había provisto para los israelitas (como vemos en Números 35, Deuteronomio 19, y Josué 20-21). Aquellas ciudades refugio servían como figuras de Cristo protegiendo al pecador de la muerte. En aquellos tiempos eran una oportuna provisión para el hombre que había matado accidentalmente a alguien. Podía darse el caso que al que había matado tuviera un hermano impulsivo que exigía venganza. Así, el fugitivo podía escapar a una ciudad de refugio, donde estaría protegido, y recibiría un proceso justo. Si resultaba absuelto de la acusación de muerte intencional, debía permanecer dentro de la ciudad hasta la muerte del sumo sacerdote.

¡Qué imagen tenemos aquí para nosotros hoy! Nos revela a Cristo como nuestro refugio. Estimado oyente, cada uno de nosotros ha sido llevado ante un tribunal y en el proceso ha sido hallado culpable. Cada individuo es un pecador. El castigo que se ha pedido contra nosotros era la muerte, y la pena ha sido ejecutada. Cristo sufrió ese castigo por mí y por usted, porque Él murió en lugar nuestro. Por lo tanto yo soy libre, he sido librado del castigo del pecado; nunca tendré que responder nuevamente por el pecado. Ahora soy libre para salir a servirle. Y ahora tengo un Sumo Sacerdote, un Salvador resucitado, a quien puedo acudir. ¡Qué hermosa figura de mi Salvador me muestra este pasaje Bíblico! El apóstol Pablo escribió a los Corintios en su primera carta, 10:11, "11Todas estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales". Estos "ejemplos" son tipos, figuras, así como Melquisedec fue un tipo o figura de Cristo. Millones de eventos y detalles podían haber quedado registrados, pero Dios escogió registrar sólo estas cosas porque ellas nos permiten crecer en nuestra comprensión de Él, y en nuestra relación con Él.

En nuestra recapitulación del capítulo 6, vamos a leer, finalmente, los dos últimos versículos del capítulo 6, los versículos 19 y 20:

"La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec."

Cuando Cristo ascendió al cielo, asumió el oficio de Sumo Sacerdote. Dice aquí que "penetró hasta dentro del velo". Cristo, como Sumo Sacerdote entro en el templo del cielo (que constituyó un modelo para el tabernáculo terrenal o tienda de reunión, como vemos en Hebreos 8:5). Él cruzó el velo hacia el Lugar Santísimo, hacia la presencia de Dios, y allí presentó Su sangre. Y entonces se sentó a la derecha de la más alta Majestad.

Ahora una diferencia entre el sumo sacerdote Aarón y el Señor Jesús (y lo decimos con la debida reverencia) fue que el pobre anciano Aarón nunca se sentó. No había asientos en el tabernáculo. Estaba el propiciatorio o tapa del arca, pero éste prefiguraba al trono de Dios. Aarón sólo pudo apresurarse a salir o a entrar en aquel lugar, pero usted y yo tenemos un Sumo Sacerdote superior. Él ha ido al santuario celestial y se ha sentado. Él ha terminado la obra de la redención.

Jesucristo es el "precursor", lo cual implica que otros seguirán después de Él. Y dice el versículo 19, "como segura y firme ancla del alma". Nosotros tenemos un estímulo incluso más fuerte que el que tuvo Abraham en su tiempo, porque nuestro Sumo Sacerdote ha entrado con antelación en la presencia de Dios por nosotros, y Él se encuentra hoy allí intercediendo por nosotros.

Y ahora comenzaremos a considerar el capítulo 7 de Hebreos. El tema del capítulo 7 se centra en Cristo como Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec. Mirando hacia atrás, a los capítulos anteriores, diremos que el resto de la epístola a los Hebreos desarrolla el tema del Cristo viviente, quien en este momento se encuentra a la derecha de Dios. Este tema ha sido generalmente descuidado en la actualidad, en muchos círculos cristianos. Se suele hablar sobre la muerte y la resurrección de Cristo, y ello es muy conveniente. Pero, estimado oyente, debemos continuar avanzando en nuestro conocimiento de un Cristo vivo, que está sentado a la derecha de Dios, y que allí lleva a cabo un ministerio de servicio para nosotros. Aquí tenemos un barómetro que podemos colocar en nuestra vida. ¿Cómo va a afectar a nuestra vida espiritual la verdad de este capítulo de Hebreos?

El escritor a los Hebreos iba a efectuar una comparación, un contraste del sacerdocio de Melquisedec y el sacerdocio de Aarón.

En los primeros tres versículos del capítulo 7, vemos a Cristo como Sacerdote perpetuo, porque Él es después de Melquisedec. Y luego, en los versículos 4 al 22, se nos habla de Cristo como el Sacerdote perfecto. Luego, veremos que en los versículos 23 al 28, se afirma que Cristo en Su persona, es un Sacerdote perpetuo y perfecto.

Leamos entonces el versículo 1 de este séptimo capítulo de Hebreos, que comenzará a presentarnos a:

Cristo como el Sacerdote perpetuo

"Este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y lo bendijo."

Otras traducciones de la Biblia comienzan adecuadamente este versículo con la palabra "Porque", que resulta apropiada para destacar que este término fue utilizado por el escritor a los Hebreos como un elemento de enlace para mantener unido lo que ha sido dicho previamente, con lo que él iba a decir a continuación. Se refiere concretamente a lo escrito en el versículo 20 del capítulo 6. Melquisedec fue un tipo o figura de Cristo. En el relato histórico Melquisedec fue llamado "rey de Salem" y "sacerdote del Dios Altísimo" (como podemos leer en Génesis capítulo 14, versículos 17 al 24). No se dijo mucho sobre Melquisedec en el citado capítulo 14 del Génesis. Francamente, lo habríamos olvidado, pero el Espíritu de Dios no se olvidó de él. Cuando leemos el Salmo 110, en el versículo 4, vemos que hay allí una profecía sobre el Mesías, el Señor Jesucristo. Dice en ese pasaje: "Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec".

Usted y yo estamos viviendo en los días del sacerdocio de Cristo. A algunos críticos de la Biblia no les gusta reconocer que en la Biblia encontramos que hay varias dispensaciones o administraciones de Dios en la historia. Esas administraciones constituyen períodos de tiempo que muestran un orden progresivo en los tratos de Dios con la familia humana. Veamos un ejemplo: en el Antiguo Testamento Aarón era el sumo sacerdote, y allí encontramos un tabernáculo literal o tienda de reunión para el pueblo. Hoy nosotros tenemos un Sumo Sacerdote, pero Él no está ejerciendo Su ministerio o servicio en algún edificio de esta tierra. Él se encuentra, precisamente ahora, allí en el cielo, a la derecha de Dios.

Aunque no hay más referencias a Melquisedec en el Antiguo Testamento que la que hemos mencionado en Génesis 14, hay varias referencias aquí en la carta a los Hebreos. En Hebreos capítulo 5 versículo 10 leemos: "y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec". Después, leemos nuevamente en Hebreos, en el capítulo 6, versículos 19 y 20: "19La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, 20donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec". Aquí en este capítulo 7 que estamos estudiando, en el versículo 1, recordemos que dice: "1Este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y lo bendijo". Ahora, en este capítulo el escritor iba a hablarnos extensamente sobre Melquisedec. La clave de este capítulo se encuentra en el versículo 17, que dice: "pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec."

Teniendo en cuenta que vamos a considerar a la persona de Cristo como un sacerdote de acuerdo con el orden de Melquisedec, necesitamos saber todo lo que podamos acerca de este personaje. Y tenemos que retroceder al relato del citado capítulo 14 de Génesis. Los eventos de Génesis 14 ocurrieron en relación con la ciudad de Sodoma, y en este capítulo del Génesis tenemos el primer relato Bíblico de una guerra. Los reyes del este formaron una confederación y se dirigieron contra los reyes del oeste, es decir, aquellos que vivían alrededor del Mar Muerto. Los reyes del este ganaron la batalla, capturaron a los habitantes de los pueblos como esclavos y se apoderaron de la riqueza de las ciudades como botín de guerra.

Al patriarca Abraham le llegaron noticias de que Lot estaba siendo llevado cautivo por los vencedores. Inmediatamente, Abraham armó a un grupo de 318 hombres de su propia casa, lo cual nos indica el tamaño de sus posesiones. Cada uno de estos criados que él armó debe haber tenido, por lo menos, una esposa y un hijo. Esto quiere decir que Abraham debe haber tenido alrededor de 1.000 personas a su servicio. Así que él tomó a estos 318 hombres y por medio de un ataque sorpresivo fue capaz de obtener una victoria sobre los reyes del este. Todo lo que le preocupaba era rescatar a Lot aunque, al hacerlo, pudo rescatar al rey de Sodoma y a todos los otros.

En Génesis 14:17 se nos dijo lo siguiente: "17Cuando volvía de derrotar a Quedorlaomer y a los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el valle del Rey". Si leemos todo este pasaje veremos que el rey de Sodoma le hizo a Abraham una oferta que éste rechazó y entonces, surgiendo de la nada apareció este misterioso personaje. Dice el versículo 18 de este capítulo 14 del Génesis: "18Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino". Continuemos leyendo entonces el versículo 2 de este capítulo 7 de Hebreos:

"A él asimismo dio Abraham los diezmos (es decir la décima parte) de todo. Melquisedec significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz."

Algunos han supuesto que Salem se refería a la ciudad de Jerusalén. No creemos que sea así. Salem no era un lugar, ya que aquí se aclaró que esa palabra significaba "paz". El escritor no dijo que Melquisedec era el rey de Jerusalén. Era el "rey de paz"; fue un hombre que pudo lograr la paz en aquel tiempo. Estamos seguros de que era rey de una ciudad literal de alguna región, pero aquí nunca se dijo que fuera rey de Jerusalén. Así que el pasaje define claramente su carácter al llamarlo "rey de paz."

Aquí hemos leído que Melquisedec fue también el "Rey de Justicia", ya que eso es lo que significa Melquisedec; "Melec" es una palabra hebrea que significa "rey", y "tsedec" significa "justicia". Jeremías nos habló de "Jehová, justicia nuestra" como podemos leer en su capítulo 33 versículo 16.

Como dijimos anteriormente, Melquisedec fue un tipo o figura de Cristo. Él representó a Cristo de varias maneras diferentes. Él fue un rey de paz y un rey de justicia. En cuanto al Señor Jesucristo, podemos decir que Él es un Rey. Él es justicia. El apóstol Pablo dijo en su primera carta los Corintios, capítulo 1, versículo 30, que Dios ha hecho a Cristo Jesús nuestra justificación.

Y este versículo añadió que Melquisedec fue "un sacerdote del Dios Altísimo". Y del Señor Jesucristo podemos decir que Él es nuestro Gran Sumo Sacerdote.

Ahora en esta cita del incidente del Antiguo Testamento, el detalle interesante fue que cuando Melquisedec salió para encontrarse con Abraham, trajo pan y vino. Ahora, creemos que estos dos personajes tan respetables del Antiguo Testamento, aquellos patriarcas, celebraron juntos la Cena del Señor. Ellos se estaban proyectando al futuro, a la venida de Cristo, 2.000 años antes de que Él viniera a este mundo. En la actualidad, usted y yo nos reunimos para participar del pan y del vino, mirando hacia atrás en el tiempo a la venida de Cristo hace más de 2.000 años. Hemos dicho que aquellos dos personajes celebraron juntos la Cena del Señor, no podemos explicarlo, simplemente podemos llamar la atención sobre ese hecho. Se trata de algo que contemplamos con admiración, temor reverencial y adoración. A veces la revelación Bíblica incluye verdades y eventos que tienen un significado profundo, que a nuestra mente le resulta imposible abarcar, comprender o explicar, a no ser que contemos con la guía y ministerio didáctico del Espíritu Santo de Dios. Es en pasajes como éste que la fe transita por lugares muy elevados.

Bien, amigo oyente, continuaremos hablando sobre este asunto mencionado en estos primeros dos versículos e intentando avanzar un poco más por este pasaje Bíblico en nuestro próximo programa. Le invitamos cordialmente a acompañarnos en nuestro próximo encuentro y le sugerimos que lea el resto de este capítulo 7 de Hebreos para familiarizarse con su contenido. Con la ayuda de Dios trataremos de penetrar en las profundidades y elevarnos hacia las alturas de estas verdades y acontecimientos históricos que quedaron registrados en la Biblia para enseñarnos, corregirnos y ayudarnos a vivir la vida cristiana, con el auxilio del Espíritu de Dios.

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